jueves, 15 de noviembre de 2012

EN LA CASA (2012), de François Ozon

La ficción es ese alumno equívoco que hace que seas parte de una fantasía. Es ese paraíso donde se confunde la realidad con la invención y caminas entre las letras deseando saber qué es lo que pasa en el siguiente capítulo. Es esa mirada que alguien que escribe te dirige directamente a los ojos, te hace transitar por un mundo que puede ser verdad o mentira, que puede fascinar o aburrir, que puede gustar o decepcionar pero que siempre va a estar ahí. Por la sencilla razón de que siempre, siempre, va a haber un autor dispuesto a contar una historia que está pasando justo enfrente de tus narices.
Y puede que lo que cuente sea de una banalidad mundana insultante. Puede que sea una imposible mezcolanza entre Verano del 42, de Robert Mulligan, de Teorema, de Pier Paolo Pasolini, de El sirviente, de Joseph Losey y de La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock. Porque, al fin y al cabo, escribir es un reflejo de nuestras pasiones trasladadas, de nuestras inquietudes acusadas, de nuestras perturbaciones más escondidas, de nuestros deseos más sucios, de nuestra voluntad nunca confesada de mirar más allá de las paredes de las casas ajenas y saber que ahí dentro, en la normalidad, hay tantas frustraciones como posibilidades. La realización se alcanza escribiendo y, tal vez, solo tal vez, la locura se halla latente en la lectura.
Así se van destapando las mediocridades, la dureza de vivir, la irrefrenable tendencia a soñar, la valentía de adentrarse en el terreno de lo prohibido, el sexo como recurso, la turbiedad como sueño, las ganas de quedarse en un delicado equilibrio rodeado de lo que no se puede decir y el acomodo burgués. Las heridas se abren con la desolación del fracaso al fondo. Sí, el fracaso. Es difícil de aceptar esa palabra. Más que nada porque siempre se esconde detrás de la normalidad.
De mirada profunda, de intensidad en lo increíblemente cierto que es lo falso, de escepticismo ante la falta de compromiso, de enganche en la vulgaridad que lleva, inevitablemente, hacia el enaltecimiento del tópico, François Ozon consigue una película inteligente, a ratos vibrante, de pensamiento oscuro bañado en tinta de letra recién impresa. El arte, cuando deja de serlo, es solo una inutilidad a la que se confunde con la grandeza. El arte es la vida. Lo demás es solo unos ojos que miran, que cuentan y que, en la forma de contar, se da una opinión. Así, todas las casas tienen una llave que está deseando ser girada, un ambiente que merece ser descubierto, una banalidad que a lo mejor se reserva para ser escuchada. Es la rutina convertida en literatura, llena de motivaciones, de rellenos apasionantes, de capítulos que quieren ser continuados.
Y entonces, cuando la ficción nos domina, es cuando la enseñanza queda anulada. Es cuando todo es una página que aún está por escribir. Es cuando nos damos cuenta de lo mediocres que somos porque nuestra opinión, nuestra visión, nuestro sentido queda oculto en la sombra por quien ha aprendido por el camino que en un gesto, está la proyección de la historia; que en una palabra, está la clave de un desenlace; que en una caricia, está la nada derruida de una vida oscura, triste, gris e inútil. El intercambio de papeles está muy presente, como un espectro que se abate sobre la capacidad de imaginar. Todos queremos ser algo diferente a lo que somos. Quizá queramos formar parte de una familia que, en apariencia, es pura normalidad. O puede que hayamos pensado alguna vez que esa madre tiene la piel suave, el cuerpo lleno de promesas incumplidas y el aburrimiento asumido. O aún mejor. Puede que ese compañero con el que hemos compartido mesa, consejos, ratos y risas se esconda en la seguridad de un hogar imperfecto para no mostrar sus auténticas debilidades. Solo es necesario sentarse en un banco, en una terraza o en un autobús...y mirar. 

5 comentarios:

Dexter dijo...

Magistral artículo. Me has dejado sin palabras, en serio. Casi al nivel de "Suther island". Mítico.

Y no es para menos. Porque esta sí, esta sí, está sí me parece lo mejor de la temporada, y mira que hemos hablado de pelis buenas (camuufladas, eso sí, en un mar de bodrios). Hace unas semanas hablábamos del significado del arte a propósito de "El artista y la modelo". Evidentemente, la de Trueba no tiene nada que ver con esta, aunque a mí la reflexión post proyección me llevó a recordarla. También tus reflexiones acerca de el arte es la vida. La película de Trueba es la desnudez y el minimalismo hecho cine, esta es una película poliédrica que admite muchas lecturas.

