miércoles, 3 de febrero de 2010

LOS DESBRAVADORES (1965), de Burt Kennedy


Hoy estamos ante una de esas raras películas que tienen una extraña y divertida combinación entre western y comedia. En ella, además, se transpira un fondo que huele a rancio, a dos hombres cansados de tanto ganado, de tanto dormir bajo las estrellas y de demasiadas arrugas en una piel estrujada por el sol. Cuesta renunciar a un tipo de vida y, sobre todo, cuando hay un par de mujeres empeñadas en hacer que te quedes quieto, sentado en una silla mientras ellas preparan un buen plato de sopa caliente. Al fondo, una fotografía de tal belleza que hace que nuestros ojos se unan a los de ellos, porque por mucha edad que pase por ellos, los ojos nunca envejecen y no dejan de buscar nuevos y grandes horizontes. Henry Fonda y Glenn Ford encarnan, ya de vuelta de todo, a un par de perdedores y, entre tanta decepción, consiguen que haya algo parecido a una media sonrisa, teñida de un velo de ironía, aguada por un viaje que, se intuye, puede que sea el último para quien manejó a los caballos como si fueran dedos de sus manos.
La película puede que no sea redonda (no lo es) pero proporciona un rato de entretenimiento y alguna que otra reflexión sobre el declive frente a dificultades que, en otro tiempo, hubieran sido retos y ahora son incomodidades. Está muy lejos del western clásico y quiere acercarse con cierto toque desértico a la comedia pero hay entretenimiento porque, al fin y al cabo, Fonda nos da ese rostro de héroe infeliz, de mirada que no entiende mucho y que tampoco tiene por qué, de andares que son puro cine y que reflejan las entrañas del cansancio. Por otro lado, Ford nos proporciona esa impresión de que, lo que le ocurre a él, podría ocurrirle a cualquiera, que es un individuo normal viviendo una vida anormal y que, precisamente, ha sido valiente al adaptar su individualidad a su vida. Juntos reúnen más polvo que arena, más sol que tierra, más derrotas que victorias y aún así, no han renunciado a exprimir un poco más de jugo a una época que ya se les escapa.
En toda la historia, dirigida con oficio por Burt Kennedy, un hombre que gustaba de entremezclar elementos muy cómicos en relatos crepusculares, hay visitas hacia la rutina de lo mundano, humor, algo de drama, un poquito de suspense y cierto romance con espuelas. Además de todo ello, ver juntos a Fonda y Ford proporciona ya un aliciente bien acentuado con una serie de diálogos brillantes que conforman con maestría sus personajes. Hay que desbravar para tener el estilo de vida de unos valientes que perdieron todo por el camino.
En el fondo, tal vez, sea una despedida del western en forma de unos héroes cansados, que nos dicen adiós con la mano mientras cabalgan hacia la puesta de sol, seguros de que no volverán pero de que, detrás, dejan toda una estela que, por mucho tiempo que pase, nadie podrá borrar. Es un final y no un principio. Y el final nunca hay que perdérselo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo esta película y recuerdo la impresión que me causó, una película del oeste con heroes distintos, más bien lamentables, algo torpes y un tanto ingenuos, cuando no infantiles, se sentían más seguros con el ganado o, como mucho, rodeados de otros vaqueros pendencieros que frente a las mujeres...El tono me recuerda al "Club social de Cheyenne". En cualquier caso, tal y como hablabamos del Robin en la peli de Lester, estos hombres maduritos no son más que niños grandes (¿no lo somos todos?) solitarios por inmaduros y para el que el amigo y camarada es toda su familia, y su casa no más que la silla de montar donde apoyarse, y cubrirse con un jergón bajo las estrellas.

De Burt kennedy recuerdo con mucho cariño "También un sheriff necesita ayuda" película que me resultó muy divertida en el cine en su momento, en aquellas sesiones continuas la disfruté 3 veces en una tarde. Y por supuesto "Asalto al carro blindado" con un muy divertido Kirk Douglas.

¿Podríamos enlazar este tipo de personajes con los de esa maravilla llamada "El día de los tramposos" ?.

Un abrazo. Carpet.

César Bardés dijo...

Sí está un poco en el tono de "El club social de Cheyenne" sólo que, quizá, aquí, dentro de la sonrisa, siempre me pareció que había un poso de amargura porque no dejas de pensar en qué van a hacer estos pobres diablos cuando descabalguen definitivamente.
Burt Kennedy es un tipo que aprendió el oficio de Budd Boetticher siendo ayudante de dirección suyo en algunas de sus películas de lo que se dio en llamar el "ciclo Ranown", es decir, las películas que hicieron juntos Randolph Scott y Boetticher. Sin duda, no tenía la fuerza que Boetticher sí que derrochaba pero hizo algunas películas que no están mal. La mejor de todas ellas para mí, es "Los desbravadores" aunque siempre recuerdo y sonrío al hacerlo "Ataque al carro blindado" en un duelo humorístico-tiroteico entre Kirk Douglas y John Wayne. También tiene una película como "Ladrones de trenes", una de las últimas originalidades del western y, en el terreno del "thriller" tiene una película más que aceptable que es "La trampa del dinero", con Glenn Ford, Elke Sommer, Rita Hayworth y Joseph Cotten. La de "También un sheriff necesita ayuda" es una película que también recuerdo con cierto cariño por el desenfado de su trama.
En cuanto a "El día de los tramposos" (qué maravillosa película) creo que también juega en otra liga. Ahí Mankiewicz también nos describe a un montón de personajes que están llegando al final, y el tono es eminentemente cómico pero desborda mala leche por los cuatro costados. En cualquier caso, tenía previsto hacer un artículo sobre ella, así que hablaremos más despacio sobre esta incomprendida obra de Mankiewicz.

Scarlett dijo...

Me apunto. Avísame cuando salga el artículo en el blog.

César Bardés dijo...

Apuntado queda.