viernes, 11 de septiembre de 2009

EL TIEMPO EN SUS MANOS (1960), de George Pal

Esta película forma parte del imaginario particular de muchos niños que pasamos las tardes de los sábados asistiendo a sesiones de tarde llenas de aventuras y diversiones. Luego, más tarde, ya pude enterarme que se basaba en un relato de H.G. Wells, el mismo que había escrito La guerra de los mundos, que el director era un tal George Pal, que incluso llegó a dedicarse al dibujo animado y que el protagonista fue un actor de carácter que apagó su estrella con relativa rapidez y que se llamaba Rod Taylor y al que Quentin Tarantino acaba de rescatar para su "Malditos bastardos".
Así pues es el tiempo de la fantasía, el tiempo de ver cómo pasa el propio tiempo, el tiempo de cambiar el tiempo, el tiempo desfilado ante nuestros ojos en aras de un improbable invento que nos hace viajar hace adelante, asistiendo a los cambios en las modas (maravilloso detalle), los cambios en las sociedades, los cambios alocados de la paz a la guerra y viceversa...cambios que, merced a la máquina de transporte de la cuarta dimensión, podemos ver en apenas un par de horas pero que, en la película de nuestras propias vidas, no somos capaces de percibir con claridad y, sobre todo, con conciencia de que eso está pasando en este preciso instante.
Apoyado en el imaginativo guión que desarrolló David Duncan a partir de la novela de Wells, George Pal realizó una parábola sobre el destino de la humanidad, dividida finalmente en dos clases sociales que permanecen en una guerra basada en la marginación y en la que no se vislumbra el final. Y consiguió una gran película de ciencia-ficción, convincente en sus mentiras, perdonable en su defectos, impecable en su dirección. El tiempo en sus manos es una película que contiene unas buenas dosis de magia, de esas que hacen que tengas conciencia de que lo que estás viendo es una buena mentira pero que, sin embargo, consigue que no apartes la vista de la pantalla ni un solo segundo.
Por supuesto, y poniéndonos un poco la máscara de malvados, es infinitamente superior esta versión de 1960 a la que hace unos pocos años se realizó con el título de La máquina del tiempo, dirigida por Simon Wells e interpretada por Guy Pearce y que, curiosamente, en uno de esos raros giros del cine moderno, se basó en el mismo guión que David Duncan escribió para la película de 1960. Hay que ser torpe. Vale, vale, ya me pongo la cara de amabilidad crítica, que seguro que paso ante los ojos de este científico que inventa la máquina del tiempo y piensa mal de mí.
En cualquier caso, es una película divertida, ingeniosa, mágica, entretenida, única, simpática, bien hecha, con interpretaciones sólidas, con mensaje cifrado en su interior, con intenciones de enganchar y de hacer pensar, que huye del ridículo, que apuesta por el buen gusto de una historia que es difícil de contar con convicción y que, ya que estamos metidos en la vorágine de los premios, en su día ganó el Oscar a los mejores efectos especiales que, a buen seguro y a día de hoy, nos parecerán más retrasados que el juego de la peonza.
A disfrutar. A dejar pasar el tiempo. A ver cine con imaginación y encanto. Garantizado.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sé que he visto esta película pero, sinceramente no la recuerdo muy bien. Leyendo tu artículo me he dado cuenta de que hubo un tiempo en que a mí sí me gustaban las películas de ciencia ficción. Digo me gustaban porque han dejado de gustarme. Esto me lleva a la reflexión de que el problema no debo ser yo, el problema es que ahora las películas de ciencia ficción son distintas a las de antes. Claro, ahora son mucho más innovadoras, con efectos mucho más sofisticados. Pero ya ves, amí me gustaban más las de antes. Me las creía más, me metía mucho más en esas aventuras con monstruos gigantes, con luces verdes y todas esas cosas. El caso es que estoy encantada de recordar, gracias a tu entrada, que el cine fantástico sí me gustaba. Es algo que últimamente me tenía algo, como decirlo..como que me sentía un poco bicho raro de no formar parte de ese grupo de cinéfilos que disfrutaba con los Matrix, los Men in black, etc. Hubo un tiempo en que sí disfruté de este tipo de pelis. En cuanto a Rod Taylor, me encanta este actor. He visto muchas pelis de esas de sobremesa de antes en que salía él y siempre me tuvo algo enamoradilla. Pienso que es un buen actor al que nunca se le dio el lugar que merecía. Yvette Mimieux( lo habré escrito mal, seguro) esta chica me gustaba a mí.Tenía una cara monísima y no era mala actriz. Recuerdo haberla visto en una peli de esa de catástrofes de aeropuertos junto a Charlton Heston. Incluso creo que hizo , aparte de ésta, otra peli con Rod Taylor.

