Es paradójico el sentimiento de ayuda que nos impulsa hacia los más pobres. Queremos luchar para cambiar su mundo y civilizarlos. Queremos cambiar también sus inseguridades por las nuestras y que todos tengan agua, comida, asistencia médica y conexión a Internet. Así todos tendrán la oportunidad de saber, por ejemplo, cómo se fabrica una bomba.
Y así, poco a poco, la comprensión que no hemos sido capaces de poner en práctica en nuestros hogares, sale desbocada hacia tierras en las que mandan los señores de la guerra que no tienen el más mínimo sentido de lo que vale una vida, ni del respeto que hay que sentir por los muertos. Mientras tanto, en el mundo mejor que soñamos para los subdesarrollados, podemos sentir tanto respeto a los muertos que somos presa del pánico más escondido y queremos controlar la vida de los demás para encontrar algún significado a la nuestra.
La falta de reacción no implica necesariamente cobardía. Puede ser serenidad. Puede ser orgullo. Puede ser la seguridad de que nunca se va a caer tan bajo como para violar por la fuerza la integridad de los que comparten con nosotros banco en el parque. También hay señores de la guerra sueltos en esa sabana de columpios y gravilla aunque tengamos la certeza de que la venganza sólo consigue rebajarnos.
Y lo que, de verdad, nos une a todos los seres humanos es el cariño y no el odio pero estamos ciegos ante las enfermedades y las contradicciones a las que nos somete continuamente nuestra vida diaria. Y ese cariño que no sabemos dar aunque lo tengamos guardado, es el que construye irresponsabilidades en los niños, lo que les sumerge en una mirada de desprecio hacia un mundo adulto que se queda indiferente ante el día inacabable de la infancia, esa misma que es capaz de premiar con muchas sonrisas cristalinas el trabajo diario, consumiendo ánimos y esfuerzo, poniendo encrucijadas morales sobre la mesa de operaciones y arrasando la moral herida ante la visión de tanta pobreza.
En los ojos de un padre que ha visto demasiado horror hay tranquilidad y una envidiable claridad de ideas. En los de una madre que saborea con amargura la soledad, nunca está la frase precisa y el miedo se hace presente en sus pasos de hospital y nerviosismo. En los de otro hombre que ha perdido a su mujer, está la parálisis de la pérdida y la inercia que rara vez es la solución. En los de un niño acosado está la necesidad desesperada de sentirse querido. En los de un huérfano, llenos de intensidad, está el impulso de la dominación y de hallarse por encima de las mediocres vidas que le rodean. Y con todos estos personajes, parece que las arenas del desierto se trasladan a la noche nórdica, haciendo que el viento caliente de la desolación se convierta en aire frío de rechazo.
Civilización. Época. Tal vez estar en el momento preciso y en el lugar adecuado regalando generosidad sea el cimiento principal para que el mundo, el mundo de un niño que quiere ser acompañado, el mundo de un enfermo de llagas en un lugar del que nadie se acuerda, sea un sitio mejor para vivir. Cariño. Sinceridad...Y en una azotea de dolor y nada que parece algo, es cuando se puede llegar a saber cuánto nos han querido nuestros padres y los padres de nuestros amigos.
7 comentarios:
Muchas gracias, Bardés, y enhorabuena por tu maravilloso post. Me has arrojado mucha luz sobre la peli y me has hecho pensar y darle otro enfoque mucho más rico al que le di cuando la vi el otro día.. Muy interesante la perspectiva de tu papel de padre y educador (o ex), que aportas y que yo no tengo. A mí me parece que la película analiza como distintas realidades como la justicia, la venganza o la violencia son tratadas de distinta manera en el llamado Tercer Mundo o en el que, no siempre justificadamente llamado, mundo civilizado que no es siempre ese mundo mejor del que habla el título castellano de la película (aunque me parece mucho más contundente el original “Civilización”).
