lunes, 22 de febrero de 2010

PÁGINA EN BLANCO (1961), de Stanley Donen


Él sabe que nosotros sabemos que él sabe, pero mejor fingimos que no sabemos nada. Típica corrección británica con un toque de bourbon. Al fin y al cabo, el aburrimiento es una de las peores causas para que alguien crea que el amor se ha evaporado en un invernadero de champiñones. Cruzar una puerta está prohibido, pero a veces, cruzarla es mover ficha en el casillero de ese juego de miradas que es la vida. Recuperar a la mujer que se ama, en ocasiones, requiere cambiar un abrigo de visón por un enorme pez clavado en un mural y urdir con el mayordomo una herida que, tal vez, no sea sólo exterior.La risa inteligente, patrimonio de unos muchos, puede dar paso a un juego de letras en el que las piezas encajan en el tablero con la agudeza de un punzón. Lo privado debe permanecer en los muros de lo que puede ser público, sobre todo porque siempre hay amigos metijosos que quieres aprovecharse de la situación y llevarse al que, de alguna manera, pierde, sea éste quien sea. Noel Coward lo sabía muy bien...y Stanley Donen también. La elegancia es exclusiva de quien nace con ella, y en esta historia quien lleva un jersey de punto hace que parezca un tiro largo en una noche de gala. Nuestras vidas pueden ser las de unos niños con el trasero al aire que juegan alegremente en un campo de hierba más verde intentando que en el caos en el que convertimos el ridículo espectáculo de la existencia haya un cierto orden. Porque, a menudo, las cosas se desencajan y cada pieza no está al lado de la que le corresponde. Esa es la delgada línea que separa el abismo del fracaso vital de la felicidad siempre esquiva y efímera. Visitar un museo puede cambiar el curso de los acontecimientos sobre todo si encuentras una fotografía que te transporte al recuerdo que no se puede borrar pero ni siquiera necesitamos ese instante esculpido en el tiempo para volverlo a vivir. Contradictorios, volubles, osados, ausentes, aprovechados, menospreciados, adulterados...así somos.En las alfombras rojas del paso de una dama quizá el amor esté escondido en medio de la rutina. O tal vez esté oculto en las canas de un caballero cuya tranquilidad no se ve alterada salvo su espíritu de marido dejado en la cuneta. O, incluso, puede estar en la mirada de un americano aburrido que quiere saltarse las fronteras de los convencionalismos. O en la cabeza alocada de una mujer que, de puro morena, es atractiva, y que de sus labios, brotan nuestras sonrisas. El amor es la pistola que dispara en medio de nuestras vidas dejando los corazones rotos, o las almas suspendidas, o los propósitos renunciados, o los champiñones sin empaquetar.
Qué estupidez, cuánta frase pretendidamente bonita, cuánta petulancia contenida a duras penas, qué forma de construir un circunloquio rimbombante y tupido de arrogancia para decir que las páginas en blanco sólo se escriben con una rúbrica femenina. Yo tengo un libro entero de ellas. Y para explicar también que Cary Grant está, que Robert Mitchum puede, que Jean Simmons ríe y que Deborah Kerr es. Sin olvidar al mayordomo, Moray Watson, que escribe y dispara.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Vengo trastabillado de un huracán de trabajo y me entristece ver tantos "cero comentarios" en tan buenos post. Oño, si hasta "El hombre tranquilo" sólo tiene 2. Este blog que es un deleite participativo. En fin, que si yo no puedo comentar mucho, los demás es probable que tampoco.

A lo que vamos y rápido que no se cuanto podré escaparme. No recuerdo haber visto esta película y me extraña tanto por el elenco como por Donen que me entusiasma. Pero aun diría más, no recuerdo que sea una película muy comentada del director. Yo no suelo investigar mucho sólo juego al disfrute con las pelis que me ofrecen sensaciones, pero ¿porque no he oído hablar mucho de este film, Wins?. ¿ Es una pequeña desconocida o una obra de esas que llevan el apellido de "menor"?. Si le preguntas a muchos por una lista de películas de Donen, pocos incluirían "Página en blanco" en una lista a salto de mata y sólo el reparto es para dar un brinco.

