Quizá el término “clásico” no cuadre apropiadamente con esta película por la sencilla razón de que todo lo que nos cuenta es atemporal, a pesar de que la historia está situada en medio de la Segunda Guerra Mundial. El sufrimiento es la llave que abre el alma de los hombres y, precisamente, ésta es una película que nos habla sobre el sufrimiento, de almas en carne viva quemadas en la hoguera provocada por las bombas. La moral puede llegar a ser uno de los mayores enemigos del soldado que procura regalar esfuerzo a aquellos a quienes, en teoría, libera. Según testimonios de auténticos miembros del 306 Grupo de Bombarderos, la película lleva dentro de sí una buena porción de terror, de tensión, de realidad y de recuerdos verdaderos convenientemente modificados con propósitos dramáticos, pero aún así se acerca bastante a todo lo que sintieron aquellos hombres que llevaban la muerte en la panza de sus aviones.
Y es que en los hombres que combaten sin ver realmente al enemigo, se construyen auténticas barbaridades imaginadas que se acercan bastante a la realidad y entonces todo se derrumba. El edificio que estaba allí. Las personas que estaban cerca. El piloto que decidió lanzar...La moral derruida es el escombro de la personalidad y los hombres comienzan a ser inútiles para el combate, comienzan a no poder saltar los escrúpulos hechos de sangre y fuego, comienzan a huir dentro de sí mismos como única salida a la pérdida de razón.
Quizá Almas en la hoguera fue una película tan verdadera que pasó demasiado pronto a ser consumida por las brasas del recuerdo. Nadie quería ver una historia sobre hombres destruidos en vida por mucho que estuvieran en el lado de los vencedores. Sin embargo, hay dos interpretaciones dentro de ella que merecen la pena destacar: Una es la de Gregory Peck, inmenso y con un difícil papel al que hacer frente: el del jefe que tiene que servir de sostén a todo el armazón de un equipo que no puede tener grietas y comienza a fisurarse porque todo hombre tiene un límite. La otra es la de Dean Jagger, ganador del Oscar al mejor secundario por este rol, que está impresionante como ese reservista que, de manera muy sutil, nos hace ver con claridad cómo está ya de vuelta en su viaje de moral, ruina y muerte y que ya no hay estación en la que apearse.
Probablemente, ésta sea una de las mejores películas de guerra aérea que se han hecho nunca (a ello ayuda decisivamente la inserción de secuencias reales de aviación bélica que, con acierto, incluye el director Henry King, perro viejo de batallas viejas) pero también, mucho más allá de los usos y costumbres del género, nos habla con enorme sabiduría de conflictos internos, de personalidades rotas, de hundimientos y depresiones en el siempre difícil interior de los seres humanos. Dejen que algunos fotogramas escalen por sus laderas y el horror puede que les haga ver algo de sí mismos.
Quizá Almas en la hoguera fue una película tan verdadera que pasó demasiado pronto a ser consumida por las brasas del recuerdo. Nadie quería ver una historia sobre hombres destruidos en vida por mucho que estuvieran en el lado de los vencedores. Sin embargo, hay dos interpretaciones dentro de ella que merecen la pena destacar: Una es la de Gregory Peck, inmenso y con un difícil papel al que hacer frente: el del jefe que tiene que servir de sostén a todo el armazón de un equipo que no puede tener grietas y comienza a fisurarse porque todo hombre tiene un límite. La otra es la de Dean Jagger, ganador del Oscar al mejor secundario por este rol, que está impresionante como ese reservista que, de manera muy sutil, nos hace ver con claridad cómo está ya de vuelta en su viaje de moral, ruina y muerte y que ya no hay estación en la que apearse.
