jueves, 30 de abril de 2015

LA SOMBRA DEL ACTOR (The humbling) (2014), de Barry Levinson

El programa de "La gran evasión" sobre "Átame",de Pedro Almodóvar podéis escucharlo aquí. Y el que sostuvimos el martes pasado sobre la maravillosa "West side story", de Robert Wise y Jerome Robbins, aquí. Os pongo los dos para que estéis entretenidos este largo fin de semana. Nos volveremos a ver el martes, como es habitual. Mientras tanto, descansad e id al cine. Es donde descansan nuestros sueños.

El actor vacío es un objeto inanimado que de nada sirve y nada hace. Son demasiadas emociones vertidas sobre un escenario y muchas de ellas nunca han sido recogidas. Los focos han cegado demasiado la visión y ni siquiera se puede leer el texto con claridad. Los halagos resuenan una y otra vez y, de tanto repetirse, ya han dejado de tener valor. Quizá no se vislumbra la verdadera razón de una profesión como esa. Primero, la caída. Después, la decepción.

Y, sin embargo, todos los días uno muere ahí arriba, donde se han expuesto emociones, desencantos, guerras y amores, traiciones y amistades, el todo dentro de la nada. Tal vez por eso ya se desea una muerte real, con balas de verdad, sintiendo dolor auténtico, sufriendo pena desgarradora y definitiva. Ya no se sabe distinguir entre lo real y la ficción y por eso morir puede ser un nuevo principio, un nuevo papel que declamar en el reino de las sombras. Solo hace falta un nexo lo suficientemente fuerte como para hacer que la ensoñación, la imaginación, la experiencia y la verdad puedan encontrarse en algún punto de la interpretación. Y no es fácil. Porque la máscara se resiste a caer.
Unos días de descanso en un sitio donde la terapia sirve para olvidarse de algo que ha estado rondando el cerebro con insistencia. Volver al placer del retiro. La soledad como un espectador incómodo que nunca aplaude y, de repente, una chica que aparece de la nada y que despierta cosas que estaban dormidas, u olvidadas, o fingidas, o desaparecidas. La vida y sus convenciones aprietan fuerte y quizá ése sea el método de salvar todo lo que se necesita para utilizarlo en aras de la genialidad. Un último aplauso, justo cuando el orden vuelve por mucho que se quiera quedar el caos. Se encuentra ese peldaño de más cuando menos se espera. Un trauma. Un silencio antes del aplauso atronador. Cae el telón. La obra ha sido un éxito. La vida reencontrada. La muerte anticipada.
Interesante película que investiga sobre el agotamiento del actor con un Al Pacino superlativo, que navega entre la perplejidad de un mundo que parece de ficción y una ficción que, poco a poco, se va volviendo real. El actor elige actuar siempre para salvaguardar una vida que tampoco le gusta demasiado y así se llega a la intensidad plena de un papel que nunca se elige representar. Ese papel, único y escrito especialmente para cada uno de nosotros, se llama vida y la vida, en toda su extensión, está ahí, encima del escenario.
La edad también aparece, en un papel co-protagonista, porque aparecen los achaques propios de los años y la verdad de que ya no se es ni medio hombre. Solo la cabeza tiene que seguir en su sitio para poder dar lo mejor y, a veces, ni eso. Y el vacío tiene que hacerse presente, tiene que seguir adelante en la nada de un público que ya no está, que duda, que ríe, que murmura y que pronuncia su inapelable veredicto. Sin duda, Birdman, de Alejandro González Iñárritu tiene muchos puntos de contacto con esta película pero aquí no hay un deseo de ser querido, todo lo contrario. Quizá lo único que quiere este actor en trance de ruina es que dejen de quererle de una maldita vez.
Shakespeare divino coloca sus palabras sobre rincones de la realidad para ofrecernos una representación inolvidable y la verdad es lo único que importa cuando todo el mundo es una inmensa fábula que nadie sabe manejar, que muy poca gente puede dominar y que todos tenemos que creer. Las arrugas de la vida desperdiciada delatan lo inútil de la existencia y cada paso es real, imaginario o mentiroso, eso es lo de menos. Lo importante es que todos pasan por aquí, por esta obra de teatro en la que vivimos, que muy pocos recogen aplausos y que puede que quienes sí los recojan sean sordos y estén muy cansados. Es lo que tiene hacer tantas representaciones diarias. Es lo que ocurre cuando un gran actor está sobre el escenario sin público. 

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Pues si que es verdad que suena mucho a "Birdman" aunque no tenga nada que ver como comentas. Pero parte de tu post podría haber sido escrito para la peli de Iñarritu.

De Pacino hablaban el otro día y de su tendencia al exceso que pocas veces ha sido controlada (el Actor´s Studio es lo que es) pero aquí parece que Levinson lo logra, el bueno de Barry realmente es bueno aunque tenga cosas por ahí que parezcan desdecirlo.

Habrá que darle una oportunidad

Abrazos sobreactuados

César Bardés dijo...

Suena mucho a "Birdman" pero en un tono mucho más trágico. Allí, Keaton quería reivindicarse, aquí Pacino está vacío, ya no tiene nada que ofrecer cuando la vida a su alrededor le ofrece un montón de oportunidades para reinventarse a pesar de que ya está con un pie en el estribo.
La película está bien, sobre todo, porque está Pacino. Yo no diría tanto como que Pacino tiene una gran tendencia a la sobreactuación (me parece que esa tendencia es mucho más evidente en de Niro, por ejemplo, y mira que me gusta). Pacino, por lo general, está más comedido. El gran defecto que tiene, para mí, es su búsqueda del "gesto inesperado". Es el actor que imprime a sus personajes siempre un aura de que están pensando en otra cosa cuando están hablando de sus problemas y, de repente, hace un gesto que no te esperas y que te saca un poco de la continuidad o de la intensidad que se le supone. Algo totalmente innecesario en un actor superlativo que mira que es intenso el tío cuando quiere.
La película, psé, está bien, pero ya te digo que la coincidencia con "Birdman" está limitada porque aquí el tono es eminentemente trágico mientras que "Birdman" es una comedia negra, si quieres, más desenfadada y, por tanto, más resultona. Aquí todo es muy serio y muy alucinado aunque, ya te digo, Pacino merece la pena. La película en sí...bueno, un aprobado raspadillo. Levinson tiene más mordiente si se lo propone. Yo no te diría tampoco de que fueras al cine a verla.
Abrazos repitiendo la frase. Abrazos repitiendo la frase.