Bien es sabido que,
cuando se baja el nivel de algo, el abanico de posibilidades se dispara en
todas las direcciones y, en el caso de los Oscar, no podía ser menos. No ha
sido un año de grandes películas. Es más, ni siquiera ha sido un año de
películas memorables. Dentro de una o dos temporadas, no hablaremos de los
premiados de este año, salvo, quizá, de la candidata de Alfonso Cuarón, más por
sensibilidad que por mérito y el resto, casi con toda seguridad, pasarán a ser
pasto del olvido salvo que el mismo desarrollo de la ceremonia señale algún
título por aquellas casualidades de la vida. ¿Quién se acordaría hoy de una
película como Moonlight si no fuera
por la legendaria metedura de pata de Warren Beatty y Faye Dunaway?
Dicho lo cual,
podríamos aventurar que, para el premio a la mejor película, la Academia optará
por repartir la suerte. No querrá dar todo a Roma para que sea aclamada como el mejor título del año porque
preferirá que a la película de Cuarón se le premie, con toda justicia, en otras
categorías que detallaré a continuación así que es muy posible que La favorita sea quien se lleve el gato
al agua. No, no es ni parecida al Barry
Lyndon, de Stanley Kubrick, por mucho que haya voces que proclamen su
semejanza. Ni siquiera me parece que sea una película extraordinaria, pero
reúne todos los requisitos para lo que viene siendo últimamente la entrega del
Oscar. Y con el sistema de votación consistente en que cada miembro de la
Academia vote a sus cinco películas favoritas otorgando mucha puntuación a las
dos primeras, tiene todas las papeletas. Al fin y al cabo, tiene su punto
transgresor y también se está creando una legión de opositores furibundos a la
película de Alfonso Cuarón.
En la categoría de
mejor actor, parece que todo está muy claro. Rami Malek se llevará el calvo de
oro por su encarnación de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. Su intenso trabajo vocal, su capacidad
camaleónica y la inmensa popularidad de una película que no es extraordinaria,
pero funciona como espectáculo ayudarán en su elección. Quizá, a alguna
distancia, se coloque Christian Bale por su concienzudo trabajo en El vicio del poder, pero sería toda una
sorpresa.
Para la mejor actriz sería una gran injusticia que la vencedora no fuera Glenn Close por
su trabajo en La buena esposa. Es su
séptima nominación, es muy posible que también sea la última y Hollywood le
debe un reconocimiento a esta gran actriz. Su gran competidora es Olivia Colman
por meterse en la piel de la reina Ana Estuardo en La favorita, pero la Academia también funciona, en muchas
ocasiones, por la ley de la compensación.
Para el mejor actor
secundario el asunto se pone un poco más feo. No hay ninguno que sobresalga
demasiado, no hay interpretaciones eternamente memorables en tan difícil
categoría. Tal vez Mahershala Ali tenga sus opciones por Green Book, como ese músico de jazz sinfónico que se atreve a
internarse por el sur de los Estados Unidos a principios de los sesenta en
compañía de un guardaespaldas. En su contra está el reciente Oscar al mejor
secundario también por Moonlight y
eso da opciones a un veterano como Sam Elliott por Ha nacido una estrella. Una categoría que se presenta interesante.
En el caso de la actriz
secundaria, parece que la mejor colocada es Rachel Weisz, estupenda, sin duda,
en La favorita y es posible que sea
el premio de apoyo al de mejor película, pero, cuidado. También está nominada
Emma Stone por la misma película y ya se sabe que eso puede derivar en una
división del voto en beneficio de una tercera actriz y ahí parece que Regina
King pueda tener opciones por El blues de
Beale Street, la aburridísima película de Barry Jenkins.
Como mejor director, la
mirada no puede volverse más que hacia Alfonso Cuarón por el espléndido y
sencillo trabajo que hace en Roma.
Premiar a cualquier otro sería injusto, por mucho que el director mejicano ya
tenga un calvo en su repisa de chimenea por Gravity.
