El
terror puede habitar en las cosas más rutinarias que nacen después de un golpe
demasiado traumático como para ser asimilado con facilidad. No se sabe muy bien
si se está viviendo una verdad dentro de una mentira o, por el contrario, la
paradoja de la realidad es tan convincente que lo que es verdad no es más que
miedo. Miedo, ésa es la palabra. Miedo en las miradas aviesas que parecen
amenazar en cualquier conversación sin fondo. Miedo en las actitudes de un
gigante que parece trastornado por un mundo que no ha dejado de atacar. Miedo
en la sospecha de no ser la primera víctima de algo que no tiene forma. El
infierno está ahí, unos cuantos metros bajo tierra…y su apariencia es la de un
hogar seguro y bien sellado.
Hay que tener mucho
cuidado si se tiene alguna idea porque puede perecer bajo el peso de alguien
que exige agradecimiento a todas horas. Tanto es así que hasta un simple juego
se transforma en una temible advertencia. Y aunque la evidencia está ahí mismo,
al otro lado del cristal, la tentación de la huida está latente en todo
momento, como una espuela que forma herida en una convivencia no deseada. Los
ruidos se suceden y la lógica se pone en fuga porque nada tiene sentido aunque,
sin duda, hay una explicación. La crisis sentimental, el accidente, la lesión,
el despertar, la duda continua, el presentimiento de la tortura…todo se
confabula para que el fin del mundo sea una llamarada de furia en una ratonera
para tres. Lo que viene después solo puede ser contado una vez.
La imponente presencia
de John Goodman domina esa amenaza que está presente en toda la película, como un
desequilibrio de la Naturaleza que acabará por asentarse en una fábula
increíble. La dirección de Dan Trachtenberg es hábil, dosificando bien los
tiempos, sin llegar a aburrir en ningún momento y eludiendo la trampa del
estancamiento. La música de Bear McCreary es cortante, climática, acertada,
misteriosa e, incluso, apasionante. Hay algún que otro detalle que se queda a
medio explicar pero eso no empaña para nada el resultado final de una película
brillante, que hace del suspense un compañero de escena y que introduce el
elemento de la inquietud con insistencia hasta que llega a ser algo tan normal
como la oscuridad de una sala de cine.
Y es que no es fácil
abstraerse del hecho de la incredulidad, de la certeza de la perdición, de la
verdad contada por partes, del horror de la convivencia, de las intenciones
ocultas, de la traicionera memoria, de la sorpresa inesperada acompañada de la expresión
equívoca. Quizá la única manera de evitar que el hogar sea un infierno es
haciendo que todo vuele por las aires e introducir un poco de fuego en la boca
del dragón. Así todo quedará en el aviso de un relámpago que, al brillar en la
noche, avisa de que nada ha acabado, de que la Calle Cloverfield 10 era una
pecera donde habitaban unas personas que se movían de un lado para otro en
apariencia de seguridad pero a las que les faltaba la libertad. Y ese
sentimiento no es algo que pueda ser comprendido por cualquier ser del
universo. Es exclusivamente humano. Exclusivamente desesperante. Algo por lo
que solo se puede luchar con la imaginación y la solidaridad.
2 comentarios:
Vaya, celebro que te haya gustado. El planteamiento a priori era interesante y quedaba ver si el tratamiento le hacía el juego o, como es tristemente habitual, servía de excusa para una memez sin sentido.
Yo aproveché para ver la muy poco publicitada "Bone Tomahawk", un western en clave casi de terror, también...Muy interesante como propuesta y mucho mejor, fijo, que la que ocupara este blog mañana...Cosas de la linea editorial.
Abrazos con miedo
No, la cosa tiene mucho sentido lo cual no quiere decir que esté exenta de fallos. Para mí tiene, sobre todo, uno gordo que, me temo, ha sido un despiste que se ha quedado en la sala de montaje. Pero la premisa es interesante, el trabajo de Goodman es enorme, la conclusión se me hace también muy interesante y el mérito que le doy es que podría haberse estancado con una facilidad enorme y consigue eludir esa trampa con cierta maestría.
Sin duda, "Bone tomahawk" será bastante mejor que la que se publique en este blog mañana. Ni te lo plantees.
Abrazos con sobrepeso.
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