En fin, es un gusto ver que aun hay cosas por descubrir.

Si tuviera más tiempo, me la jugaría a un trasversal de mansiones señoriales, en cualquier caso, lanzaré algunos apuntes. Las mansiones, como comentamos de los trenes y las estaciones, son otro de los escenarios cinematográficos más interesantes y utilizados. Son una herencia literaria anglosajona, las grandes historias, dramas y traiciones se desarrollaban entre aristocráticos muros de alta alcurnia y bajas pasiones. Podemos hacer referencia a las historias ideadas por las Bronte desde la mil veces adaptada “Cumbres Borrascosas” de las que habría que escoger por encima de todas la de Wyler con Lawrence Olivier y Merle Oberon ( los mejores Heathcliff y Cathy), también “Jane Eyre” ha tenido muchas adaptaciones y la mansión es casi un personaje más., destaquemos si acaso la versión de Orson Welles y Joan Fontaine. Y si aparece la Fontaine, es imposible que hablando de mansiones no digamos nada de Manderley, el personaje principal de “Rebeca”, alter ego de la propia fantasmal protagonista. Otra mansión con secreto seria “El castillo de Dragonwyck” cuyo post no muy lejano me animó plantearme el transversal. Y hablando de mansiones ( y alrededores) míticos habría que mencionar a Tara y toda su carga de orgullo sureño. También llamativa es la otra casa cuya caída está envuelta en fenómenos casi sobrenaturales muy del estilo de su creador Edgar Allan Poe, “La caída de la casa Usher”. Si hablamos de mansiones de alto nivel y rancio abolengo hay que señalar la maravilla de “Lo que queda del día” y su relato de lo que significa el deber, la sumisión, la conciencia de clase, y maravillosos sentimientos contenidos, que grandes Hopkins y Thompsom. Otra mansión de señoritos y sirvientes sería la de “Gosford Park” de Altman con crimen a lo británico. Por haber hay hasta mansiones de miedo, desde las hispánicas de “El orfanato” o “Los otros” hasta el castillo que en los Cárpatos tiene un tipo llamado “Drácula”. Y si hablamos de vidas suntuosas y elegancia aristocrática no podemos olvidarnos del Príncipe de Salina y del hermoso marco en “El Gatopardo”.
Hay muchas más, me falta memoria pero sobre todo tiempo
En realidad, las mansiones de las películas vienen a ser espejo de los caracteres de quienes las habitan o de sus dramas. Como decíamos, las hay con misterio, películas intrigantes, de habitación cerrada y con secretos de antaño. Las hay orgullosas, altivas, de señoritos egoístas y tiránicos. Las hay suntuosas, de elegantes fiestas, bailes de organdí y miriñaques, de caballeros de smoking y guantes blancos, miradas de vals y pañuelos descarados. Son el microcosmos de nuestras historias preferidas, miramos a través de sus ventanas y gozamos y lloramos en sus salones.
A ver si vuelvo pronto, abrazos. Carpet.

César Bardés dijo...

