viernes, 24 de enero de 2020

JOJO RABBIT (2019), de Taika Waititi



No hay nada más influenciable que la mente de un niño. Es muy fácil meter cualquier idea en su cabeza si se envuelve adecuadamente. Quizá los uniformes puedan ser un buen gancho. Y más aún si se le dice una y otra vez que es una pieza única de un engranaje que es perfecto y que sirve a los más altos ideales posibles. El problema es cuando el niño deja de tener pájaros en la cabeza y comienza a sentir las mariposas en el estómago, cuando los afectos ya no van de fuera hacia dentro sino al revés. Un mundo de posibilidades, que hasta ese instante no había contemplado, se abre ante él. Y lo peor es que son todas mucho más razonables.
En ese estado de dulce inconsciencia que es la infancia siempre hay sitio para un amigo imaginario, para creer a pie juntillas que su país es el mejor de los mejores, que el enemigo es monstruoso no sólo moralmente, sino, sobre todo, físicamente y que tiene garras, colmillos, cola y hasta escupe corrupción en lugar de palabras. Son los últimos meses de la guerra y todo está perdido, pero resulta mucho más agradable pensar que Alemania va por delante, que la victoria está cerca y que ese incomprensible mundo de adultos es el que se encarga de las noticias agoreras.
Una de las cosas peores de la guerra es que no es tiempo para niños. Son seres que ni saben, ni comprenden, aunque crean dominar los dos verbos. La perfección racial se puede ir al traste por un estúpido accidente y las cosas comienzan a descuadrarse peligrosamente. El amigo imaginario de bigote incompleto no busca su felicidad, sino machacarla hasta la desgracia, las referencias desaparecen y se abre un abismo insalvable de falta de cariño y de protección. Todo ello, sin perder el humor, sin salirse de la sátira, pero tampoco del cuento para niños de más de doce años. Las mariposas en el estómago van creciendo y es hora de encarar la vida con las cicatrices bien cerradas, la alegría bien liberada y el baile presto para celebrar algo tan liviano como la libertad.
Taika Waititi ha escrito, interpretado y dirigido la película con un saludable desenfado dejando una película curiosa, que nunca se sabe hacia dónde te lleva, con la ironía algo desenfrenada y algunos toques grotescos para confundir la realidad con lo que cree ver esa mente infantil embaucada y reanimada. No deja de ser un intento original, a ratos divertido, con un trasfondo ineludiblemente trágico y obligatoriamente suave que mueve más a la media sonrisa que a la media tristeza. El propio Taika Waititi interpreta al amigo imaginario del niño protagonista dando rienda suelta al histrionismo y deja la tarea de interpretar a Scarlett Johansson y, sobre todo, a Sam Rockwell que vuelve a dar un par de lecciones sobre un personaje deliberadamente ridículo y enternecedoramente noble. Mención especial merece esa escena de la visita inesperada de la Gestapo en la casa del chaval en la que se combina una inusitada amabilidad con un terrible fondo agresivo y ladino.
Así que es tiempo de ponerse en los ojos de Roman Griffin Davis, el niño-actor que da vida al personaje principal, y asistir a su apertura, a su inicial camino hacia la madurez a través del desengaño. El enemigo se halla a las puertas y más vale esquivar las últimas bombas y ponerse a resguardo para lo más difícil que viene después. La simpatía va de mirada en mirada y se acaba con la impresión de que ha sido mejor tener tres cuartos de alma de niño que ver esta película con la retorcida mente de un adulto.

6 comentarios:

dexterzgz dijo...

Estoy de acuerdo. Es una película amable y agradable de ver - aunque como dices el trasfondo es terrible- y además con cierta originalidad, y eso que no deja de ser un cruce entre las películas de Wes Anderson, "El invisible Harvey" y "La vida es bella" que por cierto a mi me parece una de las películas más sobrevaloradas de la historia. El acierto de Waititi está en contener siempre lo disparatado de su propuesta. A diferencia de lo que hace Begnini, todo el delirio sale de la cabeza del niño (muy bueno y significativo el momento en el que ella le muestra el retrato que le ha hecho), así que todo resulta más "creíble" y menos grotesco.

