Casi
nunca nos damos cuenta de que nuestra casa es ese lugar donde hemos depositado
una buena parte de nuestros sueños, de nuestras esperanzas, de nuestras
ilusiones, de nuestras decepciones, de nuestros éxitos y de nuestros fracasos.
Es una especie de recipiente que ha sido, a la vez, testigo y escenario de,
posiblemente, los momentos más importantes de nuestras vidas, con sus juegos,
nuestras manías, nuestras celebraciones familiares. Es el sitio donde el amor
siempre se ha paseado de una estancia a otra y, a veces, ha sido el culpable de
nuestra felicidad y, también, de nuestra mayor desgracia. Lo ha sido todo. Y
está aquí.
De esa manera, puestos
en un rincón de plano único, asistimos a varias generaciones de propietarios de
una casa de la que sólo vemos el salón. Notamos los cambios de mobiliario, de
vestimenta, de los modos de pensar a través del tiempo. Es, cómo no, la
culpable de muchos de nuestros agobios, pero es el lugar en el que lo
construimos todo. Es ese enclave de paréntesis cuando regresamos del trabajo.
Es ese muro de lamentaciones en el que expresamos nuestras inquietudes y,
también, donde podemos escuchar el silencio cuando los niños ya han crecido y
comienzan a dejarte solo. Es, quizá, ese escondite en donde vas un poco más
allá con el chico o la chica de tus sueños. Es ese embalse donde caen todas las
lágrimas que eres capaz de derramar. Y, de alguna manera misteriosa, es esa
memoria que se va perdiendo y que sientes que es el mejor lugar del mundo en donde
estar, porque allí está el receptáculo de todas las sensaciones que has tenido
mientras has compartes tu vida con alguien. Aquí, entre sus paredes, también
has echado unos cuantos tragos para esconder tus inmensos fallos y tus
desolaciones. Y nunca nos damos cuenta de que las mejores risas se han
escuchado en el salón, de que tus mejores instantes de humor han sido parte de
la decoración, de que, a veces, ha parecido el rincón más desértico de tu ánimo
cuando todo lo bueno se evapora, como si nunca hubiera estado allí, sin dejar
una despedida, sin dejar un regalo por lo bueno que hiciste, sin dejar un
castigo por los egoísmos que pusiste en juego.
El director Robert Zemeckis nos planta en un rincón de aquella casa. Desde el momento en que era un paraje selvático e inhóspito, pasando por su primer empleo como camino de salida de una mansión colonial de pasado histórico, hasta que se construye y comienzan a desfilar las familias que son todas ellas parte de la memoria de la propia casa. Pintada y repintada, en distintos ambientes y circunstancias, en varias épocas y verdades, sin dejar de pasar el tiempo, que todo lo cambia y, a la vez, todo lo conserva. Tom Hanks, Robin Wright y Paul Bettany envejecen y rejuvenecen y hasta seis historias distintas se van desarrollando mientras seguimos instalados en ese rincón, inamovibles, llorando y riendo con sus propietarios, formando parte de sus irrepetibles recuerdos, siendo miembros de todos esos núcleos familiares en los que se van sucediendo desgracias y felicidades. Tiempo, casa, cariño, amor, decepción, muerte. Es como si el gran teatro de la existencia se desarrollara ahí, en esa casa, que también es nuestra. En nuestra casa, que es una más como la que se nos describe. Y sólo queremos estar ahí, porque fue nuestro hogar, nuestro elixir, a veces rechazado, otras aceptado, muchas amado. Y se sale del cine con la sensación de que se ha visto algo increíblemente emocionante, que se sale de toda sensación, que te invita a la Navidad de tantas personas que recibieron sus regalos mientras fuera caía la nieve, o la lluvia, o azotaba el calor como si faltara algo dentro de sus paredes. Mientras tanto, el colibrí del tiempo jamás dejaba de aletear y de introducir su pico de flor en flor. Aquí, en nuestra casa, está el sitio que jamás podrá ser pasto del más cruel de los olvidos.
2 comentarios:
Gracias por hacer una crítica en la que no se lea la palabra " Forrest Gump". Es una película que me ha ido ganando con el tiempo. Al principio, no tenía ninguna, pero ninguna gana de verla y ahora la verdad que creo que va a ser la próxima en caer.
Abrazos desde el rincón
Yo creo que te gustará. Es una propuesta muy bonita y muy sencilla, con unas transiciones estupendas y algunas historias realmente emocionantes. Espero que la disfrutes.
Abrazos en plano único.
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