Y también es una forma de decir que, en realidad, la mejor película del año es
la suya.
Por otro lado, en el
premio a la mejor película extranjera, no parece que Roma tenga ningún rival de entidad salvo, quizá, Un asunto de familia, la cinta japonesa
de Hirokazu Koreeda, pero no es probable. Es por ello que, unido a la
posibilidad de que Cuarón también se lleve el premio al mejor guión original, Roma pierda parte de sus opciones como
mejor película del año.
Y estos son los
favoritos del Oscar. Veremos si el domingo día 24 de febrero hemos acertado
algo de un año tan flojo y, por tanto, tan abierto. Mientras tanto, vayan con
cuidado y procuren no pisar al conejito de la reina. Les puede salir muy caro.
2 comentarios:
Es una pena que "Roma" le haya tocado un año tan flojo, sin duda el más flojo que yo recuerde desde que sigo los premios.
Y no es solo la calidad de las películas. Es el sinsentido de una Academia que cada vez parece haber perdido más el rumbo. Con sus continuos gatillazos. De los creadores de “que no es La la Land, que es Moonlight” este año nos llegó “vamos a crear el Oscar de Mejor Película Popular”, “esta gala no va a tener presentador” o el mega hit “vamos a dar los premios a montaje y a fotografía durante la publicidad”.
Creo que Cuarón tiene el Oscar a Mejor Dirección en el bolsillo, y en efecto eso es tanto como decir que la suya es la mejor película del año, porque el actual sistema de voto preferencial en la categoría reina depende demasiado de los "haters" de las películas y no dice mucho de la legitimidad de la premiada. En cuanto a los actores, no creo que la de Rami Malek sea la mejor interpretación del año, de hecho a mí aún me tiene que demostrar que, además de parecerse a Freddy Mercury, es un buen actor. Se hablaba mucho de la nominación de Ethan Hawke que con su actuación en "El reverendo" les da ciento y raya a cualquiera de los cinco nominados. Me alegraré por Glenn Close que ya era hora porque, admitiendo que puede ser un Oscar de compensación, está francamente bien en "The good wife" (me parece mucho más de compensación el Oscar a Julianne Moore por "Siempre Alice" y eso que es más joven).
Y hasta cierto punto tendría sentido que en un año tan mediocre - por ser condescendiente- ganase una medianía como "Green Book" que se sostiene por el trabajo de sus protagonistas , aunque sus personajes son puro cliché. La verdad es que es un año tan flojo que si no gana "Roma" me da un poco igual quien gane.
Abrazos desde la alfombra roja.
Efectivamente, parece como si la Academia se hubiera empeñado en "ensuciar" los premios. Cada vez más bajos, menos lógicos en su organización, con decisiones tontas que empeñan su habitual brillantez. No olvidemos que otra de sus tremendas tontadas está el no haber encontrado un presentador para la ceremonia de este año, lo cual ya dice mucho de ella.
Yo creo, sinceramente, que la mejor interpretación del año es la de Viggo Mortensen. No sólo por la transformación física, sino porque hace un trabajo inmenso con el acento italiano y con su lenguaje gestual. Por otro lado, sí, tendría sentido que "Green Book" ganase pero tiene varias cosas en su contra. Es lo que pasa cuando el nivel es tan bajo. Han igualado tanto por lo bajo que puede pasar cualquier cosa. Dentro de lo que cabe, sin ser una ceremonia ni mucho menos brillante, los BAFTA intentaron que la cosa tuviera algo más de competencia.
En cuanto a lo de "Roma"...bueno, es verdad que es posible que haga historia si gana a mejor película y a mejor película extranjera. Es más, es también muy posible que eso pase si los miembros de la Academia deciden dar a Trump con el muro en las narices aunque, como bien dices, el sistema de voto hace que pueda salir ganadora cualquiera. Y no sé por qué, me da que ahí quien tiene la batalla ganada es Lanthimos.
En todo caso, feliz día de San Cine.
Abrazos en blanco y negro.
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