Gema

César Bardés dijo...

Por supuesto que las películas de ciencia-ficción de los años cincuenta y sesenta eran mucho más imaginativas que cualquiera de las que se hacen en esta época. Ahora sólo hace falta un buen equipo de digitalización visual y el argumento de un niño de teta. Basta recordar "El enigma de otro mundo" o "Invasores e Marte" o esa maravilla que es "Ultimátum a la Tierra" o ésta misma que comentamos hoy. Eran películas hechas artesanalmente pero con un argumento que te dejaba impresionado. Hoy en día, cualquier friki te dirá que es mucho mejor lo que se hace hoy en día gracias a la superación diaria de los efectos especiales. Lo siento pero, para mí, tiene mucho más mérito elaborar un argumento con algún tinte coherente. Sencillamente porque esas luces verdes, esos monstruos cogidos fotograma a fotograma, esos robots descaradamente falsos eran mucho más creíbles, mucho más...cercanos? a nuestra imaginación y a los primeros pasos de la búsqueda de vidas extraterrestres o de robótica o de monstruosidades increíbles que lo que nos enseñan hoy en día. Ahí tienes, no sé si lo recuerdas, la serie de "La conquista del espacio", más conocida como "Star trek", mucho más creíble en serie que ahora que se ha hecho una nueva versión. O aquella otra de "Perdidos en el espacio", con la que luego se atrevieron a hacer una versión en película con William Hurt que me la tragué yo y algún que otro despistado y que se olvidó del ingrediente fundamental de la serie que era el sentido del humor. O ¿quién no recuerda "Mi marciano favorito"? (de la versión en película es mejor no hablar).
En cuanto a Rod Taylor fue un actor muy sólido pero tuvo la poca fortuna de no envejecer bien. Pronto se le relegó y tuvo que refugiarse en papeles televisivos de segunda o en películas europeas (aún recuerdo con sorpresa su aparición en la española y tremendamente mala "Marbella, un golpe de cinco estrellas). Pero en los sesenta hizo un puñado de películas estupendas, empezando por ésta y siguiendo por la maravillosa "Los pájaros", de Hitchcock; o, algo que muy pocos recuerdan: él fue el único y auténtico Peter McDermott (luego inmortalizado por James Brolin en la serie "Hotel") en la película que se hizo mucho antes que la serie titulada en España "Intriga en el Gran Hotel" y que era una más que aceptable película.
La otra película que Rod Taylor hizo con Yvette Mimieux (lo has escrito perfectamente) fue una película estupenda, muy olvidada pero excelente que se llamó "El último tren a Katanga" donde hacía el papel de un mercenario en África. La recuerdo como una de las últimas películas en las que él aparece como protagonista. De todas formas, cuando yo era pequeño, le recuerdo en una serie junto con Fernando Lamas (sí, el padre de Lorenzo) en la que hacía el papel de un aventurero ex-militar del Oeste y que creo recordar que se llamó "Barril de pólvora". Era una serie que me encantaba. Tuvo tanto éxito que, más tarde, hicieron película con los mismos protagonistas y se estrenó en cine. Creo recordar que su título era "La mecha" (estoy hablando de los primeros setenta y hablo de memoria).
En cualquier caso, me alegro de comprobar que la fantasía no ha sido nunca un terreno vedado para las almas sensibles y que los efectos especiales son las razones por las que hoy en día hay tanta admiración por un género que no pasa de la serie B hecha con dinero. Y esto no es ninguna contradicción.

César Bardés dijo...

Ah, por cierto, la película de la que hablas de Yvette Mimieux con Charlton Heston también forma parte de los recuerdos de mi infancia. Se llamaba "¡Alarma! Vuelo 502 secuestrado". Era mala de narices...pero cuando fui a verla siendo un niño salí encantado de la vida del Cine Paz de Madrid.

Anónimo dijo...

