jueves, 13 de febrero de 2020

EL ESCÁNDALO (Bombshell) (2019), de Jay Roach



La denuncia por acoso sexual dentro de un medio reconocidamente republicano como Fox News sacudió los cimientos sociales y económicos de Estados Unidos en plena campaña para la elección de Donald Trump. No obstante, también fue la historia del valor de unas cuantas mujeres que decidieron contar la verdad saltándose un puñado de estúpidas reglas establecidas en las que se colocaba al sexo femenino como un objeto provocador para ganar audiencia. El ogro estaba en los despachos y no fue fácil abatirlo.
Puede que una de ellas fuera una periodista de prestigio disminuido, que fue castigada en horarios de mínima audiencia y condenada a llevar un programa no demasiado serio. Ella supo que la guerra estaba próxima y se preparó a conciencia, intentando provocar una reacción en cadena que tardó en producirse. Tuvo que soportar libelos y difamaciones vergonzosas además de la sospecha del reojo porque quiso iniciar su particular batalla cuando ya no pertenecía a la todopoderosa cadena.
Otra resultó ser una auténtica profesional que buscaba la noticia contrastada, con la verdad por delante, tratando de poner en aprietos al candidato presidencial y aguantando una lluvia de antipatías por torpedear, desde un medio afín, al hombre que concentraba todo el enfado del estadounidense medio. No quiso unirse a la lucha hasta que no tuvo suficientes nombres que respaldasen su testimonio. Y comprobó que, cuando las cosas vienen mal dadas, todo el mundo esconde la cabeza vergonzosamente.
La última fue nadie. Una obrera de la información que soñaba con abrirse paso y que cedió creyendo que aquello le iba a abrir puertas sin reparar en que, posiblemente, el precio era demasiado alto. Su ingenuidad iba de la mano de su ansia por mantener y prosperar en el trabajo soñado. Es la única que no rompe la cuarta pared para hablar con el espectador y confesarse porque prefiere vivir con el engaño antes que con la realidad. Y llegó a la certeza de que nadie, alguna vez que otra, puede convertirse en alguien.
No cabe duda de que el principal atractivo de esta película reside en el trabajo de sus tres actrices principales. Maravillosa es Charlize Theron, haciendo gala de una seguridad extraordinaria, pisando fuerte por los pasillos y concentrando la inteligencia en el rostro. Estupenda y en otro tono está Margot Robbie, con oportunos pestañeos de perplejidad, cayendo en la trampa de los hombres y sacando dramatismo cuando se da cuenta de lo que ha hecho y de lo que ha escondido. Decepcionante Nicole Kidman, empezando por una expresión que parece fabricada con plástico, lo que la obliga a exagerar movimientos y gestos. Y en el apartado masculino merece una mención especial el trabajo de John Lithgow, enorme y poderoso, con autoridad y destreza, trazando el personaje desde su primera secuencia, dragón en su cueva que devora a todas las que se acercan.
Por lo demás, la dirección es correcta y, desde luego, la forma de la narración remite directamente a La gran apuesta por esos intervalos en los que las actrices reducen el efecto de distanciamiento hablando directamente al público. Tal vez porque debemos acercarnos más a las causas y a los efectos, a los miedos a los que tienen que hacer frente y a las razones por las que deciden callar durante años lo que han sufrido. Y, además, dar buena cuenta de que lo que les pedían era una simple demostración de lealtad. 

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Yo agradezco que sea una película algo más diáfana que "La gran apuesta". Desde luego también entronca con la anterior película de Roach, "Trumbo" y viene a demostrar que las listas negras siempre han existido y existirán. De hecho, hay un diálogo explícito de Charlize creo que con su equipo en el que se emplea ese mismo término, "listas negras". Y ya puestos también se me ocurre un paralelismo con "El apartamento" con el ascensor funcionando como metáfora. A fin de cuentas, el mundo se divide en víctimas y aprovechados. Cada vez resulta más complicado ser un "mensch" en este cochino mundo en el que nos ha tocado vivir.

Creo que la película tampoco recurre a lo facilón a la hora de establecer un paralelismo con los fenómenos actuales del me too y el empoderamiento femenino (parece que nos están hablando de la prehistoria y son hechos que ocurrieron hace 4 años). Por lo demás, el trabajo de los actores es estupendo (yo sí incluyo a Nicole que creo que nos lleva a donde nos quiere llevar).

Abrazos con pantalones

César Bardés dijo...

