jueves, 3 de marzo de 2011

LOS CHICOS ESTÁN BIEN (2010), de Lisa Cholodenko

Una pareja de lesbianas utilizaron esperma de un donante para poder fecundar a sus hijos. Los niños crecieron felices y contentos dentro de un contexto bastante equilibrado. De pronto, un tercer elemento se inmiscuye en sus vidas. Es un hombre que ha dejado pasar demasiadas oportunidades y desea agarrar una para justificar el único aspecto de su existencia que ha quedado incompleto. Ya no es hora de aventuras y de decisiones. Tampoco lo es de donar esperma para sacarse unos dólares extra.
Él es un hombre que ha tenido un razonable éxito con comida microbiológica que cultiva y cocina en un restaurante de su propiedad. Pero no tiene estabilidad en la emoción, le falta saborear el sentir, el saber, el querer. Las paredes de su casa están desnudas y hace falta que alguien con las manos llenas de cariño las llene con cuadros y detalles que son rutina para muchos pero que también son inalcanzables para otros. Y así surge el desequilibrio, la sensación de pánico que a todos invade porque creen que no tienen. Surge el error en una de las lesbianas y el miedo a la soledad se impone a la otra, precisamente a aquella que lucha con denuedo por tener la vida controlada, a veces a costa de su mal carácter, de su desconfianza hacia lo ajeno, de su inseguridad patológica que nunca muestra. El pánico de no tener. La seguridad de ser prescindible.
Así, asistimos con naturalidad al día a día de una familia a la que merodea la felicidad porque se respetan algunas manías, se toleran otras, se pasan por alto las malas contestaciones y subyace un profundo amor en todos ellos porque no quieren que las cosas cambien. Han ido bien hasta ahora así y no tiene por qué venir nadie a cambiarlas. En el vértice de la pirámide familiar está Annette Bening, soberbia como la que encarna el empuje y la serenidad, pero también durísima en la prohibición, intolerante hasta la irritación, equivocada en el planteamiento y pacífica en el desenlace. A su lado, jugando a cosas propias de matrimonio absolutamente normal, está Julianne Moore, intentando salir con esfuerzo del rincón al que se ve sometida por la personalidad dominante de su pareja, comprensiva y desgastada, agotada y proclive al error como escape. En el otro lado del triángulo escaleno está Mark Ruffalo, el elemento que inclina una balanza que no necesitaba ninguna intervención exterior, que se da cuenta de que su búsqueda nace al andar y no al iniciar el camino. Estos tres intérpretes hacen creer que los abrazos valen, que los días transcurren y no tienen por qué ser peores si no hay gestos de cariño y que un buen vaso de vino saboreado con sinceridad es un pedazo de vida.
Se deja ver, con cierta distancia pero también con un ápice de comprensión, de acercamiento suave y de leve roce en la mano. Tiene algunos errores de disgregación pero son fácilmente perdonables porque el conjunto no hace más que hablar de vidas normales, con problemas normales, con hijos normales, con inquietudes un poco inútiles, pero humanas. Hay pasajes de cierta belleza y, sobre todo, un puñado de tranquilidad que no se basa en fotografías bonitas, ni en extrañísimos movimientos de cámara sino en la comodidad que emana de sus imágenes. Ya lo dijo José Ortega y Gasset: “La mejor celebración es la perfecta normalidad” y esta película, de tan normal, es un motivo de celebración. Sabemos que una pareja homosexual puede funcionar siempre que tenga algo tan sencillo y simple como es el amor. Sabemos que un hombre puede sentirse solo e intentar evadir la soledad es algo que todos hemos tratado de conseguir alguna vez. Y, sobre todo, sabemos que los chicos están bien, que crecen sanos, normales, con personalidad, con criterio, con libre pensamiento y que los estúpidos prejuicios son los que hacen que tengamos pánico, quizá pánico de no tener lo mismo. 

9 comentarios:

dexter dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Bardés, en que esta película rompe una lanza a favor de la famosa y tan reclamada por algunos – entre quienes me incluyo-invisibilidad. Hace unos años esta película hubiera sido caldo de morbo y presentar como protas de la historia a un matrimonio de lesbianas hubiese cuando menos llamado la atención. Hoy en día se ve afortunadamente como una historia de amor normal y corriente y que no ha levantado excesivas polvaredas tras su estreno. Como debe ser.

