viernes, 12 de febrero de 2010

PRECIOUS (2009), de Lee Daniels


Hay personas de las que emana una rara luz interior incluso cuando su destino es un paseo inexorable por la desgracia. Son como ángeles de gran carcasa que lo ignoran todo pero que, por otro lado, lo saben todo porque han conocido el dolor muy de cerca. Son inteligentes, pero aceptan sin pestañear los repetidos golpes de la miseria. Y existen palabras que para ellas dejan de tener significado. Palabras como violación, enfermedad, desprecio, odio, abandono, nada, cero.
Y entonces, sin ninguna conciencia, comienzan a asumir la resignación como forma de vida, como un sumidero de agua sucia que ha sido construido precisamente para eso y que no puede cambiar las condiciones que son pura rutina al otro lado de la educación, más allá de la frontera de lo permisible, en los alrededores del deseo de morir.
Con todo, no dejan de emanar esa luz. Es como una especie de brillo que hace que podamos pensar que son personas diferentes, que no son como las demás, que tienen un futuro que no ven y un pasado que no dejan de ver. Son cuentos imaginados, moralejas no aprendidas, melodías de abandono en un entorno que no se preocupa en absoluto de intentar descubrir su talento, su luz, su grandeza. Ese entorno sólo ve que son gordas, o feas, o que se han buscado la desgracia, o que la fortuna huye de ellas porque huelen mal, huelen a infelicidad.
Sin embargo, la vida está hecha de cruces de acera, de escaleras subidas y de traiciones anunciadas. Y lo mismo que da un bandazo para un lado, lo puede dar para otro. Y siempre hay un ángel, no importa si gordo, feo, tonto o inútil, que está dispuesto a cuidar de lo que más ama.
Muchas son las oscuridades por las que se mueve esa película. Visitamos la sordidez y la bajeza. Hacemos parada obligatoria en el perdón y en la incompetencia que puede llegar a dar un título. Tomamos un refresco en los pétalos de una flor que se va abriendo en medio del asfalto y en un cuaderno con todas sus hojas por escribir. Y la verdadera luz que refulge con su tiza en las manos es la de Paula Patton en el papel de la profesora de la protagonista, Gabourey Sibide. Y en el piso de abajo, viendo la televisión nos encontramos con Mo´Nique en un papel cuyo mérito reside en visitar registros extremos, en mirar con un odio incontrolado y dejar adivinarnos que hay algo de ternura reprimida, en crueldad ignorante y asistir a la evidencia del acomodo de una vida condenada al trago y a la indiferencia. Con ellas tres, la película se eleva a alturas de feminidad, de sabiduría atisbada en el barranco que siempre supone cualquier mujer. Además de todo ello, no cabe duda de que Lee Daniels realiza una historia sobria, con ocasionales visitas a la facilidad de unos sueños que nunca se van a cumplir y que, quizás, constituyen su mayor error. Por el contrario, se esfuerza en hacer que no sintamos pena, ni horror, sino tan sólo algunos instantes de humanidad sentida, breves momentos de solidaridad hacia alguien que se ha visto castigada por algo que cree que es el amor. El de una madre, el de un padre, el de un hijo, el de una maestra, el de una compañera. Ella, al fin y al cabo, es la auténtica estrella de su vida, la única protagonista. Y debe buscar aquello que ansía para que, al menos, pruebe algunos sorbos de la desconocida felicidad. Ella es preciosa.

40 comentarios:

Scarlett dijo...

Qué gran belleza de artículo.

César Bardés dijo...

Entonces éste estará mejor escrito. Gracias por juntar cinco palabras que tanto reconfortan.

dexter dijo...

Bueno pues si te tienes a bien volveré al tema de las emociones y los sentimientos que nos provoca el cine que tan de moda parece haberse puesto en este santo lugar. A ver, se supone que esta es una historia real - en el sentido de realista- cercana, de personajes de carne y hueso, de esas películas que más que un sesudo análisis de la crítica necesitarían un dejarse llevar más por el corazón. El caso es que yo aquí veo a dos personajes muy potentes -en todos los sentidos de la palabra- pero una historia que tiene escaso desarrollo. Se supone que yo como espectador tengo que sufrir, que emocionarme, que soñar, que pensar como esta chica y no lo hago. No sé si me estaré volviendo un insensible o que el director no me ha sabido contar bien lo que quería contarme. Porque como dices bien - y aunque tenga a su favor el arma de la honestidad y la sinceridad- este hombre recorre muchos lugares comunes ya vistos en este tipo de películas. Y recorrer lugares comunes ya hemos visto que es un riesgo y requiere mucho tacto, un riesgo que quizá sólo pueden correr gentes como Clint Eastwood por ejemplo.

César Bardés dijo...

