La necesidad de los mitos es seguir siéndolo hasta después de muertos. La necesidad de la gente es encontrar mitos para continuar teniendo una admiración a la que aferrarse. Así que en esta ocasión, ambas pasiones se encuentran (con la certeza de que algo de dinero hay que recuperar tras los enormes gastos de un show cuyo montaje debió de costar millones de dólares y sólo se encontró con el silencio de la muerte) y deja a un lado el retrato humano para centrarse sólo en una simple sucesión de ensayos.
Y This is it no funciona como cine. Funciona como pálido reflejo de un espectáculo que nunca fue. Su poso será tan efímero como inútil. A los incondicionales les encantará porque tienen una última oportunidad de ver a su ídolo, pero la película no descubrirá nada del hombre, tan sólo describirá con cierta fortuna la gestación espectacular, eso sí, de lo que es la creación encima de un escenario. No hay manera de mirar en el interior de Michael Jackson (siempre maltratado por el cine) porque nos limitaremos a observar lo que ya sabíamos: su manera un tanto infantil de moverse cuando no está bailando, su sentido innato para saber y conocer lo que puede impresionar a un público entregado, su enorme calidad como compositor y coreógrafo (sus inspiraciones en Fred Astaire y Bob Fosse son más que evidentes) y ese telón de fondo, apenas intuido, en el que se puede ver a un hombre sin personalidad que lo sostenga porque la dejó en algún lugar de la niñez.
Para ello, se cogen una serie de vídeos poco más que caseros de los ensayos previos de su proyectada serie de 50 conciertos en Londres, se mezclan con un montaje de cierta fortuna, se añaden los trabajos completos en infografía y podemos bordear cómo pudo haber sido esa despedida de los escenarios de Jackson. Nadie mejor para eso que el que era co-director del show, Kenny Ortega, al que todos recordarán por ser el creador de High school musical pero que yo prefiero tenerle en la memoria como el director de una película que vieron, más o menos, unos 8 ó 9 espectadores en toda España y que se llamaba Newsies, un atrevido musical con extraordinarias melodías de Alan Menken. En cualquier caso, vemos cómo una buena parte del mito del rey del pop, irrepetible y único, se construyó a base de una cuantía ilimitada de medios, un personal de auténtico lujo y unos músicos que sabían, con unas pocas indicaciones por parte del protagonista, cómo debían sonar los compases que convertían al niño en leyenda.
Más allá de eso, tan sólo podemos acariciar la suavidad de las palabras del propio Jackson cuando tiene que llamar la atención a alguien y, como extensión, las voces de seda que hablan con él cuando se trata de hacer una sugerencia. Si dejamos que los pies nos lleven hacia las profundidades de la coreografía humana, tal vez podamos hallar el baile que podría resultar dentro de una mente que necesitaba dormir porque, a sus espaldas, tenía la enorme obligación de convertir en éxito una enorme producción de dimensiones casi desconocidas.
Nadie se acordará de esta película. Eso sí, son dos horas de buena música, de coreografías sorprendentes, de ideas escénicas que se dan cita en la genialidad, de efectismos resultones, de coros y de músicos de ensueño, de un mito que creaba mientras se destruía y ése es el auténtico valor de una película que pone en imágenes de pronto olvido la impresionante exhibición de talento que se movía nerviosamente por encima del escenario. Era el miedo que sabía transformar en música, era la necesidad de no poder parar de amar, era la escasa importancia de una piel que podía ser blanca o negra, era la manera en la que él nos hacía sentir, era el reflejo legendario de un hombre que estaba ante el espejo y que sólo veía una canción.
Para ello, se cogen una serie de vídeos poco más que caseros de los ensayos previos de su proyectada serie de 50 conciertos en Londres, se mezclan con un montaje de cierta fortuna, se añaden los trabajos completos en infografía y podemos bordear cómo pudo haber sido esa despedida de los escenarios de Jackson. Nadie mejor para eso que el que era co-director del show, Kenny Ortega, al que todos recordarán por ser el creador de High school musical pero que yo prefiero tenerle en la memoria como el director de una película que vieron, más o menos, unos 8 ó 9 espectadores en toda España y que se llamaba Newsies, un atrevido musical con extraordinarias melodías de Alan Menken. En cualquier caso, vemos cómo una buena parte del mito del rey del pop, irrepetible y único, se construyó a base de una cuantía ilimitada de medios, un personal de auténtico lujo y unos músicos que sabían, con unas pocas indicaciones por parte del protagonista, cómo debían sonar los compases que convertían al niño en leyenda.
Más allá de eso, tan sólo podemos acariciar la suavidad de las palabras del propio Jackson cuando tiene que llamar la atención a alguien y, como extensión, las voces de seda que hablan con él cuando se trata de hacer una sugerencia. Si dejamos que los pies nos lleven hacia las profundidades de la coreografía humana, tal vez podamos hallar el baile que podría resultar dentro de una mente que necesitaba dormir porque, a sus espaldas, tenía la enorme obligación de convertir en éxito una enorme producción de dimensiones casi desconocidas.
