miércoles, 2 de febrero de 2011

RED (2010), de Robert Schwentke

No hay nada mejor en el cine que juntar a un grupo de actores veteranos, sobrados en lo dramático y maestros en el desenfado para tener una idea de la versatilidad que pueden tener, de lo bien que se lo pueden pasar y de lo mejor aún que hacen pasar al público. Con fórmulas manidas, tópicos repetidos hasta la saciedad e imposibilidades cercanas a la pirueta circense, consiguen cifrar un código rojo cuyo objetivo es la diversión.
Así, nos ponemos con Bruce Willis en la piel de un jubilado aburrido, presa de la rutina, que para tener algo de emoción en la vida se dedica a inventarse pretextos para charlar con la chica que ha gestionado su pensión. Seguimos con Morgan Freeman, antiguo jefe de operaciones de un escuadrón de la muerte de la C.I.A que rumia su retiro en un hogar para ancianos. Añadimos un toque femenino lleno de encanto y sofisticación con Helen Mirren, magistral en su faceta asesina que llega a inspirar temor cuando mira a través del objetivo. Se añade la chica que no tiene nada que ver y que queda fascinada por el mundo del suspense y de las trampas propias del espionaje con la espontaneidad de Mary Louise Parker. Y ponemos el toque de humor con un excepcional John Malkovich que, sin ninguna vergüenza por su parte, se dedica a robar escenas a todos con su papel de paranoico afectado por un experimento con drogas que, además, tiene razón en todas sus esquizofrenias. Al otro lado, se coloca la señora de David Mamet, Rebecca Pidgeon, eficaz y odiosa en su encarnación fría y metódica de la urdidora de todo un plan, se junta con Richard Dreyfuss, un tipo de esos que se mueven entre sombras para ser los auténticos señores del poder y, por último, tenemos un pleno de elegancia con un agente de campo impasible y concienzudo en el mejor sentido del término en la piel de Karl Urban. Ah, y por supuesto, tenemos un rato para el gozo con ese encargado de archivos, genuino poseedor de secretos y experiencias, con sus característicos andares y sus miradas de longitud en el viejo y maravilloso Ernest Borgnine.
Ésa es la primera fórmula para que la película funcione. La segunda es muy clara: la película no se toma absolutamente nada en serio. Se pasa un gran rato e importa tres cartuchos de dinamita que la lógica se ausente. Hay humor, situaciones imposibles, acción en cascada, baches narrativos hacia el final de la película pero lo mejor de todo es que da exactamente igual (por cierto, eso desmonta las teorías de algunos chupatintas que creen que a algunos críticos sólo nos importa el argumento) porque la clave de todo radica en el desenfado, en la cara de todos estos grandes actores (sí, incluso Willis es mejor de lo que parece) que entornan continuamente los ojos, como queriendo decir al espectador que ellos tampoco se lo creen. La dirección es ágil, rápida, sin descanso, con algún error de bulto como la pelea mal planificada entre Urban y Willis y, ante todo, sorprendente en algunas de sus transiciones sobre todo proviniendo de un tipo como Robert Schwentke, que llegó a aburrir a las ovejas con aquel pastelón llamado Más allá del tiempo. Yo, de ustedes, no perdería un segundo. Me iría a comprar un par de ametralladoras con toda la munición posible a base de carcajadas y me aposentaría en la butaca dispuesto a disfrutar de una cosa sin pies ni cabeza pero que te deja un sabor dulce y sonriente. Se sale contento del cine, sabiendo que no se ha visto nada que deje una huella imborrable pero con la sensación de que el cine, por una vez, ha conseguido su meta primitiva que no es otra que la de entretener. Con muchos disparos, muchas explosiones pero, sobre todo, un bote inflamable de humor del bueno, dicho y hecho por gente de mucha clase. Todo mentira salvo la risa pero en los tiempos que corren eso es tener una licencia para reventar gobiernos y formar guerrillas.   

16 comentarios:

Carpet dijo...

Tiene una pinta estupenda este "entretenimiento" si, yo diría que suena a algo en la linea de Ocean´s Eleven y sus algo más desacertadas secuelas, en plan vamos a pasrnoslo bien y que la gente lo disfrute y se vaya con una sonrisilla.

Bueno tal y como está la cartelera casi apetece, por lo menos sabes que no te quieren timar.