Bueno, Carpet, asumo perfectamente que el trabajo o las cosas diarias consuman tanto tiempo que no se tengan ganas de dejar algun comentario, o de discutir sobre cine o de dar una opinión. Es lógico y normal. Hay veces que uno tiene que debatir porque le dejan 40 comentarios y hay veces que vale más ayudar con el silencio y eso lo intento y no siempre lo consigo. Lo importante es que os entren ganas de leer, aunque sea de pasada, lo que me atrevo a poner en mis artículos y con eso me siento ya suficientemente pagado.
Quizá el problema de "Página en blanco" fue que en su día fue considerada una comedia "demasiado teatral", con apenas cinco personajes, con un humor muy, muy afinado pero muy, muy poco evidente. Por mi parte te puedo decir que es una película a la que me gusta volver de vez en cuando porque me río mucho con Grant, con Simmons y con Mitchum, menos con Kerr que, quizá, es el personaje más dramático. Es por ello que es una comedia estilo Noel Coward, que exige estar muy atento a los diálogos más que a las situaciones (que es lo que más mola) y a la situación se presta a la risa en una sola ocasión. Entre otras cosas, parece ser que Grant ya estaba empezando a pensar en retirarse, Mitchum nunca estuvo satisfecho de la película porque sintió que era un mero comparsa de Grant (algo que es totalmente falso pues su personaje tiene entidad y mucha gracia en algunos momentos), Simmons se hundía en el alcohol y también estaba pensando seriamente en alejarse de las cámaras aunque, en contrapartida, su papel es el más usualmente divertido (está fantástica, simpática, metomentodo, me parto en una escena en la que Grant, Mitchum y Watson tienen las gafas puestas y ella huye espantada gritando "¡Aaaahhhh! ¡A todos les han salido gafas!". La crítica en su momento la calificó como un elegante tostón y a su fama no ayudó precisamente que tan cercana en el tiempo estuviera "Charada", mucho más en la línea de los gustos del público y que incorporaba comedia, suspense, misterio y encanto. Además, Donen también venía de hacer un éxito de una obra teatral que había sido un completo fracaso como "Indiscreta", también con Grant y Bergman y, en este caso, Donen escogió una obra de éxito que no funcionó tan bien y yo creo que las dos películas han solapado un poco los méritos que "Página en blanco" pudiera tener. Lo que sí es cierto es que es una comedia muy sutil, no apta para todos los paladares pero que yo recomiendo por su exquisitez, por la capacidad de hacernos reír con apenas un gesto, por unos diálogos tan agudos como frescos e ingeniosos (ahí es donde está la verdadera comedia de la película) y por una utilización de espacios realmente inteligente en una mansión que es un museo.

César Bardés dijo...

En cuanto al transversal de mansiones, estupendo y muy completo para hacerlo a salto de mata. A mí se me ocurre el recurso tan repetido del terror en mansiones escalofriantes como "La casa encantada", una de mis películas de terror favoritas, de Robert Wise; o "La leyenda de la mansión del infierno", de John Hughes, con Roddy McDowall y Clive Revill intentando desentrañar los misterios de los fantasmas. Por otro lado, es fundamental la mansión de "Encadenados" como centro de la trama; o de la muy poco afortunada "Atormentada". En Bergman podemos encontrar la inquietante mansión que es jaula de sueños en "La hora del lobo" (es una película que me produce un mal rollo de narices), la mansión importantísima de los Ambersons en la inigualable "El cuarto mandamiento", de Welles; la impresionante mansión de Andrew Wyke en ese juego de humillación que se disputa en "La huella", de Joe Mankiewicz, o la mansión fingida que erige Cecil Fox en la maravillosa "Mujeres en Venecia", la terrorífica mansión que esconde "El pozo y el péndulo", la mansión claustrofóbica, donde se cuece el poder y la depravación de "La caída de los dioses", de Visconti; las mansiones que se vacían y se llenan con los más espantosos crímenes planeados de las dos primeras partes de "El padrino" (me parecen fundamentales en los tratamientos de los espacios, la primera cálida, con un sabor especial. La de Nevada muy fría, mucho cristal, modernidad y un claro reflejo de la personalidad que ha adquirido Michael Corleone). O esa otra mansión, maravillosa, en pleno campo, que es un nido de bajezas de la alta sociedad en la extraordinaria "La regla del juego", de Jean Renoir. Da para otro libro, sin duda. Las mansiones de cine o cuatro paredes para una historia

Anónimo dijo...