Fíjate, y perdona por la discrepancia, que yo no creo que el director quiera ni que sientas, ni que sueñes, ni que te identifiques con la chica porque, al fin y al cabo, no creo que esos "lugares comunes" que tanto os gusta nombrar nos toquen ni de cerca con respecto a su entorno y a sus condiciones de vida. Ella tampoco es especialmente simpática. Es humana. Y yo creo, aunque por supuesto puede que me equivoque, que Daniels sólo quiere exponer un historia de un empuje pequeñito que viene de alguien a quien consideraríamos gorda, fea y tonta con sólo verla. Yo, particularmente, ni siento, ni sueño, ni siquiera me emociono con su historia. ¿Que es una visita a la marginalidad? Sí. ¿Que el cine ha tratado la marginalidad en múltiples ocasiones? Sí. ¿Que tiene escaso desarrollo el argumento? Yo creo que, en esta ocasión, como tu bien dices, el desarrollo del argumento viene dado por el mismo desarrollo de los personajes. Cómo nadie puede ser preciosa. En los años que dediqué a la enseñanza (que fueron diez), yo me encontré con gente así, que hablaban exactamente igual, que no te decían qué es lo que pasaba en sus casas pero que, como profesor, suponías que debía ser algo terrible. He tenido alumnas que se han quedado embarazadas, alumnos que han muerto poco después de que yo les diera clase por sobredosis (y no creas que no tengo un cargo de conciencia enorme por no haber sabido hacer algo más), alumnos que pegaban a sus padres, padres que intentaron un soborno conmigo para que aprobara a su hijo. Y te aseguro que todos intuimos que todo eso puede existir, pero cuando lo vives todo aquello puede ser de todo menos común.

Scarlett dijo...

Puedo juntar muchas más (palabras). Pero, como dice la Biblia, decir de San José que era "un hombre bueno" lo dice todo, no hay que añadir nada más.

Scarlett dijo...

Y, si tantas dudas tienes de que no me gustas,piensa en esto:
Mi trabajo y mi vida personal, en los últimos tiempos, me han alejado del CINE, de la crítica, de la prensa, de mi propio blog, de toooodos los blogs de amigos, de toooodos los foros que frecuentaba. Sin embargo, vengo aquí, cuando puedo, y sólo aquí.

Y me conoces, no hace falta que te esté dando estas explicaciones. Has sido mi fuente de inspiración para muchos de mis artículos, mi fuente de enseñanzas.... no sé ni cómo te da por decir lo que estás diciendo.

César Bardés dijo...

En todo caso, nuevamente, gracias. Como sigáis así van a creer que soy yo que entro con diferentes nicks y me pongo a mí mismo por las nubes. Ojalá yo fuera "un hombre bueno".

César Bardés dijo...

No lo tomes por un ataque porque no lo es. La vida bandea a su antojo y nadie sabe si yo, dentro de dos meses, tendré que dejar el servicio activo o si seguiré (con esto no quiero decir que en el horizonte tenga algun nube de cambio). Y es más, qué coño, no he tenido ninguna duda sobre si te gusta lo que escribo o no. El hecho de que tu prefieras una dirección diferente en la escritura de tus artículos (que debo decir, muchos de ellos, fallidos, pero muchos de ellos, también, muy buenos) no significa que yo piense que no te gustan mis letras. Yo no pienso nada, te agradezco que entres y que dejes tus comentarios. Algunos, como a todos, brillantes, otros, como a todos, algo menos. Valoro en lo que vale que perdáis cinco minutos de vuestro tiempo en discutir un concepto, una opinión o una visión de la película que propongo o de cualquier otra cosa relacionada con el cine. Ése era uno de los objetivos de este blog y vosotros hacéis que esté muy vivo. Así que, por la parte que te toca, no te sientas ni censurada por lo que yo piense o deje de pensar, ni creas que yo supongo que tu sabes que...no, yo no juego a eso nunca y también deberías saberlo.
En todo caso, sigo dándote las gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Bueno, los lugares comunes de Dexter son puramente conceptuales, claro está. Pero yo entiendo que hay varias formas de acercarse a esos lugares, podemos mirar desde la ventanilla de un autobus turístico o podemos convivir con la pesadilla durante un tiempo. Lo primero nos da una visión sin emociones, lo segundo nos dejará marcados.
Otra cosa es que uno ya lleve su equipaje y con la sola presencia de ciertas miserias, recuerde y reaccione ante el recuerdo. Dexter y yo tal vez tengamos noticias de lo que se nos cuenta, pero tu lo has vivido (o cosas similares). Parece claro que la película no tranmite más emociones que las que emanan de vuestras propias vivencias. Tal vez esa fuera la pretensión del director, pero yo también creo que lo suyo es intentar llegar al corazón.

Abrazos, Carpet.

César Bardés dijo...