Jo, como lamento estar tan liado. Para comentar algo en este blog me exijo reposo y reflexión. Podría decir algo a la ligera, pero el espacio me merece más dedicación y así me lo impongo.
Aun así y para no dejar pasar las oportunidades, voy a negar mis propias reglas y escribir algo a salto de mata.
Es cierto que la ciencia ficción de aquella época gozaba de un encanto insuperable, que con mucha imaginación y pocos efectos lograron maravillas. En general, ese es un merito de toda la ciencia ficción precursora.
En cada etapa cinematográfica, genero ha encontrado una película iniciatica que ha abierto la puerta a algunas innovaciones tecnológicas y argumentales muy meritorias, el problema es la cantidad de seguidísmo de rebaño que recogen el testigo para hacer lo mismo, pero peor, para invertir en efectos y no en talento con el objetivo de recaudar más y más rápido.
A mi lo que me interesa del genero en cuestión es su indudable connotación filosófica, mirar hacia adelante es investigar el "a donde vamos", en algún caso como en esta peli que propones también el "de donde venimos".
Desde esa perspectiva filosófica películas como "Planeta prohibido", por supuesto "Blade Runner", también "Matrix" (el primero, obviamente), "2001, Odisea en el espacio" (claro está), incluso desde la perspectiva de la filosofía del Estado y la ética, las dos trilogías de "Star Wars".
Hay otra película, ¿tal vez de los 60?, llamada "La amenaza de Andrómeda" que recuerdo haber visto de niño maravillado y aterrorizado a partes iguales.

La ciencia Ficción comparte con el terror algunas claves, a veces se mezclan como en "Alien", se basaran ambas en lo que tenemos tal vez cerca pero no percibimos hasta que es tarde.

Bueno, saqué un ratín, no pude más y lo lamento.

Gracias y abrazos. Carpet.

César Bardés dijo...

Por supuesto, Carpet, no tienes ninguna obligación de escribir aquí. Tan sólo si te apetece y tienes tiempo. Los comentarios se agradecen pero se agradece aún más la lectura de lo que modestamente se escribe.
Por otro lado, estoy de acuerdo contigo que la vertiente filosófica de la ciencia-ficción (admirablemente resumida en la secuencia final de "Blade Runner" con el pensamiento de Rick Deckard diciendo: "Al fin y al cabo, él se preguntaba lo que todos nos preguntamos: ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuánto tiempo nos queda?") es interesante y es argumento más que suficiente como para escribir un libro sobre ello buceando en por qués y cómos. Tal vez de esa acertada lista que exhibes yo retiraría "Matrix", más que nada porque fue una película a la que siempre he visto como lo que puede ocurrir en el interior de un ordenador cuando se introduce un virus y porque ha tenido la capacidad de hacer mucho daño a la estética en el cine imponiendo un estilo videoclipero que llega a ser hasta ridículo y que, tal vez me equivoque, se quede muy anticuado dentro de algunos años.
Estupendo ese recordatorio que haces de "La amenaza de Andrómeda", de Robert Wise, que yo también vi alucinado de pequeño en el cine Palacio de la Música de Madrid y con la que tuve auténticas pesadillas con aquel pueblo fantasma en el que se movían unos científicos como si acabaran de pisar la luna. O aquella otra de la científica que se quedaba anonadada con la luz roja parpadeante. La recuerdo, en suma, como una película agobiente y absorbente que merecería la pena recuperar.
Excelente comentario, por Saturno.

Anónimo dijo...

"Coincido contigo en que "Matrix" hizo daño a la industria desde el punto de vista de la estética, pero yo la reivindicaba desde el punto de vista fiósófico, en el fondo es una revisión del mito de la caverna de Platón. Puede que la realidad que vemos y percibimos no sea real, sino sólo lo que alcanzan a disfrutar nuestros sentidos, tal vez no sea la verdad.

Saludos Carpet

César Bardés dijo...

Sí, no niego que puede que sea una revisión "tecnológica" de Platón y que, precisamente, esa visión estética de las cosas sea un recurso narrativo para potenciar la percepción sensual de la realidad. Tienes mucha razón en todo ello. El problema es que no me parece una película cuya vertiente filosófica sea lo suficientemente conseguida como para hacer que salgas del cine dando vueltas a lo que has visto y a lo que ha querido decir. Es más, me sé de muchos a los que les ha importado tres melocotones y se han quedado solamente con su vertiente estética. Muchos efectos especiales...demasiada digitalización si hay un mensaje sólido por detrás. En mi muy modesta opinión, es la típica trampa en la que cae gran parte del cine de los últimos tiempos. Y, por supuesto, sólo la primera...las otras dos son sendas idas de olla del tamaño "Magefesa Maxi".