Raudo, de nuevo...No faltan ganas, ni mucho menos. Los quehaceres obligan y este es un lugar lujoso donde tampoco es elegante dejar tres frases huecas y cuatro adjetivos. Hablo por mi pero a lo mejor también por otros. Y si te das por pagado por que te leamos, Hhacienda se va a forrar con tu salario.

Y ya quereentro, amplio lo de las casas y mansiones.
Ostentosa, recargada, de nuevo rico , sin clase pero bella, como muestra de ser el que la tiene más grande, la casa de Al Pacino/Tony Montana en "El precio del poder", la casa como la chica, (preciosa Pfeiffer una vez más) simbolo del arribismo. La versión paleta-cañí Javier Bardem en "Huevos de oro".
Festival de casas de campo inglesas, lugares de descanso y alcurnia de la nobleza europea en "Orgullo y Prejuicio" para goce de Keyrah Knigthly ( quizá su mejor papel); en "Sentido y sensibilidad" para disfrute de Emma, kate, Hugh, Allan...; y a la francesa en esas "Amistades peligrosas" y otra vez preciosa Madame de Tourvel-Pfeiffer.
Hay casas-mansiones sureñas que también alimentan pasiones de calores y fuegos en como en "El largo y calido verano" con un pirómano Paul Newman incendiando plantaciones y corazones. Casas blancas de grandes columnas de grandes terratenientes, como en "Parrish".
Mansiones aristocraticas también hubo en España, desde la de los altivos selores de "Bearn o la sala de las muñecas", hasta la decadente de "Viridiana" o incluso esa casa de campo regentada por un cornudo Agustín González a costa del señorito Juan diego que la usa para sus pasatiempos festivos, la caza y las mujeres en "Los santos inocentes".

Hay y habrá mas. Carpet.

César Bardés dijo...

En todo caso, gracias por dedicar unos minutos a dejar alguna de tus impresiones o de tus magníficos transversales.
Siguiendo con mansiones (claro, cada vez es más difícil encontrar). Siguiendo con Buñuel, tendríamos la casa austera del señorón de Toledo en "Tristana", o la casa, terrible como un personaje más, en "El ángel exterminador" que no deja salir a los personajes atrapándolos en unas garras invisibles. Tenemos la mansión esplendorosa primero, en ruinas después, de "Lo que el viento se llevó", o esa mansión fantasmagóricamente divertida de "La torre de los siete jorobados" de Neville; también podríamos citar la fascinante mansión del "Drácula", de Coppola, o la increíblemente aterradora mansión con secreto incluido de "Al final de la escalera", de Peter Medak; o la casa pulcra y ordenada de "El mundo de George Apley"; la mansión de los 7 enanitos de "Bola de fuego" o su "remake", "Nace una canción"; la mansión donde se cuece una conspiración de un asesinato consumado y otro por realizar en "Luz que agoniza", de George Cukor; la impresionante mansión de un hombre que dejó corromperse su alma en "El retrato de Dorian Gray", de la que tendremos innecesaria y seguro que decepcionante nueva versión en breve.
Así a bote pronto, mansiones de sueños y de pesadillas.

Anónimo dijo...

Cierto "Al final de la escalera" influencia clara de "los otros" reconocido por el propio Amenabar. Y victoriana es esa mansión trampa también en "La escalera de caracol" temible, terrible, apasionante.
No es mansión pero, para nosotros los humanos españolitos tan dados a los pisos, casi...la de "Poltergeist" y algo más acercado sería el caserón cercano a un perdido motel regentado por un apocado muchacho al que constantemente importuna su mamá en "Psicosis". Y otra caso con más secretos, misterios y miedos de los que sería deseable es la de Davis y Crawford en "¿Que fue de Baby Jane?"
Y si nos tenemos que echar unas risas os podiamos ir a la de "Los Blandings ya tiene casa" o a la menos interesante de Tom Hanks "Esta casa es una ruina".

