martes, 12 de enero de 2010

SI YO TUVIERA UN MILLÓN (1932), de James Cruze, Bruce Humberstone, Ernst Lubitsch, Norman McLeod, Stephen Roberts, William Seiter, Norman Taurog y Lothar Mendes


Con toda probabilidad, ésta puede ser una de las mejores películas estructuradas en episodios que hayan existido nunca al ser un mosaico que se encarga de unir por sí solo distintos aspectos de la naturaleza humana a través de la misma situación y de la forma de reaccionar de los diferentes personajes con la aparición fortuita de un millón de dólares. Ocho producciones en una sola película bajo una idea que, parece ser, tuvo el gran Joe Mankiewicz y que aglutinó nombres tan ilustres como los de los directores Ernst Lubitsch, Norman Taurog (por entonces ya un afamado director de comedia), James Cruze (que procedía del cine de terror y del oeste de serie Z) y William Seiter (ínclito responsable de diversos productos artesanos con la sonrisa como meta). Además, las letras las pusieron el propio Mankiewicz, ayudado por Lubitsch, por Sidney Buchman, por Lester Cole (uno de los “Diez de Hollywood”) o por Oliver Garrett y en el apartado interpretativo vemos las delicias de la riqueza pasando entre las manos de Gary Cooper, Charles Laughton, George Raft, Jack Oakie, W.C. Fields o May Robson. Después de verla, me reafirmé en mi testarudez de estar en contra de las películas de episodios pero, diablos, junto con la incursión en esta modalidad que Julien Duvivier hizo en 1942 con Seis destinos, también tengo que reconocer que tanto talento junto no podía dar más que un solo resultado y es el de una divertidísima película vestida con ropajes de ética y moral que se convierte en casi una obra maestra del cine, paradigma de la concisión y del saber hacer de un buen grupo de extraordinarios profesionales, capaces de contar ocho historias en apenas 88 minutos de metraje.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el terrible impacto que supuso esta historia que significaba poner un millón de dólares en la mano de cualquier ciudadano de a pie para investigar si era un sueño o una pesadilla. La terrible depresión de 1929 estaba en pleno apogeo y la gente acudía en masa al cine a encontrar distracciones a sus tremendos problemas e imagínense qué ojos debían poner al asistir al sueño imposible de tener un millón de dólares caído del cielo en unos años en los que ya era una suerte tener dos pavos en el bolsillo.
No se asusten, la película no se regodea en absoluto en la miseria de los que la ven, sino que pone su acento hilarante en la comedia, en el melodrama, en un par de chistes picantes y en varios coches accidentados en una loca persecución que nos remite a los tiempos del slapstick del cine mudo con un único fin: lograr una catarsis colectiva en unos días de gris que no hacían presagiar ningún rojizo amanecer.
Es evidente que hay una cierta irregularidad en el conjunto de una película que está hecha a trozos, que hay un par de episodios que no terminan de convencer pero es una brillante muestra de lo que Hollywood era capaz de hacer cuando tenía muchas otras metas diferentes a conseguir rápidamente un millón de dólares de recaudación en unos pocos días en cartel.
El final de este artículo es evidente. Antes de encender el televisor, tengan el mando en la mano unos segundos y piensen qué harían si cayera...digamos...un cheque de un millón de euros en esa mano, como quien no quiere la cosa y plantéense si su vida comenzaría a tener sentido o, por el contrario, sería el principio de su propia desorientación vital. ¿Somos lo suficientemente equilibrados como para asumir un golpe de suerte de esa magnitud?...Soy pesimista por naturaleza y yo creo, desde estas letras, que no. Ahora el cheque está encima de su mesa...¿Qué harán con él?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm...bueno podría quedar genial diciendo que me iría al cine, lo malo es que tampoco creas que habría mucho donde elegir, el otro día tuve que ir medio a rastras a ver "Solomon Kane" en mala hora, lo peor del cine espectáculo yanqui al servicio de cierta sosería europea.
Lo que son las cosas, un cheque de 1 millón de dólares ahora no sería despreciable, pero no es comparable con el valor en aquellos tiempos, tal vez 10 o 100 millones de euros si que nos valdrían para ponernos en situación. Y como yo juego mucho con la imaginación ya me lo he planteado alguna que otra vez y, chorradas de papá irresponsable, siempre acabo sin resolver el tema del colegio de los críos...tonto que es uno.