La película se ve como dices fácil, ligera, tal vez se echa de menos mayor trascendencia e irrita algo que se recalque de una forma tan persistente el supuesto sello “indie” de la misma (una peli indie con Benning y Moore al frente del reparto, ja). Por cierto que la Benning está soberbia, que cualquier otra hubiese hecho una caricatura con ese personaje y ella no, lo cual es de agradecer. El que me parece que también está estupendo es Ruffalo y en cambio a la Moore la veo más desubicada que de costumbre. Y si de elegir una escena así en plan cortocinero se trata, me quedo con la de Benning y Ruffalo cantando a Joni Mitchel a capella durante una de las cenas familiares.

Sin embargo, la película me plantea ciertos problemas de tipo moral. Me sabe mal que el personaje de Ruffalo salga al final tan malparado (no me extenderé de momento en este punto para no spoilear demasiado). En general, el final me parece algo light y conservador.

César Bardés dijo...

El personaje de Ruffalo sale malparado porque tiene que ser así. Comprendo perfectamente la visión de que pueda parecerte de un mensaje conservador pero yo, personalmente, prefiero quedarme con el mensaje de "normalidad" en una familia de homosexuales. Los niños crecen bien. Ellas se quieren. Tienen crisis. Se pelean. Hay errores. Como en todo matrimonio. Y además subyace un profundo cariño entre ellas. No me parece tan mala Julianne Moore aunque hay que reconocer que su papel es menos agradecido que el de Benning que está estupenda en su contención.
Yo creo, y es una opinión meramente muy personal y fácilmente rebatible, que en el fondo lo que la película quiere decir es que hay que seguir adelante, que no sirve de nada averiguar quién donó un esperma (algo que si se piensa es bastante poco importante) para una pareja de lesbianas que deseaba tener hijos por fecundación artificial. La normalidad es lo que debe presidir y los demás tenemos que aceptar que esa normalidad es posible siempre que haya amor y un cierto sentido del equilibrio. El elemento desequilibrante es Ruffalo que, sin planearlo, se está inmiscuyendo en unas vidas que no son suyas, que no le pertenecen y, lo que es más, aunque se pueda pensar que sí, no le han pertenecido nunca. ¿Que la película es "light"? Sí, sin duda. Aunque también puede que ahí resida una de sus mayores virtudes. La falta de trascendencia en la normalidad es algo que nos acompaña todos los días y la película sólo comienza a "trascender" precisamente cuando se rompe esa normalidad (que, además, es una normalidad que no está totalmente aceptada todavía por la sociedad). No lo sé, puede que me esté liando pero creo que ahí se esconde la intención de la película.

Carpet_wally dijo...

Sólo una pregunta o cuestión al hilo de vuestros comentarios. He leído y lo que decís casi lo ratifica que es una película que existe para contar que una familia formada por una pareja de lesbians y sus hijos es perfectamente normal y no hay traumas ni graves problemas ( algunos lo teníamos muy claro) y poco más. En definitiva que si la pareja fuera heterosexual la película se convertirái en una simpleza llena de lugares comunes, en la vida normal de un matrimonio "común" apenas alterada por el padre "biologico" de los peques. Vamos cercano a un telefilme de sobremesa de Antena3 salvo por la presencia "indie" de la pareja protagonista.


Rabía me dio el Oscar a Marisa Leo, yo ya contaba con que se lo llevaba Amy Adams.

Abrazos.

dexter dijo...

