viernes, 27 de noviembre de 2009

CONFIDENCIAS A MEDIANOCHE (1960), de Michael Gordon


Estamos ante la expresión máxima de las comedias de “teléfonos blancos”, raíz y nacimiento de ese género que, en esta ocasión, cuenta con un ocurrente guión lleno de giros inesperados que tiene en Rock Hudson al principal de sus activos (nunca he sido fan devoto de Doris Day), aportando planta, clase, estilo, elegancia y alguna que otra sonrisa cómplice como sana expresión de un humor que no duda en ridiculizarse a sí mismo. El guión de Stanley Shapiro es modélico (no en vano, fue ganador de un Oscar) y la dirección del veterano Michael Gordon es clásica y sin complicaciones. Se cuenta una historia para sonreír, para tener una sensación de estar pasando un gran rato viendo una nadería bien hecha, para disfrutar viendo a Hudson fingiendo ser homosexual en una ironía que el cine se encargó de hacer vida...Todo ello, razonablemente sazonado con unas buenas dosis predecibles pero que en ningún momento pierden encanto. El resultado, naturalmente, es una película que se deja ver igual que se degusta un delicioso cóctel en un local de cierta categoría acompañado de una mujer que lleva un ajustado vestido a juego con la melodía de un piano que deja entrever un cierto desenfado.
Siempre es difícil intentar definir o hablar de una película como Confidencias a medianoche porque, al fin y al cabo, es cine que se convierte en puro entretenimiento y que se niega tercamente a ser algo más. Y entre juegos y conversaciones telefónicas entre Day y Hudson hay que destacar la maravillosa interpretación, entremés cómico entre la ligereza del argumento, que realiza la espléndida Thelma Ritter, secundaria entre secundarias e injustamente tratada por el destino (seis nominaciones y no llegó a ganar nunca) pero que aquí hace que la sonrisa rompa en carcajada, que la gracia sea un arte emanado de unas arrugas tan sabias que parece que se han formado en nuestras propias casas y, por supuesto, cuna de inspiración para tantas y tan buenas comedias de situación que hemos disfrutado a través de la televisión desde aquella mágica Enredo.
Claro que, para no caer en el feminismo más recalcitrante, también hay que destacar por el lado varonil a un Tony Randall que lleva el lado contrario de la comicidad, consiguiendo la risa a través de rostros sin expresión, viajando sin escalas por las llanuras de la perplejidad y, como siempre, siendo ese personaje donaire que tan bien supo retratar el teatro clásico de tiempos remotos en los que el teléfono no existía. (Por cierto, si hubiera existido cuán aburridas hubieran sido algunas de las comedias de Lope o Calderón).
Cuidado, si están viendo y suena el siempre molesto teléfono...no lo cojan. Puede que escuchen lo que no quieran oír. Puede que eso sea el principio de una gran conversación...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

He visto muchas veces esta peli. Siempre me recuerda a mi madre porque a ella le gusta ese tipo de humor de frases soltadas así como quien no quiere la cosa. No recuerdo si es en esta o en Pijama para dos, que ella es decoradora y va buscando objetos para decorar la casa de él.Entre ellos saltan chispas. Ve un jarrón en una tienda, lo coge con la mano, lo observa y dice:" No, este jarrón no que es poco horrible".
Luego está Thelma Ritter, claro. Recuerdo un artículo que escribiste sobre ella En La imagen en el alma,que me encantó.
Qué gran actriz. NO necesitaba muchos aspavientos ni gestos exagerados para sacarnos la sonrisa.
A Tony Randall le tenía yo un poco de ojeriza pero, reconozco que hacía bien ese tipo de papeles.
Mucha gente critica este tipo de películas. Quer si son ñoñas, que si no aportan nada. Me da igual, no me parecen ni lo uno ni lo otro. Son películas para pasar un rato agradable con las sonrisa puesta. Son elegantes. A mí me gustan.

Gema

Anónimo dijo...

Se me olvidó decir que desde que mi madre y yo vimos esta peli hace un porrón de años, cuando vemos algo que nos parece muy feo nos miramos y decimos:" es poco horrible". Es como una clave nuestra.
Me apetecía comentarlo. A fin de cuentas ella es la que me inculcó el amor al cine. Y estas pequeñas chorradas forman parte de ese recuerdo de tardes de sofá, a su lado y disfrutando como enanas cuando por Tv ponían un peli que nos gustaba a las dos.

Gema

César Bardés dijo...

Pues pueden haber sido comedias tontas, pero no han sido capaces de repetirlas. Sobre todas ellas, hay una que a mí me parece mejor, que está un poco por encima y que me hace reír con una risa muy, muy elegante y es "No me mandes flores", aquella en la que Rock Hudson cree que le quedan pocos meses de vida y se dedica a buscar un marido ideal para su mujer e intenta convencer a Tony Randall para que lo sea.
En cuanto a Thelma Ritter...qué gran actriz. Mucho mejor que muchas a las que ayudó a hacer sus mejores interpretaciones, para mí un nombre imprescindible en el cine. Una arruga de sabiduría.
Me alegro de que con "Confidencias a medianoche" (creo que, ni mucho menos, una mala película) se te hayan despertado algunos recuerdos. Para mí también los tiene con mis padres.

Anónimo dijo...

Sí, también recuerdo No me mandes flores. Además, esas pelis tenían unos títulos de crédito( nunca supe si se denomina títulos de crédito a los del principio de la peli o a los del final), muy originales, divertidos, con colores que iban acorde con la peli.
Sí, se me despertaron recuerdos bonitos con tu comentario. En el anterior car y tú teníais el sentimiento paternal a flor de piel. En mi caso ese sentimiento ha sido filial. De hija a madre que anda algo pachucha. Pero, como los tiene bien puestos, saldrá adelante.

Gema

César Bardés dijo...

Pues te parecerá una tontería pero, a veces, el grato recuerdo de una película ayuda mucho incluso en la salud. Me ha pasado con mi padre y su infatigable recuerdo de "La calle 42" con las piernas de Ruby Keeler. Ojalá "Confidencias a medianoche", aunque se ade manera inconsciente, la ayuda a salir adelante.