jueves, 4 de noviembre de 2010

LOS OJOS DE JULIA (2010), de Guillem Morales

Hay hombres que son invisibles aunque se les pueda ver. Son aquellos en los que no reparamos porque tienen escrito en la piel que su vida es gris. Su entorno natural son los sótanos del alma. No se les ve nunca a pesar de que pueden pasar a nuestro lado. No se les nota a pesar de que su respiración no es normal. No se les mira porque sus ojos están inyectados en odio de maleza, aversión de camuflaje, nada es su entorno, ninguno es su nombre.
El combate entre quien no puede ver y quien no quiere ser visto se dirime en los entresijos del deseo de ser amado, de convertirse en lo único que pueden ver unos ojos, de rozar la felicidad por presentir la presencia de una simple mirada. Hay veces que algunos quieren tornarse en relieve en un fondo de gris y optan por transformar la negra oscuridad en rojo resentimiento. Mientras, unos cristales se tintan y, poco a poco, la falta de visión es la soledad, terrible y acusadora, rencorosa y hacedora de perversiones, de horribles actos de destaque, de la nada disfrazada de juez.
Guillem Morales articula esta película con cierta inteligencia, con detalles que delatan una certera dirección en algunos momentos y con reminiscencias muy claras de La ventana indiscreta y Psicosis, de Alfred Hitchcock; de Sola en la oscuridad, de Terence Young; de Un perro andaluz, de Luis Buñuel; de Alien, de Ridley Scott e, incluso, de la estupenda A 23 pasos de Baker Street, de Henry Hathaway. Por el contrario, yerra con algún estrépito con situaciones mal resueltas y con los dos toques gore que incluye con deleite. Hay escenas de un milimétrico sentido del tiempo mientras que alterna otras que se alargan en demasía intentando buscar el producto de terror de calidad. Y eso no se consigue con sangre gratuita ni con salidas absurdas. En ocasiones, hay que tirar de una bolsa en la cabeza para que el asesino no pueda ser visto.
Por otro lado, habría que destacar el excelente trabajo de Belén Rueda, convenientemente recauchutada para la ocasión en contraste con el retrato del barrio de pirados como motos que se juntan en una densidad que puede llegar a ser bastante peligrosa para la salud humana. No quiero ni pensar que tengamos un vecindario con tal galería de zumbados a pocos metros de nuestras puertas. Claro que es posible que, a veces, incluso en un ascensor, ellos también lleguen a ser invisibles.
El caso es que el rato se pasa entretenido, con recursos de buen cine y torpezas devenidas que empañan parcialmente una película que se deja ver. Que se deja ver. La angustia parece que se sienta en la butaca de al lado y nos pega un par de codazos para que saltemos por culpa del pellizco del susto. La culpable es la oscuridad. Es esa dama que se adueña de la noche y de los apagones, que puede ser acogedoramente cruel, que puede conquistar mientras se deja sonar con cierta ironía la melodía de The look of love, de Burt Bacharach. No hay miradas de amor cuando la oscuridad es la mujer deseada. Sólo hay movimientos, olor, ruido ensordecedor cuando cae algo al suelo. Es la intuición de la vida que también pasa a nuestro lado y muchas veces no la vemos. Una cuerda nos sirve de guía. Un llavero con un ruido irritante es la pista que el oído necesita. Nuestro universo está hecho de tacto. Todo tenemos que tocarlo para reconocerlo y resulta que concentramos nuestros sentidos en la visión porque sin ella nos sentimos perdidos, abandonados, huecos, indefensos. Igual que algunos a los que no se pueden ver porque están mimetizados con el ambiente. Son semillas de crueldad que vamos sembrando y apenas nos damos cuenta. La luz se apaga pero sabemos que el cielo sigue allá arriba y tiene ojos con sus estrellas que brillan tanto que no necesitamos velas. Hay que volverse a quien amas y decir unas palabras mágicas. Sólo así la noche se hará día y la luna pasará a llamarse sol.

4 comentarios:

dexter dijo...