Pues me reafirmo en que no creo que el objetivo de Daniels sea llegar al corazón. En ningún momento se me saltaron las lágrimas ni nada de eso. Los sentimientos que te inspiran la película son más cercanos a la presencia del valor cuando se tiene todo en contra. Además corre el riesgo ya mencionado de que el espectador "normal" (y a ver lo que entra en esa palabreja) no se puede identificar con ninguno de los personajes que salen en la película. Daniels quizá quiere dar a entender un mensaje de que todos somos iguales a pesar de que seamos diferentes. Una persona culta y formada puede llegar a sentirse tan desgraciada como lo es la protagonista de la película. Ni siquiera, creo, quiere inspirarnos pena. Sólo quiere constatar que eso existe, aunque los demás intuyamos que existe (y ahí es donde, tal vez, esté el "lugar común"). La desgracia, para esta chica, es un estilo de vida, es lo que tiene todos los días y nosotros no hemos experimentado eso, no sabemos lo mal que se puede llegar a sentir alguien que vive así y tampoco sabemos cuál es la pérdida que un ser humano sufre cuando se acostumbra a vivir así, sin un atisbo aunque sea pequeñito de rebelión. Nótese que ella, igual de marginal que su madre, jamás, en ningún momento, opta por la violencia a pesar de que tiene razones más que suficientes como para acudir a la violencia como modo de desahogo o de expresar su rebelión. Ella busca salidas y lo hace desde una perspectiva tan pequeñita que yo creo que sin emocionarte (y, personalmente, creo que es una de las grandes bazas de la película el llegar a la emoción y podría haber llegado sin problemas a través de su cariño a los hijos), por lo menos, hace que te preguntes si los acontecimientos no te sobrepasan socialmente, si todo lo que hacemos no es insuficiente. Creo que ahí está el centro de lo que quiere decir aunque puede que esté mediatizado por una visión en la que pude vivir de cerca algunos problemas muy grandes.

dexter dijo...

Pues no sé qué sentido entonces puede tener contar una historia de personajes como ésta, pretendiendo que no te afecte lo más mínimo y que ni siquiera sientas la más mínima empatía por sus protagonistas. Y no sé, si incurres en cierta contradicción. cuando dices que los "lugares comunes" que visita la película no nos tocan ni de cerca ni con respecto al entorno ni a sus condiciones para añadir a renglón seguido que te identificas con algunos escenarios y personajes que aparecen en la trama en este caso desde tu experiencia como docente luego en parte me estás dando la razón, que es una historia que a pesar de cierto tremendismo persigue la catarsis con el espectador, que llegue un momento determinado en el que digas "ah, pues yo he conocido a gente así " o " mira en el fondo tampoco soy tan distinto a estas dos". A mí esa presunta catarsis no me llega, porque no me creo a esos personajes que en fondo son la gran baza de la película, porque sencillamente no hay película, no hay historia. Y a mí al menos me llegó que sí, que el director me está pidiendo que sienta lástima por esta pobre chica, gorda, fea, antipática, violada y maltratada. Pero no la puedo sentir o si acaso puedo sentir una lástima pasajera porque sé que en el fondo no es más que cine y se me pasará mañana.

César Bardés dijo...

Cuando un reportero de guerra te emite desde un telediario...¿sientes empatía por la población? ¿te afecta más allá de los dos minutos que te dura la crónica? Otra cosa es que yo, como aportación, diga que he rozado esas situaciones desde una experiencia personal y puntual que dejó de ocurrir hace ya bastante tiempo. Yo no creo que persiga una catarsis, sinceramente, yo no salgo mejor del cine después de haberla visto. Salgo pensativo sobre toda esta gente que sufre y que lo hace en silencio (son muy significativos los silencios de ella cada vez que se la pregunta sobre algún tema íntimo). Yo sí creo que haya historia en la madre, en cómo permite que las cosas se desmanden por el miedo al desamparo y que, con el tiempo, transforma en unos celos totalmente agresivos. Siento ser tan aséptico, pero yo no vi a nadie en el público que saliera emocionado, ni conmocionado (y la sala estaba llena). A mí tampoco me da lástima esta chica. A mí lo que me produce la película es la conciencia de que todo lo que hagamos los demás es poco, porque todo nos sobrepasa, son cosas que no entendemos y que, además, no nos preocupamos por entender. Aunque quizá esto sea otra contradicción.

Anónimo dijo...

