- Mamá, mamá, mamá, en el cole me llaman mafioso.
- ¡Uy! Pues voy a tener que ir a hablar con la profesora.
- Vale, vale…pero que parezca un accidente ¿eh?
Pues eso, tal vez esta película también sea un accidente, una ligera comedia de media sonrisa que deja entrever nuestros dientes negros de colmillos afilados, nuestra mala leche contenida en el día a día de una vida que nos gusta más bien poco y nuestro chismorreo estúpido que convierte lo que no nos importa en lo que no nos afecta.
Y es que Gerardo Herrero mostró muy buenas voluntades en dos películas que, sin llegar a ser obras maestras, fueron loables intentos de hacer un cine de cierta calidad en títulos como Territorio Comanche y, sobre todo, en esa pequeña joyita olvidada llamada Desvío al paraíso. En esta ocasión, hay buenas intenciones en Herrero al intentar hacer un accidente con aires de comedia negra que siempre merecerá un comentario elogioso por mi parte. Más que nada porque soy un firme creyente en que los españoles somos bastante aceptables cuando nos decidimos por hacer un cine de género y nos dejamos de esas historias pesadas, tristes, baldías y con aire de trascendencia del “polvo que nunca eché” (y perdonen la expresión, pero es que es así). El caso es que el intento es una película que se deja ver con una cierta simpatía, que nunca explora los rincones de la carcajada y que se sale del cine con una cierta impresión de que Herrero ha visitado los vericuetos de otros realizadores más clásicos como Blake Edwards. Por cierto, Gerardo, qué estupenda secuencia la de los títulos de crédito con ese plano en helicóptero que empieza con Luppi conduciendo su bólido y que termina en la otra punta de la ciudad con Maura en la terraza. Magistral y, sin dudarlo, lo mejor de la película.
Dejando siempre bien presente que la película simplemente se deja ver, creo que el defecto fundamental del cine de Herrero es su evidente flojera en la pegada. En esta ocasión, navega por caminos trillados de comedia negra, de comedia de enredo, de comedia seria, de comedia trágica, de comedia enseñante, de comedia loca y de comedia tonta y no se queda en ninguna de ellas. Podemos decir que es simpática pero no que es una excelente película. Podemos decir también que la media sonrisa no se nos cae de los labios en todo el metraje salvo en la muy adecuada seriedad del comienzo, pero no llega nunca a la diversión total que supone salir del cine exultante y comentando pasajes que se nos han quedado grabados de forma indeleble porque nos ha arrancado la carcajada única y exclusiva que pertenece tan sólo a determinadas películas. El caso es que Herrero maneja con mucha maestría, eso sí, a los personajes de Luppi (un asesino profesional que, a la manera del Samuel Jackson de Pulp fiction, siempre pregunta a sus víctimas si saben quién mató a John Fitzgerald Kennedy), de Maura (una mujer madura en pleno climaterio que tiene migrañas que la avisan de las infidelidades y que desencadena todo cuando no tiene la más mínima importancia) y de esa excelente, infravalorada y muy poco conocida actriz que es Marta Fernández-Muro (una mujer aburrida que tiene menos cerebro que un percebe canario y que coloca a Carmen Maura en el camino del crimen). Y no cabe duda de que Herrero conoce a la perfección los trucos de Edwards cuando hace entrar en escena a una especie de Clouseau que quiere operar al otro lado de la ley y que se arma de los mismos trucos y mete las mismas patas.
Así pues, saliendo del cine, no podremos dejar de sonreír al pensar que suegra no hay más que una…afortunadamente, aunque sólo sea un tópico más que es parte de una existencia bastante aburrida dentro de unos parámetros que son parte de una hartura que hemos convertido en el desayuno de todos nuestros días. Y voy a dejarlo aquí porque esta palabrería me está dando un dolor de cabeza que ni les cuento (a pesar de que hay algunos críticos de escaso buen gusto que no dudan en calificar esta película de…bueno…ese tipo seguro que no sabe quién mató a John Fitzgerald Kennedy).
- Vale, vale…pero que parezca un accidente ¿eh?