Esta película estoy seguro de no haberla visto, pero estando de acuerdo en general contigo sobre las películas de episodios hay que reconocer que algún acierto han tenido en alguna ocasión. Por ejemplo "Historias de Nueva York" donde, salvando la chorrada de Francis ( Sofi ) Coppola, tanto Scorsesse como Allen nos regalan un largometraje de cierto nivel en 40 escasos minutos. Qué gran Nolte sobre todo, elevando el nivel de episodio de Scorsese aun más.
"La conquista del Oeste" también tiene muchos detractores, pero a mí me parece un espectáculo grandioso y Ford, Hathaway y Marshall aun haciendo cosas sin mucha gracia ponen hitos inalcanzables para tantosque no hay quien se resista ni siquiera a los episodios de una producción mastodóntica.
“Noche en la tierra” de Jarmusch, sin embargo, varía algo el sistema porque aunque episodios independientes están firmados por el mismo director, todos dicen que es una gran obra pero a mí no me termina de entrar el particular mundo de JIm (es un problema mío muy particular a resultas de una aciaga sesión de su “Mistery Train”). Es el mismo sistema de la, para mi, sobrevaloradísima “Manuale D´amore”.
Otros, como el caso de la intragable “Four Rooms” enlazan un punto común para componer episodios semiindependientes. Y entremedias de estos dos tipos están aquellas películas de un único director con episodios que parecen independientes con un mismo hilo conductor como las maravillosas “Winchester 73” o “El Rolls Royce anmarillo”.
Abrazos adinerados. Carpet.

César Bardés dijo...

¿A quién se le ocurre ir a ver "Solomon Kane"? Es que a veces la tentación nos vence y vamos a ver (yo también) cosas que no veríamos ni borrachos de vino en condiciones normales.
Yo siempre he pensado en esa situación y siempre me ha dado por repartir a troche y moche, llegando al final a la conclusión de que, echando números, me queda demasiado poco. Es el egoísmo y el altruismo dándose la mano en una hipotética situación que, debo decir, me agrada pensar y encontrar nuevos caminos.
En cuanto a las películas de episodios, ya he mencionado en el artículo que "Seis destinos" es, para mí, el "Ciudadano Kane" de este tipo de películas con Charles Boyer, Edward G. Robinson, Charles Laughton, Rita Hayworth, Thomas Mitchell, W.C. Fields y Paul Robeson asistiendo a la azarosa vida de un frac. En segundo lugar, tendríamos ésta de la que hablamos hoy. De acuerdo contigo en "Historias de Nueva York" donde Scorsese se eleva con su historia bastante por encima de los demás, incluso de un Allen que no llegó a entusiasmarme. "La conquista del Oeste" me parece plomiza y espectacular, cierto, aunque también es fruto de que el aire acondicionado del cine Lope de Vega me hizo pillar un catarrazo impensable y no tengo buen recuerdo de ella.
Por otro lado, debo manifestar mi simpatía por "Noche en la tierra", especialmente en el divertidísimo episodio de Roberto Benigni al que hay que ver en versión original hablando un italiano de Nápoles que, ya en su soniquete, me parece tronchante.
En cuanto a "Four rooms" vuelvo a clavar una lanza en favor de Quentin Tarantino en el que es, con mucho, el mejor episodio de los cuatro, haciendo homenajes a "La soga" y a la serie de televisión de Hitchcock, en concreto a un episodio protagonizado por Steve McQueen y Peter Lorre en el que también se jugaban un dedo al encendido de un mechero y hay que reconocer el esfuerzo de Tim Roth por crear un personaje tan cercano en versión tan "sucia" al que hizo Jerry Lewis en la inolvidable "El botones" que, en cierto modo, también puede ser considerada una película de episodios.
Recuerdo una experiencia horrible con una película de episodios titulada "Los seductores" que, creo, dirigieron Bryan Forbes y Gene Wilder, entre otros, vista en el cine Coliseum y hay que destacar, por supuesto, otra valiosísima película de episodios como es "Pulp fiction" aunque haya una cierta interacción entre todos ellos, tan alta como "Seis destinos".
Afinando un poco más, tendríamos al maestro Kurosawa con "Rashomon" narrándonos un crimen desde cuatro puntos de vista y de forma totalmente distinta. Hay varios intentos europeos de un supuesto prestigio como "Bocaccio 70", o "Rogopag" o la infortunada sesión de matrimonios que, por una u otra razón no son tales en "No estamos casados", de Edmund Goulding con la aparición de una bellísima Marilyn Monroe como protagonista de uno de los episodios. Hasta en plan religioso podríamos citar "La Biblia", de John Huston, una de sus obras más impersonales aunque con secuencias aisladas en las que se refleja su genio y otra de las grandes películas de episodios que es "La ronda", de Max Ophüls, con doce romances que terminan donde comienzan y con una estructura envidiable, plena de originalidad y de ingenio, también a la altura de "Seis destinos" por no decir que aún mejor.
Y es que en el fondo. La vida es una serie de episodios. A veces afortunados, pero muchas otras, no.
Asegúrate de que el cheque tenga fondos con abrazos seguros.

