Volver a ver una película de Clint Eastwood es como asistir de nuevo a la conferencia de un viejo profesor que en los días jóvenes marcó un cierto sendero a seguir. Sólo que esta vez ese viejo profesor opta por arrasar el alma, expandir un rastro de áspera amargura, incitar al convencimiento de que la corrupción hiede y decir que luchar por lo que crees que es justo es tarea reservada sólo para aquellos que siempre tienen encendida la débil luz de la esperanza.
Y es que Eastwood compone una película llena de sobrecogimientos, de terribles sombras de manos tapándose la vista, de temerosos presentimientos ahogados en la cara amable de quien se supone que está a tu servicio, de horribles soledades que te dejan sin aliento y sin lágrimas que derramar por mucho que tus mejillas se llenen del agua de tus ojos. Luchar, casi siempre, es perder. Perder, casi siempre, es amar. Y es esa constante la que se presenta con mucha frecuencia en el cine de este gran maestro, la relación entre padres e hijos, entre padres que no están e hijos que no vuelven, entre madres que sí están e hijos que sólo se quedan en el recuerdo enterrado de lo que se convierte en fuerza, en la invencible coraza de una mujer que se propone ir más allá de lo que se ha ido nunca para que el mundo crea y comparta lo que dice.
Por el camino, Eastwood no deja de ofrecernos ese cine tan cercano al de John Ford (su estilo se parece mucho más al del tuerto genial que al de los recurrentes y simplistas recuerdos de Don Siegel y Sergio Leone) y hace alguna parada en Nido de víboras, de Anatole Litvak y para ello se sirve de una actriz que hace gala de una intensidad plena, espléndida, tensa y creíble como es Angelina Jolie. Y estamos moviéndonos más en los territorios de la decepción y de la destrucción que ya nos enseñó en la magistral Mystic River desplegando además una paleta de colores apenas contrastados, como si el tiempo hubiera dejado su huella por encima de estos fotogramas hechos de dolor, de rendición imposible, de terrenos de sangre y miedo.
Y no es una película redonda. En algún momento, se nota la endeblez de algún punto del argumento, como la nada desarrollada historia del niño sustituto aunque bien es verdad que Eastwood exige un esfuerzo al espectador al situar la historia en una época de depresión y pobreza (que casi nunca es mostrada) en la que cualquier ser humano valoraba más un plato de comida que la propia libertad o en la que ser madre soltera era sinónimo de ninguna confianza, de suspicacia ilícita, de mentira asegurada.
Más allá de eso, el gran director hace una película sencillamente magistral pero que se nos presenta con un pequeño problema emocional. Es una historia que te deja tan arrasado, tan desolado, tan estéril que no deja voluntad alguna de volver a verla. Es olvido para las sensaciones, es enterrar un recuerdo que se quiere dejar ahí, como algo que, sin duda, sirve de experiencia pero que no se desea repetir. Eastwood, esta vez, gana al público por la mano y con un par de dedos de corrupción bien destilada.
No hay nada que perder para quien ya lo ha perdido todo. La psicosis existe porque anda suelta en algún lugar y pasa muy cerca del portal de nuestras casas. Incluso los monstruos tienen miedo de ir al infierno porque hace tiempo que ellos mismos lo construyeron. Y todo, absolutamente todo en esta vida, tiene un revés, otra versión y una tergiversación que puede volverse contra nosotros si el interés está en preservar el robo y el poder por encima de las vidas de las mismas personas. Y quiero creer que siempre habrá un director de cine que será capaz de decirnos todas estas cosas a la cara para que no olvidemos y nos convirtamos en bestias que cierran los ojos ante las desgracias de otros que tienen tanto amor para dar y no esperan nada a cambio. La esperanza está ahí, al otro lado de una alambrada, al otro lado de una cámara.
Por el camino, Eastwood no deja de ofrecernos ese cine tan cercano al de John Ford (su estilo se parece mucho más al del tuerto genial que al de los recurrentes y simplistas recuerdos de Don Siegel y Sergio Leone) y hace alguna parada en Nido de víboras, de Anatole Litvak y para ello se sirve de una actriz que hace gala de una intensidad plena, espléndida, tensa y creíble como es Angelina Jolie. Y estamos moviéndonos más en los territorios de la decepción y de la destrucción que ya nos enseñó en la magistral Mystic River desplegando además una paleta de colores apenas contrastados, como si el tiempo hubiera dejado su huella por encima de estos fotogramas hechos de dolor, de rendición imposible, de terrenos de sangre y miedo.