No es la primera vez que esta directora hace esto de confrontar el Norte y el Sur. Ya lo hizo en “Después de la boda” y de alguna manera también en “Brothers”. El otro día haciendo cuentas vi que a lo tonto ya me he visto unas cuantas de esta señora, pues también en su día tuve oportunidad de ver su aventura americana con “Cosas que perdimos con el fuego” de la que sólo me convenció la arrolladora interpretación de Benicio del Toro. Yo quizá me quede con “Brothers” antes que con la citada “Después de la boda” – que me pareció algo culebrón- y ésta de ahora. Me gusta más por cierto que el “remake”de Sheridan que me dejó un poco a medias.
“En un mundo mejor” es también una película bastante dura, quizá no explícitamente pero si de modo implícito te deja un poso muy amargo. Y chico, yo no sé que pasa que últimamente parece que sólo tengamos que ir al cine a sufrir y a pasar malos ratos. Yo a esta Bier no la compararía con Iñárritu pero la sensación que me dejan sus películas es común a las que me dejan las películas del manito, que el mundo es un valle de lágrimas y que no estamos aquí ná más que pa sufrir y pa sufrir. El otro día fui a ver “Incendies” y lo mismo, también muy interesante, pero sales destrozado del cine y con la impresión de haber visto un documental o un noticiero. Por si fuera poco, hace poco elegí “Never let me go” que es así una propuesta más de género y tampoco es que saliese de la sala bailando claqué. Normal, que ayer en la del oso con el Cámara y la Suarez me diera la risa floja.
De la película de la Bier me salen otras reflexiones, pero las dejo para futuros comentarios que éste me ha quedado muy largo.
Me alegro mucho, Dex, de que el artículo te haya servido de algo. Eso siempre da animos y no sabes cuántos.
Estoy de acuerdo en que "En un mundo mejor" es una película amarga y dura pero, para mí, hay un personaje que inspira pura tranquilidad y me transmite mucha seguridad, mucha calma. Por supuesto, ese personaje es el del médico, un hombre que sabe siempre lo que tiene que hacer a pesar de haber cometido errores y que, a pesar de que algunas de sus conductas son muy poco típicas, son irremediablemente justas. Me parece, desde luego, mucho más interesante que el personaje del otro padre que aparece incómodo, desnortado, cohibido e, incluso, un poco aterrorizado; o mucho más que la mujer del médico, una mujer arrastrada un poco hacia la histeria que tiene reacciones desmesuradas hacia problemas que merece una mirada de mayor tranquilidad como la del propio médico aunque, evidentemente, la conducta de la mujer viene arrastrada por el error que ha cometido el médico anteriormente y que, ni siquiera, hemos visto.
También estoy de acuerdo en que hay una tendencia hacia el sufrimiento pero es que yo creo que hay un cierto halo de confusión en todo. Hay un cierto grupo de directores que pretenden trascender y lo hacen a través de películas en las que se sufre de forma muy amarga y eso, creo yo, es un error de base porque también se puede trascender con una comedia (y ahí está nuestro querido amigo Billy Wilder para demostrarlo, que sabía trascender con la risa, con la risa amarga, con la amargura y con el drama) pero, claro, estamos en unos tiempos en los que, arrastrados por no sé qué corriente cultural, tenemos la sensación de que las comedias valen para echarse unas risas y para divertirse pero, de ningún modo, para saber de dónde provienen esas risas, por qué nos reímos y si esa risa, en el fondo, no tiene también algo trascendente.
La verdad, no me imagino a Iñárritu haciendo una comedia, al igual que no me imagino a esta señora. También estoy irremediablemente de acuerdo en que su versión de "Brothers" es veinte veces mejor que la de Jim Sheridan que me decepcionó profundamente por su evidente falta de pegada en un director que destaca precisamente por lo contrario.
También estoy de acuerdo en que la película pretende contraponer distintos conceptos vitales entre el Tercer Mundo y el llamado mundo civilizado aunque la conclusión, más o menos, sea la misma como que la venganza, provenga de donde provenga, está mal (y te lo dice alguien al que le ha gustado mucho vengarse).
Y no te preocupes por las extensiones, que para mechas, las mías. En serio, Dex, este espacio está para que digáis lo que pensáis con libertad y a gusto, si no, lo cierro y a otra cosa.
¿Ya estamos con amenazas de cierre?, juer, a ver si va a resultar que este blog es del holding Nueva Rumasa...