Esto de jugar sin balón no está bien, pero como parece un debate puramente acdemico me atrevo a meter baza. No es necesario que sintamos q1ue podemos hacer algo o no, que comprendamos o no, pero si es importante ( no necesario ) que sintamos empatia, que nos solidaricemos, eso tal vez consiga que seamos mejores personas.
Dices lo de las noticias de los telediarios y es cierto, pero el cine es otra cosa. E incluso como noticiable, como camara de testigo llegamos a emocionarnos, ¿recuerdas a la miña Omayra de la tragedia del volcán Nevado de Ruiz?. La erupción era una noticia más, una de tantas de catastrofes lejos de nuestras vidas, sin embargo asistimos a la agonia de esa niña y todos nos angustiamos y morimos un poco con ella.
Esa empatía de la que habla Dexter es necesaria, creo que contarnos algo por contarlo, sin darle contenido emotivo no tiene sentido. Si eso es lo que buscase cuando voy al cine solo vería pelis de evasión, nunca una sobre un drama social.

Carpet (el metomentodo)

César Bardés dijo...

Supongo entonces que una película como "El día más largo", no tiene ningún sentido, o "El hundimiento", película por la que no sientes empatía absolutamente por nadie. Y no es, sobre todo en el último caso, precisamente cine de evasión. La dificultad de una película como ésta es precisamente esa misma que vosotros denostáis. Daniels no quiere en ningún momento que sintamos esa palabra tan despreciada que es "compasión". En el caso de Omayra eso no fue una crónica periodística, fue un caso puntual con una protagonista que no era más que una niña y que impresionó aún más por el extraordinario valor que demostró. Ahí había una película. Creo que el afán de "Precious" es puramente divulgativo e, incluso, acusador. No somos capaces de ayudar por muchos títulos y mucha cultura y mucha mierda que tengamos porque todos esos acontecimientos nos sobrepasan. Seamos sinceros, cuántos de nosotros dedican, no ya dos horas, sino dos minutos al día en pensar en esas personas tan necesitadas? Ni siquiera son personas que nos caen bien. ¿Eso indica que son menos preciosas? Quizá no tienen precio por su voluntad, por su capacidad de resistencia, por su sentido de la responsabilidad. Quizá estén demasiado devaluadas porque las manos que las echan sean insuficientes y lo tomamos como que rechazan la ayuda. No es que la rechacen, es que no les sirve. Creo, además, que la película está total y absolutamente dirigida a la escena final en la que se refleja la impotencia de la asistente social. Precious deberá vivir el resto de su vida con la carga de la crueldad que se ha vertido sobre ella y nadie, ni el Santo Job, podrá ayudarla en eso porque, sencillamente, no sabemos. Ella sí sabe.

Anónimo dijo...

Bine, puede que tengas razón en esta última reflexión, pensaré en ello en mis desvelos.
Aunque no esté muy de acuertdo en los ejemplos cinematográficos que has puesto. Si acaso ya lo debatiremos con más tiempo la semana que viene.
Buen fin de semana.
Abrazos. carpet.

César Bardés dijo...

Los ejemplos cinematográficos van únicamente referidos a la empatía (que sí es cierto que muchísima gente si no siente empatía por alguno de los personajes que sale en la película, se ven defraudados porque no tienen nadie con los que identificarse). Además son ejemplos a botepronto y fácilmente desmontables. Si analizamos un poco, veremos que Precious es gorda y fea ¿cuántos protagonistas de una historia hemos visto que sean gordos y feos? ¿sentimos empatía por ellos salvo por el hecho de que suelen ser siempre el vecino simpático del protagonista? De hecho, y ya algo más pensado, tenemos un drama social en una película titulada "Los jóvenes salvajes", de John Frankenheimer. Ahí tenemos empatía curiosamente por la persona que está fuera del círculo social en el que se mueven los retratados, es decir, por el abogado que representa Burt Lancaster y que intenta ayudarles. Pero por los ayudados...no sentimos nada, no nos sobrecogen el corazón con sus problemas (el abogado no tiene problemas, no se ve retratada su vida y, de hecho, comienza cogiendo el caso como algo rutinario y termina tomando conciencia del enorme problema de la marginalidad aunque su ayuda es escasa). Y la ves y prefieres quedarte con el personaje acomodado, el tipo que podría hacer eso como podría hacer cualquier otra cosa. Y el problema sigue ahí.
En todo caso, ya te digo, es sólo un punto de vista tan válido o tan rechazable como cualquier otro. Puede, no lo niego, que los que tengáis razón seais Dex y tu.
Abrazos y buen fin de semana.

Scarlett dijo...

Un debate muy interesante. Me cuadran más las explicaciones de César. El problema es ir buscando lo que no hay. Quiero decir que mal vas (entiéndase mal vamos todos) si no entiendes el verdadero mensaje de una película. Analizarla es bien difícil.

César Bardés dijo...

No creo que sea ir buscando lo que no hay sino, más bien, intentar entrever las intenciones del creador a la hora de hacer la película. Yo puedo tener razón, pero quizá no la tenga. Como bien dices, analizar una película desde ese punto de vista es bien difícil.

dexter dijo...

