Narices rotas con gesto ceñudo que nunca han disputado el
combate de sus vidas. Tal vez porque siempre esperaron la cuenta hasta diez, o,
simplemente, porque arrojaron la toalla con vehemencia después de que la sangre
inundara sus rostros. Treinta años después, las arrugas, tan parecidas ellas,
han reemplazado a las cicatrices y los ojos que antaño guardaban la mirada
agresiva se han quedado en inofensivas ventanas del fracaso personal que se
arrastra, implacable, sobre una lona que no supieron pisar. Lo cierto es que
todo vale en una sociedad que convierte cualquier hecho en un espectáculo así
que más vale que cualquier espectáculo se convierta en un acontecimiento.
No hay nada como disputar esa
revancha pendiente en la que, por fin, se decidan a proclamar quién es más
fuerte, quién aguanta más, quién ha ido un poco más allá en la ambición y en la
pegada. Y la verdad es que nadie lo es, nadie aguanta y la ambición y la pegada
han quedado retiradas en algún rincón de la experiencia.
Muchos podrían pensar que esta
película es un intento de juntar a los dos actores que han encarnado dos tipos
de boxeadores tan populares como opuestos, es decir, organizar un combate de
fondo Stallone-de Niro para que se vea quién tiene mejor estilo y ver si lo que
hicieron hace tantos años sigue encerrado entre sus talentos. Otros podrían
pensar que, en realidad, es montar un duelo imaginario entre Rocky Balboa y
Jake La Motta aún saltándose el detalle de que el primero fue un héroe de
ficción y el segundo existió en realidad y que es algo que el destino no
hubiese podido hacer pero el cine sí. Lo cierto es que, aunque el boxeador que
encarna Stallone sí tiene algunos rasgos de su inmortal personaje, el que da
vida Robert de Niro no tiene nada que ver con aquel toro salvaje que, ya para
siempre, está en la mente de cualquier amante del cine que se precie. La
confrontación interpretativa la gana de largo y por K. O técnico de Niro porque
él crea de nuevo y sigue haciendo que, durante algunos instantes, nos metamos detrás
de su piel y podamos sentir esa mirada que tantas veces nos ha cautivado y que
sigue haciéndonos caer en la trampa. Como muestra, basta citar ese momento en
que, ataviado con un batín verde, sale del vestuario para afrontar su último
combate, concentrando toda la fuerza y todas las ganas en su mirada, que no es
un primer plano, y que, entre sus movimientos de calentamiento, exhala
verdaderas bocanadas de intensidad.
Por lo demás, la película no es
una comedia, aunque tiene momentos de humor, sobre todo, a cargo de Alan Arkin,
impagable en sus diálogos; hay un toque de elegancia con el placer de volver a
ver a Kim Basinger, muy atractiva en su madurez y muy intuida en sus gestos;
hay momentos muertos que hacen que la película no avance y no deja de ser un
intento comercial basado exclusivamente en el atractivo de sus protagonistas.
Stallone, sí, está un par de peldaños por encima de lo que suele ser habitual
en él, probablemente espoleado por la altura de su oponente pero, sinceramente,
organizar un combate de boxeo entre sesentones (de Niro ya tiene los setenta y
Stallone los sesenta y siete) no deja de ser un ejercicio de crueldad que
coquetea peligrosamente con el ridículo. Si, además, añadimos la circunstancia
de que el instante más esperado de la película, que, naturalmente, es el
combate, no está especialmente bien dirigido y parece más la retransmisión
televisiva de Geriatria vs. Gerontología, con un actor de talento y otro que
nunca lo tuvo. Y es que las revanchas nunca suelen ser buenas porque siempre
hay alguno que queda decepcionado al comprobar que no era tan bueno como creía,
que el tiempo es el verdadero enemigo y que es el espíritu, eso que nunca se
arruga, ni sufre de los huesos, el que permanece incólume ante los ganchos del
minuto. Y, a veces, ni eso. Maldita cuenta atrás...
2 comentarios:
A mí la verdad me sorprendió mucho la noticia de que estos dos iban a rodar la película esta. Más que nada por el detalle que comentas de que La Motta creo que sigue vivo y por temas de derechos y tal. En cualquier caso no me llama la atención. Y ya sé que merezco un gancho de derechas en toda la barbilla pero "Toro Salvaje" nunca ha figurado entre mis favoritas de Scorsese. Sé que tendría que hacérmelo mirar o mejor, ponérmela a mirar otra vez la peli a ver si me he perdido algo.
Ya lo hemos comentado aquí muchas veces, la última a propósito de "Plan en Las Vegas" con Bobby también precisamente. Que estas reuniones de viejas glorias en pantalla lejos de resultar entrañables son todas algo patéticas.
Abrazos enguantados
Sí, mereces un gancho de derechas. Creo que deberías revisar "Toro salvaje" una vez más. Ahí sí que Marty volcó su talento y tuvo delante a un actor con mayúsculas.
En todo caso, sigo diciendo que, a pesar de las muchas críticas que ha recibido una película tan leve como ésta, de Niro es capaz de volver a crear un personaje diferente a La Motta y eso es, en mi opinión, muy valorable. Stallone no sale de un registro de "Rocky" avejentado y, de hecho, te dicen que ese personaje es Rocky Balboa y te lo crees. Pero lo de de Niro no. Eso sí, que el intento es algo patético, estoy de acuerdo. Sorprendente Kim Basinger, guapísima con sesenta años y muy sutil en su trabajo. Una chica que creo que no supo enfocar bien su carrera después del Oscar por "L.A. Confidential". La película en sí, qué duda cabe, no merece la pena pero, a pesar de sus dudosas elecciones, de su edad, que no pasa en balde y de algún que otro factor más, a mí de Niro me sigue pareciendo un actor más que respetable. Ahora bien, hay muchos por ahí que se empeñan en hundirle, que está acabado, que tal y cual y yo exijo un poco más de respeto por uno de los mejores actores que ha habido en el cine contemporáneo.
Abrazos en un saco.
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