Lo peor de ser invitado a una
fiesta de alto copete no es sentirse desplazado sino darse cuenta de que ese
ambiente en el que flotan intereses creados, falsas apariencias y ligoteos
baratos no es lo tuyo. Siempre lo he dicho, el pollo en la cabeza y el zapato
en la bandeja y, poco a poco, te haces uno de los suyos. La mecanización que
deja al hombre con comida para pajaritos, el caviar helado que sirve para
aliviarse la mano y la canción romántica mientras uno se micciona encima sin
remedio. Todo es el mismo baile, la misma hipocresía, el mismo vacío existencial
que se torna indescifrable para un indio. Querido Hrundi V. Bakshi, actor que
lleva relojes de pulsera en una época en la que no existían y además tenía una
cualidad bárbara. No importa cuántas veces le disparasen, él siempre volvía a
soplar la trompeta.
Claro que, si miramos un poco,
nos podemos dar cuenta de que la suerte también es un factor importante. Y es
fácil de comprobar. Basta con coger un trocito de rollo de papel higiénico para
que todo el papel, sin prisa pero sin pausa, acabe desenrollado cual largo
pergamino deseoso de ser escrito. O que, sencillamente, se haya sido invitado a
la fiesta por error y luego no tengan ni siquiera previsto un sitio en el que
sentarse en la suculenta cena servida por ese camarero que va haciendo eses y
ese otro que tiene un aire a Frankenstein. Micción, micción. Pollos, pollos.
Zapatos, zapatos. Pajarito ñum ñum.
Primera película que se rodó
acoplando una cámara de vídeo al chasis de la cámara convencional, Blake
Edwards supo reunir a la crítica con la carcajada e irse de fiesta con ellas.
Para ello, contó con la colaboración de un actor en estado de gracia como Peter
Sellers que poseía la ciencia necesaria como para moverse como una marioneta en
medio de un teatro de “gags” visuales que saltaban todos sobre su presencia,
recargando a su maravilloso personaje de casualidades, torpezas, ingenios y
perplejidades. El resultado es una comedia inolvidable, que decae algo al final
con la aparición de un innecesario elefante en medio de una fiesta que comienza
muy formal y luego se desboca hasta conseguir que todo sea un exceso algo
infantil pero muy efectivo.
Querido Hrundi V. Bakshi: El baño
no está entre los grifos de regadío, ni tampoco en la piscina, por mucho que te
empeñes en caer para que te pongan un ridículo mono rojo. El baño está en esa
compañía inocente y encantadora que te hará sentir mucho más seguro en un país
extraño, que ni siquiera comprendes, entre otras cosas porque no hay nada que
comprender. Juega al billar, trastea con los botones innecesarios, finge que
eres Jacques Tati en una fiesta que sobrepasa tu instinto y luego, coge una
copa que nunca has querido agarrar para darte cuenta de que, en esos eventos
llenos de mentira, tú no puedes estar allí. Porque, a pesar de que la casa
queda inundada en espuma y mala leche, eres la única persona invitada que dice
siempre la verdad. Gracias, querido indio.
6 comentarios:
Vaya dos comedias que has elegido para la resaca electoral. No sé, aunque lo intuyo, si ha sido de forma consciente señalar tanto a Plácido como al indio de la India tan fuera de sitio como cargados de realidad en una especie de metáfora de la situación actual donde unos hablan de la mejoría PIB al tiempo que mencionan que nadie se acuerda del paro. Será que somos todos Plácidos o Hrundis.
Lo de Berlanga es para nota. Un tebeo a lo 13 Rue del Percebe donde todos hablan a la vez y se ocupan de sus simplezas superficiales sin prestar atención a nada, sin ver al que tienen al lado, mucho menos si este es un mindundi que le viene con problemas ridículos para quien no vive en esa situaión. Edwards, sin embargo, lo viste de sofisticación, el mensaje es similar, pero mientras Berlanga dibuja con boligrafo y tachones, Blake utiliza el lapiz, la regla y el trazo fino. Mientras uno elige el barullo, el otro usa el gag. Cuando Berlanga habla por los cuatro costados, Edwards utiliza casi el cine mudo.
