666. El mismo número para
identificar al Padre, al Hijo y al Espíritu de la maldad. Y un niño nace en
Roma el sexto día del sexto mes a las seis de la mañana. Nacido entre el dolor
y entre la ausencia. El Diablo existe y ha traído a su vástago. El mundo se va
desgastando. La profecía de la propia muerte de una creación que nunca debió
existir.
El dinero y la política. De ahí
tiene que nacer el hijo del Diablo porque ahí es donde está toda la influencia
posible. El hijo del Diablo no puede ser el humilde hijo de un carpintero sino
el retoño de un diplomático de familia millonaria. ¿Se puede pedir más? Solo
hay que quitar de en medio una serie de obstáculos que pueden entorpecer pero
nunca terminar con el devenir del mal. Un sacerdote que se empeña en advertir,
un arqueólogo que posee un secreto, un fotógrafo que adivina con su cámara la
próxima muerte del retratado…Todo está montado para mitigar un dolor y todo se
dirige a causar el mayor dolor posible. Guardaos de los profetas porque ellos
solo podrán anticipar ese dolor. Dios no está. Está el mal.
El escondite de la bestia siempre
está bajo el ala protectora de los poderosos. La cuerda ahoga, el cristal
corta, el hierro atraviesa, la nada se aproxima. Matar a un niño es terrible.
Aún es más terrible dejar que la crueldad absoluta se instale en el mundo. Y
Satán está trabajando duro para conseguirlo. Ave Satán.
Los perros enseñan sus colmillos
para guardar las puertas del infierno, la niñera del Diablo entrena la fluidez
de la maldad, el horror está en los ojos. El niño se retuerce al acercarse a
una Iglesia y todo parece una confabulación para la instalación de la
dominación más terrible. 666. Sangre bebida, carne comida. Satanás crece. Él
sabe hurgar en las debilidades de esa criatura tan amada de Dios llamada ser
humano.
Un incendio purifica los
remordimientos de conciencia. El Diablo lo sabe bien y quiere borrar todo
rastro y castiga a los que colaboraron con él. Así es el mal. Nunca premia a
sus discípulos. La oscuridad es su hogar. 666. Tres nueves al revés. Todo
vuelto en contra de Dios. Todo es el imperio del miedo.
Richard Donner puso escalofríos
en el público de medio mundo con esta historia sobre el advenimiento del
Anticristo. Para ello contó con una sobrecogedora banda sonora de Jerry
Goldsmith y la colaboración de un niño sutilmente expresivo como Harvey
Stephens, maldad inocente que se convierte en pura perversión con sus miradas.
El resultado es pánico. No hay piedad. No hay otras consideraciones. El hombre
merece morir porque es la criatura predilecta de Dios. Y va a sufrir por el
camino de su extinción. Porque no le va a quedar otra salida que la esclavitud.
Ave Satán. Sangre bebida, carne comida. Mal inyectado en la sangre de todos.
Corrupción y podredumbre en la carne del hombre. El mal renace. Dios huye. Todo
muere.
2 comentarios:
Que buena es esta película y como ha crecido con el paso del tiempo. Sus secuelas desmerecen porque acercarse al original era imposible y porque en el fondo no se trató mas que de repetir el esquema con muy pocos hallazgos añadidos.
Sin embargo esta primera y sorprendente vuelta de tuerca a "La semilla del diablo" de polanski nos dejó a todos espantados, buscando en nuestro cuero cabelludo la marca de la bestia.
habría que comentar que Donner aunque no se le considere un director especialmente grande, nos ha dejado varios grandes títulos memorables de finales de los 70 y 80: "La profecia", "Superman", "Los goonies" "Lady Halcón", "Arma letal"...No es mal curriculum.
En esta pelí además cuenta con un reparto impagable, efectivamente el niño asusta a fuerza de inexpresividad y una sonrisa realmente temible, Peck encarna perfectamente a ese pare que no quiere creer la evidencia, pero al que las dudas le asaltan a cada momento, Remick, esos ojos que acentuan una belleza casi imposible, es la madre que no quiere creer lo que sabe de sobra y David Warner está sinceramente increible, un talento absoluto para componer al que destapa a su pesar la verdadera caja de Pandora.
Si, muchas películas de terror de los últimos tiempos intentan asustar, pero pocas consiguen inquietar lo que una nota de la acertadisima banda sonora de Goldsmith provoca en nosotros. El escalofrio continuo que recorre nuestra espina dorsal.
Abrazos sin cabeza
Es una de las mejores películas de terror con una virtud añadida. Lo cuenta todo de tal forma que el espectador puede tener el raudo pensamiento de que todo puede ser real y eso resulta aún más inquietante.
Donner siempre me gustó,me parece un tío con cierta clase y sentido del ritmo.
Todo esto viene a cuento de que el otro día (como hace un mes aproximadamente) estaba en una reunión con gente de la farándula y se empezó a hablar del terror de los 70. Salió, naturalmente, el tema de "El exorcista" y yo, osado, dije que a mí "El exorcista" no es que me pareciera la obra maestra cumbre de la leche que todo el mundo dice que es. Tiene cosillas interesantes pero no acaba de llenarme, que me llenaba mucho más "La profecía". Cuando creía que todo el mundo me iba a echar a los perros...resulta que todo el mundo me vitoreó alborozado diciendo que tenía toda la razón, que "La profecía" era mucho mejor película, mucho más inquietante y, lo que es mejor,muchísimo más interesante. Así que se me ocurrió hacer un articulillo sobre esta obra maestra que tenemos un tanto olvidada, probablemente, como bien dices, por culpa de las secuelas y, sobre todo, de la nueva versión que era absolutamente decepcionante e inadecuada.
Abrazos satánicos.
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