Un fantasma bajo la cama. Pánico infantil que siempre termina con una mirada cabeza abajo. Presentimientos de peligro cuando son solo oscuridades heridas por sombras aún más negras. Luchas bajo las sábanas para darse cuenta de que el silencio es aterrador. Reflejos de una realidad que los adultos fabricamos con frustraciones, fracasos, huidas y mentiras. El miedo es la realidad. El resto es sólo sueño.
Y es que los fantasmas existen. Sobre todo cuando, por la mañana, no sabemos decir la verdad. Así sólo conseguimos que la imaginación sea el enemigo a batir porque ella sola también sabe construir la ensoñación, la perfección, el horror y el reflejo distorsionado de un realidad fea e ingrata. Los niños se hacen mayores. Y los sueños puede que crezcan para no irse jamás de la rutina.
Ingmar Bergman decía que el título de su película La hora del lobo venía a cuento porque ese es el instante exacto de la noche en el que la mente divaga en la misma frontera que hay entre el sueño y la vida. Y es difícil discernir qué es qué. Cuántas veces, mientras hemos dormido, también hemos creído que aquello que nos hundía en la tristeza y en el pavor estaba pasando realmente. Cuántas veces hemos exhalado un suspiro de alivio al abrir los ojos y comprobar que nada existía, que aquello había sido una mala pasada de nuestro subconsciente, ese secretario traidor que parece que se empeña en anotar con sangre todo lo que impresiona y deja huella y que va desde lo más nimio hasta el mayor de los traumas.
Juan Carlos Fresnadillo no duda en robar varios elementos a películas como El exorcista o Candyman para crear un universo propio que no parece demasiado colocado si se analiza con alguna frialdad. Es indudable que tiene aciertos en algunos de sus planteamientos y que bucea con sabiduría en el miedo al anonimato, en el polvo que nunca probó el amor, en los secretos bien guardados para no revivir viejos temores pero también yerra profundamente cuando se adentra por caminos religiosos que, debido al cierre final de la historia, acaban por no tener ninguna lógica. En algunos momentos, parece como si no se creyera demasiado lo que está contando y se desvía por el fácil camino de la levedad y de la nadería. Aún así, el guión está punteado con algunas notas de inteligencia que delatan su buena intención y su interés porque el empeño salga más que aceptable aunque sólo lo consiga a medias.
El amor de un padre (o de una madre) suele ser de tal grandeza que, al hacerlo realidad, se cae demasiadas veces en errores de sobreprotección, en intentos de parar un tiempo que sigue su marcha con el compás de un segundero sin piedad. El cariño es capaz de transformarse en terror, en el despertar de temores que seguirán dormidos mientras la memoria no nos haga acudir a ellos. Para ello basta con valorar lo que se posee, fomentar la fantasía que siempre será una puerta abierta al escape pero que no tiene que dejar entrar las inquietudes, acariciar en el momento justo, dar calor en la noche adecuada. Somos adultos y, aunque no nos queramos dar cuenta, nos acompañan los mismos temores que nos hicieron mirar debajo de nuestras camas.
Los fantasmas de la realidad son los que hay que controlar. Los que aparecen al cerrar los ojos son personajes de una película que es pura mentira por mucho que parezcan reflejos del día. Quizá haciendo frente a nuestros auténticos temores podremos lograr que los espectros ardan, que las sombras sean acogedoras, que los miedos se vuelvan sonrisas, que el descanso acompañe nuestras noches, que nuestros hijos aprecien todo nuestro amor y que las lágrimas sólo sean los postreros acentos de una emoción que nunca tiene que faltar en la infancia vivida.
4 comentarios:
A mí la película me entretuvo. Tal vez porque tenía pocas expectativas con respecto a ella (en realidad iba a ver otra película pero por problemas de horarios me tuve que meter en ésta), tal vez porque había oído demasiadas críticas duras y en el fondo no es para tanto. Fresnadillo sabe dotar a su historia de la atmósfera adecuada, las interpretaciones son correctas. Me sobra como dices tú el personaje de Daniel Brhül, especialmente porque se le quiere poner en contraposición con el de Alterio, y éste es un personaje que está claramente desaprovechado.
Se dice que esta no es una película del miedo sino sobre el miedo. Y en este sentido bravo por Fresnadillo porque me parece más interesante cómo se cuenta que lo que se cuenta.Sólo que en este punto llego yo al problema de siempre en el cine de hoy: el guión. No me gustan esos guionistas que hacen encaje de bolillos para intentar cuadrar una historia, aunque por el camino le den más de una patada a la lógica aristotélica y a la que no es tan aristotélica. Recelo de esos guiones que, aunque existen desde la noche de los tiempos, pone de moda Shyamalan, ésos que a cinco minutos del final y mediante un giro de tuerca te dicen que han estado todo el rato tomándote el pelo. Cuando te lo toman de forma inteligente, adelante. Y aquí, aunque la cosa es más previsible que en otras ocasiones, a medias. Aunque en efecto como dices tú puede ser el "mcguffin" de la peli, no entiendo por ejemplo la reacción de Owen al ver la grabación del circuito cerrado, revolviéndose contra todo y contra todos. Me parece demasiado películero. Y pienso que en esta ocasión los guionistas podían haber aprovechado el hablar de cosas tan etéreas como la imaginación para hacer un final menos forzado.