Lo de Rockwell es asombroso.En manos de otro actor el personaje hubiese resultado ridículo y probablemente la película se hubiera ido a la m...

Abrazos con los cordones desabrochados

César Bardés dijo...

Es una película que está bien. Tampoco es para que la nominen seis veces ¿eh? que ya quisieran muchos. Yo creo, en cualquier caso, que la comparación con "La vida es bella" es un poco baladí. Es algo que no procede, ni siquiera creo que la intención de la película vaya por ahí, más allá del choque que significa para un niño todo lo que le han enseñado con lo que la vida se empeña en enseñarle. Aún así, hay algún momento en el que parece que la cosa se escapa un poco de las manos.
Lo de Rockwell,como bien dices, es de otro planeta. Es lo mejor de la película con mucho. Mucho, mucho mejor que el papel de la Johansson que me parece más bien flojo (nominada por la secuencia del bailecito, clarísimo). Sin embargo, qué maravilla Rockwell cuando le quita la chaqueta al niño. Lo pone de espaldas al paredón, ve que, en un momento y por encima del hombro del niño, va a haber tiros y le quita la chaqueta. Creo, sinceramente, que es la mejor escena de la película. Ahí sí quedé impresionado.
Abrazos hablando con un amigo imaginario.

dexterzgz dijo...

No, desde luego no da para seis veces, y si alguna de esas fuese al menos para Rockwell pues aún (ya veo que no procede hablar de Dafoe). Pero desde que les ha dado por meter tropecientas películas finalistas ya sabes.

¿Parece que la cosa se va un poco de las manos? Bueno, desde el momento en el que Waititi interpreta a Hitler como histrión exagerado creo que te está marcando un poco las cartas. A mí no me chirrían los momentos melodramáticos y desde luego tiene momentos delirante. En la primera parte en el campamento yo me reí un montón.

Abrazos con mariposas en el estómago

César Bardés dijo...

No creo que el hecho de que Waititi interprete a Hitler como histrión exagerado (aunque hablar y tildar a alguien que hace de Hitler de "histrión exagerado" no deja de ser una temeridad) sea sentar las bases de que se escapa de las manos. Al fin y al cabo, eso es imaginación del chaval y ayuda a poner la nota de humor viéndolo todo desde su óptica. ¿Qué tal la entrada de la Johansson en la oficina de Rockwell? Eso no es imaginación...
Abrazos con bigotito incompleto.

Chus dijo...

Agradable de ver, visualmente atractiva con toques muy Jeunet (aunque bastante increible a veces...), con interpretaciones meritorias (Rockwell como bien decís, y Roman Griffin Davis que a mi esto de peli con niño me parece un género bastante difícil...) pero poco mas.

Me pasa lo mismo que con parásitos, creo que es una peli entretenida para echar un rato, pero ni mucho menos la pongo como candidata a nada en premios de la academia.

No va mas allá de una fábula contada en determinada época. Pero sinceramente... no entiendo muy bien por qué para contar esto se elige el holocausto nazi, del que ya se abusa demasiado.

Abrazos de tacón.

César Bardés dijo...

Vuelvo a estar de acuerdo contigo al cien por cien. Está bien,lo pasas más o menos bien, es difícil ponerle pegas,pero poco más. Es, como muy bien dices, una película entretenida para echar el rato. Un simple cuento amable con algún momento de cierta gracia (lo de Rockwell es el elemento clave) y que,desde luego,no merece tantísimas nominaciones. Da miedo pensar lo que harían con una comedia como "El guateque" si se hiciera hoy en día si ésta tiene seis nominaciones.
Lo del Holocausto, es que ya lo de "La vida es bella" acabó por saturar a todos. También es otra película que me gusta, pero no creas que me enloquece absolutamente. Yo tampoco veo tanta gracia en eso. Otra cosa es hacer comedia sobre la Segunda Guerra Mundial, que sí da para reírse ("¿Qué hiciste en la guerra, papi?" puede ser un buen ejemplo, también de Blake Edwards), pero el Holocausto, sí, tienes cierta parte de razón.
Abrazos escondidos.