jueves, 4 de abril de 2013

LOS ÚLTIMOS DÍAS (2013), de Álex y David Pastor

El egoísmo es el motor de nuestras vidas. Cercados por las ambiciones y los miedos, nos movemos para satisfacernos, para vivir con comodidad sin preocuparnos de los demás salvo algún que otro detalle para quien comparte nuestra existencia. No nos conmueve nada que no sea la primicia falsamente informativa de una televisión que se empeña una y otra vez en hacernos consumir basura, en transformar nuestras mentes en callejones sin salida que no ven más allá de la manera de satisfacer el momento siguiente. Somos criaturas que quieren permanecer carentes de compromisos. Sin ataduras. Sin darnos cuenta de que el mismo egoísmo es el que provoca el pánico que nos consume.
Somos incapaces de salir a la calle porque el futuro es una incógnita que es constante en su escondite, paralizados en los sentimientos porque vemos caer a compañeros en el trabajo y no se nos remueve ni la más mínima entraña porque, sencillamente, eso no va con nosotros hasta que no nos toca. Puede haber amenazas rondando, puede haber incertidumbres que asumimos con cierta pasividad pero nos importa un bledo lo que pase al vecino, al amigo e, incluso, a quien más nos quiere. Tal vez porque nos da miedo enfrentarnos al mismo miedo. Y la cobardía se asienta demasiado fácilmente en todos los espacios abiertos.
De pronto, es posible que tengamos aliados en enemigos de antaño, que estemos obligados a pelear en una jungla de oscuridad y supervivencia al límite porque solo nos mueve esa brizna de cariño que aún anida en nuestro interior. Ése quizá sea el primer paso para superar el pánico que nos embarga, que nos impide afrontar el futuro, que no nos deja dar el siguiente paso en la fría calzada de una ciudad que, poco a poco, muere para convertirse en un espectro de cemento y desolación. Barcelona en llamas para asegurarnos sin ninguna duda de que la luz no se halla en el exterior sino en el interior de las personas.
Y así comienza una odisea homérica por las alcantarillas que es el verdadero espacio natural del hombre. Porque, en el momento en que todo falla, comenzamos a dejar la humanidad de lado y nos transformamos en bestias hambrientas que luchan como fieras por un pedazo de comida o por un vaso de agua. Todo muere porque lo hemos matado.Ahí es donde nos conmovemos y es donde las entrañas se rebelan con violencia porque el hombre solo tiene un miedo mayor que la muerte y es el miedo a la soledad.
Realizada con pulso, con un notable trabajo de José Coronado en la piel de un ejecutivo encerrado en su último cariño, con una demasiado intensa réplica de Quim Gutiérrez como el informático desesperado por seguir teniendo una razón para vivir y recuperar el terreno perdido, Los últimos días no duda en hacer homenajes explícitos a Cadena perpetua, de Frank Darabont; a El último hombre vivo, de Boris Sagal; o a El ángel exterminador, de Luis Buñuel, porque la libertad es un bien que estamos perdiendo todos los días al no estar mirando más que a nuestra seguridad y no a las desgracias que ocurren a nuestro alrededor. Puede haber voces que quieran erigirse en conciencias exaltadas e indignadas pero no son más que meras poses que tranquilizan pensamientos propios y condenan a la inercia. Hay que saber dónde estamos para saber hacia dónde queremos ir y mirar de frente, defendiendo lo que de verdad es importante. Y eso recoge todas las debilidades que acosan a los que nos rodean, causando lágrimas, ideas derrotadas, finales inmerecidos, días sin mañana, desesperaciones rutinarias, desmayos al sol, pobrezas vergonzantes y dolores que no acaban. Somos incapaces de vivir unos con otros y, mientras no asumamos eso, vamos directamente a presenciar los últimos días de la vida tal y como la entendemos.

6 comentarios:

Carpet dijo...

He de reconocer que el trailer de la película me resultó lo suficientemente sugerente como para que me apeteciera ver esta película. Sin embargo, el hecho de que Internet de acceso a tanta información bastó para que mi chica, habituada a dejarse llevar por mi instinto, no pocas veces fallido, cinematográfico, diera con un par de críticas no demasiado estimulantes para que no cuajara el plan de acercarnos a ver a quim y Coronado en esa Barcelona cuasi apocalíptica. La degustaremos a destiempo y comprobaremos quien hubiera acertado.