A eso lo llamo yo un análisis certero. No tengo nada que contraponer a lo que expones, Dex, lo haces de manera ordenada y brillante y sabiendo de lo que se habla. A mí sí me gusta Shyamalan, ya lo hemos comentado aquí, sobre todo en esa trio de películas de "El sexto sentido", "El protegido" y "Señales" porque creo que en las tres habla de cosas muy distintas y de forma bastante incisiva. Creo que el fallo es fundamentalmente de guión y es una verdadera pena porque había mimbres más que adecuados para una inquietud presentida. Parece como si Fresnadillo, en un momento dado, le diera igual la película y lo que muestra más que nada porque el final, que pretende ser un final bien cerradito, pone en solfa un montón de cosas que la misma película ha ido enfatizando y que no sirven absolutamente para nada y que, como bien dices, mandan la lógica aristotélica al carajo. Aquí sólo puede haber dos explicaciones: o a Fresnadillo le dio exactamente igual o, simplemente, puso su esperanza en que el público pusiera su atención en el miedo y no en la historia en sí. No me extraña que la reacción en algunos lugares haya sido de frialdad porque así es cómo me dejó la película: totalmente frío. No me dijo nada en sus narrativas y sí bastante en sus intenciones lo cual me lleva a pensar en el descuido de este chico que fue encumbrado, en mi opinión, un tanto precipitadamente con "Esposados".
En cualquier caso, Dex, has hecho un artículo con este comentario y merece todos los aplausos.
Clap, clap, clap.
Vaya, pues gracias por estos aplausos que sin duda no merezco. Puede ser que en un momento dado a Fresnadillo la película se la empezase a traer floja, lo cierto es también peca de algo reiterativa. Repito no se entiende muy bien que Owen no tome cartas en el asunto antes al ver volverse a su hija majareta más o menos (a Mia Farrow, sutil homenaje, cuesta creer muchas cosas como también lo relacionado con la escritura y los idiomas (y hasta ahí puedo leer, quien haya visto la peli me entenderá).
De Shyamalan a mí me gusta mucho "El sexto sentido" y debo reconocer que me haría falta revisar "Señales" y "El protegido" porque la primera vez quizá las vi de una forma precipitada y con prejuicios. Por lo que no paso como ya he dicho aquí otras veces es por lo de "La joven del agua" que me parece una memez auténtica, y no me vale que esté contada desde una lógica y una perspectiva infantil porque ni por ésas. Solo hablé de él porque parece en efecto que puso de moda los finales sorpresa de los que el thriller moderno creo yo abusa en demasía (oñe, si lo hace hasta Almodóvar en la última). Y ya te digo, mientras no afecte a los principios de la coherencia más que propiamente de la lógica, vamos bien. Me gusta mucho por ejemplo como cierra sus historias Amenábar en por ejemplo "Abre los ojos" o "Los otros", finales perfectamente coherentes con la narración anterior.
Con respecto a Fresnadillo, bueno pues "Esposados" tenía su gracia pero tampoco para armarse la que se armó, me parece a mí. A "Intacto" le pasa un poco lo mismo que a ésta, da sensación de frialdad y de que se le podía haber sacado mucho más partido. Pero sólo por ver a Max Von Sydow...
Desde luego, sigues teniendo toda la razón. Es inexplicable la laxitud de Owen cuando, en el fondo, sabe lo que le pasa a la hija. Y lo que es peor, esa laxitud no añade nada a la historia, la hace sólo más confusa y más...laxa.
También de acuerdo en que el resto de la filmografía de Shyamalan es de lo más flojo y, además, decepcionante siendo un tío que ha rodado con cierta sabiduría en estas tres películas que comentamos. Lo de "The village" era de juzgado de guardia por mucho que quisiera contar una parábola anti-Bush con el coco extranjero y demás historias. Ya lo de "Airbender" es, sencillamente, una forma de ganar dinero como otra cualquiera. Lo que me hace gracia es su aversión a los críticos cuando sabe perfectamente que hace cosas reprochables como dirigir "Airbender", que se sale totalmente de lo que ha hecho hasta ahora solamente por el vil metal. Eso sí, no lo critiques por ello, lo hace con honradez, por eso dejó colgaditos y sin director a todos los que estaban haciendo "Las trampas del mal".
También de acuerdo con la coherencia de Amenábar en sus finales, en perfecta consonancia con toda su narración anterior. Supongo que si Fresnadillo lee estás líneas que le dedicamos nos llamará de todo menos bonitos pero Juan Carlos, tío. Cúrratelo y a lo mejor a la próxima decimos que estábamos equivocados y que eres el miedo detrás de las cámaras.
También de acuerdo con tu rápido análisis de "Esposados" y de "Intacto", que en principio era muy prometederoa y estaba muy presentada y planteada pero luego le pasa un poco como a ésta, que llega un momento en que a Fresnadillo le cansa dirigir y pierde fuerza por los cuatro costados. Eso sí, lo de Von Sydow era un regalo.
Qué tío, Dex. Oye, que si quieres coger el blog es tuyo, que estás mucho más interesante que yo.
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