jueves, 12 de noviembre de 2009

JULIE Y JULIA (2009), de Nora Ephron


El camino para llegar a la felicidad de dos mujeres pasa por delante de un fogón. Ahí mismo, detrás de la sartén, se pueden poner al baño maría años de frustraciones, desalar el estofado de la decepción, espantar el horrible olor a quemado del aburrimiento, degustar la certeza de que, al otro lado, hay vida y, de paso, llegar al postre de la realización personal, del pastel intuido, del estómago asentado tras unos platos que parecen reservados para los paladares más exigentes.
Y es que el secreto está en no rendirse, está en no creer que un asado fallido es una catástrofe y también en saber que, por una sola y maldita vez, detrás de dos grandes mujeres puede que haya dos grandes hombres. Así nos encontramos con una película que sabe atravesar el espejo del tiempo y nos cuenta las historias paralelas de dos mujeres, distantes cincuenta y tres años entre sí, que intentan acabar con el fracaso que las asola mediante el dominio de las cacerolas como una batería de jazz de azúcar. El resultado es un duelo entre dos magníficas actrices, Meryl Streep y Amy Adams, que saben hacer creíbles sus personajes escondidos tras los delantales de la sabiduría. Al otro lado de la mesa, Nora Ephron, famosa por escribir la espléndida Cuando Harry encontró a Sally, de Rob Reiner, pero también por ser la ex – mujer de Carl Bernstein, uno de los dos periodistas que destaparon el escándalo Watergate y cuya crónica de su ruptura fue narrada por Mike Nichols en la menos que mediocre Se acabó el pastel.
En cualquier caso, estamos ante una de esas películas que nos dejan un regusto dulce, de media sonrisa y de soterrada y divertida crítica hacia el interior de las mujeres sin renunciar, por ello, a la historia saboreada de una realización en forma de mantequilla para cocinar. Podríamos decir, si se me permite el chiste malo, que esta película es para cocinéfilos y los gourmets de turno nos retrotraeremos a la maravillosa El festín de Babette, de Gabriel Axel o, incluso, a esa obra maestra del arte culinario que es Ratatouille, de Brad Bird con la que coincide en ingredientes y mensaje. Así que hay que desplegar la servilleta y dejar que la saliva nos inunde la boca. Estamos ante un cine de una cierta distinción, sin muchas pretensiones, pero hecho con elegancia, al que sólo le sobran algunos rebordes olvidados por la tijera de la sala de montaje pero que es pura masticación, auténtica delicia para ahondar en los secretos del alma de las mujeres, recetas para huir del fracaso que nos sitia cuando nos negamos a su comprensión.
Los platos son apetitosos y los planos se suceden ricos, ricos...con fundamento. La lucha es la clave, ese toque que hace que un menú sea un festín de los sentidos. Con Meryl Streep nos reímos porque sabemos que ella se dedica a la cocina porque no tiene nada que hacer. Con Amy Adams nos contentamos porque ella lo hace, tal vez, porque tiene demasiado que hacer. Con Streep, disfrutamos. Con Adams, deseamos. Con Streep, aprendemos. Con Adams, aplicamos. Y, claro, se sale harto de cine pero famélicos de estómago. Es lo que tiene andar mezclando, a partes iguales, dos o tres ideas de cine prometedor con un primero, un segundo, un postre, un café y un cigarrillo.
Todo destila una cierta inteligencia que sabe disfrazar el tacto de un pato deshuesado con un estudio más o menos intenso, aunque no profundo, de lo que sienten las mujeres. Y los hombres que andamos por allí sabemos que sólo tenemos que estar dispuestos a ser el punto de apoyo, la inflexión de palabra justa, la frase oportuna. No es tan difícil. Es mucho más complejo saber cocinar. Y no digamos si se trata de saber rodar. Por cierto, ¿alguien tiene unos cuantos fotogramas tostados con pimientos de gran angular o una ración de 70 milímetros cocida a fuego lento con vino de argumento?...Ah, y a propósito...odio todas esas críticas que parecen recetas...

