lunes, 27 de enero de 2014

DOGVILLE (2003), de Lars Von Trier

La mirada de Dios que todo lo ve y asiste impasible a la misma perversión de la bondad. El ser humano comienza a convertirse en una bestia animal cuando se le hacen indispensables cosas que son absolutamente prescindibles. Y así siempre puede haber una víctima propiciatoria, un cordero preparado para el sacrificio que sea explotado hasta la misma humillación a cambio de una esclavitud degenerada y disfrazada de libertad. Es la misma historia de siempre. El daño se hace porque hay un motivo justificable. Al fin y al cabo, ella, Grace, recibe más que el pueblo. El pueblo la ha acogido, ha permitido que se refugie, le ha dado una cochambrosa habitación y muchos quehaceres voluntarios que, sutilmente, se han convertido en obligatorios. Luego, claro, ya viene la mentira, la envidia y la sensación de poder. Sí, esa nueva sensación que permite que podamos mandar a nuestro antojo cuando nunca hemos mandado. Esa sensación que no tarda en enganchar el vicio de apretar la bota más y más hasta que ahí abajo, en la suela, los gritos de angustia se quedan apagados. Bah, son gritos sin sentido. Puro quejido. Vanagloria fútil. Nadie es imprescindible en este pueblo de perros. Y además esta chica está más a gusto de lo que quiere. Aquí está segura. Y si no está contenta la arrojamos al precipicio y listo. Claro que si se va ¿quién se va a ocupar de las tareas innecesarias que tan indispensables son?
La humillación la puede soportar cualquiera. El hecho de que la violen, tampoco es tan grave. Que se utilice su fuerza en un régimen de esclavitud, sin recibir ni un dólar, bueno…que trabaje que ya es hora. Sus manitas de señorita indican que mucho no ha trabajado. Que nos haga caso es lo mínimo. O sea, que vaya a casa del médico y le trate de sus hipocondrías o que haga ver y sentir un poco al ciego o, incluso, que siente en el trono a una inválida…eso es caridad. ¿No la recibe ella? Pues que ella dé un poco también. Y Dios no interviene. El único Dios que parece mover a los hombres es el rencor. Dios solo cuenta la historia.
Muchos son los que se muestran furibundos ante las películas de un director tan polémico como Lars Von Trier y debería haber muchos otros antes que él en esa cola. Von Trier se sitúa a la vanguardia, intentando encontrar nuevas formas de narración que encajen con sus obsesiones particulares en las que siempre destaca la maldad intrínseca del hombre, la perversión de las mejores intenciones y malvados egoísmos que rompen cualquier instinto de colectividad y la presencia de un Dios al que no se consigue ver ni comprender muy bien aunque, quizá, sí que está ahí, expectante y curioso por ver la auténtica Naturaleza de una criatura que debe ir por libre sin ninguna intervención divina. Y por eso mismo, Von Trier también se equivoca en sus envites aunque no en esta ocasión.

En cualquier caso cabría preguntar a todos sus detractores si esta misma película, rodada en escenarios convencionales y firmada por David Lynch caería también a los pies de los caballos, como Grace que solo es humillada mientras es buena y, cuando decide seguir su instinto y su verdadera naturaleza, arrasa todo lo que está a su alrededor…¿Demasiados reflejos?

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

A mí me cuesta imaginar esta película filmada por Lynch en escenarios convencionales. Me cuesta imaginar "Dogville" de otra manera en realidad, una película en la que la forma va inevitablemente unida al fondo.

De Von Trier hay cosas que me gustan y otras que no. No me gusta por supuesto esa pose de divo estúpido que le lleva a soltar por esa boquita que Dios le ha dado cosas como que Hitler era un buen chaval, sus razones tendrá para comportarse así. No me gustó nunca el Dogma, porque creo que es parte de esa pose. Un manifiesto que nunca se cumple porque es que es imposible. Me gustan películas como “Celebration” o “Italiano para principiantes” que se consideran Dogma pero que no lo son en absoluto (en “Celebration” hay hasta un sueño, pecado mortal según el manifiesto). Me gusta el Von Trier, artista, polémico, subversivo que no se pasa de frenada, que se atreve con las reglas del musical clásico y nos brinda “Bailar en la oscuridad”. No me gusta el Von Trier que descuida la forma y se recrea en la angustia como en “Melancolía” o el que polemiza por polemizar como en “Anticristo”.