Las casas tiene su historia, su vida y sus recuerdos, personalidad propia y arrugas en los muros. Lo que allí sucedió allí queda, algunos de nosotros lo sabemos, lo hemos visto.

Abrazos, Carpet.

dexter dijo...

Ummm, casas, mansiones y cine, qué temazo que diría aquel. Bueno, la verdad que yo también ando más liado que las sandalias de un romano, pero vaya no puedo sucumbir a semejante tentación. Así que si me lo permitís voy a convertirme por unos minutos en un improvisado agente inmobiliario y voy a enseñaros algunas de los inmuebles que la Historia del Cine ha puesto a nuestra disposición y figuran en nuestro catálogo:
Desde luego si su presupuesto es bajo y sus rentas sólo equiparables a las que presenta por ejemplo el president Camps, le ofrezco este coqueto apartamento situado en una de las más céntricas zonas de Nueva York, 60 m2, baño, cocina, salón, una habitación, ideal para solteros. Vigile no poner la música muy alta por las noches y sobretodo dejar la llave debajo del felpudo antes de marcharse. Razón, preguntar por C.C. Dexter.
Claro que si lo suyo son las mansiones lujosas y de estilo colonial, le recomendaría echarle un vistazo a este viejo caserón situado en el 1011 de Sunset Boulevard. Dotado de jardín, piscina, 2 plantas, dispone hasta de sala de proyecciones, adentrarse entre sus paredes es como adentrarse en el propio Cine. Razón: preguntar por Norma Desmond.
Ah, qué es usted un mitómano empedernido y que le gustaría vivir en la casa donde ha vivido alguno de sus ídolos. Bueno, nos queda este viejo caserón semiderruido y lleno de misterio en el que a decir verdad no vivió nadie famoso aunque se cuenta que el mismísimo Truman Capote estuvo a sus puertas. Razón: preguntar por Boo Radley. Vaya, ahora que lo pienso, si de verdad quieren contar con Capote como anfitrión hace poco que nos ha entrado este otro caserón victoriano. Nos cuentan que la cena que mantuvo en tiempos el escritor con los cinco detectives más famosos de la época fue gloriosa. Razón: preguntar por Lionel Twain.
Todavía no hemos dado con lo que necesita, veo que es usted amigo de emociones fuertes. Le voy a invitar a ver este caserón rehabilitado de Colorado que en su día fue un lujoso hotel. Lo malo es que durante el invierno hay peligro de fuertes nevadas y corre el riesgo de quedarse aislado… y volverse un poco majara. Cuidado con los amigos invisibles y la leyenda de las gemelas del pasillo. Razón: preguntar por Jack Torrance.
Y para el final le he dejado lo mejor y nuestro último grito: la casa portatil, la casa que va a donde usted quiere ir. Y no se preocupe por el precio, basta con atar al tejado un par de miles de globo y poner rumbo hacia su destino favorito ¿Venezuela? Pues Venezuela, oíga, no lo vamos a dejar por poco. Ideal para pensionistas, jubilados y boyscouts de gran corazón. Razón: preguntar por Carl o Rusell.

Y bueno mañana supongo que estaré en condiciones de mostrarles otro caserón, el de Shutter Island.

César Bardés dijo...