Nadie se acordará de esta película. Eso sí, son dos horas de buena música, de coreografías sorprendentes, de ideas escénicas que se dan cita en la genialidad, de efectismos resultones, de coros y de músicos de ensueño, de un mito que creaba mientras se destruía y ése es el auténtico valor de una película que pone en imágenes de pronto olvido la impresionante exhibición de talento que se movía nerviosamente por encima del escenario. Era el miedo que sabía transformar en música, era la necesidad de no poder parar de amar, era la escasa importancia de una piel que podía ser blanca o negra, era la manera en la que él nos hacía sentir, era el reflejo legendario de un hombre que estaba ante el espejo y que sólo veía una canción.
6 comentarios:
Pues no sé, pienso que ya puestos a hacer caja podían haber tirado por otros derroteros. Porque un tío que revolucionó el mundo del videoclip como lo hizó él supongo que tendrá material mucho más interesante que ofrecer. Lo de dar sus últimos ensayos me resulta además bastante morboso y macabro. De todas formas, nunca he sido lo que se dice un fan, fan de Jacko así que tampoco puedo juzgar si queda mucho material por explotar. Pero vamos un making off de Thriller y Bad con opiniones de Landis o Scorsese incluidas respectivamente hubiese sido más propio.
Tampoco yo he sido un fan de Michael Jackson aunque sí reconozco, como tú, que ha sido el único en exportar técnicas cinematográficas al servicio del videoclip (cuando lo usual ha sido al contrario). En cualquier caso, viendo la dimensión sólo de los ensayos se comprende que los productores del evento quieran sacar algo de dinero después de gastarse lo que se han gastado. Bien es cierto que el documental, como cine, se queda absolutamente corto y no descubre nada del Michael Jackson hombre, que quizá es lo que a sus fans les faltaba.
A ver, no seamos ingenuos, "This is it" no es cine y lo digo sin verla, es algo que se exhibe en cines porque da un acceso a muchos fans y permite recaudar un pastón y efectivamente recuperar parte de la ingente inversión en el malogrado espectaculo. Los fans van a verla y reciben, tal vez parte de lo que quieren, imaginar lo que pudo haber sido y no fue.
Vosotros pedis otra cosa, Jackson hombre dices Wolf, ¿A quien puede inetersar?, ¿A sus fans?, abducidos por la celebridad, miembros de un culto a su forma de vestir, de bailar o de tocarse los genitales...Los mitos no deben humanizarse, no pueden, no lo resistirían...Ni Jackson, ni Marilyn, ni Elvis...Tal vez cuando pase el tiempo.
Tampoco lo que busca Dexter puede darse ahora, un documental sobre su forma de hacer música, sobre su forma de venderla, de ponerla en imagenes, sobre sus espectaculos...Ha de dejar reposar los huesos, hay que dejar asentar el recuerdo...Lo que pides sería un buen documental para dentro de unos años, ahora no interesa, ni importa, nadíe quiere oir hablar a Martin o a Landis...solo quieren ver a su ídolo.
Yo reconozco que me he reconciliado un poco con Jackson a raiz de su muerte. No es que me apasione, pero admiro muchas cosas ahora como artista que antes su, para mi, rechazable dimensión publica ocultaba.
Por ejemplo, el otro día jugando a los exploradores en you tube encontre una versión suya del "Come together" de los Beatles espectacular.
Abrazos, Carpet.
Sin embargo, Carpet, sí que ha habido documentales que nos han descrito lo que había detrás del mito respecto a Elvis y a Marilyn. En concreto, de Elvis recuerdo dos documentales, uno, "Elvis on tour", nos descubría lo que hacía Elvis detrás del telón cuando estaba de gira. El otro "That´s the way it is" era una repetición del que nos ofrecen con Jackson. El hombre sólo como espectáculo. En cuanto a Monroe, recuerdo un par que desvelan la muñeca rota que se presentía apenas dos años después de su muerte (me vas a perdonar porque no recuerdo los títulos) y siempre interesa saber cuánto puede destruir la fama que a todos nos gustaría tener.
Otrosi añado. La cara privada de Elvis era más conocida que la privacidad de Michael Jackson que cada vez fue encerrándose más en el mito y menos en la persona. Personalmente, reconociendo su calidad de artista, que lo era, sí me hubiera interesado un poco el proceso de creación, qué había detrás de esa máscara prefabricada de piel sin hueso. Precisamente es esa falta de ambición y personalidad lo que le echo en cara a este...documental?
En cualquier caso, era un gran artista, un gran compositor, un gran coreógrafo, un tipo sin igual en su estilo y en sus formas y, me temo, que también un muñeco muy, muy roto.
De todas formas, agradezco sobremanera tu comentario porque me has hecho recordar los documentales de Elvis que, en su realización e incluso en su título "That´s the way it is" recuerdan claramente a éste o, incluso, sirven de inspiración.
Otro abrazo para vos.
En fin, car, creo que en anteriores post ha quedado ya bastante patente mi ingenuidad como para que vengas de nuevo a refrotarmela por las narices (la ingenuidad, no otra cosa). A lo que yo me refería es que para los que nunca hemos sido fans de Jacko aunque nos haya gustado a nivel usuario como es el caso de los tres aquí presentes, hubiese sido más interesante un documental del tipo que comenta Wolf. A mí ni se me va a pasar por la cabeza pasar por taquilla para ver el ensayo de uno de sus conciertos; para un documental sobre cómo se hizo su mito, a lo mejor sí. Mira, un espectador que han perdido.
¡Ahí queda eso!
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