“Dogville” es uno de los Von Trier que más me gusta. Esa propuesta minimalista y brechtiana, esa oscuridad, esa herencia bergmaniana. Y en fin esos actores, con esa Kidman pre Botox que brilla como nunca o ese plantel grandioso de secundarios. Y esa voz en off de John Hurt que resulta casi tan magnética como la de Max Von Sydow en “Europa”, la peli que más me gusta hasta la fecha de Her Lars.

Abrazos dogmáticos

César Bardés dijo...

Estoy de acuerdo de que, en este caso, Von Trier une la forma al contenido de lo que cuenta porque la supresión de paredes y de intimidades invita al espectador a sentirse Dios, el ser que todo lo mira, que nos los cuenta pero que no interviene.
Lo de David Lynch no lo he dicho por casualidad, en realidad, la trama de la película está muy unida a lo que suele contar el amigo Lynch (el cambio de personalidad a través de la cinta de Moebius, jeje) pero no entiendo (de verdad, no me cabe en la cabeza) que haya esos detractores furibundos que echan para abajo a Von Trier y ensalzan sin parangón a Paul Thomas Anderson, para mí es un misterio que, probablemente, tenga algo que ver con el estado mental, bien de los susodichos o bien del mío.
En cuanto a tu análisis de Von Trier, no puedo estar más de acuerdo. Hay cosas que me gustan y cosas que no. No me gusta su pose, su deseo de llamar la atención (que si tiene miedo a viajar en avión, que si no va a recoger este premio, que si Hitler -maticemos- no es que haya dicho que era un buen chaval sino que simpatizaba con él como hombre pensando en la soledad que debió de pasar en sus últimos días, que si el Dogma que ha sido el primero en pasárselo por el forro). A mí me gusta el Von Trier que se decide a hacer cine y lo hace con sentido. Es decir, respeto al Von Trier que intenta reinventar el género negro con "El elemento del crimen" aunque la película no me guste nada. Me vuelve loco el Von Trier de "Europa", me parece una obra maestra. Me gusta mucho el de "Dogville". Acepto y vuelvo a respetar el de "Rompiendo las olas" y el de "Bailar en la oscuridad", aborrezco el Von Trier de "Anticristo" y de "Melancolía" (no he visto todavía "Nymphomaniac"). Y yo creo, además, que en sus dos mejores películas, que son "Europa" y "Dogville", Von Trier, además de buscar nuevas formas, cuenta historias impresionantes, muy impactantes y tremendamente incómodas, cosa que no hace en muchos otros de sus títulos. Ah, y que no se me olvide ese excepcional juego que propone en el semi-documental "Las cinco condiciones" con Jorgen Leth, director danés, como conejillo de indias.
Abrazos ninfomaníacos.

CARPET_WALLY dijo...

Redundo en vuestra admiración pro "Europa" que a mi también me parece una obra genial, me gusta "Dogville" pero me cansa horrores, tal vez por la oscuridad y también "Bailar en la oscuridad" me parece una buena película con algún gran momento. No me gusta mucho más allá (no he visto "Rompiendo las olas") y, llamadme conservador, pero los experimentos tipo Dogma mejor con gaseosa.

No comprendo ni me parecen aceptables los "innovadores" que dicen contar las cosas de otra forma cuando pocas veces cuentan algo, como es el caso de Lynch. O que dicen contar cosas distintas cuando a veces no saben ni lo que cuentan, también Lynch o P.T. Anderson.

Entiendo que el cine evoluciona y hay que expresar de nuevas formas, pero yo adoro la "bendita mania de contar" parafraseando a Garcia Marquez y creo que de eso es de lo que se trata, de contar con imagenes, así entiendo el cine. Otras forma artisticas que dan tanta intención a la forma creo que yerran el tiro (al menos conmigo), una cosa es que al espectador se le exija un esfuerzo y otra es que juegues a que al que no le gusta lo que haces o no lo entiende sea un cateto a babor.

Abrazos entre tizas

César Bardés dijo...

Es que esa es la tendencia de mucho "frikéfilo" (palabreja que significa "amigo de lo friki") y que no sé yo si lleva consigo amor por el cine. Si no entiendes el código que les lleva a ensalzar sin ambages no eres más que un analfabeto que no sabe realmente lo que es el auténtico buen cine. Te apuesto lo que quieras a que dentro de cincuenta años sí se habla algo de Von Trier pero de Paul Thomas Anderson no se va a acordar ni el chupi más lerendi.
Bendita manía de contar,en efecto. Y de contar bien. Si sabes lo que quieres contar será muy fácil innovar.
Abrazos post modernos