Pues eso, tal vez esta película también sea un accidente, una ligera comedia de media sonrisa que deja entrever nuestros dientes negros de colmillos afilados, nuestra mala leche contenida en el día a día de una vida que nos gusta más bien poco y nuestro chismorreo estúpido que convierte lo que no nos importa en lo que no nos afecta.
Y es que Gerardo Herrero mostró muy buenas voluntades en dos películas que, sin llegar a ser obras maestras, fueron loables intentos de hacer un cine de cierta calidad en títulos como Territorio Comanche y, sobre todo, en esa pequeña joyita olvidada llamada Desvío al paraíso. En esta ocasión, hay buenas intenciones en Herrero al intentar hacer un accidente con aires de comedia negra que siempre merecerá un comentario elogioso por mi parte. Más que nada porque soy un firme creyente en que los españoles somos bastante aceptables cuando nos decidimos por hacer un cine de género y nos dejamos de esas historias pesadas, tristes, baldías y con aire de trascendencia del “polvo que nunca eché” (y perdonen la expresión, pero es que es así). El caso es que el intento es una película que se deja ver con una cierta simpatía, que nunca explora los rincones de la carcajada y que se sale del cine con una cierta impresión de que Herrero ha visitado los vericuetos de otros realizadores más clásicos como Blake Edwards. Por cierto, Gerardo, qué estupenda secuencia la de los títulos de crédito con ese plano en helicóptero que empieza con Luppi conduciendo su bólido y que termina en la otra punta de la ciudad con Maura en la terraza. Magistral y, sin dudarlo, lo mejor de la película.
Dejando siempre bien presente que la película simplemente se deja ver, creo que el defecto fundamental del cine de Herrero es su evidente flojera en la pegada. En esta ocasión, navega por caminos trillados de comedia negra, de comedia de enredo, de comedia seria, de comedia trágica, de comedia enseñante, de comedia loca y de comedia tonta y no se queda en ninguna de ellas. Podemos decir que es simpática pero no que es una excelente película. Podemos decir también que la media sonrisa no se nos cae de los labios en todo el metraje salvo en la muy adecuada seriedad del comienzo, pero no llega nunca a la diversión total que supone salir del cine exultante y comentando pasajes que se nos han quedado grabados de forma indeleble porque nos ha arrancado la carcajada única y exclusiva que pertenece tan sólo a determinadas películas. El caso es que Herrero maneja con mucha maestría, eso sí, a los personajes de Luppi (un asesino profesional que, a la manera del Samuel Jackson de Pulp fiction, siempre pregunta a sus víctimas si saben quién mató a John Fitzgerald Kennedy), de Maura (una mujer madura en pleno climaterio que tiene migrañas que la avisan de las infidelidades y que desencadena todo cuando no tiene la más mínima importancia) y de esa excelente, infravalorada y muy poco conocida actriz que es Marta Fernández-Muro (una mujer aburrida que tiene menos cerebro que un percebe canario y que coloca a Carmen Maura en el camino del crimen). Y no cabe duda de que Herrero conoce a la perfección los trucos de Edwards cuando hace entrar en escena a una especie de Clouseau que quiere operar al otro lado de la ley y que se arma de los mismos trucos y mete las mismas patas.
Así pues, saliendo del cine, no podremos dejar de sonreír al pensar que suegra no hay más que una…afortunadamente, aunque sólo sea un tópico más que es parte de una existencia bastante aburrida dentro de unos parámetros que son parte de una hartura que hemos convertido en el desayuno de todos nuestros días. Y voy a dejarlo aquí porque esta palabrería me está dando un dolor de cabeza que ni les cuento (a pesar de que hay algunos críticos de escaso buen gusto que no dudan en calificar esta película de…bueno…ese tipo seguro que no sabe quién mató a John Fitzgerald Kennedy).
2 comentarios:
Me lo pasó genial cuando escribes con esa ironía tan tuya. No he visto la peli. Pero seguro que si voy a verla la disfrutaré más después de haber leído este artículo. Como me ocurre siempre.
Gema
Sólo quien sabe leer entre líneas puede percibir toda mi ironía. Tú eres una de esas personas que sabe leer lo que quiero decir. Espero que salgas con esa media sonrisa del cine (sin tirar cohetes) y ¡cuidado con las suegras!
Publicar un comentario