Aprovecho además tu post, si me lo permites para incluiros el enlace a un artículo de Isabel Coixet sobre el cine en la actualidad, no sé si lo conocéis ya, pero me parece una reflexión muy interesante en algunos aspectos y creo que plantea algunos puntos sobre los que me encantaría saber vuestra opinión. Vaya por delante que comparto con la buena de Isabel una parte de su analisis, fundamentalmente eso de que ha cambiado el marco donde se ven las películas...pero si queréis leedlo y luego comentamos.

Un abrazo.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/muerto/bailas/elpepiopi/20110202elpepiopi_11/Tes

Carpet dijo...

No se si ha salido cortado el enlace.
Bueno no hace falta más que tecleis en google : Isabel coixet si estas muerto porque bailas.
Con eso obtendréis el enlace al articulo de El Pais.

Abrazos

César Bardés dijo...

Sí, más o menos es un "Ocean´s eleven" con algo menos de clase, eso sí y un poco más de juerga en plan reírse de sí mismos y de lo viejecitos que comienzan a ser. Desde luego, he leído críticas por ahí que la ponen a parir (como también leí críticas en su día de la que me guardé "la huella" de un señor en concreto que dijo algo así como "salgo de ver Ocean´s eleven y me invade la terrible sensación de haber visto por enésima vez lo mismo"). Pero "Red" a mí me parece eso mismo, un intento honrado de que la gente lo pase bien y fíjate si lo pasa bien que el cine estaba lleno (algo que extrañamente me está ocurriendo todas las semanas desde que se estrenó "El discurso del rey" allá por Nochebuena) y al final de la película, rompieron a aplaudir. A mí eso es algo que siempre me gusta porque el aplauso en el cine es algo que no se exige y la gente aplaude porque ha pasado un gran rato y cree que la película lo merece, comercial o no y sea de la clase que sea.
En cuanto al artículo de Isabel Coixet, estoy también bastante de acuerdo con lo que dice (hay algunos comentarios al artículo que son de pura vergüenza). Vaya por delante de que nunca ha sido una señora que me haya caído especialmente bien y que, también es verdad, desliza unas cuantas cosas en su mensaje que son un poco verdades de perogrullo. Lo cierto es que sí que dispara y lo hace en todas direcciones y tiene mucha razón en lo que dice. La oferta de entretenimiento es de lo más variada, la liturgia de ir al cine ha cambiado totalmente (para mi desgracia que siempre ha sido para mí un rito gozoso) y los cineastas tienen que ofrecer calidad a raudales porque tienen que competir con otros medios que antes no existían y eso es algo que no parece entrar en la cabeza de algunos. Muy buena me parece esa frase en la que se llega a decir que hay muchos aprendices de cineastas que están más interesados en hacer una película que en ir al cine, lo cual da ya una idea de por dónde van los tiros y es que la vanidad es el pecado favorito del diablo. El cine ya no es referencia porque ha tirado por el camino más corto, que es satisfacer al público de edad media muy baja y ha querido ofrecer productos de una visualización apabullante para poder competir con los videojuegos, la SEGA, la Play y la santa madre que los parió. Claro, la satisfacción de ese público que se gasta lo que valga el CD donde se halla el videojuego y puede jugar cuantas veces quiera y con múltiples variantes no se puede comparar con los 8,50 euros que ahora vale una entrada, que implica un desplazamiento y que tan sólo te entretiene una vez durante un par de horas.

César Bardés dijo...

Luego vendrá el DVD y tal pero la película ya se ha visto y no admite variaciones. Un video juego, no, tiene muchas según las decisiones que tome el jugador. Además si son 8,50 euros la entrada y un padre de familia quiere llevar a la mujer y a sus dos peques...Son 34 euros del ala ir al cine, incluso el video juego cuesta menos. Recordemos que 34 euros son unas 5.700 pesetas de antes (claro, ya no traducimos). Hace poco, la madre de una compañera de mi hijo me decía eso mismo. Le encantaba el cine, siempre le había vuelto loca, pero tenía tres hijos. Llevar a maridos y a tres hijos le cuesta 42,50. Jolín, los lleva una vez al mes o cada dos meses como mucho y ella misma, que no es consumidora de video juegos, prefiere comprar un video juego a sus hijos que los tiene entretenidos toda una tarde que no ir al cine y pagar esa barbaridad. Eso no es competitividad, por mucho que el cine quiera disfrazarla de tal. Es intentar sacar lo máximo de un subproducto, porque las historias que nos llegan del cine son meros subproductos que en la época de nuestros padres no hubieran pasado de la serie C. Hay que arriesgar, como dice ella, ofrecer. Lo que no se puede hacer es no ofrecer y cobrar porque el cine comienza a ser algo que no compensa frente a otros productos, desde la descarga ilegal hasta la más avanzada realidad virtual que, además, ofrece la irresistible atracción de la interactividad mientras que el cine es algo que se consume de manera pasiva. Lo de los comentarios que hay al artículo...prefiero obviarlos porque ése es el claro reflejo de que, efectivamente, hacemos el cine que nos merecemos.