Y no es una película redonda. En algún momento, se nota la endeblez de algún punto del argumento, como la nada desarrollada historia del niño sustituto aunque bien es verdad que Eastwood exige un esfuerzo al espectador al situar la historia en una época de depresión y pobreza (que casi nunca es mostrada) en la que cualquier ser humano valoraba más un plato de comida que la propia libertad o en la que ser madre soltera era sinónimo de ninguna confianza, de suspicacia ilícita, de mentira asegurada.
Más allá de eso, el gran director hace una película sencillamente magistral pero que se nos presenta con un pequeño problema emocional. Es una historia que te deja tan arrasado, tan desolado, tan estéril que no deja voluntad alguna de volver a verla. Es olvido para las sensaciones, es enterrar un recuerdo que se quiere dejar ahí, como algo que, sin duda, sirve de experiencia pero que no se desea repetir. Eastwood, esta vez, gana al público por la mano y con un par de dedos de corrupción bien destilada.
No hay nada que perder para quien ya lo ha perdido todo. La psicosis existe porque anda suelta en algún lugar y pasa muy cerca del portal de nuestras casas. Incluso los monstruos tienen miedo de ir al infierno porque hace tiempo que ellos mismos lo construyeron. Y todo, absolutamente todo en esta vida, tiene un revés, otra versión y una tergiversación que puede volverse contra nosotros si el interés está en preservar el robo y el poder por encima de las vidas de las mismas personas. Y quiero creer que siempre habrá un director de cine que será capaz de decirnos todas estas cosas a la cara para que no olvidemos y nos convirtamos en bestias que cierran los ojos ante las desgracias de otros que tienen tanto amor para dar y no esperan nada a cambio. La esperanza está ahí, al otro lado de una alambrada, al otro lado de una cámara.
6 comentarios:
Tengo muchas ganas de ver esta película. Aunque también sé que, como tu dices, cuando la vea no tendré voluntad alguna de volver a verla. Imagino que debe ser muy amarga. Pero me gustan las películas en las que el protagonista, y si es una mujer como en este caso mejor aún, son personas valientes. Que no se rinden. Que luchan hasta el final porque siempre les queda un mínimo de esperanza por conseguir lo que quieren.Muchas veces me ocurre que cuando leo algo tuyo que me gusta mucho, simpre pienso que es lo mejor que has escrito. Que es imposible de mejorar.Bueno pues sí, es posible mejorar lo inmejorable. Y esto es lo que me ha ocurrido con este comentario. Hay frases que son pura literatura de vida, de sentimientos, de emociones. Esas frases que hacen que detengas la lectura y te recrees en ellas, y vuelvas atrás para volver a leerlas y quisieras aprenderte de memoria, y en algunas hasta quieres verte en algún mmomento de tu vida. " No hay nada que perder para quien ya lo ha perdido todo. La psicosis existe porque anda suelta en algún lugar y pasa muy cerca del portal de nuestras casas". Sin haberla visto, no sé por qué creo que este párrafo encierra toda la esencia de la peli.
Grande, muy grande.
Gema
La verdad es que el cine de Eastwood ha experimentado una regularidad desde que nos entregara en 1988 esa obra maestra titulada "Bird" hasta "El intercambio" que conozco en pocos directores, muy pocos han ofrecido durante dos décadas una media tan magnífica como él, en la que exceptúo películas destinadas a moverse bien en la taquilla como "Space Cowboys", "Ejecución inminente", "Deuda de sangre" o "El principiante".
Lo que más me sorprende de
"El intercambio" aparte del ejercicio de dirección majestuoso, claro está, es Angelina Jolie. En ningún momento cuando la veía actuar, pensaba que es la mujer de Brad Pitt o en la de niños adoptados que tienen, o en el nombre de multitud de revistas donde la declarán cada 15 minutos la mujer más sexy del mundo, cada vez que dirigía mi vista hacia ella sólo veía a una madre inmersa en una tremenda desgracia en la que su última esperanza era saber la verdad, su verdad, y que respondía al nombre de Christine Collins.
Creo que esto se llama dirección de actores, no tengo duda alguna, a lo que hay que sumar la propia implicación de los mismos, sabedores que se encuentran ante el papel de sus vidas en los que, particularmente para Angelina Jolie supone descolgarse muchos San Benitos que le han sido adjudicados de manera gratuita por el mero hecho de ser terriblemente hermosa.