Vaya, qué sorpresa. Hubiera apostado a que esta semana tu comentario iba a ir sobre The town que problablemente vaya a ver esta tarde o el fin de semana. Esta que comentas en principio no me atrae mucho. Ya sabes que soy algo hipocondrias y el cine este de miedo y de sustos me da algo de yuyu a priori. Además Belén Rueda es una muchacha que nunca me ha convencido demasiado. Sabes que pasa que siempre que la veo me pienso que va a aparecer Emilio Aragón con smoking y zapatillas de deporte o que va a hacer acto de presencia un velero bergantín y la chica se va a subir a lo alto del palo mayor para acto seguido zambullirse en el agua.

César Bardés dijo...

Es que los ojos del lobo tenían que posarse sobre los de Julia. He comentado ésta porque Guillermo del Toro es un hombre que suele saber dónde pone el dinero y esta película tiene mimbres de cine de calidad pero el director mete la pata con fruición en algunas cosas. Si con el tiempo las pule, perfecto. Si no, yerrará con premeditación y alevosía y será directamente malo.
Me pensé mucho si ir a ver ésta o "The town" pero es que, con todos los respetos para su ópera prima que me sorprendió gratamente y que se adentra en el cine negro con cierta pericia, me temo que ésta es más previsible que el final de "Verano Azul". Ya me dirás porque, en una de esas y sin crítica de por medio, lo mismo me acerco a verla.
En cuanto a Belén Rueda, está muy cerca, muy cerca en sus registros a los de Lidia Bosch, casualmente otra ex-compañera de Emilio Aragón. No lo hace nada mal, tengo que reconocerlo. Ahora, canta a la legua que ha pasado por el quirófano para ponerse buenorra.
Dicho ésto, me sumerjo en la ceguera propia de los críticos.

dexter dijo...

Sí, a mí también me sorprendió muy gratamente Adiós pequeña, adiós. Y esta, bueno, sí, lo que dices tú suena a deja vu, pero como tenemos el culo pelao de ver este tipo de cine, pues que le vamos a hacer. Lo importante es que le haya salido una apuesta digna por el cine de género que en los tiempos que corren ya es bastante. Ya te contaré.

En cuanto a Lydia Bosch a mí me gustó en You are the One haciendo de Irene Dunne. Claro que en eso reconzco que es problema mío y sólo mío porque esa peli y el cine de Garci en general nos gusta a cuatro y además sólo la mitad nos atrevemos a reconocerlo. Pronto la veré en Mi hermano del alma de Barroso que me la estoy baj... estooo, eso que la veré pronto. Con respecto a Belén no me gustó en Mar adentro, más que su interpretación su personaje que creo que lejos de aportar algo a la narración es uno de los pocos lastres que tiene. Y en El orfanato no me gustó nada, lo que se dice acorde con el resto de la película, vamos.

César Bardés dijo...

Reconozco que el papel de Belén Rueda en "Mar adentro" no aporta nada a la historia y que además queda notoriamente ensombrecido por el espléndido trabajo de Lola Dueñas. En "El orfanato", siendo una película que no me gustó demasiado, no me molesta pero tampoco la ensalzo. Aquí hay que reconocer que está algo mejor aunque cae en el peligro de quedar encasillada en este tipo de papeles.
En cuanto a Lidia Bosch me parece una de las actrices peor aprovechadas por el cine. Está muy bien en "Mi hermano del alma" y me gusta "You´re the one", segunda línea de la canción "Night and day" de Cole Porter. En cuanto a Garci, me suele gustar aunque lo que ha hecho últimamente me parece una pérdida de pulso considerable. Yo tengo en un altar, desde luego, tanto "El Crack" como "El Crack 2" porque me parece un maravilloso intento de hacer cine negro sin perder la identidad española, algo que me parece que nadie ha conseguido y sólo por eso merecería haber sido reconocido con más entusiasmo. No entiendo que haga películas como "Sangre de mayo", que tiene un espléndido trabajo de Gil Parrondo como director artístico pero la película es realmente floja. Tampoco entiendo su propia falta de entusiasmo por "Luz de domingo". Creo que la hizo y, al momento, se arrepintió de hacerla. Garci sabe, sin duda. Lo que le hace falta es querer.