dexter dijo...

Uff que buen rollo me ha metido el comentario de Bardes sobre Red y que malo el artículo de la Coixet. La verdad es que yo soy de naturaleza más que pesimista, escéptica, y no veo nada que nos diga el artículo que no sepamos. Es verdad que el cine ha muerto, pero no de muerte natural, se lo han cargado entre todos. Para empezar, como dice Greenaway, el mando a distancia, las nuevas formas de consumir películas, el peligro está en el verbo: el cine reducido a un mero objeto de consumo. Por supuesto que el cine siempre fue una industria antes que un arte, pero de ahí considerar una película como algo de usar y tirar va un mundo. Y no demonizo de la piratería que es un tema muy trillado. El actual tren de vida que llevamos tampoco ayuda mucho. A cuántos amigos míos honrados padres de familia les he oído decir aquello de “sí, nos gusta mucho el cine, pero la última que fuimos a ver fue Los puentes de Madison”. Con dos o tres críos en casa, los gastos de la hipoteca, el coche, y demás ya me contarás. Y luego si al hilo de lo que comentabas tú, si además la broma te sale por 42 y pico apaga y vámonos. Yo en este sentido me considero un privilegiado, me puedo permitir el lujo de acudir a una sala 1 o incluso 2 ó 3 veces por semana y de ver por así decirlo los toros desde la barrera por lo que a lo mejor mi opinión puede sonar a vecea a demagogia.

Con todo y con eso, creo que el problema fundamental de raíz que también sobrevuela el artículo de Coixet es el de la educación. Habría que empezar, como en tantas otras cosas, por ahí. No sé si enseñando cine en las escuelas como dice más de uno, pero si al menos insuflando algo más de sensibilidad. Vivimos unos tiempos de hartazgo de la oferta audiovisual y por eso quizá también es más conveniente que nunca separar el grano de la paja y saber por ejemplo que cuando como dice Carpet acudimos a una sala a ver Red al menos no nos están timando. O que tu vecina sepa que a la larga quizá sea una mejor inversión gastar una entrada de cine para su hijo que tenerlo una tarde entera enganchado a la Play, que le hará mejor persona lo primero que lo segundo. ¿Cómo? No lo sé. Es muy difícil ponerle el cascabel al gato.

Carpet dijo...

Muy de acuerdo contigo, Wolf en casi todo. No tanto con lo del precio del cine, porque es evidente que un videojuego entretiene más tiempo y por menos dinero si consideramos el plazo de aprovechamiento, pero tú y yo sabemos que al final hay que sacar a los niños a la calle, a hacer una cosa u otra y el cine es, con mucho, la fuente de diversión más barata si exceptuamos, claro está, la ideal, esto es, que los críos se junten con otros críos y corran y den patadas a una pelota o salten a la comba. Ese plan es el mejor y al que yo recurro muy a menudo en verano y parte de la primavera y el otoño, es decir como en los antiguas carteles taurinos “si el tiempo no lo impide”.
Cuando la climatología es adversa tienes que recurrir a otros divertimentos y de entre todos el cine es el más barato con diferencia. ¿Cenar o merendar?, salvo en un burger (unos 25 euros para 4), prepara más de 40 Euros. ¿Teatro? Prepara 40 euros …por persona. ¿Parque de atracciones/Zoo/Faunia o similares? Con menos de 100, ni entras.
El cine cuesta los 40 euros, el problema es que añadimos palomitas y coca-colas y se nos pone en otros 40 cuando menos, si al final cenas algo, no has hecho la tarde por menos de 100, pero el problema no es el cine o su precio sino que hemos montado toda una parafernalia alrededor de nuestro ocio que lo encarece en demasía. El otro día fui con mis críos y mi chica a ver “Más allá de la vida”. Entradas y un par de cola-colas: 45 Euros (32 + 13). De ahí a casa a casa. No es un plan caro. Cuando éramos jóvenes y pre-cinéfilos nuestra tarde se basaba en el cine y alguna chocolatina, no nos planteábamos cenas ni nada similar.
Otra cosa es el tema del cambio en la liturgia y ahí estoy muy de acuerdo contigo y con la Coixet,( yo no creo que su artículo sea malo, Dexter) mal que nos pese. Hemos crecido teniendo el cine como casi única fuente de entretenimiento, incluso en la TVE el cine era parte primordial de la programación (gracias a Dios), y como he comentado ir al cine era nuestro plan de ocio más interesante (al menos hasta que aprendimos a besar a las chicas/os y aun eso según como se te dieran las conquistas). Ahora los jóvenes y los niños tienen ante sí una oferta inmensa, pueden dar la vuelta al mundo sin moverse de su mesa, conversar con su amigos sin levantarse de la silla, vivir en mundos fantásticos aventuras increíbles en primera persona gracias a un mando con unos joystick, pueden parar, reproducir, dar marcha atrás a casi todo lo que puedan ver en un monitor,… Es casi absurdo pretender que mantengan toda su atención en una pantalla con todo en silencio y la oscuridad como compañía. Eso era lo que necesitábamos nosotros para mantenernos integrados, para participar de las emociones que nos transmitían.


