Basar
la competencia de un personaje público en lo que hace o deja de hacer en su
vida privada es una muestra más de la dictadura de lo políticamente correcto.
El daño del amarillo periodístico puede ser enorme por poner el foco en lo que
no corresponde, distrayendo a la opinión pública de los verdaderamente
importante. Y, quizá, aquí en España, eso nos pueda dar más o menos igual,
demostrando que nuestra democracia, en algunos aspectos, es más madura que la
de otros países con mayor tradición, pero en Estados Unidos eso es poco menos
que pecado mortal. Más que nada porque asocian que un hombre que engaña a su
mujer también será capaz de engañar al pueblo.
Y así carece de
importancia toda la trayectoria política de un candidato a la presidencia que
albergaba buenas intenciones, que mantenía una imagen impecable, que se atrevía
con algunos desafíos que podían ponerle en ridículo y, sin embargo, salía más
que airoso de los envites. La prensa lo divulgará todo sin pararse demasiado en
comprobar los hechos, sin dar muchas oportunidades para que el perjudicado
pueda defenderse. Y no bastará su brillante oratoria, o el estrujamiento de los
cerebros que le acompañan para lavar su imagen. Quedará como el adúltero
impenitente que se aprovecha de todo para echar su cana al aire y trepar por
encima de cualquier consideración moral.
No se puede evitar el
recuerdo hacia aquella película que protagonizaron Henry Fonda y Cliff
Robertson bajo la dirección de Franklin J. Schaffner y que llevaba por título El mejor hombre cuando se ve El candidato. Ambas insisten en que,
quizá, el mejor, el más indicado para ocupar el puesto más alto de la nación es
aquel que no se presenta, que tiene tan poco apego al poder que está dispuesto
a la renuncia con tal de que el escándalo no salpique a la democracia.
Competente es el trabajo de Hugh Jackman, intenso en su creación del político
que, a base de trabajo, trata de conseguir la victoria para llevar a cabo las
reformas que más se necesitan. La dirección de Jason Reitman es rutinaria, sin
alardes y pasa por correcta. Sin embargo, cuando todo termina, se tiene la
sensación de que al conjunto le falta algo de fuerza, de capacidad de enganche,
por mucho que en la memoria aún se recuerde el desastre de la campaña del
senador Gary Hart para la presidencia que, finalmente, ganó George Bush padre.
Por lo demás, se deja pasar el rato, se reconocen personajes de la historia
reciente americana como Bob Woodward, Bob Dole o Ben Bradlee, interpretado por
Alfred Molina, se refunfuña al final, tratando de encontrar el sentido a
destapar los líos extramatrimoniales del que, posiblemente, hubiera sido un
buen presidente y, sobre todo, al comprobar que la prensa, buscando el
amarillismo, se degrada y se arrastra por el peor de los fangos. Aunque, de
eso, en España, sí sabemos un rato.
No basta con las buenas
intenciones. No es suficiente tratar de vencer al enemigo con lógica, con
propuestas razonables y razonadas, con trabajo duro y experiencia política.
También hay que ser un hombre intachable en las relaciones privadas, amante de
su mujer, siempre de buen humor, con la palabra justa en la boca y el gesto
relajado y suave. Todo un reto para cualquier ser humano. Mientras tanto, se
buscará hasta en las más recónditas cloacas cualquier desliz para poner en duda
su competencia. Y así, poco a poco, se van bajando los escalones hacia el más
vergonzante de los perfiles bajos. ¿Les suena?
7 comentarios:
Estoy bastante de acuerdo contigo. Creo que la película se deja ver y se sostiene por el conjunto de las interpretaciones. Jackman está estupendo al igual que Alfred Molinao o JK Simmons, y subrayaría también a Vera Farmiga, que hace un gran trabajo en la sombra nunca mejor dicho.
Más que rutinaria, la dirección de Reitman te diría que peca un poco de ingenuidad. Reitman siempre me ha parecido un director algo superficial aunque en su cine siempre plantea cuestiones interesantes. Me parece interesante el retrato que se hace de Hart, tal vez menos exhaustivo y menos crítico -pero también menos farragoso -que el enfoque que da McKay sobre Chenney en "El vicio del poder por ejemplo. También es verdad que aquí los palos van más dirigidos a los "lobbys" de la prensa que a la clase política. Y por último tampoco veo mal detalle que con la que está cayendo el personaje sobre el que se hagan caer las críticas sea un candidato demócrata.