En El hundimiento me están contando una historia lo suficientemente atractiva para no tener la necesidad de sentir empatia por nadie. Aquí sí la tengo, porque me están intentando contar la vida de una chica entre un millón, y que desde luego resulta mucho menos apasionante que los últimos días de Hitler. Por eso quiero que me ofrezcan un plus, algo que le dé el interés que de por si una vida corriente, una vida más no tiene. Y eso es lo que no encuentro en Precious. Y eso es lo que me gusta encontrar en las películas que no busco en las crónicas de los telediarios. Además, yo creo que el hecho de que te sensibilicen este tipo de historias no te hace ni mejor, ni más solidario, ni más guay; si acaso más cínico porque eres consciente de la mierda que te rodea y de que no puedes hacer nada para evitarla. Pero bueno es mi opinión, también opino que puede ser igual de válida y defendible como la tuya. Como siempre dices el debate y la discrepancia es buena en cuanto sirve para ampliar horizontes. Y da gusto discutir y discrepar en lugares como éste.

César Bardés dijo...

Entonces, ¿cuál es el objetivo de "El hundimiento"? ¿No es también una función divulgadora? Yo no digo que la historia de Hitler no sea atractiva, todo lo relacionado con el nazismo lo es. Pero, sin embargo, sí es verdad que siempre se ha sentido un rechazo casi patológico hacia el llamado "cine social". A mí no me gusta Ken Loach, que supongo que se dedica a ese tipo de cine, salvo "Agenda oculta" que es la menos social de sus películas. Tampoco siento empatía por ninguno de sus protagonistas de sus diferentes descripciones de la realidad social y, sin embargo, ¿él sí es válido? ¿Lo es Fernando León de Aranoa con una película tan penosa como "Barrio"? Estoy seguro que si esta película la firma Loach, la crítica estaría diciendo que qué maravilla y bla bla bla. Pero la ha hecho un señor americano y los americanos no tienen realidad social. Yo no quiero un plus. Quiero la verdad si la vocación de la película es esa. Si me va a dar emoción, probablemente, hubiese puesto a parir a la película. Si me va a inspirar compasión, también. Más que nada porque, en este caso, los considero recursos demasiado fáciles para embaucar al público. Tal vez porque yo no necesito que me hagan sentir, necesito que me hagan saber. Pero eso, por supuesto, entra dentro de las peculiaridades personales de cada uno aún creyendo que la película no quiere hacer sentir, sino que quiere dar a conocer.

dexter dijo...

Por supuesto que todo es información, solo que a veces es necesario meterse en la piel de otros para saber cómo ven el mundo, otrás no hace falta. Me hablas por otra parte de recursos fáciles pero Eastwood te gana la partida apelando a algo tan mánido como la épica del deporte y sales llorando del cine como un crío (reitero como ya hice en el post anterior que lo apela muy bien).El principal riesgo que tiene el cine social creo yo es caer en el maniqueismo y en la demagogia. Tanto a Loach como a Fernando León ya los conocemos todos y ya sabemos de qué pie cojea cada cual. Al Lee Daniels este todavía no le hemos cogido el truquillo pero esperemos- o mejor dicho espero- que en futuras ocasiones se moje más. Hombre, de momento, hasta donde yo sé la crítica no le ha tratado excesivamente mal. Y su película tiene 6 nominaciones al Oscar...

César Bardés dijo...

Un momento, un momento. Tal vez me he explicado mal. A mí Eastwood no me hace llorar por la épica del deporte, ni por ganar un partido, mucho ojo con eso y, con todos mis respetos, Dex, eso es simplificar mis palabras hasta límites bastante poco permisibles, no me consideres tan unidimensional. Eastwood me hace llorar por la valentía de un hombre que intenta por todos los medios unir a las diferentes clases sociales de un país por el bien de su propia nación, un concepto que tenemos bastante olvidado. Sigo opinando que él no se moja porque no quiere. Ilustrativa es la escena en la que la chica sueña con esa clase en la que sale Martin Luther King y Malcolm X y demás adalides de la lucha interracial como contraposición a que eso, allí en los Estados Unidos, país de las igualdades aún no está superado del todo. Es más, si te fijas, los componentes de la "clase especial" son todos pertenecientes a las minorías étnicas de ese país. Ahí Daniels, creo yo, quiere decir que después de tantas cosas, las cosas no han cambiado tanto. Y sólo expone, lo cual es totalmente lícito en un cineasta, no opina. Algo que también se echa en cara a Eastwood cuando hace una película como "Banderas de nuestros padres" cuando se espera un alegato antibélico agresivo y demás y, sin embargo, a mí me parece una excelente película. Es más, creo que "Cartas desde Iwo Jima" es grande porque también recibe el reflejo de "Banderas de nuestros padres".
En cuanto a las críticas, será que toca este año, pero yo no he visto muchas críticas valorando ni "Nine", ni "Precious", ni "Invictus", ni "Avatar"...eso sí, "The road" es la leche.

dexter dijo...

