viernes, 8 de abril de 2011

¡SUSPENSE! (1961), de Jack Clayton

Adentrarse en los meandros de la degeneración moral es tarea reservada a inocentes. Para ellos, todo descubrimiento es la ruptura de un tabú. Todo paso más allá de los límites de su ingenuidad es una luz en la oscuridad. El beso de un niño a una mujer adulta es una de las secuencias más turbadoras que he visto nunca mientras el fantasma de la frigidez y la represión sexual se pasean por los jardines de la placidez en busca de los últimos juegos prohibidos. El rostro del mal sólo se insinúa por la expresión y lo que es inocencia se convierte en pura depravación, puro infierno encerrado en las paredes de una mansión que han visto cómo otra vuelta de tuerca hace saltar la brida del equilibrio encontrado a través de la falacia y el engaño.
Todos tenemos un lado de una turbiedad atrayente que hace que, en parte, seamos unos desconocidos para nosotros mismos. El día no disipa esa oscuridad personal que nos hunde en sueños reprimidos, en sexualidad enfermiza, en enseñanza de la maldad. A veces, atisbar en esa penumbra, nos hace revivir y apreciar lo que realmente somos. En otras ocasiones, mirar puede ser la jeringuilla que nos inyecte la droga que haga que sólo deseemos querer más…Los abismos de la lujuria desatada se nos hacen familiares y atravesamos el cristal que separa la vida de la muerte con una facilidad que roza lo obsceno. El suspense, así, se mantiene. Y la hora de los inocentes llega con la fuerza del diablo. La vida no importa. Lo único que hierve en la existencia es la bajada al infierno, que es el lugar donde todos acabaremos. Lo que se cree ver es porque antes…ya se ha pensado…
Esta gran joya del terror psicológico que es Suspense, de Jack Clayton, contó con un extraordinario guión debido a William Archibald y Truman Capote basándose en la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Y es como si el cine, con escalones de celuloide, nos descendiera hasta el mismo vacío de corazones que no tienen nada que ofrecer, corrompidos por el alma en declive que muere en algún instante del camino de la depravación. Quizá nuestra propia moral sea el reflejo perfecto de nuestros fantasmas.

5 comentarios:

Carpet dijo...

Es buena película, y la mejor adaptación del clásico de Henry James y ya es decir, porque conozco unas cuantas, algunas bastante desafortunadas, entre ellas un par de españolas y alguna para televisión.
La verdad es que el libro en si, ya es bastante ambiguo en cierta medida y admite bastantes opciones a la hora de adaptarlo.
Una de ellas es hacer cierto hincapie en la represión sexual y en esta versión Truman Capote (principalmente) explotó esa idea. En una de las versiones españolas ( la de Eloy de la Iglesia, en concreto) también fueron por ahí los tiros con menos sutileza y peor fortuna, donde la institutriz se convirtió en seminarista interpretado por Pedro Mari Sánchez.
Capote llegó a decir que la escena de Flora en el lago era muy bella pero eliminaba en parte el dilema realidad/ficción del conjunto de la trama.
En fin, creo que es una gran peli, con una Deborah Kerr impresionante (lo bien que ghacía esta mujer de reprimida), lo cierto es que en la novela de James, la protagonista es una jovencita inexperta y facilmente impresionable, aquí sin embargo, la Kerr compone un personaje bastante más maduro físicamente aunque, bastante menos, emocionalmente.

Ya hablamos de mansiones en el cine y la de esta es clásica, algún día tendría,mos que comentar la dualidad realidad/ficción aunque se asemeje mucho a la de los sueños que tenemos algo reciente...o a las represiones sexuales y sus comportamientos anómalos derivados, desde Norman Bates en el motel hasta Natalie Portman de cisne.

Por último y como curiosidad, escuche decir a Amenabar que el título de su peli "Los otros" con la que comparte bastantes cosas está inspirado en esta peli, porque en varias ocasiones los personajes se refieren a los fantasmas comno los otros...

Abrazos.

César Bardés dijo...