Bueno, yo lo que creo que intenta la película es defender con los valores de la familia tradicional a una familia que no es tan tradicional. De ahí el hecho de que esté protagonizada por un matrimonio de lesbianas. Yo sigo pensando en que es una película algo reaccionaria bajo esa capa de buen rollo "indie" prefabricado. No sé, aunque todo eso de la invisibilidad que comenté antes me parece muy bien, tal vez esperaba una propuesta más radical.
Con respecto al personaje de Ruffalo, pues a mí es que el muchacho me cayó bien desde el principio y percibí también casi desde el principio un interés algo maniqueo y partidista por parte de la directora para que el tipo nos cayera gordo. Y después de que pasa lo que pasa, ese interés queda completamente al descubierto. Claro que no importa al final quien donó el esperma (que a lo mejor también se podría discutir), importan más los afectos, y Ruffalo los da gratis. No se siente nunca con ningún derecho adquirido (si acaso en la escena de la moto en la que se le va un poquito la olla debido a la tensión). Sólo busca acercarse a alguien porque siente que se está quedando solo y está entrando en una edad mu mala (ayss, si yo te contara.) El caso es que al final todos los personajes tienen su oportunidad para redimirse y justificarse,.. todos menos él.

A mí lo de la Melissa esta también me cabró. Cualquiera menos esa, que hasta la niña de Valor de Ley estaba mejor.

César Bardés dijo...

Yo creo que precisamente en la simpleza de sus sentimientos está la diferencia, Carpet. En una película televisiva, el personaje del padre "biológico" tendría todo perfectamente planeado para invadir la intimidad de ese matrimonio en el que no tiene nada que hacer. Los acontecimientos se suceden y los sentimientos mandan en las actitudes. No hay desgarros tremendos pero sí drama cotidianos. Creo que la forma es bastante diferente a la de una película televisiva al uso.
En cuanto a lo que dices, Dex, yo creo que el personaje de Ruffalo evidencia un enorme fracaso en su vida privada y su afecto es gratis, de acuerdo, pero espera también una recompensa. Se va apenado porque es un ser humano con esos sentimientos que son nobles pero mal dirigidos. No es "el malo", sí es "el perdedor", pero es que nunca es "el ganador". Pierde desde el principio y no es que caiga "gordo", a mí no me lo pareció. Es más su forma de comportarse es bastante tierna en todo momento y espera recibir ternura, una ternura que no tiene.
Estoy muy cabreado con los Oscar al Bale y a la Leo, me parecen injustos y además, molestos.

dexter dijo...

No estoy tan de acuerdo en lo de que el personaje no tenga ternura, de hecho a mí es el aspecto con el que me gana. O si lo prefieres con esa busqueda de afectos, el hecho de que tras ese aspecto rudo y de follador nato se esconda una persona fragil e insegura. Supongo que esa inseguridad es la que le condena (pero no te pierdas a la Moore que en cambio se va de rositas.) No hay nada como la familia unida, un par de noches durmiendo en el sofá, unos gritos, unos lloros, y hala, arreglao.

César Bardés dijo...

Arreglado siempre que haya un fondo. Y ese fondo es lo que precisamente le falta al personaje de Ruffalo. Ellas tienen mucho, él no tiene nada. ¿Sabes cómo he titulado el artículo en el periódico? "Pánico de no tener". Creo que ahí está una de las claves de la película. Todos los personajes temen perder. El de Ruffalo ya no teme perder porque nunca ha ganado y, por una vez, quiere ganar. Al decir que el personaje de Ruffalo "no tiene ternura" quiero decir que "no la ha recibido" no que él no la tenga. A mí me parece de lo más tierno en todo lo que hace sólo que está equivocado de raíz. no es por ahí que tiene que buscar el sustento que le falta a su, digamos "angustia vital". De todas formas, por supuesto, es una visión subjetiva sujeta a lecturas que pueden, muy bien, estar equivocadas porque dependen de apreciaciones meramente personales y de cómo nos ha llegado la película. Ya te digo, puede que la óptica y la intención a la hora de hacer la película esté más cercana a tu visión que a la mía y es totalmente válido además. ¿Digo cosas de perogrullo?

dexter dijo...

Por supuesto, y además tratándose de una peli de personajes como esta es normal que te acabes identificando más con unos que con otros y que esa perspectiva te dé un sentido que puede ser distinto al de otros pero igualmente válido. Si no sería todo muy aburrido ¿no, Perogrullez?

César Bardés dijo...

Gracias, gracias. Mi nombre no hace más que valorar los comentarios que hago. Perogrullez Rutina, ése es mi nombre, para lo que quieras.
De todas formas, Dex, gracias por tu visión, me ha hecho pensar sobre la película un buen rato y eso siempre es de agradecer.