Sigue porque soy un charlas...

Carpet dijo...

A los jóvenes/niños, a los espectadores actuales, se les llega a través de las sensaciones no de las emociones. No son personas que esperan emocionarse cuando van a ver una película, como nos sucedía a nosotros (al menos a algunos de nosotros), son consumidores de emociones, demandan espectáculos visuales distintos e impactantes, brutales efectos especiales que les hagan parecer reales momentos inimaginables. No tienen especial interés en retener un dialogo y a veces si hay demasiadas frases se aburren mortalmente, algo de eso también nos pasaba nosotros en nuestra perdida adolescencia si somos sinceros (si tienen que hablar tanto para explicarme algo probablemente debe ser muy poco interesante). Nos podrá gustar o no, pero esta es la vida que viven nuestros hijos o nuestros sobrinos. Y no lo vamos a cambiar por mucho que les hablemos de las maravillas que nos ofrece el 7º arte y la butaca de una buena sala de cine.
Mi hijo que me adora y que bebe los vientos por cada cosa que me interesa con tal de poder compartir conmigo cosas se muestra contrariado cuando hablamos de ir al cine porque el disfruta mucho más del visionado de las películas en la televisión. Por mucho que yo intento convencerle de lo contrario él me ofrece una respuesta que, desde su razón es de una lógica aplastante. Me dice “En el cine, si no me gusta lo que estoy viendo tengo que permanecer 2 horas allí” (evidentemente no puede irse si vamos todos). En la televisión, puede cambiar de canal, dejar la TV y jugar a la play, o chatear o leer o charlar conmigo o con su madre. Si, el cine está bien cuando hay un plus de espectáculo, donde el visionado en pantalla grande y con sonido envolvente supone una mejora, léase por ejemplo “Avatar”, pero siendo realista ese plus brilla por su ausencia en “El secreto de sus ojos”, por poner otro ejemplo cercano y maravilloso (incluso la espectacular escena del campo de futbol es anecdótica y no aporta demasiado al valor de la cinta).
Como Coixet creo que los tiempos han cambiado, los cinéfilos somos un grupo de iniciados, de elegidos, como decía el profesor de filosofía Manuel Delgado en la radio, un elite clasista que sólo nos entendemos entre nosotros. Como los puristas que criticaron a Camarón, las fusiones y la renovación del flamenco, aquí estamos nosotros reivindicando el cine clásico poniendo a parir a Aranofskis, Finchers o Nolans, más por comparación que por actualizar nuestras concepciones, nuestro gusto (que no es nada malo, vaya eso por adelantado) está atrofiado por el disfrute del buen cine y no podemos degustar lo que tanto se aleja de él a nuestro entender. Algo de eso probablemente les sucedió a los amantes de Velázquez cuando aparecieron Picasso o Dalí o a los degustadores de la música clásica cuando vieron a un tal Elvis contoneando sus caderas.
Está bien que sigamos debatiendo y disfrutando del cine, pero hemos de reconocer que nos estamos quedando muy viejunos.

