Ay, aquellos tiempos en los que uno parecía tener una dirección fija, sin más rumbo que el éxito, sin más gasolina que el entusiasmo, sin más dinero que una ardilla. Tiempos en los que se fraguaban amistades entre libros, grupos de estudios, partidos de fútbol, gamberradas a granel y un feliz sentido de la irresponsabilidad que cobraba vida entre los pupitres del futuro. En esa época, el mañana se abría ante nosotros y nos creíamos capaces de cualquier cosa, incluso de alcanzar el éxito. Solo la realidad puede hacer que los callos se instalen en el pensamiento e instalar en el pensamiento que lo que creíamos que era la puerta de la felicidad, de hecho, era la felicidad misma.
Eso sí, nadie entregaba un partido sin haber luchado antes, sin haber intentado demostrarse a sí mismo, sobre todo, hasta dónde era capaz de llegar. Y ahí, en ese estado de fuerte convivencia, es donde llegaba el tesoro humano, la certeza de que podías contar siempre con ese tipo que, al principio, te miraba con desconfianza desde el otro lado de la clase. El deseo inenarrable de que la amistad, ese sentimiento que se transpiraba a determinadas edades, era lo máximo.
Y así, siendo monstruos del susto y de la mediocridad, nos atrevíamos a lanzar desafíos a todo el que se nos pusiera por delante para terminar aprendiendo la única lección posible: todo se consigue con el esfuerzo. Mucho, poco o nada, pero no hay otra vía. Podría haber labores de pasillo, confecciones variadas de encaje de bolillos para que la carambola sonase con una nota suficiente, esfuerzos extras para conseguir llegar a lo que el maldito profesor de turno te pedía. Años después, con la extenuación a cuestas, puedes llegar a la conclusión de que aquello, en el fondo, era un teatro con bambalinas de cultura, era una continua tarea de relaciones públicas llevadas con más mano izquierda que con libro derecho, que, si no entrabas por los ojitos al catedrático de turno…ya podías cambiarte de grupo.
Esto es una transposición de lo que sugiere esta película llevada a la universidad española. Más que nada porque, a nosotros, nos suena bastante monstruoso toda esa parafernalia estudiantil que se prodiga en las instituciones norteamericanas que incluyen alojamientos en el campus universitario con sus fiestas salvajes, sus bromitas maravillosamente infantiles con entidades competidoras, sus hermandades con funciones sociales realmente discutibles, sus exagerados ritos de iniciación, sus talleres variadísimos que pueden ir desde el coro universitario hasta la elaboración de los juegos atléticos universitarios, sus programaciones elegibles para conseguir la licenciatura con prestigios de lo más variado, sus espectáculos absolutamente multitudinarios en los que puedes pasar de héroe a villano de la forma más cruel…Lo cierto es que, sin duda, después de la vacilante Brave y de la desastrosa Cars 2, la Píxar vuelve a tener a la diana muy cerca porque recupera sentido del humor, vuelve a homenajear a los grandes, derrocha cierto ingenio para adaptar una situación humana al monstruoso mundo salido de su imaginación. No está al nivel de obras maestras anteriores pero sí parece un principio de recuperación de la senda algo difusa en la que se había metido. Es como un estudiante de universidad de trayectoria brillante al que se le atraganta una asignatura y, de repente, como por arte de magia, da con la clave maestra para conseguir el aprobado alto. Eso, tal vez, sea el trampolín perfecto para el notable, para el sobresaliente y para la matrícula de honor. La respuesta, queridos, está en el esfuerzo. Ésa es la puerta que abre y también cierra todo.
2 comentarios:
Pues a ver si sigue la racha. Y de paso los competidores de Pixar también se ponen las pilas, que la animación estaba entrando en una época algo oscura. Tal vez sea porque el listón estaba muy alto tras "Up" y "Toy story3". Pero este año ni la Disney con "Rompe Ralph" ni Dreamworks con "The Croods" han logrado hacer saltar la chispa (fíjate que a mí yo creo que esta temporada les ha ganado por la mano la Sony con "Hotel Transilvania"). Y es que esta claro que en animación ya no basta con una idea brillante, el desarrollo debe serlo igualmente. Ahora, a esperar la semana que viene la segunda parte de "Gru" cuyo episodio inicial me pareció muy divertido.
Abrazos en dos dimiensiones
Ya te digo que es como si hubieran tocado fondo y estuvieran recuperándose. Aún no están al cien por cien, pero ya hay cosas que sí reconoces de lo mejor de Píxar. Estoy de acuerdo con que lo mejor del año ha sido "Hotel Transilvania" aunque todavía estoy esperando el estreno de "Epic" y, desde luego, de "Gru" con la que yo también me reí. Vamos a ver si siguen con la recuperación con la próxima, que será "El buen dinosaurio" y que está en fase de producción.
Abrazos digitales (no es erótico este comentario)
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