Abrazos presidenciables
Yo creo que es muy convencional. Ni siquiera tiene un colofón que la haga recordar. Es verdad que plantea cuestiones interesantes, pero no rasca demasiado. Por supuesto, el objetivo de Reitman no es el de McKay porque, al fin y al cabo, lo que te viene a decir es que Gary Hart estaba muy cerca de lo ideal para ser presidente. Y no sólo eso, sino que lo hubiera sido de no haber sido sorprendido casi con las manos en la masa aunque con unas pruebas más bien dudosas cara a la opinión pública. Lo que es valioso es que la película se incline a decir que sí, que lo que hizo fue verdad. No se acoge a la ambigüedad. En realidad, la crítica no es contra el personaje (salvo, quizá, que en determinado momento llega a mentir) sino contra el poder de la prensa que, con la figura de la "ausencia de malicia", puede hundir la carrera de cualquiera poniendo sus debilidades privadas en titulares.
Abrazos de encuesta.
De nuevo hablo sin verla. pero porque no voy a hablar de cine (no abiertamente) sino de este tipo de films.
Habláis de Mckay o Schaffner y quizá no ande lejos también (aunque no cuente lo mismo ni mucho menos) el film homónimo de Michael Ritchie con Robert Redford. Allí también se hablaba del político bueno e idealista que aceptaba presentarse a una elección convencido de que no iba a ganar, caso contrario al de Hart una buena campaña publicitaria y la atención de la prensa le hace subir como la espuma en las encuestas, ahora la posibilidad de ganar está cerca pero hay que aceptar vender el alma al diablo. Tampoco anda lejos la intrahistoria de "Los idus de marzo" que nos cuenta la impecable versión pública de George Clooney aunque tenga muchas grietas morales que tapar. Y hoy mismo escuchaba en la radio el cercano estreno de una adaptación teatral de "El idiota" de Dostoyevski, en el que el príncipe protagonista es un político actual. Como en la novela es un hombre bueno, una persona compasiva de la que todos se aprovechan y se ríen.
Hace poco hablabas de "El secreto de Santa Vittoria" donde el borracho era elegido alcalde y era probablemente más capaz que el resto de los sobrios.
A lo que voy es a la perogrullada de lo fácil que es destruir y lo terriblemente imposible que resulta construir algo realmente bueno. Estamos siendo, ahora mismo, bombardeados por todo tipo de desconsideraciones, calificativos despectivos, falsas noticias o tergiversadas o sesgadas. Aznar dijo en su momento que Zapatero era el hombre que más daño había hecho a España en tan poco tiempo, Casado lo repetía antes de ayer hablando de Sanchez. Yo no estoy muy convencido sobre lo de Zapatero aunque, sinceramente, creo que tomó varias decisiones incorrectas (o nefastas incluso) en el último año de su mandato recién llegada la crisis económica. Pero lo de Sanchez no lo comprendo y mira que no le tengo ningún aprecio al personaje. En menos de un año ¿Que ha hecho que haya perjudicado a España más que todas las decisiones de sus predecesores?.
Frases, titulares, aparecer, ocupar espacios públicos, ser redifundido, llamar la atención...Esa es la política de hoy (al menos en España, también quizá en USA). Ser "el idiota", ser buena gente, pensar en los demás, confiar, te deja fuera. Y si no cuentan tus secretos privados...No se echa a nadie por mentir o falsificar un documento público, sino por hurtar unas cremas en un supermercado. Así nos va.
Abrazos idiotas
En espíritu sí que puede que esté más cerca de "El candidato", de Ritchie que de "Los idus de marzo". Más que nada porque, en esta última, lo que se desvela no es sólo un personaje de grietas morales profundas sino que, en realidad, es un cabrón con pintas. En la de Redford, al fín y al cabo, es el relato de un "trágala" porque él decide (en una decisión que se antoja bastante errónea) seguir los consejos de sus asesores que, en definitiva, son bastante opuestos a sus propias intenciones. En el caso de esta película que nos ocupa, Reitman se ocupa de recalcar abiertamente que Hart era el candidato ideal, un tío idealista, dispuesto a cambiar las cosas serenamente, con la frase ideal a punto, con la postura a punto y con la imagen a punto. Y que lo que le hunde es la prensa directamente. Nada de rivales políticos. Sólo la prensa que, eso sí, puede servir a uno u a otro interés pero hasta un periódico bastante poco sospechoso de ser republicano como es el Washington Post decide colaborar para echarle abajo la candidatura.