A ver que no he pretendido herir tus sentimientos y si lo he hecho te ruego me perdones porque no era mi intención. Si yo digo precisamente que Eastwood maneja muy bien esos recursos para lograr que la anécdota del partido de rugby - que en definitiva tampoco fue tanto anécdota- vaya más allá. Y creo que Clint expone pero también sugiere, cosa que para mí y subrayo de nuevo para mí, no consigue Daniels. Que no lo pretenda, eso es otra cosa, pero a mí algo que pretenda erigirse en algo parecido a una obra de arte se limite a una mera exposición de hechos no me interesa, a menos que se defina a si mismo como documental.

César Bardés dijo...

Bueno, a ver, aclaremos. Yo en ningún momento he dicho que esto sea una obra de arte, tan sólo me he limitado a exponer cuáles creo que son las intenciones del realizador. Sin duda, debo darte la razón en que él no sugiere (carece del arte de un gran director) sólo muestra y allá cada uno con sus conclusiones. Tampoco digo que sea una película redonda, porque no lo es. Y en lo que no estoy de acuerdo es en que me digas que una mera exposición de hechos no te interesa a no ser que se defina como documental...entonces vamos a quitar al neorrealismo y a todas sus ramificaciones de en medio porque eso era precisamente lo que pretendían, lo que pasa es que ahí hacían un cine de clara denuncia, mientras que aquí es un cine de clara exposición.
No pasa nada, Dex. También estamos aquí para discrepar. Hay otros mucho más unidimensionales que yo, de eso no me cabe la menor duda.

dexter dijo...

Bueno, tú lo has dicho, el neorrealismo en tanto que denuncia te exige cierta implicación emocional. Anda que no lloré yo hace poco revisando El limpiabotas.

dexter dijo...

Y de unidimensional nada, que te caneo si lo vuelves a decir.

César Bardés dijo...

Por supuesto que implica una cierta emoción que, a veces, era un mecanismo ciertamente tramposo. Para mí, y me voy a arriesgar muchísimo con esto, una película como "Alemania año cero", una película unánimemente alabada etc, etc, era muy tramposa mostrándonos la comedura de coco de un niño, lo que hace y luego su arrepentimiento trágico. En cualquier caso, lo único que yo quería destacar aquí es que un cine de exposición, esquivando las trampas, es tan válido como cualquier otro. Sin duda, puede que no llegue, o puede que llegue sólo a los que hemos tenido algo que ver de lejos, o puede que llegue en general, pero hay cineastas (y te voy a citar un ejemplo muy claro como Stanley Kubrick) que prescinden de la emoción para hacer un cine muy descriptivo pero que no exigen ni la identificación, ni la emoción.
Vale, soy un tetraedro.

dexter dijo...

Bueno, quizá lo mejor en esto sea ser no ya un tetaedro sino un dodecaedro dadas las múltiples aristas que tiene la cosa esta del cine y de las interrpretaciones de películas. Hablas por otro lado de Kubrick como estandarte de cine descriptivo que prescinde de la emoción pero pocas películas habrán generado debates tan encendidos como La Naranja Mecánica. De hecho yo fui a ver Eyes with side con una amiga y la discusión post cine por poco me cuesta la amistad. No sé si recordarás que ya hablamos del estilo frío y distante de Kubrick a propósito del estreno de Ágora de Amenábar, una peli que le pareció fría y distante a todo el mundo menos a los de este blog.

César Bardés dijo...

Bueno, Dex, la diferencia entre Kubrick y Daniels es que, digan lo que digan los expertos, el gordo Stanley era un genio, con todos sus defectos. El otro, como diría Carpet, es un menú del VIPS. Kubrick, con lo que muestra, es capaz de encender debates apasionados y, sobre todo, con su mirada incómodamente pesimista sobre el mundo. Con Daniels, evidentemente, se te olvida la película en un pis pas, como ocurre con todos los cineastas de ahora. Aún así, todavía hay gente que duda de la capacidad de Stanley. En fin, huevos en latín.

Scarlett dijo...

¿Puedo decir algo?
Vale.
Lo mismo que dije, pero que se me entienda bien, porque creo que puede ser la clave del debate (egocéntrica que dicen que soy).

Siempre desde mi experiencia como crítico, DIGO:

Yo también busco la visión del director. A veces, ésta es muy fácil de ver, sobre todo en ciertos directores americanos a los que les encanta hablar -largo y tendido- de sus historias. En este caso, ME ENCANTA, buscar si esos objetivos, si todo lo que dicen de la película se ha sabido transmitir o no, que de buenas intenciones están llenos los infiernos.