Yo poco tengo que decir aquí, que no he visto nada de la Bier, y no se si me entran ganas, aunque el post (magistral me parece) anime más de lo que lo hacía la sinopsis que había leido.
No obstante, y no sea que cierren este "speak corner" voy adecir un algo.
Sobre lo de sufrir en el cine, creo que ya lo hemos comentado otras veces y básicamente estoy de acuerdo con Wolf, en la actualidad no se entiende la denuncia sobre la deshumanización actual, sobre las desigualdades, sobre las discriminaciones, sobre la maldad ( a veces pasiva) de occidente, si no se hace en forma de drama terrible y angustioso, no sea que alguien se crea que me cachondeo de los negritos o de la violencia de género, por poner ejemplos.
Hay dos problemas, uno es la cantinela de siempre, la falta de imaginación, de grandes talentos como en època del cine clásico y todo eso. Y otro, y no creais que es menor, es el correctismo político, la estupidez generalizada en la actualidad de no hacer bromas para no ofender.
Lo hablaba hace ya varios años con un internauta conocido, se pueden hacer bromas sobre las apetencias sexuales de una amiga, pero no sobre los deseos de un amigo gay porque se te puede acusar homofobo.
En la actualidad (al menos en España)que la facilidad con que se insulta, se menosprecia, se acusa o se descalifica sin pruebas, suin razones, sin criterio a cualquiera que se emperejile, se hace de continuo con total impunidad y sólo hace falta abrir algunos periódicos, escuchar algunas cadenas de radio o determinadas televisiones digitales ( o autonómicas). Vivimos en un permanenete vale todo escudado en la libertad de expresión.
pero hay algo pero la facilidad con que se ofenden los colectivos ante cualquier majaderia sin importancia o cuya dimensión pública sólo se engrnadece en función de la queja, actuando esta como un altavoz de una ocurrencia a menudo indolora.
Hace un par de años, Dolce y Gabbana se vio obligao a retirar un anuncio gráfico porque aparecía una mujer sujeta fuertemente por un par tipos duros...Era una representación que sometía ala mujer y promovia la violencia de genero...??
Hoy publica El Mundo un artículo de Salvador Sostres que viene a decir que el joven rumano de 21 años que estranguló a su novia de 19 y le contó a su padre por la webcam que iba a cargarse también a su cuñada de 15 cuando llegara, no era un mala persona, es que era un hombre enamorado que había sufrido la violencia infinita de ver como su novia embarazada le decia que el hijo no era suyo y que le iba a abandonar...Pobre muchacho, la victima si que era mala...Sobre esto, ninguna asociacion ha dicho nada. (Será libertad de expresion)
Ale, que me desvié del tema...o quiza no tanto, pero antes de que cierres....
Abrazos y disculpas.
Bueno, es que me pones en bandeja de plata (nunca mejor dicho) la reflexión que te iba a hacer a continuación. Me parece muy acertado cómo hablas de que los padres proyectan en sus hijos sus respectivas personalidades - por cierto me gustaron los dos chavalines, lo hacen muy bien- de una forma que no es la típica. Cuando dices en tu comentario que "La falta de reacción no implica necesariamente cobardía" yo no sé. Me parece una interpretación discutible si bien no rebatible y perfectamente respetable. El mirar para otro lado ya en sí implica cierta cobardía, aunque ciertamente no quepa hacer nada más. Creo en efecto que la postura del médico danés en hacer lo que hace tras presenciar por ejemplo el linchamiento es del todo justificable.
En algunos momentos de la película me acordé - por la fotografía, por el entorno, por la denuncia- me acordé también de "El jardinero fiel".
Bueno, básicamente también estoy de acuerdo contigo, Carpet. No sabes cómo se nota, sobre todo trabajando en el medio periodístico, hasta qué punto funciona una censura "liberal" que tacha de "inmoral" todo lo que no es políticamente correcto. Si eso lo unimos con la falta de talento entramos en una serie de tíos muy serios que, no sólo son incapaces de hacer otra cosa más que transmitir angustia con la historia que nos cuentan, sino que también ponen una cara que es todo un poema reprendiéndote porque te has atrevido a frivolizar con alguno de sus temas.