Sinceramente, no voy a opinar mucho sobre la política española. Puede que mi postura sea algo infantil y, sencillamente, no me creo nada de lo que sale por boca de nuestros políticos. Todo obedece a un momento y a un oportunismo determinado y hoy dicen una cosa, mañana dicen otra, pasado la contraria y, como la gente no tiene memoria, da todo igual. Eso sí, sinceramente, no creo que Zapatero, en su gestión general, haya sido un buen presidente.
En cuanto a lo de llamar la atención y demás...es que la prensa ahora misma prende la espita y lo demás ya se encargan las redes sociales. Y el daño está hecho irremisiblemente. En otro orden de cosas, ahí están las inocencias demostradas de Morgan Freeman al que ya no le ofrecen papeles de ningún tipo, o las judiciales ya demostradas de Allen y no le dejan estrenar su última película. Así de estúpido se ha vuelto todo.
Abrazos políticos.
Sólo una aclaración, yo no he dicho que hubiese sido un buen presidente, sino que no tenía que ser lo peor que le había pasado al país en los años de Democracia...una cosa es una cosa y otra es otra.
Tampoco estoy del todo de acuerdo con lo de las redes sociales, lo estoy en que tienen un efecto multiplicador demostrado, pero creo que hay una intención clara de ser trending topic en ellas y por eso gusta más la soflama que el argumento. Lo que es expositivo provoca aburrimiento, lo que es (des)calificativo alcanza rápido el éxito.
En realidad la historia de Malú y Rivera tendrá un efecto electoral (no sé si positivo o negativo) pero había interés en que dicho detalle apareciera (no se si de rivales o de propios). La baja por paternidad de Iglesias, el libro de Pedrito (menudo subnormal) y así hasta el infinito, el detalle, la parida, el torpe error...todo eso es magnificado. Nadie piensa en nadie si no supone un "beneficio político" (que bien decía Rajoy). Las recomendaciones del Pacto de Toledo rechazadas a ultima hora por Podemos para no marcarse en plena campaña preelectoral, Vox vetando una declaración unánime del Senado contra la homofobia,...Ruido, hagamos ruido.
¿Triunfaría ahora Hart? Lo dudo, aun sin lios de faldas...líos que por cierto no han impedido a Trump sentarse tranquilamente en la Casa Blanca.
Abrazos difundidos
Por mera asociación de ideas, me acordé viendo la película de Reitman de la nueva miniserie de Stephen Frears “A very english scandal” que se puede ver actualmente en Amazon (llevo dos capítulos de tres). Frears recrea el caso real de Jeremy Thorpe, destacado miembro del Partido Liberal británico que en los años 60 levantó una polvareda tras descubrírsele un romance con un jovencito que trató de ocultar a lo largo de toda su carrera política. La serie de Frears y la película de Reitman no tienen mucho que ver más allá de la presencia en ambas de un político envuelto en un escándalo sexual. Los personajes de Thorpe y Hart son muy distintos, también las circunstancias de ambos casos y sus contextos históricos. Mientras Reitman plantea un drama político, Frears tira más hacia la comedia negra, pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aprovecho para recomendar la serie.
Por cierto que la interpretación de Hugh Grant es espectacular, este muchacho está viviendo el momento más dulce de su carrera sin lugar a dudas. Muy pocos daban un duro por él.
Abrazos “british”
Aclarado el comentario y tienes razón, Carpet. Eso es lo mismo que ocurre en la redes sociales. Alguien dice ese mismo comentario y la contestación es la que yo he puesto. Y ya quedas como que eres un defensor de la gestión de Bambi.
Es interesante que saques la comparación entre Hart y Trump. Mientras Hart, parece ser (no tengo datos reales de esto, en el año 88, yo tenía 22 tiernos años) era un tipo competente y carismático, Trump es todo lo contrario. Y digo yo. Hay una cierta conexión entre Trump y Podemos porque ambos aglutinan el voto del cabreo. Trump ha ganado, sobre todo, por eso. Y porque también hubo un cierto sector autodenominado demócrata que prefirió no votar a hacerlo por Hillary Clinton (Susan Sarandon es una de ellas). Eso dio alas a porque, al fin y al cabo, al votante indeciso le entró esa sensación de que si ni los mismos demócratas confiaban en ella, cómo es posible que no se pudiera votar a Trump habida cuenta de que, en general, tienen un sentido cívico bastante más alto que el nuestro.
Sí, yo creo que Hart, sin lío de faldas, llegaría a triunfar. No hay nada como vender un proyecto nuevo bajo una fachada atractiva.
Anotada la recomendación de la serie, Dex.
Abrazos electoralistas.
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