Porque el arte es poliédrico y depende de los ojos con que lo miran. Aunque el arte es como bien dices la vida. ¿Quién ha escrito finalmente la novela? por cierto. ¿El chico? ¿El maestro? ¿Su mujer? ¿Nosotros? Ahí lo dejo. Que conste que no spoileo nada, eh. Solo suscito curiosidad para que nadie deje de ver esta gran película

(Continuará)

César Bardés dijo...

(Saliendo de debajo de la mesa)
Lo que tiene en común esta película con la de Trueba es...la mirada. Todos sus protagonistas miran. Y no sólo miran. Desean mirar.
Por supuesto que admite muchas lecturas. Eso la hace aún más grande. Es una película que me produjo una sensación como de salir de una maraña de sensaciones y de mensajes metidos en la cabeza que hay que ordenar mentalmente y con paciencia.
Evidentemente, y lo digo ya incluso como autor, creo que el libro no lo escribe siempre el que tiene la pluma. Lo escribe también el que lo lee. También el que habla de ello. También el que lo escucha. Todos formamos parte de esa creación porque todos formamos parte de la vida. El arte es creación. La creación es la vida. El arte es la vida.
Abrazos sin spoilear.

Dexter dijo...

Es que te lo decía por ese juego de cajas chinas a varios niveles. O en paralelo. Por ejemplo la crítica feroz al arte moderno mientras en el otro extremo se nos habla de Dumas o de Flaubert. Sabes, Bardés, viendo la peli me acordé bastante de ti. Supongo que no solo te tocaría en calidad de autor sino también en calidad de enseñante.

Y también vi la maraña esa que comentas, de nombres. Además de Pasolini, Hitch, veo también a Woody Allen, no solo por el homenaje a explicito a "Match point". Las conversaciones entre Luchini (con gafas de pasta) y Kristin Scott Thomas haciendo conjeturas sobre cómo seguirá el relato hicieron incluso que me acordara en más de una ocasión del Woody y la Diane de "Misterioso asesinato en Manhattan". Por cierto a la Scott Thomas más que un par de Oscars, mejor un monumento directamente.

Abrazos sin pluma

Carpet dijo...

Mira que me gusta este blog...Y me gusta porque aun cuando no se haya vista la película uno disfruta de las palabras que cuentanlo que vieron como si fuera un poema suelto dentro de una antologia. ¿qué inspiro al poeta? ¿Una mujer?, ¿un desamor?, ¿la falta de alguien querido?, ¿Una flor?, ¿Un atardecer?, ¿Acaso una mirada introspectiva?...No importa lo que fuera, de la lectura de los versos nos llega la fuerza y la belleza de lo expuesto. No conocemos a Guiomar y sin embargo disfrutamos de la belleza de los versos de Machado:

Por ti la mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh Guiomar!...

Tanto rodeo para decir simplemente que posts como este no sólo despiertan ganas de ver la película que lo motivó sino que fundamentalmente provocan una enorme necesidad de relerlo y gozarlo.

Me pongo a ello.

Enhorabuena y gracias.

Abrazos emocionados.

César Bardés dijo...

Uf, chicos. Me he tenido que refugiar un rato en el dolor de cabeza que me supone ahora mismo "El sueño americano" para responderos sin sonrojo.
Pues sí, Dex. También en calidad de enseñante he tenido alumnos que parecían apuntar un algo más brillante que otros, quizá yo no fuera muy bueno en esa labor pero procuré fomentar, en la medida en que se me dejaba, las habilidades de algunos de ellos. También, en un ejercicio de sinceridad, he de decir que he tenido fracasos. Incluso hasta alguno vergonzante.
Bien lo que dices de Allen y que demuestra que vuestra visión puede llegar aún más lejos que la mía. No caí en ello pero, al leer tu comentario, tienes bastante razón.
Joer, Carpet, al lado de Machado, nada menos. Buff...ahora mismo tengo dolor de cabeza y casi lo prefiero antes que regodearme en todo lo bonito que decís y que tanta fuerza moral me da.
Gracias a ambos por vuestras palabras y por vuestra mirada de cine.
Abrazos agradecidos.