Es evidente que es más clara porque es un medio menos específico y que todos dominamos más. ¿Quién no ve la televisión? No olvides que también desliza un inteligente mensaje de la evidencia de que la que vale, vale. Y no deja de ser irónico que se dé un Oscar al mejor maquillaje y peluquería a una película que denuncia la cosificación de la mujer.
En cuanto a Nicole, no dudo que nos lleve a donde nos quiere llevar. Es un personaje bien descrito y bien escrito, yo lo que digo es que (aparte de la contradicción también de una mujer que se ha estirado todo lo estirable y que ahora también me haga una película de denuncia sobre cómo la mujer es mirada como objeto sexual) ya no interpreta, sólo veo una máscara. Es cierto que también es un personaje más débil y descrito como una mujer menos competente aunque valiente. Pero aún así, eso no va en contra de una película eficaz, con momentos realmente buenos y llevada con cierta agilidad. A destacar, por ejemplo, la aparición de Jennifer Morrison, la afamada Cameron de "House", en un papel cortito pero que no está nada mal.
Abrazos sin mesa.

carpet_wally@gmail.com dijo...

No la he visto ¿Qué raro?, pero aprovecho para plantear el tema del abuso de esta forma de contar historias que me parece bastante cargante cuando no directamente una incapacidad para contarlas bien. El narrador protagónico, la voz en off, la sucesión de momentos clave, la ruptura de la cuarta pared...

No sé si la primera vez que se utilizó fue en "El lobo de Wall Street", aunque si sé que es la mejor. Secuencias cortas, explicaciones de cada hecho ilustrándolos con imágenes (a veces fijas),... Aquello dotaba al conjunto de un valor añadido que nos hacia correr a la misma velocidad que los hechos, que en este caso eran tan rápidos como la forma en que le llegaba el dinero a los protagonistas. Y funcionaba.

A partir de ahí, "La gran apuesta" que podríamos justificar un poco por lo farragoso del tema, pero también se utilizó en "La gran estafa americana" (aunque de una forma algo menos evidente), en "Juego de armas", en "El traficante" de Tom Cruise, en "Molly´s game" y en alguna más que no recuerdo.

Ahora también en esta y ¿era necesario?, ¿Aporta mucho?, ¿No se puede contar de forma más lineal con un poco más de intensidad sin tener que ir explicando cada movimiento (o alguno específico) al espectador? ¿No hace vago al que ve?

A mi, desde luego, no me gusta esa forma de contar. Me saca del hilo, me desempatiza con la historia y sus protagonistas.Pero esa es mi opinión, claro.

Abrazos escandalizados.

César Bardés dijo...

Bueno, Woody Allen lo hace con cierta frecuencia y a mí no me molesta en absoluto. En virtud de esta película de la que hablamos diremos que eso sólo se hace al principio, digamos que para poner en situación al espectador. Una vez que está planteada la historia, se olvidan de roturas de cuarta pared y de dirigirse directamente al público y van al meollo de la cuestión.
Yo lo que pienso es que es, simplemente, una cuestión de talento, como todo. Hay que saber en qué momento se rompe esa cuarta pared, si viene a cuento, si el espectador lo agradece o si, simplemente, se irrita porque se está interrumpiendo la narración en la que se ve inmerso.
Entre los ejemplos que citas, es evidente que David O. Russell no es que tenga un especial talento para ello. En "Molly´s game" se hacía con cierta gracia. En "La gran apuesta" era, prácticamente, algo absolutamente necesario. Si nos referimos a "El escándalo", pues no me parece mal porque es breve y necesario también porque quizá tú y yo sepamos desde el principio que Fox News es un medio afín republicano (algo que es bastante fundamental en la historia) y que tiene formas y maneras claramente machistas y conservadoras que, como bien dice Dex, se nos antojan como muy antiguas cuando, en realidad, es una historia que ocurrió hace cuatro años. Si te irrita mucho, mucho, te aconsejo que no veas "The laundromat", por ejemplo.
En cuanto a las protagonistas, empatizo con ellas porque sientes cuáles son sus necesidades y cómo sienten el acoso, no sólo descarado y sexual y moralmente tan sucio que provoca rechazo por parte del jefe, sino también en la rutina diaria, en usos y costumbres que parecen aceptadas y disculpables por la fuerza del comportamiento y que, sin embargo, comprendo que ofendan. Yo mismo he bromeado alguna vez con alguna compañera de trabajo de una manera en la que, sin maldad alguna, es posible que ella se sintiera ofendida o despreciada, y me arrepiento mucho de no haber estado atento a esas cosas.
Abrazos maquillados.