Dos formas pero un único mensaje. allá arriba viven otra vida y no es mejor porque están dormidos, Maria Antonietas encerrados en Versalles mientras en las calles de París germina la revolución. Diganlo con risas y sólo los que saben lo entenderán. Los otros pensarán que han ganado las elecciones.
Abrazos ácidos.
Pues sí, todos somos un poco Plácidos y todos somos un poco Hrundis. La disección que haces es verdaderamente certera, Carpet. De lo grueso a lo fino, del astracán a la comedia de enredo, de la humildad social a la humildad humana, del rollo verborreico al silencio metódico..Allá arriba viven otra vida y nunca ha sido mejor, en eso estoy totalmente de acuerdo. A pesar de todo, Plácido y Hrundi hacen lo que deben hacer y se mantienen dentro de los márgenes de la honestidad y con eso también deberíamos quedarnos a pesar de toda la carga ácida y crítica que tienen sus historias. Mientras tanto...riámonos. Es la mejor terapia.
Abrazos con micción.
Creo que alguna vez hemos hablado de que me hago cruces del porqué "Plácido" fue todo un golazo por la escuadra de Berlanga a la censura de la época. Lo mismo que "El verdugo", pero aquí entre ji,ji, ja, ja, la vuelve a colar. Por cierto, hablando de politiqueos, Berlanga tendría tajo en su Valencia de hoy. También sé gracias a ti de la deliciosa anécdota de tío Billy cuando Berlanga estuvo nominado al Oscar y Bergman era el favorito de los gafapastas.
En cuanto a "El guateque" a mí no me molesta para nada el final con el elefante. Es más, creo que va todo dirigido a esa traca final y a ese desparrame. De todas formas, no me he reído más en la vida como en los primeros cinco minutos de esta peli en la escena del rodaje.
Namasté. Abrazos con un pollo asado en la cabeza.
Lo mete, más que nada, tanto en uno como en otro caso porque está José María García Escudero al frente de la Dirección General de Cinematografía del entonces Ministro Fraga Iribarne. García Escudero era un aperturista por vocación y le encantaba el cine y quiso que España, dentro de las posibilidades que se ofrecían por la época, tuviera el mejor cine posible. Por eso ocurre lo que ocurre y en esa época saltan a la palestra cineastas de la talla de Miguel Picazo, están las mejores películas de Fernando Fernán-Gómez exceptuando "El viaje a ninguna parte", está Berlanga metiendo mucha bulla, están surgiendo los del "Nuevo cine español"...una época clave, para mí.
En cuanto a "El guateque" es que a mí lo del elefante...fíjate, es que no le veo la gracia. Yo reconozco que habré visto "El guateque" como veinte veces...y las veinte veces me he reído...y no puedo parar de reír en la larga secuencia en la que Hrundi V. Bakshi se mea con fruición y la Claudine Longet le canta con simpatía la canción. Creo que es una de las pocas veces en las que he visto cómo a un director se le obliga hacer algo que demuestre las dotes cantantes de una chica que aún no era nadie y él lo aprovecha para meter un "gag" maravilloso.
Abrazos sin zapato.
Buenas,
Maravillosa película y como tú, César, la habré visto la tira de veces y siempre me he reído una barbaridad. Posiblemente, mi comedia favorita que no es lo mismo que pensar que es la mejor.
Por cierto, Blake Edwards era un todo un portento rodando fiestas, nada más hay que ver como se maneja también en la espléndida escena de "Desayuno con diamantes".
Saludos.
Es que hay que reconocer que, haciendo un memorable homenaje a Tati, Edwards consigue una pelicula de humor universal que sigue funcionando a pesar de los años transcurridos y con la complicidad de un actor que supo ser ese hindú perplejo y permanentemente fuera de sitio que asiste un poco anonadado al más puro absurdo social.
Cierto lo de Edwards rodando fiestas. Ahí tienes también la que rueda en "La pantera rosa", incluso con Sellers marcándose unos pasitos, o la también muy graciosa fiesta de la boda de "Cita a ciegas" con Willis y Larroquette cayéndose por la ventana.
Saludos y gracias por el comentario.
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