viernes, 22 de enero de 2010

SHERLOCK HOLMES (2009), de Guy Ritchie

El estilo del director Guy Ritchie siempre me pareció algo impostado, más propio de nuevas generaciones que de clásicos de butaca. Sin embargo, hay que reconocer que aquí ha tenido aciertos, amén de algunos errores, sin que ello quite para que el resultado sea una película que se deja ver con simpatía y que entremezcla con acierto algunos elementos clásicos del personaje con otros ciertamente novedosos.
Es evidente que el intento de Ritchie es hacer una reinvención a partir de una imitación. El menos avezado ya se ha dado cuenta hace tiempo de que la serie House nace a partir del personaje imaginado por Sir Arthur Conan Doyle. Pues bien, Ritchie lo que consigue es volver al personaje original con la agudeza y rasgos propios del amargado y brillante doctor televisivo. A partir de ahí, tenemos, cómo no, a un protagonista que maneja con maestría técnicas de lucha más propias del cine de adolescentes que las más propias de la Inglaterra victoriana.
Hasta aquí, los defectos. Pero Ritchie da en la diana con la ambientación prodigiosa de un Londres embarrado e impresionante, obra y gracia de una directora artística que ha hecho un soberbio trabajo como Sarah Greenwood (responsable de Expiación, de Joe Wright) y que se confirma por un diseño de vestuario fantástico procedente de una de las más grandes responsables de guardarropía del cine contemporáneo como Jenny Beavan (compañera inseparable del cine de James Ivory en películas como Regreso a Howard´s End o Lo que queda del día y de otras costuras memorables en Sentido y sensibilidad, de Ang Lee; o en la muy notable y olvidada Las montañas de la luna, de Bob Rafelson). A partir de ahí, Ritchie prescinde del quién y se centra en el cómo de una aventura trepidante, dirigida con cierta inteligencia y con notables muestras de agilidad (a destacar las estupendas escenas en cámara lenta) y que se completan con una muy delicada interpretación de Robert Downey Jr., capaz de sugerirnos el tremendo genio deductivo, el compulsivo descuido y la escondida fragilidad de un personaje que teme al daño interior más que a la propia muerte.
Además, Ritchie coge pequeños detalles de otras películas basadas en Sherlock Holmes aunque ninguna salió de la pluma de su creador original como es el maravilloso retrato de la ciudad de la niebla y de la oscuridad combinado con toques de humor que aparece en Asesinato por decreto, de Bob Clark; o la aparición de un Watson a punto de contraer nupcias que ya se presentan como hecho en Elemental, Doctor Freud, de Herbert Ross; o, sobre todo, en el enamoramiento de Holmes de una mujer que se halla al otro lado de la ley y que le ama y le mata a cada latido de su corazón de detective en la excepcional La vida privada de Sherlock Holmes, del gran Billy Wilder. Hay que destacar por otro lado el Watson de acción e inteligencia que construye Jude Law y la sorpresiva aparición casi episódica de James Fox (recordado intérprete de La jauría humana, entre otras). Con ellos, la cinta resulta entretenida y, cuando menos, curiosa en la descripción de un héroe que no puede sobrevivir sin el misterio del enigma. Y la burla de la muerte está ahí, al otro lado de la soga que nos invita, desafiante, a intuir las notas de un violín. Tal vez porque es el ruido que hace la mente cuando piensa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, finalmente la balanza se desequilibró por lo evidente y termine viendo el Sherlock (más del gusto preadolescente) que el "Invictus" pretendidamente más complicado.
Y no sé si acerté, no por la calidad de la peli de Ritchie sino porque no es una película fácil de ver o de entender para criaturas que aun andan en la infancia, como yo mismo.
Estoy de acuerdo contigo, Wolf, en la maravillosa ambientación y en la recreación del Londres decimonónico (insuperable, creo yo) con las espectaculares imágenes del Támesis y el puente ¿de Waterloo? en construcción. No recuerdo yo, y hay muchos filmes sobre Holmes, una recreación de tal nivel.
En cuanto al personaje (personajes en esta ocasión puesto que Watson tiene un papel más relevante que lo tradicional) me resultó curioso encontrarle más similitudes con la mordacidad, el cinismo y el sarcástico humor del Dr House y su relación con Wilson, que en la versión tradicional de Conan Doyle, incluso con la versión menos afectada y un punto cachonda de Plummer y Mason en la mencionada "Asesinato por decreto".
En realidad, viendo la película yo recordaba dos series de televisión de mi infancia, una era una especie de western llamado “Los dos mosqueteros” donde dos ex ladrones de bancos intentan rehacer su vida, Hannibal Heyes y Kid Kerry, el primero astuto y cachondo y el segundo pistolero rapidísimo y ligón. La otra serie también era un semiwestern, “Jim West” vergonzosamente adaptada al cine con Will Smith, Kevin Kline ( un muy improbable Artemius Gordon) . Me retrotrajo a mi infancia esa relación Holmes-Watson ( Downey-Law bastante bien ambos a pesar de los excesos del primero) con tan buena química. De la misma forma el misterio magia diabólica, me recordó a “El secreto de la Pirámide” e Irene Adler, claro está a la maravilla de Wilder.
En definitiva, una película disfrutable. Un abrazo, Carpet.

César Bardés dijo...

Es el Puente de Londres (se llama así), el levadizo que en tantas películas hemos visto. No cabe duda de lo de House ni en todo lo demás que dices así que, por una vez, sin que sirva de precedente, estamos prácticamente de acuerdo en todo. Tan sólo nombre "Asesinato por decreto" porque es la única, que yo sepa, que introduce el humor, aunque no de esta manera tan evidente como juegan Law y Downey. El pero que pongo a la película, de hecho, es que su humor salga de "House", es decir, es la imitación de una imitación. Convertir a Holmes en un héroe de acción me parece, en cualquier caso y en contra de los puristas, una buena manera de presentar un mito a la gente que no lo conoce porque nadie se ha preocupado de explicarles que existe un detective creado por una pluma genial que vive en el 221 b (por cierto, mismo portal en el que vive House para evidenciar que House es la imitación y no al revés, cosa que algunos no entienden: una cosa es hacer una película de Holmes valiéndose de House y otra es que House parte de Holmes como modelo) de Baker Street.
En fin, que muy bien, que hemos acertado los dos. Es más, es tan aceptable la película que no parece de Guy Ritchie. Aunque quizá yo hubiera sacado más partido al malo (que no tiene ningún misterio porque desde el principio sabemos quién es) y que está encarnado por un magnífico actor como Mark Strong al que he decidido seguir bastante de cerca.