Ahora bien, buscando esa "visión del director", es donde DIGO:
JAMÁS se puede ir al cine con ningún tipo de idea preconcebida sobre una película. Al hacerlo, inconscientemente, se buscan aspectos que, sencillamente, NO ESTÁN. Y, si buscas lo que no hay, corres el riesgo de estrellarte en la crítica.
Lo sé porque a mí me ha pasado.
Porque, después de escribir, alguien como César me ha señalado otra posibilidad, o yo misma he encontrado otros derroteros. Y eso jode a rabiar.

En el caso que nos ocupa.
Si yo voy pensando que la película, por su temática, me tiene que enternecer, hacerme sentir empatía o emocionarme... ME PUEDO ESTRELLAR, porque, quizás, su intención sea meramente divulgativa y su único objetivo RECORDARME que existe gente así, en la que nunca reparo.

Por esto, las reflexiones de César me cuadran más. Porque, por esa línea, sí que convence la historia.

Dicho lo cual, pido disculpas por la intromisión, pero esto del cine me lo tomo muy en serio. Mis artículos pueden ser fallidos, regulares, sublimes.... pero hay un trabajo intenso detrás que los avala. Por eso no escribo ahora, por no tener ese tiempo. No soy de los que se limitan a decir "falla el montaje".

CONCLUYENDO: Creo que Dexter busca elementos que no están en la imagen de la película que tiene el director. De ahí su decepción. Y ahí César haciéndole mirar en otra dirección.
En Ágora indiqué dónde puede estar esa sensación de distanciamiento (que no es más que una sensación que deriva del abuso de determinada técnica, no del guión).
Y la última de Kubrick..... ¡¡¡sublime!!!.

César Bardés dijo...

Bueno, Scarlett, creo que aportas mucho al debate con tu clarificación. Yo hace tiempo que intento dejar las ideas preconcebidas en casa cuando voy al cine, más que nada porque si luego voy a tener que escribir sobre la película, eso va a mediatizar mi artículo. Mi debilidad, es decir, por naturaleza estoy a favor, es con Eastwood, igual que tu con Almodóvar y cada uno seguro que tendremos el nuestro. Tengo un amigo que sabe muchísimo de cine y para él es Spielberg por encima de todo.
De lo que no cabe duda es de ese trabajo que mencionas. Tus artículos están muy trabajados, eso no hay quien lo dude, aunque a veces te arriesgues por terrenos desconocidos donde es más inestable el suelo que pisas.
Y, vaya, parece que no era el único que pensaba que la última de Kubrick (aunque, conociéndole, no fuera el resultado final) era una película extraordinariamente adelantada a su tiempo y una obra de arte, ésta sí. Como la moda, de un tiempo a esta parte, es tirar para abajo de los buenos...
El caso, y yendo más allá del fallecimiento de Stanley, tenemos el ejemplo de "A.I", que realizó Spielberg pero eso, sí que estaba muy, muy alejado del resultado final que buscaba Kubrick. La biografía de John Baxter dedicada al maestro, la cual recomiendo, ya explica, antes de la realización de la película porque el libro es anterior, que la primera parte, hasta el momento en que el niño es abandonado, sí es de Kubrick y que las ideas posteriores que se ven en la película, como la virgen en el mar, el mundo bajo las aguas, etc, fueron ideas que ya descartó Kubrick pero que Spielberg incluyó porque, evidentemente, le faltaba material para completar la película. Y es más, qué diferencia hay en la película hasta que el niño es abandonado y el después de ese momento. Es un escalón tan grande que casi da miedo. Como lo que quería hacernos sentir Kubrick, si un robot nos da cariño...¿podríamos devolver ese cariño hacia él?

Scarlett dijo...

A mí dejó de interesarme IA justo en el momento del abandono. Luego, hay una segunda parte aceptable, y una tercera parte insufrible. Tiempo después, me contaste lo que hoy cuentas, y encajaba con mi idea primera.
Ahora, imagínate qué habría sido EL PERFUME en manos de Kubrick. Desde luego, cualquier cosa antes que esa mierda de coprodución que les salió.
Y la última... una obra de arte sí, y todo un tratado psicológico también.
Yo también creía que era rara porque no me llega Ken Loach. Joer, nunca me atreví a escribirlo.

El terreno inestable que piso... seguro que te refieres a mi tendencia a: "el director tenía que haber hecho lo que hace Huston en tal película". "El director se estrella porque bla, bla, bla..., y tenía que haber hecho esto"
Es decir, dar "ideas".
No puedo remediarlo. Me da tanta lástima que un buen guión falle, que una película falle, que me atrevo a dar "soluciones". Otras veces me surge una teoría, una visión que nadie ve, pero que fundamento hasta la saciedad (se me ocurre SOY LEYENDA).
En fin... La ignorancia es atrevida, ¿quién lo duda?

Scarlett dijo...

Y a tu pregunta:
¿Podríamos devolverle cariño a un robot?
Pues claro que sí, yo sí.
¿Acaso no le devuelves cariño a un perrico?