Para finalizar, brevemente el debate sobre el cine, ¿Arte o entretenimiento? la respuesta en mi caso es muy sencilla... ¿Acaso el arte no es entretenido? Otra cosa muy diferente es que se utilice la estúpida justificación de que cierto bodrio que se estrena los viernes está bien porque se pasan bien las dos horas que dura, sí, sé que esto le limita a uno a tener cierta mala leche y predisposición y que al entrar a una sala de cine las veces que va a disfrutar van a ser menores que las que saldrá un poco desolado, pero da igual, siempre nos quedará Eastwood.
Magnífico post César, a la altura de la película, Eastwood y tú cada día sois más parecidos, así que ya sabes, te digo lo mismo que a él: Prohibido morirse, no nos podemos permitir cosas como esas en estos tiempos, nos seguís proporcionando la fe para seguir creyendo que el arte es entretenido, un abrazo.
Alberto.
Bueno, no puedo más que estar de acuerdo con lo que decís ambos en las contestaciones. Angelina Jolie creo que hace el papel de su vida y es el de una mujer que no se rinde. Gracias a ti, Gema, por decir que esta vez he sido muy grande aunque sólo son unas letras nacidas de la inspiración que me provoca el que posiblemente es el mejor director de los últimos veinte años. Gracias a ti, Alberto, por ponerme a la altura de Eastwood aunque yo mismo daría un brazo por ser la mitad de lo que es. Ambos, con vuestros ánimos y vuestras opiniones siempre razonadas y apoyadas en la sensación de cinéfilos que aman el cine tanto como yo, hacéis que la tarea de escribir sea una de las cosas más bonitas que yo pueda hacer.
Un abrazo para ambos.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Alberto respecto a Angelina Jolie. Ahora sólo me falta ver la peli para opinar como él respecto a su trabajo. Reconozco que soy de las que se me ha atragantado un poco esta mujer. Sé que no es otra cosa que pura envidia. Esa imagen de mujer siempre perfecta, cargada con su prole y que encima tiene tiempo para visitar paises donde hay otros niños a los que seguramente termintará también adoptando. Que además tenga a ese señor a su lado, que ese señor beba los vientos por ella... En fin, todo perfecto. Pero toda esa perfección es la que me ha hecho no admirarla demasiado como actriz. Estoy segura que Clint Eastwood obrará el milagro de que vuelva a creer en ella. Admiro a este señor por encima de todo. Para mí es un genio. Hace unas películas que te llegan, que te tocan la fibra más sensible, esa que uno ni siquiera sabía que tenía. Compone, canta y toca el piano. Yo tengo una grabación en la que el canta y toca el piano. La guardo como oro en paño. Ahora, eso sí, no le perdonaría a la señora de Pitt que le rebora este año el oscar a Kate Winslet. Creo que ésta última ya se lo merece depués de tantas nominaciones. Es una lástima que le haya tocado la Jolie como rival.
Gema
Ya he visto la película y me ha gustado mucho. Incluso más de lo que esperaba. Para mí es una mezcla de Mystic river y Million dolar... Tiene algún momento, varios de hecho, de la dureza de la primera pero también tiene alguna escena llena de dulzura, de ternura, de la segunda. Hay una escena que me encanta y es la del diálogo de la Jolie con su compañera del psiquiátrico después de que a ésta le hayan dado las descargas. Me parece de una ternura maravillosa. También tengo que decir que nunca veo pélículas sobre secuestros de niños. De hecho cuando terminé de verla me dolía la espalda de la tensión que pasé. Pero esta quería verla porque disfruto con el cine de Eastwood. Tienen un sello muy particular sus películas. No entiendo de técnicas y esas cosas, lo digo muchas veces, pero creo que el color de sus películas es especial. Esas sombras de algunas escenas me encantan. En cuanto a la Jolie no descubro nada si digo que está magnífica. Se ha encontrado con un bonito regalo. Es un papel para disfrutarlo. Me quedo con la última palabra que se pronuncia en la película. Esa palabra tan bonita y que tanto me gusta. Esperanza.
Gema
Una vez más Eastwood revisita una constante preocupación en su cine que es la relación entre padres e hijos (en este caso, madre e hijo) que, muy a menudo, expresa a través de una ausencia. La escena que comentas en el psiquiátrico está calcadita a "Nido de víboras", con Olivia de Havilland hablando con otra interna y la planificación y la "puesta al día en la rutina de la locura" es muy, muy parecida. Siempre diré que Eastwood es un hombre que empezó a dirigir y que fue aprendiendo el oficio poco a poco. No es un genio. Es un hombre que ha adquirido el talento a base de experiencia. Y, por supuesto, creo que Angelina Jolie nunca ha estado mejor en ningún otro papel de su carrera. Eastwood mima mucho a sus actores y se nota también en esta película.
Bonito comentario, Gema
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