Navidad es tiempo de milagros. Quizá un mafioso quiera dejarlo todo por una manzana bien limpia. Tal vez, una mendiga sea el reflejo de una gran dama. Puede que un caradura buscavidas dé el pego de honorable juez. E incluso es posible que un mayordomo sea simplemente un mayordomo aunque se apunte al juego con una entrañable risa repleta de travesura y viveza.
Claro que, ya puestos, podemos llegar a pensar que el alcalde y el gobernador de una enorme metrópolis no sean más que unos rateros de tres al cuarto…Pero el milagro…el verdadero milagro no es otro que ese algo que siempre pasa a nuestro lado todos los días y apenas nos damos cuenta de que existe. Es el amor. El amor a otra persona. El amor a una hija. El amor por la honestidad. El amor por el más humilde de los oficios. El amor por colaborar en la educación de una chica por parte de unos cuantos lisiados que viven de la limosna. El amor por hacer una película (Frank Capra hizo esta película con mucho amor y, aún más, con mucho sufrimiento pues sufrió durante todo el rodaje de unas neuralgias temibles. En sus memorias El nombre delante de los títulos, él llegó a decir “era como un ave que clavaba sus garras en mi cabeza”). El amor por un hombre que está inmerso en la vorágine de la mafia. El amor…es Navidad…tiempo de milagros, tiempo de amor…
Segunda versión de la historia que ya Frank Capra dirigió en los años treinta con el título de Dama por un día, esta película está hecha de un color especial, de una textura tan cercana, de una caracterización de personajes tan entrañable que uno no puede más que sentir alegría al verla aunque en su tiempo la calificaran de ñoña y de muestra de la decadencia evidente de un gran director de la época dorada del cine. Sinceramente, yo no lo creo así. Un gángster para un milagro es una película excepcional que cuenta con interpretaciones fuera de serie de Bette Davis, Thomas Mitchell y Edward Everett Horton. Y uno sabe que detrás de esa cámara hay un director que, más allá de los posibles reproches que se le pueden hacer al bordear la candidez de alguna de sus obras, llega a ser impresionante con un dominio del ritmo, una cadencia fílmica, un saber colocar la cámara que llega a dejar sin aliento a quien se fija en la técnica. Pero ¿a quién diablos le importa la técnica? Este tipo era tan bueno que llega a dejar sin resuello también a quien sólo busca una historia en la que sumergirse con una media sonrisa, algo de tensión por el deseo de que las cosas salgan bien, un voraz afán por seguir en la línea de la narración simplemente para saber qué es lo siguiente que ocurre…Capra era así. Siempre te hacía desear ver el siguiente fotograma que había impreso en un celuloide que él supo hacer como si fuera…como si fuera…un milagro…Feliz Navidad…Felices Milagros…
Claro que, ya puestos, podemos llegar a pensar que el alcalde y el gobernador de una enorme metrópolis no sean más que unos rateros de tres al cuarto…Pero el milagro…el verdadero milagro no es otro que ese algo que siempre pasa a nuestro lado todos los días y apenas nos damos cuenta de que existe. Es el amor. El amor a otra persona. El amor a una hija. El amor por la honestidad. El amor por el más humilde de los oficios. El amor por colaborar en la educación de una chica por parte de unos cuantos lisiados que viven de la limosna. El amor por hacer una película (Frank Capra hizo esta película con mucho amor y, aún más, con mucho sufrimiento pues sufrió durante todo el rodaje de unas neuralgias temibles. En sus memorias El nombre delante de los títulos, él llegó a decir “era como un ave que clavaba sus garras en mi cabeza”). El amor por un hombre que está inmerso en la vorágine de la mafia. El amor…es Navidad…tiempo de milagros, tiempo de amor…