Abrazos abuelos….hagamos una enciclopedia y que se nos presente una corista en plan bola de fuego.

dexter dijo...

Carpet, yo no he dicho que el artículo de la Coixet sea malo, de hecho es mejor que la mayoría de sus pelis. Lo que dije es que me dejó mal cuerpo. Yo propongo irnos al espacio como en los viejos tiempos a reparar el satélite de comunicación ese que está a punto de caer a la Tierra, ¿estáis en forma, chavales?

Carpet dijo...

Yo me quedo en la Luna si es precisoque ya no se ni leer en condiciones. Sorry, es la edad, vista cansada le llaman.

Tampoco es cosa de ser pesimista. Como también decían : El cine es inmortal, está hecho para quedarse siempre. Aunque no sea más que en nuestra memoria.

Y otra cosa, que el cine forme parte de nuestra educación sentimental ( como bien dice la Coixet ) no significa que seamos mejores personas por ello (conmigo no lo consiguió, al menos), probablemnete esa educación la obtengan de otros sitios. No quiero ni comentar lo diferente que es la relación que tengo con mis hijos si la comparo con la que tenía con mis padres, el tiempo dirá si lo de ser buenas o malas personas se lo deberán al poco buen cine que habrán visto.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Vengo de hacerme chopocientos largos en la piscina y aquí estáis hablando. Eso está muy bien. Eso demuestra que sois parte importante de mi propio trabajo.
Básicamente estoy muy de acuerdo con lo que decís. Me chirrían dos cosas de las afirmaciones de Carpet. Una es la cosa, un poco insinuada, de que tal vez el cine de hoy, ese de consumo y de moderneces que nos impiden ponernos al día porque, quizás, hemos visto mucho más cine y sabemos lo que es una progresión narrativa y pedanterías por el estilo, puede que sea considerado como lo que ocurrió con Picasso y Dalí en comparación con Velázquez. Yo creo que ahí estás claramente equivocado (ojo, si es eso lo que pretendes decir). Picasso y Dalí ya fueron reconocidos como grandes genios estando vivos y no hacía falta mucha perspectiva temporal para saber que había innovación estructural en su arte (que no industria) que, es verdad, a muchos irritaba (esos muchos, fueron los que luego cambiaron de opinión) pero a otros encantaba. ¿De verdad crees que el cine que se hace hoy en día, en contraposición con la época de los grandes directores, puede ser considerado de genios? A mí, personalmente, es que ni siquiera me irrita. Me deja absolutamente indiferente como me deja absolutamente indiferente arrojar una piel de plátano a la basura, no estoy pensando en ella, no me hace pensar en las estrías de la piel, ni en las manchas de la parte externa y en el milagro que supone que un platanero dé un fruto tan rico ni nada de eso. Lo arrojo y punto. Y eso precisamente es lo que no eran ni Picasso, ni Dalí, podía ser un arte irritante, pero era innovador y te hacía pensar para bien o para mal y yo creo que parte del artículo de la Coixet está en esa dirección. Hay que arriesgar, hay que innovar, hay que atraer con buenas historias, hay que hacer PENSAR, incluso pensar en algo que puede ser tan futil y divertido como "Red", pero pensar al fin y al cabo.
Por otro lado, sí que estoy totalmente de acuerdo con ella en que si el cine forma parte de nuestra educación sentimental...sí...el conjunto de cosas que te ha podido enseñar el cine (el buen cine, el que es más arte que industria), te puede hacer mejor persona y yo reconozco que para nada sería el mismo si no hubiera visto tanto cine. Tengo una deuda de gratitud con mis padres por eso. E intento con todas mis fuerzas que mi hijo también la recoja. Puede que no lo consiga con la cantidad de bombardeo informativo a todos los niveles que reciben ahora y que hacen que, si ven una película, pueden rendirse, pero no lo voy a dejar de intentar. Hay que encontrar vías para que se entusiasmen con ello. Y es más, si nos ponemos científicos, ya hay estudios en los que se pone de manifiesto lo extraordinariamente nociva que es la televisión si se deja que los niños la vean solos y, sin embargo, esos efectos nocivos que pasan por la dispersión en el pensamiento, la falta de atención, la irritación y demás, no solo disminuyen, sino que desaparecen casi en el cien por cien de los casos si en lugar de ver la habitual programación televisiva, lo que ven son películas realizadas antes de 1990, que es como se ha realizado el estudio. Tal vez trampa publicitaria pero también hay un libro de un crítico de cine que enseña cómo ha educado a su hijo a través de las películas y cómo ha podido reflejar parte del carácter de su propio hijo a través de las películas, por supuesto, dándole la información adecuada a la edad previa y demás y, sobre todo, con algo tan simple como la costumbre. Ojo, no es lo que hago yo porque la vida te arrastra en muchas direcciones como muy bien ha dicho Dex, pero ahí está el libro. El chico hoy en día es un profesional de empresa que ni siquiera se dedica a algo relacionado con el cine pero se refleja en el libro cuánto ha influido el cine en él. Así que yo creo que sí, que el cine hace mejores personas.

