Mañana, día 12, siendo festivo, no habrá artículo. Retomaremos ritmo habitual el martes, día 16. Mientras tanto, sed felices y no dejéis de ir al cine.
Si
pudiera decirte que te quiero con apenas unas notas de música, lo haría, aunque
creo que lo llevo intentando desde siempre, desde aquella vez en que me fijé en
ti, en tu voz, en tu mirada, en tu pelo. Cuando acaricio el piano, trato de
recordar las sensaciones que despertaste en mí cuando te sentía cerca. Fueron
días difíciles, de intensa búsqueda, de compases desafinados, de melodías
inacabadas. Quizá callé cuando debía hablar y eso me hizo taciturno. Y tú sólo
me pedías que, a cada uno de mis movimientos, te dijese que te amaba. Lo hice.
Y tú no te diste ni cuenta.
Quise escapar contigo,
soñar la libertad a tu lado y tú, simplemente, faltaste a la cita. Tal vez
porque el cambio te daba miedo y pensabas que, fuera de este perfecto orden,
todo se iba a desbocar, todo iba a cambiar a peor. Y lo único que comprobamos
es que no importaba el tiempo, ni la distancia, ni los años sin vernos. Nos
encontrábamos de nuevo y el amor seguía ahí, intacto, clamando por un beso,
ondeando la complicidad. Más allá de la opresión, creíste que, rodeado de tanto
despilfarro, mi amor también iba a malgastarse entre las luces de neón, entre
poesías inútiles, entre el humo del jazz y de la melodía que ya toqué mañana.
Te acobardaste de nuevo y yo lo perdí todo para recuperar tan sólo una parte de
ti. Sí, cariño, es mejor la vista al otro lado. ¿Sabes por qué? Porque estás
tú.
En el blanco y negro de
los años más grises, te soñé todos los días, te miré mientras estaba tumbado
boca arriba en la cama, intentando imaginarte sin perderme ni uno sólo de tus
rasgos, de las inflexiones de tu voz, de tu sonrisa que guiaba mis corcheas. Te
imaginé rehaciendo tu vida cada día en mi ausencia, como si trataras de
olvidarme en el refugio de una existencia cotidiana y aburrida, ridícula y
absurda, como si te sumergieras en un destino que, en realidad, no te
correspondía. Nunca estuviste a gusto. A mi lado, temías perderme. Lejos de mí,
temías quedarte. Es hora de pasar al otro lado. Es hora de querernos durante todo
el tiempo que la vida nos ha negado. Y eso es una eternidad.
Nuestra historia la
dirigió un tal Pawel Pawlikowski, un director polaco que sabía muy bien lo que
era vivir sin libertad, y lo hizo con algunas imágenes hipnóticas, sin color,
con pasión, dejando que la fantasía poblara los espacios vacíos y los
razonamientos peregrinos. Más allá de eso, aún tengo en mis oídos el sonido de
tu voz, aún conservo el tacto de tus manos, el olor de tu piel, la cadencia de
tus palabras, el blanco y negro de tu mirada que siempre buscaba respuestas,
pero nunca soluciones. En el fondo, eras un blues
sincopado, roto, pausado e irresistible.
Hoy estamos juntos,
aquí, al otro lado. Miramos todo con la distancia propia de quien sabe que
nadie nos puede tocar. Ya no hay más sospechas. Ya no hay delaciones. Ya no hay
castigos por la negación. Somos libres y nos pertenecemos. Y yo vuelvo a
sentarme al piano para tratar de encontrar las notas justas que expresen todo
lo que siento por ti. Desde éste otro lado la vista es mucho más bonita. ¿Sabes
por qué? Porque estás tú. Y estarás siempre.
6 comentarios:
Es una belleza de película, una de las historias de amor más bonitas que nos ha regalado el cine en los últimos tiempos. Me costó un segundo visionado poder apreciar "Ida" (la primera vez la vi de noche y con algo de sueño acumulado), pero definitivamente caí rendido ante esa hipnótica historia y esa impresionante fotografía. Aquí vuelven a subyugarme ambas cosas.
La película cuenta de una forma admirable esa historia de amor y música que atraviesa tiempos, lugares y fronteras. Con un uso formidable de las elipsis que te obligan a sumergirte más y más en la historia para intentar descubrir que pasa con esos personajes. Imágenes poderosísimas - ese "Rock around the clock" contado y cantado en plano secuencia- y una interpretación soberbia de sus dos protagonistas, aunque lo de la chica, Joanna Kulig es puro magnetismo, hay que ver cómo enamora a la cámara y se come la pantalla (por momentos me recordaba a la Yenni, por momentos a Monica Viti, es más que llegué a pensar si lo de ponerle de nombre "El eclipse" al club era casual). Pawlikowski dirige la película de manera fantástica.
Igualito que Bradley Cooper en la nueva de "A star is born".
Vamos que yo salí encantado (de la de Bradley no, de la otra).
