viernes, 21 de noviembre de 2008

EL GRAN CARNAVAL (1951), de Billy Wilder


Perseguir la noticia. Mantener la noticia. Prolongar la noticia. Ser la noticia. La manipulación de la emoción para seguir vendiendo. Y el hombre que lo hace posible convierte su nombre en cabecera de periódico, como tantas veces hemos visto: “Por Charles Tatum”. En el camino, el alma se queda encerrada en un agujero del que se puede sacar a quien agoniza. Todo el mundo tiene su precio. Y eso es lo que da verdadero miedo de la historia que Billy Wilder nos cuenta. Mucho más allá del terrible circo que se monta en la pantalla, hay algo ahí, en algún lugar de nuestras entrañas, que se remueve, salvaje. Todos tenemos un precio. Todos tenemos algún rincón donde llegar…puede ser la primera línea de un periódico, puede ser volver vivos de una guerra para morir en una cueva oscura, puede ser coger un autobús para salir de ninguna parte para llegar a ningún lugar, puede ser la admiración de un joven que empieza a ser periodista, puede ser querer ser reelegido o puede ser, y tanto que puede ser, acceder a la corrupción con tal de que el negocio se convierta en una empresa que arroje tantos beneficios como podredumbre.
Mientras tanto, la gente, la masa manipulable y estúpida, dará vueltas en una noria, se comprará un cucurucho de helado y, con la excusa de la emoción y del siempre falso apoyo popular, merodearán alrededor de lo que es la muerte. Billy Wilder con “El gran carnaval” se adelantó a su tiempo en cincuenta años porque fabricó el as en la manga del mismo “reality-show”. Es por eso que, en su momento, se aborreció esa película. Era una historia que te decía en la cara: “Carroñeros de mierda, en cuento oláis la víctima acudiréis en tropel con la despreciable excusa de las lágrimas y de cuánto sufre la familia…y lo que queréis es disfrutar del parque de atracciones erigido con el capital de la muerte…”
Obra maestra indiscutible, agresivamente dirigida con una precisión casi insultante (yo creo que el mejor plano de toda la carrera de Billy Wilder, junto con el descenso de las escalinatas de Gloria Swanson en “El crepúsculo de los dioses”, es el último de esta película, con un periodista ofreciéndose a la muerte con una oferta que no se puede rechazar, como primera plana de un periódico al borde mismo del abismo sensacionalista), “El gran carnaval” es algo más que una película. Es un retrato oscuro, muy oscuro, de la misma orilla de nosotros mismos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una de las cosas que admiro de tu manera de escribir es que casi siempre encuentras la palabra justa para definir sensaciones, sentimientos.. NO hace mucho que vi esta peli y cuando he leído la expresión " agresivamente dirigida", he pensado que eso es justamente lo que sentí al verla. Es una película agresiva en todo. En lo que cuenta, en cómo lo cuenta. Vovemos al " todo vale" que comentábamos el otro día y que nunca comprenderé. Siempre que sale este tema me acuerdo de alguien muy cercano a mi que decía que conciencia tenemos todos. Ya de cada uno depende de qué manera queramos convivir con ella.
Gema

César Bardés dijo...

Billy Wilder, a pesar de haber sido periodista (además un periodista con cierto descaro)antes de dedicarse al cine sentía un enorme desprecio ante la profesión del periodismo. A pesar de todos los premios que tuvo, "El gran carnaval" fue un estrepitoso fracaso porque desvelaba esa parte de meternos en la vida de los demás que hoy en día no nos importa reconocer todos los días en la televisión pero en los años cincuenta, nadie quería reconocer que eran capaces de ir a psar unos días libres a una feria montada en torno a la agonía de un hombre. Woody Allen le dijo a Wilder que ésta era su mejor película y Wilder dijo que había sido una historia que había dirigido con el fin de impactar al público y resulta que es una de sus obras menos mencionadas. A mí me parece una de sus obras maestras indiscutibles, agresivamente dirigida, totalmente malintencionada, una aguja clavada en nuestra retina para avisarnos de una ética que nos hemos dejado en algún lugar y que el ser humano como tal necesita para vivir. Es maravillosa. Es grande. Es cine. Gracias por tu comentario, a veces caes en cosas que ni yo mismo me doy cuenta cuando me pongo delante de un folio en blanco.

Anónimo dijo...

Vaya, lo hiciste, jej. Recuerdo que la primera vez que vi esta película acababa de destaparse en España el desgraciado caso de las niñas de Alcaser, que pienso que fue el desencadenante de este periodismo sensacionalista y amarillista que nos invade, ese que alimenta el morbo y se ceba en la desgracia ajena en lugar de centrarse en la descripción de unos simples hechos. Nunca entiendo porque el reportero/a de turno se acerca a una persona que acaba de sufrir una tragedia y lo primero que le suelta es ¿ cómo se siente?, pues cómo coño se va a sentir, miserable. No llegué a conocer los tiempos de El caso, pero sospecho que no sería ni la mitad de nauseabundo que todo esto. No pude evitar ver la película en paralelo con la realidad de aquel momento. El gran carnaval me parece una obra maestra en el sentido más estricto de la palabra por lo que dices tu de lo que tiene de visionaria y de enseñarnos la que se nos venía encima. El espejo en la que se han mirado otros films notables sobre el tema como Mad City de Gavras (siempre se dijo que era un remake de la de Wilder pero yo no me lo creí demasiado) el Accidental Hero de Frears o El gran salto de los Coen (aunque en ésta los tiros van más hacia Capra y un tal Juan Nadie) Y la cosa no parará ahí, que la realidad siempre acabará por imponerse a la ficción. Por cierto, viniendo hacia acá oí en la radio la noticia de que la policia judicial acaba de entrar en las instalaciones de una televisión para averiguar cuantos dineros ha desembolsado ésta para una entrevista que le realizarán esta noche a un delincuente. Muchas gracias por su post, don Cesar

César Bardés dijo...

Aquello de Alcásser fue totalmente vergonzoso. Yo ya por aquel entonces no me podía creer a Nieves Herrero movilizada y trasladada allí teniendo en un escenario del teatro local a los afectados y haciéndoles preguntas estúpidas y que me hacían sentir mal por estar allí escuchándolas. De hecho, no lo he vuelto a hacer. Sin duda, en ese sentido, "El gran carnaval" fue profética aunque, cuando se estrenó, aquí todo el mundo creyó que aquello eran cosas de los americanos y que a nosotros no nos podía nunca ocurrir. Me parece demencial que se diga que "Mad city" es un remake de "El gran carnaval", ésta pelicula no tiene remakes, aunque sí tiene películas emparentadas. Yo, por ejemplo, la veo pariente en segundo grado de "Network", de Sidney Lumet pero supongo que eso sólo depende de los ojos con que se miren. De nada, señor Dexter, espero que le haya gustado.