Probablemente, ésta sea una de las mejores películas de guerra aérea que se han hecho nunca (a ello ayuda decisivamente la inserción de secuencias reales de aviación bélica que, con acierto, incluye el director Henry King, perro viejo de batallas viejas) pero también, mucho más allá de los usos y costumbres del género, nos habla con enorme sabiduría de conflictos internos, de personalidades rotas, de hundimientos y depresiones en el siempre difícil interior de los seres humanos. Dejen que algunos fotogramas escalen por sus laderas y el horror puede que les haga ver algo de sí mismos.
7 comentarios:
Acabo de terminar de verla, no tenía constancia de esta película y fue verla en este blog y buscarla inmediatamente.
Me ha encantado. Creo que el trabajo de Peck es impecable en un personaje que va cambiando a medida que se van contando aviones en el cielo.
Las escenas bélicas aéreas con imágenes reales están trazadas de una manera admirable. Pero desde mi punto de vista es todo un acierto situar la mayor parte del metraje en lo que sucede cuando no se está en la acción aérea. El descanso del guerrero es toda un arma de doble filo, y me parece muy interesante la ubicación de la historia desde el lado del tedio y la desesperanza que provoca la rutina de una guerra. Un guión mas que ocurrente desde el tratamiento de la acción y los personajes.
La verdad es que me tengo que poner las pilas con Henry King, si la mayoría son de este corte... me estoy perdiendo mucho buen cine.
Un abrazo.
Bueno, Chus, no sabes cuánto me alegra haberte descubierto algo. Por otro lado, he de decirte que Henry King no era, ni mucho menos, un autor, sino un artesano, un tipo que trabajaba por encargo y que no siempre sabía destacar. "Almas en la hoguera", de hecho, es la mejor de sus películas aún reconociendo que era un hombre que se adaptaba a todos los estilos y a todos los temas. No era un mal director de musicales, como "Carrusel", o de una de las mejores películas que se han hecho sobre jazz como "Alexander´s ragtime band". Destacó en la recreación del famoso incendio de "Chicago", fue divertido en una película muy desconocida y algo olvidada, con estupendas secuencias aéreas también como "Un americano en la R.A.F.", hizo buen cine de aventuras con "El cisne negro", consiguió un apreciable "biopic" con "Wilson" y nos hizo subir a probar las mieles del amor en un melodrama bastante bueno como "La colina del adiós". Sin embargo, tuvo patinazos considerables al adaptar a Hemingway en "Fiesta" con la ventaja de un reparto de campanillas, y también en "Las nieves del Kilimanjaro", totalmente fallida; era tremendamente pesado en películas bíblicas como "David y Betsabé" e hizo una película supuestament histórica que haría sonreír a cualquier español titulada "El capitán de Castilla", con Tyrone Power con armadura de conquistador.
Por otro lado, totalmente de acuerdo en la evolución narrativa que sigue esta película, "Almas en la hoguera", donde lo importante está abajo y no arriba aunque King incluya con acierto las secuencias aéreas. En esa evolución narrativa, interviene de manera decisiva la evolución del personaje de Peck como claro ejemplo de cómo se debe esribir un guión en el que la evolución de los personajes corre paralela al progreso en la trama. Estupendo, por otra parte, el papel de Dean Jagger, el calvo, que también aporta mucho a dar textura a una película que habla de sentimientos humanos que siempre están en el aire.
Como siempre, enriquecedora tu aportación, gracias Chus.
Un abrazo.
Hola César, comentarte que me he hecho un programa doble con "El séptimo cielo" y "Chicago" y he salido gratamente complacido por los dos filmes.
En cuanto tenga un ratito me extiendo mañana en mis apreciaciones, pero la verdad es que Henry King me parece todo un descubrimiento.
Gracias nuevamente. Saludos.
Claro, "El séptimo cielo", con James Stewart, ese pocero tímido que no tiene nada que ofrecer salvo a sí mismo. Siempre recordaré esa escena en la que están sentados en la acera hablando de cómo resolver el futuro cuando ni siquiera tienen presente.