9 comentarios:

dexter dijo...

Pues fíjate que yo había oído cosas muy malas de esta película, hasta que Meryl estaba insoportable y sobreactuada que ya es oír. Claro, que tampoco confío mucho en las críticas que parecen recetas de cocina. Por cierto, lo de que esté Meryl y que sean dos historias que transcurren en dos tiempos distintos recuerda un poco a Las horas, no?
Mira, justamente el otro día tuve ocasión de ver Chocolat, una película que no pude ver en su momento, y que me pareció, nunca mejor dicho, deliciosa. Creo que Lasse Halstrom acierta de pleno con el punto de cocción y le da el tono exacto de fábula que requiere la historia. A mi desde luego no me pareció nada empalagosa como había oído decir previamente en alguna crítica hecha a modo de receta de cocina. Y Juliette Binoche, maravillosa. Y Lena Olin... aysss, no sigo que le da el arrechucho.

Anónimo dijo...

Yo también leí malas cosas de la peli, pero si Wolf habla bien de ella y hasta alaba a Amy Adams (me congratula porque a mi me parece que puede ser fantástica actriz) será cosa de que se puede degustar.

Y claro, a huevo (cocido) nos lo han puesto, el transversal está servido.

Y habéis incluido unos cuantos platos: "El festín de Babaette", "Chocolat" o "Ratatouille", pero seguro que podemos bucear y encontrar otras obras que desarrollen su argumento entre fogones o menúses.

Podríamos recomendar como entrante, esa golosa y maravillosa historia de amor basada en el libro de Laura Esquivel, “Como agua para chocolate”, que te dan ganas de comer esas codornices con pétalos de rosa, y que se encienda la pasión y se queme el mundo.

Podríamos seguid con algo de pasta, tal vez preparado en las cocinas de “Frankie y Johnny”, que no importa lo que cocinen porque nos llegan al corazón. O del horno de leña del pizzero Danny Aiello destruido por los prejuicios raciales en “Haz lo que debas”. O encontrarnos con la joven Julia Roberts en “Mystic Pizza”. Tampoco podríamos rechazar la comida oriental del maestro Chu en “Comer, beber, amar”...

Como plato principal podríamos acudir a algo de carne, muy gustosa en “El cocinero, el ladrón, la mujer y el amante”, una de esas cosas de peter Greenaway donde predomina la espectacular presentación pero al final resulta insípida. Si queremos pescado podríamos servir “Las truchas” aunque probablemente sea lo último que comamos. De carne también son las “Delicatessen” cocinadas con esmero por los habitantes una 13 Rué del percebe muy particular.

Para el centro podríamos probar con unos “Tomates verdes fritos”. Podríamos regarlo todo con las recomendaciones del sumillier Paul Giamatti, habituado a viajar “Entre copas”, aunque de viñedos, aparte de los Channing, sepan mucho tanto nuestro habitual, Kevin Kline en “French Kiss”, como Aitana Sanchez Gijón que le enseñaba muchas cosas a Keanu Reeves en “Un paseo entre las nubes” o Russell Crowe en “Un buen año”.

Para aderezar podríamos acudir a “La joven de las especias” instruida en tan mágico arte que es capaz de ayudar a los demás simplemente recomendando echar un poco más de pimienta o algo menos de cilantro, Ayshawara Rai tan guapa ella que es capaz de enamorar a Dylan Mcdermot y aburrirnos a todos los demás.

Si nos quedamos con hambre siempre podemos darnos “ La Gran Bouffe” de Marco Ferreri y comer hasta reventar.

En cuanto a la “Dieta mediterránea” se que existe aunque no la he visto y si acaso aunque esté “Fuera de Carta” podríamos probar algo de lo que prepara la loca de Javier Cámara.