Abrazos folkloricos
Desde luego es una belleza de película. Entre otras cosas porque Pawlikowski es muy inteligente con ese tratamiento que da a la fotografía, que llega a envolverte de una forma casi mágica. Para mí, es superior a "Ida", una película en la que, sin duda, cuesta entrar aunque tiene una calidad indiscutible planteando otro tipo de cuestiones.
Tiene secuencias muy poderosas y a mí me subyugó la interpretación de él, a base de miradas, de sensaciones, casi siempre de pérdida. Siempre está cómodo con ella (salvo, quizá, en esa secuencia precisamente del "Rock around the clock"). Sabe que, en el fondo, de alguna manera misteriosa, sus destinos están indisolublemente unidos. Además, me quedé boquiabierto con su dominio del piano, con un estilo claro y nítido, muy bonito, tanto en el jazz como en el clásico.
No es ninguna tontería pensar que Antonioni anda por aquí, porque además la incomunicación también es una de las constantes que está alrededor de esta pareja, lo que pasa es que Pawlikowski no es aburrido.
En cuanto a lo del "remake" de "Ha nacido una estrella"...de verdad...estoy oyendo auténticas maravillas sólo porque actúa Lady Gaga, que se ve que tiene bula haga lo que haga. Y, por supuesto, provenientes de gente que ni se ha molestado en ver la versión Wellman, o, peor aún, la versión Cukor. La de Barbra Streisand, a pesar de contener la canción de "Evergreen", no fue tampoco nada del otro jueves.
Abrazos jazzísticos.
Pues te diré una cosa, la Gaga no lo hace mal. El que está para darle un par de yoyas y algo más es el otro, que además, de estar pasadísimo de rosca en bastantes escenas (ya sabemos que lo de hacer de alcohólico en el cine da para eso a no ser, claro, que te llames James Mason) se regala un montón de primeros planos, robándole protagonismo incluso a ella, que para eso es el director y además sabe un montón de resacones.
Le lloverán las nominaciones, ya verás. Como decíais Suso y tú por aquí el otro día qué asco de mundo.
Abrazos estrellados
No, si no lo niego. Pero elevar una película a los altares por el mero hecho de que esté Lady Gaga en ella, pues eso. Pobre Barbra Streisand. Machacaron su película a pesar de que ella es una actriz de probada valía y Kris Kristofferson tampoco es que fuera malísimo (tenía más carisma que talento) y, por supuesto, el bueno de Bradley ya se le está subiendo el pavito de que es un tío muy interesante. Es que sí, es que es un asquito de mundo.
Abrazos nacidos.
Pues yo fui a verla el sábado y me pareció muy hermosa también. Aunque voy a ponerle algún pero.
No es un pero a la película, es a mi como espectador y quizá también a bastantes de los que estábamos en la sala, desgraciadamente pocos. Creo que Pawlikowski nos deja fuera conscientemente de esa historia de amor, nos deja que la presenciemos pero no nos deja que nos identifiquemos. Es una historia fría, sus cortes en el tiempo hacen algo más que contar los encuentros, son flashes que no nos acercan a los personajes, vemos su pasión pero no la sentimos. Y eso nos obliga a buscar la belleza en vez de que esta nos envuelva. Los espectadores cómodos nos sentimos incómodos, forzados, requeridos.
Mis acompañantes y, como digo, la sensación que percibí de algunos espectadores es que habían presenciado algo bonito, pero nada que les llegara directamente al corazón sino más bien al cerebro, algo que se procesa y se cuela dentro y quizá no te lo quites nunca, pero no un flechazo que te deja directamente rendido.
En todo caso, películas como esta evitan un poquito que el mundo sea un asco...
Abrazos sentado en el banco
Yo creo que ese defecto que señalas es muy deliberado. Al fin y al cabo, nosotros, los espectadores, estamos al otro lado del muro y eso nos coloca en la posición de ese Estado sin libertad que les toca vivir y que tanto daño les hace. Bien es verdad que ese toque "emocional" que echas en falta podría haber sido más dramático o, si quieres, más comprometido, si se nos hubiera narrado con pelos y señales el martirio que sufre él (que, al fin y al cabo, es el que le pone emoción a la historia de amor. Los vaivenes de ella, en el fondo, son bastante caprichosos) puede que habríamos visto cómo no le quedaban muchas más salidas y cómo ella, al final, claudica y se da cuenta de que era mucho mejor la vida que llevaban en libertad que la que ella misma se ha condenado.
Desde luego, visualmente, la película es muy bella. Y la concepción del amor que PAwlikowski quiere trasladar al espectador por supuesto que es cerebral. Creo que pasión, la pasión verdadera, esa que siempre esperamos, se da solamente en los primeros compases, lo demás es mucho más estudiado, más "reglado", más frío. No es casualidad que la película se llame "Cold War".
Abrazos de partitura.
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