En cualquier caso, una vez más, me alegro de haberte descubierto a King aunque es un hombre de una filmografía amplísima (más de cien títulos) y sólo cabe destacar unos pocos.
Bueno, como lo prometido es deuda y ahora tengo un pequeño ratito, paso a relatarte mis opiniones un poco mas detalladamente.
- El Séptimo cielo:
La historia me parece de una belleza enorme, y la narración está llena de detalles y escenas muy hermosas.
Tanto la reunión en el suelo de la acera (como tu ya has comentado tan acertadamente), donde me encanta que esos personajes hagan de una acera un elemento donde poder compartir un almuerzo justo en el estrato que los une a todos (el suelo), justo sobre el puesto de trabajo del pocero, y frente a la iglesia (eso si.. de una manera ciertamente escondida tras un coche).
La planificación de algunas escenas me ha encantado, así como el tono de oscuridad con que se tiñe a las calles de una sociedad llena de vacíos y negritudes sociales.
La secuencia de la subida de la escalera al 7º piso, me parece memorable en las ocasiones que se repite. Tanto la primera ocasión con los dos personajes evitando el "que dirán", como en el momento que ella vuelve al final del metraje buscandole y esquivando gente en fiesta.
Así como la preciosa urbanidad de la unión en un séptimo piso (a través de un simple tablón) entre Chico y sus vecinos. Precioso.(igual que la planificación de esa escenografía)
También me ha parecido un descubrimiento los morritos de Simone Simón, toda sensualidad y belleza. Se suma a la lista de mujeres que me estás descubriendo estos días tras Margaret Lockwood. (cada una en su registro, claro está).
Me parece una buena película y mas que digna.
Chicago:
También me ha gustado (aunque un poco menos que el séptimo cielo).
Se la nota algo acartonada a veces, pero la mezcla entre la historia de ambiciones de los hermanos y la aventura final del incendio creo que está bien hilada.
Me recuerda en algunos aspectos (solo a nivel de guión) a la historia de los Ambersons que Orson Welles realizó en su segundo proyecto.
Tampoco es que sea una película como para trascender en la historia, pero creo que King demuestra su arte como cineasta en muchas secuencias (como la de las mechas en la fachada). Donde los tiempos y la tensión narrativa de los acontecimientos encuentran explosión (nunca mejor dicho).
Si King viviese hoy día sería probablemente un director aclamado, ya que su sentido del espectáculo visual bien entendido y narrado(por lo poco que he visto) supera a muchos cineastas que hoy son reconocidos por meter efectos especiales por todos lados con redundancias sin sentido.
Por otro lado me gustó ver a Don Ameche, el cual me había gustado en la obra de Lubitch (un tanto desfasada) "El diablo dijo no". Me parece uno de esos actores que llenaban la pantalla con su presencia.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo en todo lo que dices sobre ambas películas, como siempre un certero análisis, con comparaciones soberbias como esa de "La magnificencia de los Amberson" (te diré un secreto, para mí Orson Welles quizá no sea el mejor director de la historia, pero es uno de los más fascinantes). En cuanto a Simone Simon, toda una belleza que a mí también me ha seducido, debería recomendarte, si es que no la has visto ya, "La mujer pantera", de Jacques Tourneur, interesantísima película de terror que puso en juego la teoría de que la gente tenía miedo a lo que no veía como un remedio extraordinariamente inteligente a la falta de presupuesto. Ojo que hay una versión creo del 84, de Paul Schrader con Nastassja Kinski de protagonista que en esa se destruye todo el espíritu de la primera. En todo caso, la versión de Tourneur (creo que del 42), es una auténtica joya que merece más de un visionado por la delicadeza en la sugerencia y por dar a entender todo el horrible mundo de una mujer que se vuelve fiera cuando se excita.
Un abrazo y gracias por tus excepcionales comentarios que ponen a King, con enorme imparcialidad, en el lugar que realmente merece.
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