Vamos ampliando y reduciendo espacio en esas mansiones que, en principio eran grandes y hechas de madera crujiente y alfombras expectantes. Muy buenos apuntes dados por los dos. Ay, ay, ay, que me veo haciendo un libro en el que firmamos los tres sobre casas con caso en los anales del cine. Al cabo, voy a hacer un pequeño inciso. Es muy curioso comprobar cómo la estructura de "El apartamento" de C.C. Dexter coincide misteriosamente con la estructura de los apartamentos que exhibe el director de tan eminente obra en películas como "En bandeja de plata" o "La vida privada de Sherlock Holmes", tal vez porque el director artístico, Alexandre Trauner, era el denominador común. En cualquier caso, afinando un poco más el tema inmobiliario podríamos trasladarnos al Palacio Real de Madrid para recordar "Nicolás y Alejandra" como trasunto del Palacio de Invierno de los Zares; o "Capricho imperial" de Josef Von Sternberg con Marlene Dietrich de Catalina la Grande. Podríamos trasladarnos a esa fascinante mansión congelada en el tiempo y en la nieve que Gil Parrondo, nuestro tesoro nacional, nos regaló en "Doctor Zhivago"; o la mansión en la que se citan a unos cuantos extraños con un crimen que esconder en "Diez negritos", versión de René Clair, por supuesto. O la amplitud de espacios que nos regala esa pequeña obra maestra de Carol Reed que es "El ídolo caído", con mayordomo incluido. O, ya que hablamos de hoteles, ese infierno en llamas, mitad sórdido, mitad fóbico que los Hermanos Coen nos regalan en la maravillosa "Barton Fink"; o el manicomio gris y opresivo de Samuel Fuller en "Corredor sin retorno"; o de Milos Forman en "Alguien voló sobre el nido del cuco".
Es cierto, Carpet, las casas tienen arrugas y muchas de ellas las hemos dejado ahí nosotros mismos, como queriéndonos aligerar de las grietas que nos convierten en yeso y espera.
Ya se te echaba de menos, Dex.
Repito, tranquilos. Que asumo perfectamente que cada uno tiene muchas cosas que hacer en esas vidas que, seguro, son también mansiones.

Anónimo dijo...

Bueno, me sabe algo mal, pero en casa del herrero cuchillo de palo...¿Acaso no habíamos de mencionar esa casona-hospicio que tan buenos recuerdos nos trae?...si hombre, esa con tan importantes habitantes, los principes de Maine y reyes de Nueva Inglaterra en "Las normas de la casa de la sidra".
Y si hablamos de casas personaje o escenarios singulares, Hitch nos viene al pelo con el apartamento de planos secuencia de "La soga" o el de la amenaza escondida de "Crimen Perfecto". Tambien "Voces de muerte" es claustrofobico por cuanto ni siquiera tenemos una casa entera sino una sóla habitacion, cama y mesilla con teléfono.
Y si en lugar de una casa nos ponemos en una abadia, tendríamos que hablar obviamente de la importancia capital que esta tiene en "El nombre de la rosa". Y otra casa protagonista es la nueva mansión de Jodie Foster, que tiene hasta "La habitación del pánico" ( ¿puedo decir que no me gustó nada?).

Y aprovechando el inciso, hay una época del cine ( en general americano) en que el mundo mezquino y algo cutre de personajes perdedores sin remedio se reflejaba en escenarios pequeños, grises y algo agobiantes,tal y como has mencionado en las pelis de Wilder, Wins, pero yo incluiría alguna más, desde el apartamento compartido de "Una pareja chiflada" hasta el pequeño piso inicial de una actriz en paro en "Imitación a la vida", pasando claro está por el claustrofobico y sudoroso semizulo de "Un tranvia llamado deseo". El triunfo, la vida feliz, el futuro abierto lo dignificaban en mansiones en espacios abiertos o cuando menos viviendas unifamiliares con porche y jardín.
Y por añadir algo más, hay casas que son más por lo que representan que por lo que se nos muestran, y entre las principales esta la mansión de un pobre tipo que lo consiguió casi todo llamado "Ciudadano Kane".

Abrazos, Carpet.

dexter dijo...

No es para menos, Wins, lo de la relación entre los personajes de ficción y el espacio que habitan no da para un libro sino para varios y hasta incluso para una tesis doctoral. Acabo de recordarme al respecto que me han salido un par de unifamiliares que se me han quedado vacios y los tengo a la venta. Los dos muy amplios, muy luminosos y a muy buen precio. Es que pertenecía a dos parejas que les salió la cosa fatal a los pobres. En el primer caso, al marido se lo cargó un vecino que era un facha porque se creía que se estaba cepillando a su hijo, aunque en realidad de quien estaba pillado era de la amiguita de su hija. La segunda casa está en un bonito lugar llamado Revolutionary Road. No debería contar lo que les pasó a los pobres que vivían allí, al fin y al cabo, al final nadie se acordó de ellos. Razón de las dos viviendas: preguntar por Sam Mendes.

dexter dijo...