Carpet dijo...

A ver, alcaraciones.

El ejemplo de Picasso, Dali y Velazquez era muy malo y como has hecho facilmente desmontable por erroneo. No en su fondo porque yo quería expresar que nuestra experiencia vital no comprende, o no muy bien. que haya otras formas de llegar a los demás las historias, que esas historias te hagan pensar o te dejen frio, a veces no depende tanto del autor como del espectador. Ante eso podemos hablar de Velazquez, de Dali, de John Ford o de Eastwood, la bondad de sus obras no garantiza que remuevan las conciencias de todos los que las miran.

En fin, que a lo que iba es a que los tiempos están cambiando y eso no tiene porqué ser para mal.

Efectivamente las pelis actuales son de usar y tirar. Eso es lo que en su inmensa mayoria ofrecen pero también es lo que la mayoria reclama. "Tambien la lluvia" o "Pa negro" buscan algo más, están llenas de buenas intenciones y con varias virtudes que no serán menos que sus también posibles errores, de la misma forma de "Mas allá de la vida", Todas ellas buscan contarnos una historia, algo que nos haga pensar, pero como has comentado, muchos espectadores prefierieron quedarse con el Tsunami, por no hablar de las recaudaciones de la peli de Villaronga. ¿Que fue antes, el huevo o la gallina?.

Y en cuanto a la educación sentimental, no dudo que parte de tu bonhomia se la adjudiques al cine, pero probablemente es la influencia de mucha gente la que ha tenido mucho más peso en ello, por mucho que "La herencia del viento" nos hiciera pensar mucho a ambos ( y a muchos millones más, seguro).

Yo también he leído "Cineclub" y ...bueno, lo de educar a traves de las películas es más publicidad que otra cosa y bien lo sabes. En realidad, el chaval y, porque no decirlo, el padre buscaban y consiguieron reencontrase, pasar tiempo juntos...en definitiva quererse y confiar en el otro, el cine fue la excusa, pudo valer el "Pasapalabra". En ese sentido, lo que comentas del estudio tiene una trampa, "ver la televisión sólos perjudica más que ver pelis anteriores a los 90". Probablemente, todo mejoraría aun más si no vieran lo vieran "solos".

Vuelvo a repetir que la relación padres-hijos también se ha modificado (exageradamente en mi caso) y la cercania y estrechez de esa realción a mi me parece impensable durante mi infancia.
(Aquí hablo desde mi propia experiencia, claro y puedo equivocarme si generalizo).


En topo caso un palcer. Abrazos.

César Bardés dijo...

Precisamente eso es a lo que hace referencia la Coixet en su artículo. Hay que arriesgar, hay que ofrecer productos atractivos para que la gente vuelva a ir al cine y es loable el intento tanto de Bollaín (aunque no deja de ser algo oportunista) y de Villaronga (que es más admirable para mí porque siempre parece permanecer en lado más oscuro de la sala, con un cine muy personal y muy al filo de lo inviable).
Coixet también apunta que no toda la culpa es de ellos, sino que lo es del espectador. y tiene toda la razón y, sobre todo, en España.
En cuanto a la educación a través de las películas, vale, es evidente que sólo puede ser una parcela de la formación de los que quieran aprender, pero sí es posible. Acepto que el ejemplo de "Cineclub" no valga (entre otras cosas porque yo no estaba totalmente de acuerdo con lo que pregonaba aunque sí en algunas cosas) y te voy a un dato mucho más científico.
En Alemania, el cine se estudia en las escuelas, como asignatura de secundaria y desde los poderes públicos se propicia el análisis de determinadas películas con el fin de educar en valores y en la formación del espíritu crítico y con aplicación en asignaturas de Historia, Alemán y Ética. Eso, sí, es educación. Y es un ejemplo muy válido. De hecho, he conseguido un dossier sobre "La cinta blanca" que se enseña en las escuelas y es alucinante y algo impensable en nuestras aulas. Les enseñan a pensar, a ser receptores de las cosas que un cineasta quiere transmitir y es una gozada para alguien que cree que el cine nunca debería morir y que, sí, hace mejores personas, sólo que a nosotros nos suena chino todo eso.