Segunda versión de la historia que ya Frank Capra dirigió en los años treinta con el título de Dama por un día, esta película está hecha de un color especial, de una textura tan cercana, de una caracterización de personajes tan entrañable que uno no puede más que sentir alegría al verla aunque en su tiempo la calificaran de ñoña y de muestra de la decadencia evidente de un gran director de la época dorada del cine. Sinceramente, yo no lo creo así. Un gángster para un milagro es una película excepcional que cuenta con interpretaciones fuera de serie de Bette Davis, Thomas Mitchell y Edward Everett Horton. Y uno sabe que detrás de esa cámara hay un director que, más allá de los posibles reproches que se le pueden hacer al bordear la candidez de alguna de sus obras, llega a ser impresionante con un dominio del ritmo, una cadencia fílmica, un saber colocar la cámara que llega a dejar sin aliento a quien se fija en la técnica. Pero ¿a quién diablos le importa la técnica? Este tipo era tan bueno que llega a dejar sin resuello también a quien sólo busca una historia en la que sumergirse con una media sonrisa, algo de tensión por el deseo de que las cosas salgan bien, un voraz afán por seguir en la línea de la narración simplemente para saber qué es lo siguiente que ocurre…Capra era así. Siempre te hacía desear ver el siguiente fotograma que había impreso en un celuloide que él supo hacer como si fuera…como si fuera…un milagro…Feliz Navidad…Felices Milagros…
5 comentarios:
Feliz Navidad, Mr Wins, me sumo al homenaje anterior a Mulligan. MATAR A UN RUSIEÑOR es una película que me hizo ver el cine y acercarme al cine con otros ojos. Entre la muerte de Newman y la del autor de esta película, en 2.008 he perdido mucho de mi pequeño corazón de cinéfilo. Nos vemos al año que viene, espero. Imagino que mañana comentará la película de Eastwood. Me hubiese gustado comentarla con usted- de todas formas yo he dejado mi modesta opinión de ella en el el foro de Cinéfilos. Lo dicho, felices pascuas. Y muchas gracias por hacernos ver y sentir el cine de la forma en la que lo hace.
Feliz Navidad, Dexter. Sí, hemos tenido grandes pérdidas este año y espero que en 2009 no sufra tanto nuestro pequeño corazón de cinéfilos. Pasado mañana comentaré la película de Eastwood, de todas formas, espero tu comentario a la vuelta. Y, por cierto, las gracias a ti por tanto aliento y tanto entusiasmo para que sigamos hablando, el año que viene y siempre, sobre cine.
Un abrazo y gracias por todo.
Feliz Navidad César, Gema, Carpet y Dexter.
Anoche revisé "Matar a un ruiseñor" y no es mi intención el ponerme ñoño, estar anclado en la nostalgia o aseverar la típica frase de"Cualquier tiempo pasado fue mejor", pero qué coño... la magia que destila esa película es inimitable e inabarcable, sólo con ver los títulos de crédito iniciales mientras escucho la magnífica partitura de Bernstein me doy perfecta cuenta de que ese momento es único, que no se va a volver a repetir y, en consecuencia no me queda más remedio que disfrutarlo segundo a segundo.
El viernes por aquí andaré, para sumarme a vuestras opiniones sobre "El intercambio".
Que paséis buenos días con los los vuestros... y con el CINE, abrazos.
Alberto.
Feliz Navidad, Alberto. Gracias por todos tus comentarios y por tu apoyo. Y sí, yo también soy consciente al ver "Matar a un ruiseñor" que estoy viendo algo que no se puede volver a repetir. Por muchas veces que la vea, se me saltan las lágrimas cuando el reverendo le dice a Scout que se ponga en pie porque su padre abandona la sala, o cuando el chico mira a Atticus con ese mirar de admiración después del dificilísimo disparo que hace de frente al perro rabioso, o cuando Atticus está en el porche y con apenas un gesto sabemos que echa de menos muchísimo a su mujer mientras escucha a los dos niños hablar de ella. No puedo hablar con imparcialidad de esta película, es superior a mis gustos, a mi sentido crítico y a mi formación como ser humano.
Gracias por todo, una vez más. Esta noche, seguro que veré alguna película para estar con ese viejo amigo que tantas horas de disfrute me ha regalado y que se llama cine.
Un abrazo.
Creo en los milagros,creo en las películas ñoñas, creo en el amor, creo en la honestidad, creo en la amistad y creo en la Navidad aunque tenga un puntito de tristeza. Y creo en gente como tu, capaz de transmitir tantísimo amor por el cine.
Feliz Navidad a todos y besos de cine llenos de impaciencia.
Gema
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