Para que luego digan que el entorno no condiciona. Me acuerdo de unos clientes que tuve, los Rose, se llamaba, que se querían mucho y tal. Poco a poco empezaron a llevarse fatal hasta el punto de que trazaron una línea infranqueable que dividía la casa en dos y que marcaba el territorio de ambos. Los pobres también tuvieron un final desdichado que no contaré por no perjudicar el negocio. Está en venta y a muy buen precio, alguien la quiere?

Bueno, creo que me he pasado metiéndome en el papel. Mañana será otro día.

Anónimo dijo...

No es que te hayas pasado metiendote en el papel sino que has osado intenar vendernos la casa de una compañera, lamentablemente viuda pero aun de muy buen ver, llamada Annette Bening ( Penintenciacite...)

Carpet

dexter dijo...

Aunque la respuesta es digna de un libro de visitar o de cualquier sitio menos este, te dire que también he optado por eludir lo que fue de la pobre Annette tras la tragedia.

César Bardés dijo...

Ay, chicos, no me extraña que la burbuja inmobiliaria nos estallara en la jeta con tanta finca disponible. Los espacios escénicos son tan básicos en la realización de cualquier película que podríamos estar hablando sobre ellos tanto que batiríamos el récord de comentarios de este blog (que, creo, está en 48). En el escaparate deberíamos meter también la casa de diseño de Frank Lloyd Wright que sale en "Con la muerte en los talones", o también la insultante casa de rico que luce Toshiro Mifune en esa auténtica joya del cine que es "El infierno del odio", de Akira Kurosawa; o la típica construcción inglesa de aire levemente humilde que alberga músicos y ladrones, o ladrones músicos de "El quinteto de la muerte"; o la mansión de Mark Rutland, millonario en pos del amor (y del sexo) en "Marnie"; o el increíble manejo del espacio escénico en un montón de apartamentos vistos a la vez cual "13 Rue del Percebe", en "La ventana indiscreta"; o el castillo algo lúgubre y maloliente de "El león en invierno"; el exótico palacio de paz en una ciudad prohibida y aislada de "El último emperador"; o la mansión con campo de tenis cubierto, testigo de un baile soñado de "Sabrina"; o el apartamento escenario de alucinaciones etílicas de "Días sin huella"; o la increíble mansión modernista (y ésta sí que es un personaje más) de "El guateque"; o el piso equivalente al deseo que supone tanto "La llave", de Carol Reed, como "El último tango en París", de Bertolucci; o la encantadora mansión campestre del asesino de mujeres que Chaplin luce en "Monsieur Verdoux"; o la elegante mansión de "El caso Winslow", de Mamet; o la mansión de diseño que, en clave de coña marinera, nos ofrece Louis de Funes con la colaboración de Edouard Molinaro en "Oscar"; o el increíble ático de "Un rostro entre la multitud", de Elia Kazan; o la mansión colonial y calurosa de "La sirena del Mississipi", de Truffaut; o la impresionante fotografía, única en su especie, que Fritz Lang nos propina de una mansión al borde de un río en "House by the river". Son caras, pero de primera calidad, hay que reconocerlo.
Ah, y por cierto, yo tampoco enloquezco con "La habitación del pánico". Es más, leí no sé dónde que Fincher era el más grande de los autores contemporáneos y como yo soy un rarito de narices, la única que me ha gustado de él ha sido "Seven" y me parece más una obra de guionista que de director. ¿Se me está empezando a oscurecer la mirada?