La memoria suele ser muy amiga de la traición. Los
detalles que dan forma al recuerdo, en muchas ocasiones, no son tal y como
están guardados. Nuestra mente adorna esos momentos que fueron verdad, con
pequeñas variaciones que acaban por deformar la visión del instante almacenado.
Cuando volvemos a un sitio, es más grande, es más pequeño, es distinto o es
decepción. El recuerdo es la arena movediza del cerebro.
Tanto es así que ese recuerdo que se quedó grabado puede
ser manipulado al antojo de terceros que, a lo mejor, han llegado a compartir
el momento. El recuerdo es demasiado parecido al sueño solo que es heredero del
realismo. Y todo el mundo sabe que lo real es bastante relativo.
Lo cierto es que, cuando hay que
bucear en los recuerdos ajenos para encontrar las raíces del trauma, se corre
el riesgo de contaminar la escena con nuestras propias frustraciones, nuestros
propios miedos. El miedo tergiversa el recuerdo. La muerte es compañera
inseparable del pánico que nos inunda en la realidad.
Cierre usted los ojos ahora. Ya
no ve mis letras. Seguramente por delante de usted están pasando, a velocidad
de vértigo, muchas sensaciones provocadas por los recuerdos. Aquella primera
bronca de su padre. Aquella primera decepción amorosa. Aquella metedura de pata
que le hizo quedar en ridículo delante de mucha gente. Aquella satisfacción
pasajera. Aquel beso. Ya no puedo ahondar más en usted porque ése es un
territorio absolutamente privado. Es la única satisfacción que le ha
proporcionado vivir. Tener recuerdos. Instantes que mueren justo después de
haber pasado se convierten en eternos, lugares a los que puede volver cuando
usted quiera, en el momento en que usted quiera. Poco a poco, se van
difuminando ¿verdad? Ya no parecen recuerdos, se parecen más a ensoñaciones. Ya
no son días con huella, son espejismos de humo.
Jorge Dorado, después de su etapa
como ayudante de dirección de Pedro Almodóvar o de Guillermo del Toro, ha
dirigido su primera película con buen pulso, con una buena medición narrativa y
con la complicidad de un actor de alto nivel como Mark Strong, al que ya hace
mucho tiempo que estábamos deseando ver en un papel protagonista. En el rostro
de Strong se dibuja sucesivamente la angustia, la extrañeza, la intriga, la
ensoñación y la emoción que se ajusta a su personaje sacando adelante un
meritorio trabajo como detective de la mente, como investigador del recuerdo,
como origen y fin de una solución mental que huye por un bosque de memorias
enramadas. Y es que nada es como se recuerda. Nada es solo recuerdo. Nada es
solo real. Todo está salpicado de rojos y grises, de fotografías de grano
grueso y de sensaciones manipuladas que la conciencia fabrica para que su huida
sea efectiva. Es el día oscurecido. Es la noche sin la más pequeña luz. Strong
lo sabe y pone su mirada al servicio de la historia. Y Dorado no se pierde
porque conoce lo que quiere contar.
A destacar la música, con
reconocible inspiración de Bernard Herrmann, que ha compuesto para la ocasión
Lucas Vidal y que nos conduce por los pasillos de la mente esperando encontrar
a Alfred Hitchcock detrás de alguna puerta. La verdad puede ser una mentira
bien contada. O viceversa. Y esa partitura acompaña este viaje por los
recuerdos de una mente enferma que, tal vez, sea simplemente la inocencia más
adorable. ¿Quién sabe? Al fin y al cabo, un cuento de suspense tiene sus altos
y sus bajos y nosotros, los espectadores, asistimos impasibles sin poder
intervenir y solo cuando acaba la película estamos preparados para terminar el
trance y volver a una realidad que,
demasiado a menudo, deformamos para adecuarla a nuestras necesidades. Y es por
eso, quizá, que no la solemos recordar.
2 comentarios:
Vaya, parece que de nuevo el cine español acierta con el ritmo y la intención. Queda mucho por hacer pero parece que ya nos vamos despegando del tópico, del lugar común, del camino trillado. En este caso el apadrinamiento de Collet Serra para introducir el "supuesto talento español" (no menor que el de otras latitudes), es un plus para hacer un tipo de películas que pueden dar un salto de nivel al cine patrio.
No son pocas las pelis de los últimos tiempos que se enganchan al género, sobre todo trhiller y suspense, para realizar ese cambio cualitativo ( "El cuerpo", "Los ojos de Julia", "El orfanato", "El fin de los días, ...). Yo creo que, en cualquier caso, todo esto no sería posible si no hubiera existido Amenabar...su cine fue casi una revolución porque abandonaba los pasillos concurridos para buscar otras formas de contar ( como comentabamos a proposito de Von Trier) y sobre todo para contar otras cosas...de su éxito devienen estos cultivos.
No sé si será una gran peli, pero lo que no cabe duda a raiz de lo que escribes es que dista de ser mala.
Abrazos esperanzados
Efectivamente,no es una gran película pero,desde luego,dista de ser mala. Para informaciòn general tengo que decir que el director Jorge Dorado se ha puesto en contacto conmigo esta misma mañana para decirme que le había encantado el artículo y que muchas gracias. De vez en cuando cosas así vienen muy bien.
Tienes mucha razón afirmando que Amenábar ha abierto camino con su dedicación al cine de género y yo ya he dicho varias veces por aquí que cuando hacemos cine de género el nivel suele ser bastante alto. Por poner algún pero diré que hay una peligrosa tendencia hacia el cine de terror,lo cual llevará en breve a la inevitable repetición. No es este el caso pues es más un "thriller" psicológico que una "horror movie" pero está muy bien dirigida,estupendamente interpretada,con ritmo y cierta coherencia. Lo sabemos hacer muy bien cuando queremos.
Abrazos orgullosos.
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