Lo que si puedo decir es que me recordó en planteamiento, y lo que comentas es cercano a ese recuerdo, a Saramago y su "Ensayo sobre la ceguera" con esa especie de enfermedad que va afectando a algunos de cuando en cuando y que no altera a los sanos más que en lo que puede alterar sus costumbres habituales, pero que finalmente termina afectando a un grupo generalizado y obliga a reconstruirlo todo casi desde cero, con todos los males imaginables en un mundo en el que la subsistencia es el único principio válido. Seguramente la película toma otros derroteros que la novela angustiosa novela de Saramago, de hecho el viaje de Gutierrez en busca de la Etura propone una odisea distinta.

En cualquier caso, creo que este fin de semana optaremos finalmente por Darín y su "Tesis sobre un homicidio" que también sueana a apetecible.

Abrazos subterraneos

César Bardés dijo...

Es una película que está bien, hay que reconocerlo. Yo también he leído las críticas que hay por ahí y tengo que decir que una gran cantidad de reproches van dirigidos a su vocación de cine "parecido al americano" pero con elementos hispanos. ¿Eso es malo? Estamos en la discusión de siempre. En cuanto hacemos un cine de género con una puntita de calidad (tampoco creas que es una obra maestra, le pongo muchos, muchos reparos al final, que además puede ser tomado en dos sentidos) ya estamos criticando y diciendo que la propuesta sería válida...¡si la rueda Spielberg! Cojones, qué lumbreras.
En cuanto a lo que dices de Saramago...no puedo estar más de acuerdo contigo. Es más, en el periódico el titular que puse en el artículo fue "Ensayo sobre el pánico" en referencia explícita a Saramago. La película toma derroteros paralelos en buena parte de ella así que estás muy atinado sin ni siquiera haberla visto.
Yo también iré a por Darín y su tesis. Me apetece mucho más que cualquier otra.
Abrazos en llamas.

Anónimo dijo...

Pues contrariamente a lo que dice Carpet, a mí el trailer de la película y su sobreexplotada publicidad me tiran para atrás. Y no es su aire de superproducción americana la razón fundamental de mi rechazo. A fin de cuentas, ya hemos demostrado que podemos estar a la altura al menos. No sé, es un conjunto de todo. Y el reparto es uno de mis principales reparosvalga la cacofonía. Porque ¿Marta Etura sale poco, no? Es que a mí los otros dos....

Abrazos apocalípticos

César Bardés dijo...

Dejando aparte el hecho de que no te gusta el cine de género, sobre todo si viene de España, puedo darte la razón en que echa para atrás un poco el tema, que el apocalipsis y eso ya está más que trillado. En cuanto al reparto, con objetividad absoluta te digo. Quim Gutiérrez tiene un exceso de intensidad que parece que se le van a salir los ojos de las cuencas. Coronado creo que está muy atinado. Y sigo diciendo que no es que sea, ni mucho menos, el actor de mis sueños. Marta Etura sale poco pero...¿sabes qué? Su papel es tan estudiado, tan sumamente tópico en sus reacciones que es lo que menos interesa.
Yo creo que la propuesta es interesante, sin llegar a ser de quedarse tieso y que las supuestas críticas pueden centrarse perfectamente en las virtudes o defectos cinematográficos de la película y no quedarse en meras comparaciones. Esto mismo lo hace un francés y ya estaríamos diciendo que qué tío, qué clarividencia, qué maravillosa metáfora de la realidad y demás estupideces propias de los que se creen con derecho a juzgar porque sí.
Abrazos utópicos.

Anónimo dijo...

Pues mira ahora que dices que no me gusta el cine de género y que Quim tiene unos ojos que se le salen de las órbitas, me estoy acordando de una coproducción colombiana que se llamaba "La cara oculta" así muy hitchcotiana ella que vi hace poco y que no está mal.

Abrazos ocultos

César Bardés dijo...

Bien, me la apunto. Todo depende de los ojos con los que se miren las cosas...
Abrazos atesorados.