Carpet. dijo...

Bueno a chino también no ssuena "Tiananmen" y "Todo a cien" que además rima.

Y me parece interesante lo que cuentas, pero entonces querido amigo, estarás conmigo que nuestro verdadero problema, uno de los verdaderos problemas en España desde hace siglos, es la educación. Enseñar bien, explicar mejor y educar como nunca...si lograramos eso, el cine sería un instrumento más, exigiríamos mejor cine y sentiríamos mucho más...por no hablar de lo que seríamos capaces de inventar, descubrir, crear y entender...con un aumento de la productividad que no habría crisis que nos hundiese...pero el corto plazo es nuestro talón de aquiles como sociedad mon ami, y los empresarios, políticos y demos bien mandaos no hacen más que reflejar tal cosa.

Con lo único que no estoy del todo de acuerdo contigo es con que sobre todo en España los males de los espectadores sean mayores, el cine que nos viene es en gran parte el de los USA y los kleenex cinematograficos que se estrenan por doquier viene de allí....Sus espectadores ya eran consumidores cuando nosotros aun no sabíamos ni comprar.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Bien, aclaración pertinente es decir que al decir que en España...con esto no quería excluir que en otros países la cultura sea igual de kleenex y demás. En el caso de Estados Unidos, incluso es aún más ignominioso teniendo en cuenta que son los auténticos dominadores de la cultura del espectáculo y que, por eso mismo, deberían ser más exigentes en este campo. A ello se contrapone su ingenuidad implícita (que la tienen) y que, evidentemente, les arrastra hacia el consumismo fácil, hacia la idea de que los que mandan se preocupan de verdad por ellos y demás utopías patrióticas con las que cubren sus verdaderos defectos.
Perdona porque el último comentario lo he hecho corriendo como un poseso porque tenía que irme a una cita ineludible y a dar unos cuantos toques a cierto evento que es posible que se organice en un colegio de Madrid.
En cuanto a la educación, no dejas de tener una cierta razón. Pero voy a hacerte una salvedad. El público anterior, en el que podríamos incluirnos e incluir a nuestros padres, adquirió la educación por sí mismo. Mal que nos pese, se explicó mejor que ahora, había una cierta cultura televisiva, como tú bien has dicho, que se centraba en la proyección de títulos ciertamente valorables y nosotros hemos crecido con eso, por mucho que sea determinante el hecho de que sólo hubiera dos canales. Ahora hay muchísimos canales...¿cuántos echan las películas que han conformado nuestra educación, no sólo sentimental, sino nuestro sentido crítico y nuestra capacidad de pensar aun reconociendo que no ha sido, ni mucho menos, el único elemento? Garci, durante muchos años, con su programa, ha sido una isla en las rejillas de programación intentando descubrir formas de ver cine y cosas que auténticamente merecían la pena en contraposición con la programación habitual de los canales que no son más que una prolongación mecánica de lo que se exhibe en los cines. Tan mediocre como la cartelera. Tan prescindible que te confieso que el otro día, y de forma absolutamente aislada, vi en la Sexta "Confesiones verdaderas", con Robert Duvall y Robert de Niro y que, antes de eso, habrán pasado cuatro o cinco años desde que vi la última película en televisión porque una cosa es ver basura por obligación y otra cosa es que tenga que verla también en mis ratos libres. En cualquier caso, en tus afirmaciones reconoces que esa capacidad crítica y esa formación del pensamiento es la que permite que haya esa mediocridad latente, imperante, recalcitrante y, peor aún, reelegida una y otra vez en nuestra clase política. El ser humano es rebelde por naturaleza y hasta con esa naturaleza se está acabando por todos lados.

Elsa dijo...

Me encantó y muy de acuerdo contigo 👍🏻👏🏻👏🏻👏🏻

César Bardés dijo...

Muchas gracias. Por la opinión y por dejar un comentario.