César Bardés dijo...

Ojo, que andes errada no quiere decir que lo hagas mal. Arriesgarse forma parte de la profesión. A mí tampoco me gusta Ken Loach salvo su "Agenda oculta" que me parece una de las mejores películas que se han hecho sobre el problema del IRA. No me gusta el Loach de "Ladybird, Ladybird", me horroriza el de "Lloviendo piedras", me hastía el de "Riff-Raff" e, incluso, me parece de un oportunismo para contar lo que a él le da la gana su episodio de "11.09.01" que dan ganas de vomitar.
La ignorancia es atrevida, sí, y en muchos casos te diría que hasta saludable.
En cuanto a la pregunta, era lo que a Kubrick le interesaba contestar. Y, por supuesto, iba dirigido hacia la Humanidad en general. Tú, como persona, puedes. En mi caso...yo me lo pensaría. Ahí tenemos el debate que Kubrick quería encender y que lo hacía siempre de forma magistral.
En cuanto a "El perfume", que Kubrick quería haber hecho con un intérprete, para mí, inmejorable como John Hurt es que el fallo comienza, precisamente, en la elección del protagonista. Que yo sepa, en el libro, Grenouille es un ser que ofende físicamente, es feo y rechazable. Y lo primero que hace Tom Twyker es poner a un tipo que más que atractivo, casi es hasta guapo. A partir de ahí, el cúmulo de despropósitos es bastante grande. Kubrick era grande, muy grande, con sus monomanías y su locura y su frialdad, no sólo artística, sino también personal, su dificultad para tratarle como persona...era muy grande.

Scarlett dijo...

¿Acaso no le tienes cariño a tu coche, y te pones mala/malo cuando no funciona? Ya no por lo que te van a cobrar, sino por el lío que te acarrea el no tener coche un cierto período de tiempo.

¿Acaso no le tienes cariño a un objeto determinado?
Bueno, yo no, pero ahí está mi hijo, abrazando la canasta de baloncesto (que vive también en el salón), lleno de felicidad.
Pues ¡bendita canasta!

Y sí, estaba servida la polémica. Ahí estamos, por ejemplo, los amantes de los animales, y los hijos de la gra... que los abandonan. Para mí el abandono de IA también es un acto de crueldad.

César Bardés dijo...

Yo le tengo cariño a mi coche, más que porque me acuerdo de todo cuando no funciona y me causa molestias, por las cosas que he vivido con él. Cuando un adulto tiene cariño a un objeto determinado, es porque, afectivamente, tiene un lugar especial en el corazón. Por ejemplo, yo tengo un cuadro en el salón con una escena de "West side story" que fue pintado por mi padre. Hace más o menos unos siete meses se cayó y se rompió el cristal y el marco. Corrí a ponerle uno nuevo porque, aunque no es una obra maestra, sí tiene un lugar reservado en mi corazón. Kubrick, parece ser, que quería ahondar en el tema de la relación hombre y máquina, al igual que lo hizo ya en "2001", donde la máquina va siendo desconectada poco a poco por el Comandante Bowman y, al final, acaba cantando una canción al igual que haría un niño. Por supuesto que es un acto de crueldad su abandono, y no creo que sea casual. Kubrick no creía en el humanismo de las personas, sino en la automatización peligrosísima de ese humanismo y en cómo afectaría nuestra forma de vida.

Scarlett dijo...

Qué extraño es esto.
Tú dices que "te pensarías" lo de tener cariño a un robot que, previamente, te ha dado cariño a ti. Sin embargo, sí tienes un cariño especial por un cuadro que te regaló tu padre.

Yo sí que estoy segura de tomar cariño a ese robot. Sin embargo, no tengo cariño por ningún objeto. Es más, tengo objetos de seres muy queridos que fallecieron; y, sinceramente, no sé ni dónde paran dichos objetos. Evidentemente, esos objetos -ningún objeto- lo relaciono con esas personas, ni con nadie. No sé, rarezas....
Nunca me digas: "Te hago este regalo. Consérvalo porque es importante para mí". Nunca me lo digas, porque lo voy a perder, fijo.

César Bardés dijo...

No te preocupes, no lo suelo hacer. Yo sólo escribo para que algo de mí permanezca. El resto es silencio.

Scarlett dijo...

Eso nos diferencia. Yo escribo con mucho cuidado por no dejar trocitos de mi alma en el papel. El resto es hablar...

César Bardés dijo...

Todos los que escriben, en mayor o menor medida, dejan restos de su alma en sus líneas. Aunque no quieran. Aunque no deban. Eso retrata almas. Almas sobrecogidas, tiernas, indiferentes, aburridas, vertederas...de todo tipo. El resto es silencio que siempre se puede controlar y además pone fin a lo que se tiene que decir (Shakespeare era un sabio).