En cuanto al artículo, pues sin comentarios. Nuevamente, la libertad mal entendida y mal explicada y peor asimilada. Al igual que ocurre con el incidente en la Capilla de la Complutense y, ojo, que yo no soy religioso ni nada de eso, pero es que todavía no le entra en la cabeza a mucha gente que la libertad de cualquier cosa tiene el límite de la libertad de los demás. Si tu novia o compañera te dice que el hijo que va a tener no es el tuyo, creo que el fulano es muy libre de coger la maleta e irse pero en el momento en que levanta la mano está atentando gravemente contra un derecho, no digamos si no sólo le levanta la mano, sino que coge, la mata y, ya preso de una esquizofrenia altamente peligrosa, muestra el cadáver por la webcam y dice que va a matar a la cuñada y se las da de macho cabrío.
No, no te has ido nada del tema y tranquilo, que se me ha perdido el cartel de "closed".
Releamos la frase, Dex: "La falta de reacción no implica necesariamente cobardía". Digo "necesariamente" porque sí puede ser cobardía. Y, por supuesto, cuando estoy hablando con esas palabras estoy pensando en la falta de reacción del médico cuando viene el bruto cabrón de turno a pegarle un par de ostias porque "ha tocado a su niño". Yo no creo para nada que el médico sea un cobarde, todo lo contrario. Es un valiente. Y su reacción es absolutamente serena y ejemplar. Por culpa de la presión que ejercen los hijos, se ve obligado a ir al taller y demostrar que él, de cobarde, no tiene nada aunque, nuevamente, los niños se quedan anonadados de su falta de reacción cuando, en realidad, esa falta de reacción ha sido todo un insulto para ese tipo que, yo creo, todos alguna vez hemos conocido.
Tengo que reconocer que en esa frase, también estoy contenido yo, aunque me mueven motivos menos nobles. Yo he pecado alguna vez de falta de reacción, y no precisamente en lo relativo a mi hijo sino en otros incidentes y ha sido, sencillamente, porque tengo miedo...miedo a dejar escapar esa ira que a todos nos crece y que, a veces, es tan difícil de controlar porque sé que puedo hacer daño, más del que debiera y que, incluso, puedo dar algún disgusto y alguna vez me he ido con la ofensa en mí y no he reaccionado porque con quien he luchado realmente no ha sido con el ofensor, sino conmigo mismo. Mirar para otro lado, que es donde sitúas tú la frase, tampoco implica, creo, cobardía sino algo peor, indiferencia. Y en esa indiferencia va la dureza de nuestros corazones, el no conmovernos por cosas tan terriblemente obscenas como un niño comido por las moscas en África o por injusticias que se cometen todos los días. La misma naturaleza de la justicia es presa de esa misma indiferencia y no hace falta irse a África para encontrar ejemplos de eso.
Sí que tiene algún punto de contacto con "El jardinero fiel" aunque quizá "En un mundo mejor" cierra con un final de esperanza. Y comprendo perfectamente que cada día, después de atender a cientos de enfermos, el premio sea ver a un montón de niños corriendo con la sonrisa puesta detrás del polvo que va dejando el coche. Incluso, en cierta ocasión, yo he llegado a barajar hacer eso mismo en un país de América Central para dar clase a unos pocos que no sabían ni leer.
Ufff, qué angustia me ha entrado mientras escribía esto. Hay que reconocer que hay veces que es muy sano hablar de todo esto con dos amigos y sincerarse. Gracias por todo ello y más.
Perdona, Bardés, había entendido mal, ha quedado perfectamente explicado ahora. Yo creo que más que indiferencia- a mí al menos- lo que me produce es una terrible sensación de impotencia lo que tú dices.
Claro, que el médico es un valiente, y menos mal que aún queda alguno de ésos parece querernos decir la Bier. Y sí, tiene un final más esperanzador que la de Meirelles que tiene un final más emotivo acorde con su factura más clásica.
La indiferencia es lo que produce una terrible sensación de impotencia, o, al menos, eso es lo que yo siento todos los días.
Qué trascendentes nos hemos puesto, más o menos como todos estos cineastas que son expertos en hacernos sufrir.
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