viernes, 26 de febrero de 2010

EL SOLISTA (2009), de Joe Wright

Me pregunto cuáles son las razones para hacer una película como ésta. Tal vez su director, Joe Wright, ha querido hacer algo parecido a una denuncia social ¿no? Pues no. Bueno, pues entonces a lo mejor ha sido un retrato de una bonita amistad. No, tampoco. Ya sé: una conciencia filmada de la cantidad de talento que se halla en la indigencia por una obsesión. No. ¿Un fresco sobre un hombre enfermo de soledad? No das una.
Pues entonces ¿qué? ¿Una muestra de lo que puede hacer el periodismo por el bien de los demás? No. ¿Una emocionante aventura en pos de una razón perdida? Ni hablar. ¿Un intento loable de introducirnos en la bondad que nadie cree tener pero que se halla ahí, donde las notas tienen eco? Pues tampoco. Esta película no es nada. Simplemente, es mala. Y lo peor de todo, Joe Wright (que maravilló a medio mundo con Expiación mientras yo me preguntaba si la película que había visto era algo más que una bobada vestida de seda), quiere recubrir todos y cada uno de los planos de la película con un tinte cercano a la genialidad buscando la alabanza de esos críticos que son capaces de hacer frases del tipo “el acertado uso del seguimiento de los rostros en primer plano otorga una profundidad de campo a una historia que puntúa su narración con un gran angular que capta reacciones con la eficacia de un plano americano” (cosas, por otro lado, que importan muchísimo al lector de un periódico y que, lejos de ser Pedro Almodóvar, tal vez tenga que volver a la oficina dos minutos después de leer tan preclaro artículo). Claro, el resultado llega a ser patético porque el mérito no consiste en utilizar una grúa cada vez que tienes ganas de enfatizar algo (y aquí el operario ha hecho horas extra), o de hacer impactantes planos cenitales de dudosa continuidad narrativa, o de sacarse de la manga un jueguecito de luces al son de la “Eroica” de Beethoven cuando mi ordenador ya me lo hace con “Tengo una muñeca vestida de azul”. El mérito consiste en dar a la película el plano que se necesita en cada momento. Y con tanta grandilocuencia, lo que se consigue es mofa, befa y escarnio.
Pero es que el delito no se detiene ahí. Resulta que la película tiene a dos actores tan solventes en los últimos tiempos como Robert Downey Jr., y Jaime Foxx y, para remate, con la siempre elegante y agradable presencia de Catherine Keener y el fulanito los desaprovecha con alevosía perdiéndose en el camino de la narración realizando saltos hacia atrás que no añaden nada (rapidito, un músico se vuelve majareta y haciendo un esfuerzo quizá lleguemos a suponer que es por su obsesión por la música pero esta es una conclusión más subjetiva que mi gusto en el vestir) y, para colmo de cineastas, tiene una banda sonora hecha de bellísimos fragmentos de música clásica y no hay ni un solo instante en el que los pelos se te pongan como escarpias.
Lo que podría haber sido emoción, se torna burla porque no hay otra manera de tomarse esto, por mucho que esté basado en una historia real. Si quieren ver cómo la genialidad musical puede llevar a la soledad y a la insania, Hillary y Jackie, de Anand Tucker, con dos impresionantes actrices como Emily Watson y Rachel Griffiths es la película. La culpa de todo la tiene el no ser consciente de las propias limitaciones. Wright no es Kubrick; ni Renoir; ni Welles; ni siquiera es un niño de siete años jugando con una cámara. Es un pretencioso que quiso poner melodía a la locura y le salió una tontería de canción.

4 comentarios:

dexter dijo...

Venga, Bardés, que la semana que viene llegan Bridges y su country al rescate. De todas maneras, menuda semanita llevas, de pirado en pirado, cuida no sea que el que vaya a necesitar al final el electroshock seas tú.
Lo malo es que el Joe Wright este se está convirtiendo en un director casi de culto. Sin duda, tengo más alta estima que tú de Expiación, aunque por momentos no deja de vérsele el cartón y parecerme un anuncio de colonias de dos horas. Y el famoso plano secuencia de la playa de Dunkerke, pues sí está bien pero ni que hubiera inventado la pólvora el mozo. Ami en cualquier caso, me parece mucho más irritante lo que hizo anteriormente con Orgullo y prejucio. Como si para adaptar a Jane Austen bastase con poner a Keyra Kgnitely (o como se diga) enfundada en faldas largas y miriñaques y bailando minués. Que no, bastante corrientita. Y desde luego nada que ver con la profundidad y la maestria que demostraron Ang Lee y la Thompson en Sense and sensibility.

César Bardés dijo...

Si te digo la verdad, ya me estoy rayando un pelín. El tipo éste no vale ni para pinchar un palo. Y el famoso plano de la playa de Dunkerque tampoco es una cosa como para quedarse pasmado, te puedo nombrar dos docenas de planos que son mejores que ése, que, además, al ser circular, lleva menos planificación de la que se cree. Es que el problema está en que realmente se cree alguien, y es un pedante, un tipo que se cree que con los planos espectaculares e inesperados se puede ver una película. Si llegas a ver "El solista"...es que te quedarías pasmado con lo del jueguecito de luces que se mueven a la vez que la música de Beethoven. Y desde luego que está a años-luz de "Sentido y sensibilidad", como lo está también de un tipo normalmente aburrido como James Ivory (tengo que decir que "Lo que queda del día" me parece su mejor película y me gusta muchísimo) y no digamos ya si nos ponemos en plan Kubrick (que es el plan en el que quiere ponerse él) y comparamos tanto "Expiación" como "Orgullo y prejuicio" con "Barry Lyndon". Si es que no sabe ni adaptar un libro con cierta gracia, hombre. Es lo que ocurre cuando no se es consciente de que eres un mediocre y pretendes ser la leche en verso. Claro que, de esos, das una patada en el suelo y te salen brotes verdes.

Anónimo dijo...

Repito que a mi lo de "Orgullo y prejuicio" me parece que es la Knigthly o como se diga, que creo que esta mu bien (actuando se entiende), pero que la peli ya no tanto. Y "Expiación" me mola el plano de Dunkerke ( sea dificil o facil) me parece bueno, pero el resto de la peli, entre muermo y nada.
"El solista" este ni lo voy a intentar...antes me pongo con "El profesor Holland" o con el "Beethoven" de Ed Harris.

Buen finde, Carpet.

César Bardés dijo...

Desde luego, los planos no deben medirse por su facilidad o por su dificultad. Perdón, porque creo que me he expresado mal. Deben medirse por la necesidad de la historia. Aquél tenía un cierto sentido en ese momento. Los movimientos de grúa contínuos que hace aquí son como para decir "toma ya, lo que hago" y claro, si le pones énfasis a todo, nada tiene énfasis.
Y yo que con "Profesor Holland" me pongo a llorar como un atontao....