M.I. dijo...

Madre mía, qué lección magistral de cine...
A copiar, a copiar, que todo esto me puede valer si salgo del exilio.

A mí el planteamiento del guión me parece inmejorablemente bueno, con buen sustento en las primeras historias, absolutamente geniales. Ahí tenemos la aventura del pobre empleado de la cacharrería. Cada día su torpeza destroza algún cacharro, que le es descontado del sueldo. Cada mes, su sueldo es menor, cada vez su mujer está más preocupada. De repente, le llega el millón, se persona en la cacharrería y rompe la tienda. ¿Quién no ha soñado con esa fantasía diabólica, la de ir al trabajo y soltar un portazo para siempre?.
O la historia de la prostituta, tan merecido para este personaje el milloncejo.
Ahí está también el enorme esfuerzo del millonario para colocar uno de sus millones a algún que otro despistao.
Sin embargo, las historias pierden fuelle en el transcurso del metraje, llegando al rocambolesco y poco contundente episodio de la cárcel. Las últimas son especialmente tediosas.

César Bardés dijo...

Estoy bastante de acuerdo con tu comentario y hay que destacar el episodio "de la cacharrería" porque, realmente, "te descacharras". Y también estoy de acuerdo en que la película pierde fuelle y, más que nada, creo que es debido a la excesiva cantidad de historias que se cuentan (creo recordar que son diez) en apenas hora y media de película. Quisieron abarcar mucho y hay dos o tres historias que se quedan un poco descolgadas. Bien dicho, M.I. Y tampoco es para tanto, mujer. Es un artículo como cualquier otro.

M.I. dijo...

Pues fíjate que yo no había caído en eso. Puesta a echar culpas, a punto estuve de señalar a los guionistas como responsables. Te inventan historias apasionantes frente a otros episodios realmente malos. Peerooooo... esto tiene justificación. El millonario elige a los afortunados !en la guía telefónica!, con lo cual es fácil encontrar personajes fascinantes y gentes aburridas con avatares miserables...como en la vida misma.
Sin embargo, el error ya ni siquiera se encuentra en la medición de tiempos narrativos. Las primeras historias, extensas, son imprescindibles para cubrir las expectativas del planteamiento narrativo. El error es meter diez episodios (que son diez porque eran diez los millones a regalar). Mejor regalar 5 y hacer 5 episodios, o regalar 2 ó 3 millones por historia, jajajaja.

César Bardés dijo...

Efectivamente, es el afán de meter mucho en una película. Probablemente, en aquellos tiempos, eso viniera dado por el sinnúmero de estrellas que pueblan la película y, claro, necesitaban dar cancha a todas. Estoy absolutamente de acuerdo contigo en que las mejores historias son las primeras, que son absolutamente fundamentales y lo que hay que reconocer es que la premisa argumental es atractiva como pocas.

Anónimo dijo...

Mi episodio favorito es el de W.C. Fields, ¡a cuanta gente con delirios de grandeza les ha tocado la lotería, se les ha ído la pinza yel dinero les ha volado de la noche a la mañana como por arte de magia!; y el episodio del condenado a muerte también me parece muy triste y emotivo.

César Bardés dijo...

Sin duda, tienes toda la razón, el episodio de W. C Fields es el más brillante, el que hace que te maravilles de su genio cómico y el que hace que la risa, de alguna manera, se te quede algo helada porque te reconoces en una figura tan grotesca como la suya. El episodio del condenado, aunque algo moroso en su narración, es también muy bueno.