martes, 28 de noviembre de 2017

EFECTOS SECUNDARIOS (2013), de Steven Soderbergh

Si queréis escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla a propósito de "Tiempo de amar, tiempo de morir", de Douglas Sirk, podéis hacerlo aquí.

No es fácil salir de una depresión que agobia al alma con tanta fuerza que no tienes ganas de vivir. Lo normal es pedir ayuda y es lógico que se desee el asesoramiento de un psiquiatra de cierto prestigio para ver alguna luz al final del túnel. El médico, si es un buen profesional, se pondrá en contacto con todos los que ya han tratado al paciente para trazar un historial y saber exactamente a qué se enfrenta. Y, por supuesto y por desgracia, la medicación es norma en estos casos. Así que, con toda seriedad, le dice al paciente que se tome unas nuevas pastillas que han salido al mercado cuyo efecto secundario más relevante es la posibilidad de la somnolencia. Hasta ahí todo normal.
Sin embargo, ocurre algo inesperado, algo terrible. El paciente, en su estado de somnolencia, llega al sonambulismo. Y en ese estado comete un crimen. ¿Quién es el responsable? ¿El paciente o el doctor que, siguiendo su criterio profesional le ha recetado esas pastillas? Los acontecimientos se precipitan y la ley pone en marcha todos sus mecanismos para evitar que ese médico vuelva a ejercer. Simplemente porque extendió una receta. Solo que hay algo más. Son los efectos secundarios del asesinato.
Es entonces cuando lo real pasa a ser un sueño y, de ahí, la pesadilla está a un paso. Todo comienza a torcerse de forma incomprensible. Su prestigio cae por los suelos. Se le retira la licencia para pasar consulta. Su mujer le abandona porque parece que una extraña obsesión cae sobre él. Ya no es el hombre que era. Han destrozado su vida y su mente empieza a pensar como la de un enfermo. Solo hay una baza a su favor y es que se le ha conservado la custodia médica del paciente.  Ahí es donde está el auténtico partido a jugar. Mientras tanto, solo habrá que lavarse un poco las manos y tratar de mantener el nivel de vida.
No desvelo nada, doctor, solo estoy exponiendo los hechos de la trama que me recuerdan vagamente a los que hubiese puesto en juego cierto orondo director de magistral suspense y retorcida psicología. En el fondo de este sueño, nada es lo que parece y hay una especie de confuso magnetismo que atrae la mirada hacia la historia. Es como si intentase decir que hay que tener mucho cuidado, que la medicación no es una cuestión de broma…pero que, en el fondo, a las personas tampoco hay que perderlas de vista. ¿Cree que es grave?

Steven Soderbergh dirigió esta película que pasó casi desapercibida por las carteleras a pesar de tener un reparto atractivo con nombres como Jude Law, Catherine Zeta-Jones y Rooney Mara. Tal vez porque es notable, pasó de largo para la vista del espectador y merece una oportunidad. Solo hace falta entregarse a las manos del doctor y dejarse llevar en su diván. Seguro que salen cosas que nadie sospecharía…como algún que otro efecto secundario.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Curioso caso el de Steven Soderbergh, irregular donde los haya. Empezó muy bien, o al menos a mí me lo parece, con esa Palma de Oro en Cannes por "Sexo, mentiras y cintas de video", una película que en su día fue declarada de culto, aunque no la he vuelto a revisar y no se qué tal le habrán sentado los años. No sé si en su caso la irregularidad estará reñida con la versitilidad porque el tío se las apaña para hacer películas con espectaculares repartos y con tirón comercial (la saga de los Ocean, "Contagio", "Traffic" o esta de la que hablas) con frikadas experimentales que no ha visto ni Dios ("Bubble") o sí ha visto pero ya se le ha olvidado ("El buen alemán"). A mí me parece un tipo interesante a pesar de sus meteduras de pata y de sus películas cocinadas a fuego lento (la última "La suerte de los Logan" puede ser un perfecto ejemplo de todo ello).

No he visto este "Efectos secundarios" pero si me lo prescribe el doctor Bardés, prometo someterme pronto al tratamiento.

Abrazos sin receta

César Bardés dijo...

Bueno, es una película sorprendente que navega con cierta soltura (aunque no total) por las aguas hitchcockianas. Fue una sorpresa que pillé por casualidad y me decidí escribir. Tiene calidad en su realización, buenas interpretaciones y, desde luego, una trama que acaba por ser el punto fuerte. Eso sí, no tuvo ningún éxito y creo que Soderbergh no se lo esperaba porque llegó a anunciar que se retiraba del negocio porque ya no entendía al público.
En cuanto a su irregularidad...pues sí, hay que reconocerlo. Un tipo que arrancó estupendamente bien con "Sexo, mentiras y cintas de vídeo" pero que luego te hace mamarrachadas como "Indomable" y que a la siguiente que te vuelves te pone en la cara "Contagio" y te hace, si no una obra maestra, sí una buena película. Todos los ejemplos que pones son muy válidos para ilustrar lo que dices. Intenté hablar con él en el estreno de "Che" pero fue imposible. Es un tipo esquivo, que no le gusta nada el compadreo con la prensa y el público, y, sospecho, bastante tímido. En su lugar, pillé por banda a Benicio del Toro. Luego, también, tiene joyitas escondidas como "El halcón inglés", una película atípica pero realmente buena.
Si la ves, pon la mente en blanco y déjate llevar por la historia. Acabarás realmente sorprendido.
Abrazos desde el diván.