viernes, 8 de enero de 2016

LA CAZA (1966), de Carlos Saura

La misma historia de siempre. La envidia tan típicamente española. El calor tan típicamente español. El cotilleo tan típicamente español. La sangre hervida tan típicamente española. La muerte inútil tan típicamente española. No nos soportamos. Somos incapaces de vivir en paz y en armonía. Cada uno tiramos hacia nuestro lado porque es lo que más nos mueve y, casi siempre, en la dirección equivocada. El señorito. El siervo. El perdedor. El joven. Todo se arregla de un manotazo y listo. Y tampoco es que sea una decisión muy pensada. No hay planificación previa. Solo un momento de ira sin control y vamos a por ello. No hay que pararse en consideraciones tan simples como la reconciliación nacional, el vivir juntos que siempre nos hace más fuertes, el perdón, la comprensión, la reconciliación social y, sobre todo, el futuro. Un futuro que ya condenamos de antemano a vagar desorientado, sin rumbo fijo, con la mirada llena de pánico y el miedo presente. Españoles. Raza de cazadores de sí mismos. Un cuento de nunca acabar que cansa en medio del sol de justicia. De justicia. La que no ha habido nunca ni nunca la habrá.
Da lo mismo cazar conejos que cazar hombres. Todos somos hurones que nos introducimos en madrigueras para agarrar a la presa y no soltarla de nuestros dientes repletos de rabia. De eso nos sobra. Rabia. Rabia contra el más débil. Rabia contra el más poderoso. Rabia contra el que triunfa. Rabia contra el que pierde. Invadir vidas sin pensar en el daño que se puede causar. Estar en el bando de los que vencen es muy fácil. Lo difícil es permanecer en el bando que nos hace personas de bien, deseosas de construir algo con un nexo de unión, ataviadas con el trabajo de nuestros manos y el buen humor del que tanto hacemos gala cuando nos viene en gana. Cuevas vacías en pechos henchidos de falso orgullo. Cuevas como símbolos en humillaciones sentidas que suplican una revancha que no llevan a ninguna parte. Como esa España de rumbo perdido hace mucho, mucho tiempo. Hecha de personas que huelen a pólvora vieja y sudor seco, a camisa blanca y venganza oportuna. Siempre intentándonos destruir. Siempre regodeados en la derrota en un país de perdedores.

El blanco y negro parece el color de un campo cualquiera de Castilla mientras el olor a tortilla de patata y a whisky de garrafa parece inundar las sensaciones. Una copla y una contestación mal dicha. Una maldición y un disparo. Otro camino abierto hacia la separación, hacia el rencor más rancio, hacia el cansancio más perdurable. Carlos Saura lo supo bien y nos dejó algunos metros de película que no guarda ninguna contemplación con las debilidades tan típicamente españolas. Esas mismas debilidades crueles que causan muertes, diferencias, odios, rupturas, uniones contra natura e imposiciones sordas. Nada es lo que parece salvo un español. Y unas cuantas balas se encargarán de demostrarlo con la saña que tanto nos caracteriza.

3 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

La verdad es que esta película es bastante impresioannte, la mejor de Saura para mi gusto, con mucha dferencia. A veces adolece de un cierto cambio de ritmo, pero los actores están tan magníficos que no sólo la aridez de los campos castellanos invita al ambiente malsano sino también las miradas, los gestos de menosprecio, las sonrisas falsas de 4 actores en estado de gracia.
Merlo era una bestia capaz de dar empaque a cualquier cosa que se le pusiese delante, por ahí anda su Berbnarda en "La casa de Bernarda Alba" para demostrar que si se lo proponía podía ser hasta buena actriz. Ël está muy por encima de la película que tampoco es una muy lograda adaptación, para mi gusto.
Alfredo Mayo, tenía el sambenito de su papel (alter ego de Franco) en "raza" pero ideologias (las tuviera o no) al margen su carrera se basa en su impresionante personalidad, otro actor monumental que aquí hace su mejor papel, auqnue es también muy notable el de "Cañas y barro" en televisión.
Lo de Gutierrez Caba es otro mundo también, no sólo por la saga familiar impresionante (atención a Irene Escolar que apunta a grande también), sino porque sigue incombustible regalando interpretaciones notables, recordad "La comunidad" de Alex de la Iglesia.
Y finalmente Jose Maria Prada, lástima de su muerte tan temprana, mucho más teatral quizá que los anteriores pero inmenso, yo le recuerdo de los Estudios 1 de TVE y las adaptaciones teatrales y me parecía fascinante, de hecho aun tengo grabada su interpretación para aquella televisión de entonces del papel de Bogart en "El motín del Caine"...prodigioso.

En fin, que Saura no sólo supo dotar a la película de toda esa metafórica recreación de la historia española y el caracter tan intrínseco que nos gastamos, sino que los actores modularon y elevaron el nivel de la cinta hasta situarla como una de las cimas de nuestra cinematografia.

Abrazos en la madriguera

César Bardés dijo...

Pues sí. tienes razón. Los actores dan un plus a la película y hay algo que nombras que me parece clave. Merlo es capaz de dar empaque a todo lo que toque. Mayo era una presencia más que otra cosa y, para mí, teniendo un poco de rigor, creo que Merlo sencillamente da una lección a todos en esta película. Ello no quiere decir que los demás estén mal. Están muy en su papel, muy bien dirigidos en cuanto a la tensión que va creciendo poco a poco según va avanzando el fatídico día. Prada, como tú dices, algo más teatral que el resto y Gutiérrez Caba aún en ciernes pero dando ya algún viso de calidad. Mayo y Merlo llevan la función y, para mí sobre todo, Merlo.
Fue Oso de Oro en el Festival de Berlín y una película que te deja muy clavado en la butaca porque se atreve a poner sobre la mesa todos los sentimientos que separan a los españoles y eso, para mí, tiene un mérito extraordinario. Está bien dirigida (salvo quizá la muerte de Prada, un poco salteada vuelta y vuelta) y la idea es maravillosa. Sin duda, también tienes razón, es la mejor película de Saura. Y no solo es su mejor película, sino que también es su idea mejor llevada, más preclara y más brillante.
Abrazos bajo el calor.

CARPET_WALLY dijo...

Jajaja, como me gusta que me des la razón...claro que seguro que también está en tu naturaleza.

Un abrazo sincero cargado de razones para dartelo, amigo