Muy interesante tu aportación al hablarnos de las diferencias con el libro, que no he tenido la oportunidad de leer. Efectivamente, la versión de Eloy de la Iglesia era claramente desafortunada, lo mismo que la que hizo Michael Winner con el título de "Los últimos juegos prohibidos" con Marlon Brando y Stephanie Beacham poniendo en escena precisamente la parte que no se ve, es decir, la relación entre el jardinero y la institutriz anterior.
Yo también creo que Deborah Kerr estaba estupenda y que la película es sensacional porque forma parte de ese terror que es más inquietud que otra cosa y eso, personalmente, me causa aún más miedo.
En cuanto a las dualidades, quizá Norman Bates sea el ejemplo más señero, pero también está el precedente más natural de Natalie Portman que no es otra que Moira Shearer en "Las zapatillas rojas", o ese estupendo Ronald Colman que llega a creerse el fantasma de los celos mientras representa "Otelo" en la estupenda "Doble vida", de George Cukor, o el mito de Jeckyll y Hyde tantas veces llevado al cine incluso bajo el pseudónimo de Buddy Love en "El profesor chiflado" y es que todos tenemos una cierta confusión entre ficción y realidad aunque rara vez la dejamos evidente. Estupendo comentario, gracias, cArpet. No sólo ensanchas miradas, sino que las amplías.

dexter dijo...

Bueno,varias cosas, yo leí la novela de Henry James justo una semana antes de ver la película y he de decir que a pesar de que una y otra son muy diferentes me fascinaron las dos, por distintos motivos, claro.
Supongo también que si de dualidades hablamos quizá haya que citar a Bette Davis en "Qué fue de Baby Jane?" y en su "secuela" "Canción de cuna para un cadáver". O de tío Billy que me he puesto a pensar y de dualidades tiene unas cuantas: "Con faldas y a lo loco", "Fedora" o aunque sea rozando el spoiler "Testigo de cargo".

Otra cosa más. Yo aprecio un poco más la versión de "Otra vuelta de tuerca" de De La Iglesia. Al menos, su intención, qué mejor manera de exhorzizar los fantasmas de la represión - sexual en este caso- que con una historia de fantasmas. Vale, que su cine era cutre y kitsch pero también lo era el de Fasbinnder, sobrevaloradísimo y que encima era un auténtico coñazo.

Carpet dijo...

Aissss...ese Fasbinder....
En realidad nos tocó una época de cineastas listillos que había que echar de comer a parte. En algún caso había algo de calidad pero debajo de unos tostones del copón, porque...A mi que me apedreen pero, por ejemplo, "Portero de noche" de Liliana Cavanni me pareció un rollo del cuatro, y eso que venía como subidita de tono y que la historia tenía su miga, pero era lenta de la leche, (y si hablabamos de politicamente correcto, supongo que una película como esa sería ahora impensable).
Werner Hertzog también tiene su aquel, que hacía cosas maravillosas desde el punto de vista técnico e imaginativo, pero se le iba la olla un rato en cuanto se le dejaba y encima con Klaus Kinski que era el colmo del autocontrol..."Aguirre, la cólera de Dios" me sacó de mis casillas...
Ya hemos hablado alguna vez de "¿Que?" de Polanski..

Era una época en que se llevaba decir que habías visto no sé que peli y que te gustaba aunque no se entendiese nada....Amos, precursores de Lynch.

Abrazos

César Bardés dijo...

Ay, qué razón tenéis con el amigo Rainer Werner, qué coñazo era. Y aún así hay defensores acérrimos de su obra cuando a mí sólo me convence "Las amargas lágrimas de Petra Von Kant" y debo reconocer que sólo puedo verla las noches en que tengo la moral con una cierta altitud. En cuanto a Herzog, sí, también tengo que reconocer que ha sido de lo más irritante aunque me gusta mucho "El enigma de Gaspar Hauser", me parece una película estupenda.
En cuanto al amigo de la Iglesia, la verdad, nunca me ha gustado. Su cine me ha parecido oportunista y metido de lleno en lo más feo del realismo, rozando lo sórdido y además bastante burdo.
También estoy de acuerdo con que "Portero de noche", atraído por el escándalo que desató en su día, era un rollo de narices. Y que hubo una época en los setenta en que había un cine intelectualoide un tanto insufrible que, aún así, tiene inmensos defensores de culturilla oficialista. Al igual que lo tiene el cine de Antonioni o de Godard, que esos estuvieron varias décadas dando la vara y seguían dale que dale.
Debo confesar que de la generación de los "Bubis Kino" o nuevo cine alemán, a la que pertenecieron tanto Fassbinder como Herzog, el tipo que siempre me ha parecido más aventajado ha sido Wim Wenders aunque sólo sea por "El cielo sobre Berlín" o por "París, Texas" (que sé que os gusta mucho y sigo diciendo que se me está quedando peligrosamente anticuada) o, incluso, por "El hombre de Chinatown" aunque luego haya derivado hacia un cine difícil de digerir como "Hasta el fin del mundo" o "Lisbon Story".