De postre, tal vez “Fresas salvajes” o algo con “El olor de la papaya verde”...No sé, tal vez encontremos un buen menú, buen menú , señor.


Buen provecho, Carpet.

César Bardés dijo...

Pues claro que Meryl Streep está sobreactuada, pero es que el personaje lo pide. Parece ser que siempre que se sobreactúa es malo y sólo es malo si no se adecúa al personaje. Lo que está claro es que la señora que interpreta ella tenía un programa de televisión y era objeto de imitaciones porque parecía fingida y muy amita de su casa.
Evidentemente, es una película de mucha menor profundidad que "Las horas" y no tiene nada que ver por una sencilla razón, hay un nexo de unión entre ellas aunque no compartan escena en ningún momento.
En cuanto a "Chocolat", es una película que me gustó mucho, aunque siempre me ha sobrado un poco esa aparición bohemia de Johnny Depp, con lo a gusto que estábamos con la Binoche y Lena Olin...Lena Olin...claro, la mujer de Hallstrom, no te jode.
Fantástico tu transversal, Carpet, completísimo. Deberías publicar un libro sobre la cocina en el cine. Poco puedo añadir a lo que dices porque creo que, con unas pocas líneas, consigues abarcar todo el sabor del cine pasado por el horno. Estupendos los dos.

dexter dijo...

A ver que parece que tengo unos minutines y me cuelo entre fogones. Me gustaría completar un par de pelis más el ya de por sí completísimo menú que habéis cocinado así entre los dos en un pis pas. Como veo que os habéis quedado con hambre, os ofrezco de primero una película llamada Vatel que interpretan Uma Thurman y Gerard Depardieu y que transcurre en la corte de Luis XV creo en torno a un banquete que ha de prepararse en los palacios de Versalles. La película es muy bonita de ver y más te vale verla bien cenado o merendado porque no hace más que salir comida exquisitamente preparada. Se nota que la dirige Roland Joffe que además de ser el director de La misión era un antiguo director de fotografía. Y me acuerdo muy bien de esta película, que en realidad tampoco es demasiado memorable salvo por la elegancia en que está rodada, porque resulta que en esa sesión se nos fue la luz en el cine y estuvimos 20 minutos mirando al techo esperando a que reparasen la avería. Claro que eso no es nada comparado con los ¡¡¡4 ¡¡¡ cortes de luz que sufrí recientemente durante la proyección de los Malditos Bastardos de Tarantino.
Y ya que estamos en la Alemania tarantinesca, recordemos también Deliciosa Marta, una película que también transcurre entre fogones y que dio lugar al consiguiente remake yankee bastante inferior al original por cierto.
Y me voy, cierro y guardo los cambios no sea que se me vaya la luz.

César Bardés dijo...

Bueno, os veo muy puestos en cocina y cine. En respuesta a ambos tengo que decir que hay varias películas de las que proponéis que no son santo de mi devoción.
Por ejemplo, y ahora mismo me pongo de rodillas dispuesto a la flagelación más cruenta que se os ocurra, no me vuelve loco "Como agua para chocolate", a pesar de la simpatía que me inspira Alfonso Arau, ni "El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante" que me parece de un barroquismo lindante con el mal gusto, ni "Vatel" que me parece recargada y vacía a pesar del lujo con el que está rodada, ni "Entre copas", que también me parece un producto de la prensa y de la fiebre por el cine independiente de calidad más que discutible, ni "La gran comilona" que me parece un suicidio saciante el verla, ni...
Bueno, dejo ya de decir lo que no me gusta porque se me están quemando los champiñones.

Anónimo dijo...

No.no...una cosa es mencionar los platos y otra es que nos guste el menú.
Yo tampoco digiero "El cocinero...", en realidad a Peter Greenaway, no lo trago ( por aquello de hacer similes gastronómicos). "La vendedora de especias" que comenté era una truño servido en copa valón. Lo que más me mola de "Entre copas" es la china fea de "Anatomia de Grey", pero la road movie enologa me da acidez.
"Comer, beber,amar"...demasiado especiada para mi gusto, mi paladar no se acostumbra a lo agridulce.

Las "Fresas salvajes"..jejeje, no soy yo muy de frutas, salvo de los limones salvajes del Caribe, pero ese es otro asunto, la de Bergman me parece demasiado un poco dura.

Amos de todoas ellas me comeria con gusto la de Arau y Esquivel, ( que la de Aitana es sosa y ñoña ), la de Halstrom, regada con Kasdam y de plato fuerte la de Jeunet y Caró.
Y si es para una cena en pareja, Pacino y Pfeiffer, nos pueden hacer disfrutar de lo lindo.

Por cierto, hace poco hubo una de la Zeta Jones "Sin reservas" se llamana y debió ser tan simple que ni mencionarla hemos.

Besos catados. carpet.

dexter dijo...

¿Cómo qué no? Sin reservas es el remake americano de Deliciosa Marta y yo la cité, aunque no dije el nombre que, efectivamente, no merecía ni ser recordado.
Y bueno a mí tampoco me hacen tilín todas las películas que hemos enumerado, claro. Vatel, la recuerdo por la anécdota del apagón, que si no.., Greenaway y Entre copas me producen directamente acidez, la de Arau, tampoco me entusiasmó demasiado, algo más Comer,beber y amar. Me río mucho con Delicatessen y Fuera de cartas. Y la que es un 5 tenedores indudablemente es Dublineses, una cena para paladares exquisitos. Y más que con La cena de los idiotas, me quedo con la que se montaban los pobres de Viridiana o la que les montaban a los pobres sentándolos a la mesa de Plácido.

¿Alguien me ha pedido la sal?

Anónimo dijo...

MMmmm...que bien traído, Dex...no pelis de coninillas sino aquellas en las que la cena tiene cierta importancia y si..si es así, que me perdone el resto pero "Dublineses" juega en otra liga.

Las escenas de mesa son un hito cinematografico también porque en no pocas pelis han servido para dar curso a la trama o para reflejar angustias o sentimientos de los personajes...si entrasemos ahí estaríamos perdidos porque hay cines y cienes de escenas significativas...En cualquier caso, me meto en el charco al recordar el final de "Una historia de violencia" donde acercar el pan a Viggo Mortensen tiene tannto significado.

Y si de banquetes hablamos, estan los de los "Padrinos" tan importantes en la trilogia. O esa cena de la que nunca se puede uno escapar en "El angel exterminador" o los pantagruelicos de las pelis medievales...y claro está el Jabalí asado con bardo amordazado de los "Axterix"...

Bon apetit. Carpet

César Bardés dijo...

Ay, ay, que estoy tan liado con un proyecto del que daré debida cuenta en su momento que apenas tiempo para sentarme a la mesa.
Muy bien echada la sal, Dex, y estupendamente sazonada por ti, Carpet. Sin duda, "Dublineses" juega en otra liga. Fantásticas las referencias a "Plácido".
Sin embargo, voy a clavar una débil lanza (débil eso sí porque hace tiempo que se convirtió en un cineasta que dejó de interesarme) por Peter Greenaway. Debo confesar que hay dos películas suyas que me gustan mucho. Una es "El contrato del dibujante". La otra es "Conspiración de mujeres" donde reside la novedad de proponer un juego al espectador que reslta el encargada de localizar una serie de números en las escenas de la película mientras nos sirve una buena intriga femenina para meternos algún que otro escalofrío.
En cuanto a las demás, mi preferencia se decanta con mucha claridad por "Delicatessen". Me parece una obra originalísima, casi un cómic de la desesperación y la maldad. Una joya dentro del cine de Jeunet y Caro muy por encima de, por ejemplo, "La ciudad de los niños perdidos".
Qué comensales tengo. Esto es un lujo.