martes, 22 de febrero de 2011

EL CRACK (1981), de José Luis Garci

Un coche surge de la oscuridad. Sus faros están encendidos como ojos que quedan alerta ante el frío que viene de ninguna parte. Germán Areta, investigador privado. Anda mucho, duerme poco y lo que ve no le gusta nada. Es un hombre en medio de la urbe gris y hostil, un piojo tan desechable que apenas tiene voz si no escupe fuego. Intenta por todos los medios preservar un rincón de integridad en medio de un buen montón de basura. Es inteligente. Es duro. Y más vale que no le provoquen. Es una fiera disfrazada de insecto. Nadie se ríe de él. Y menos aún un chulo que pretende hacerle ver que venderse es la mejor salida. Esa no es la mejor, amigo. La mejor es la venganza.
A su lado, un chorizo, un don nadie, un perdedor. El moro Cárdenas. Equívoco y sin demasiada ética pero simpático y eficiente. Sabe moverse por los bajos fondos. Tiene cara para ir de aquí para allá con su bufanda, con sus patillas y con su falta de vergüenza. Hasta que Areta le hace ver que la vergüenza es patrimonio casi exclusivo de los que pierden. El enemigo también está en casa, detective y además está camuflado.
Una ovejita se ha perdido y Areta tiene que encontrarla. Para ello patea emisoras de radio, burdeles, altas esferas y viejos amigos. Lo que es positivo, es negativo. En la bruma desoladora de la contaminación, inoculada con el frío de una ciudad de muchas luces y demasiadas sombras, Areta se mueve. Y lo hace para encontrarse con el dolor. El que sabe de dolor, todo lo sabe. Y después sólo puede venir el rencor incontrolado de un tipo que puede ser tan asesino como los tipos que persigue, que puede aniquilar a sangre fría sin más motivación que la pérdida. Pierdes, Areta, luego vives.
Allí, al otro lado de la mierda, está un último asidero, una última ilusión. Una chica que le mimó mientras él, en otra vida, estuvo herido. Curó sus llagas, cerró sus cicatrices, lavó su sangre y él quiso entregar su corazón, entre otras cosas, porque sabe que, poco a poco, se está convirtiendo en piedra y no quiere dejar de sentir, ni de luchar, ni de creer.
Madrid es un personaje más que cobija corrupciones y olvida a los contendientes. Los muros decolorados de la Gran Vía son testigos de los paseos de Areta en busca de algo que conteste sus preguntas. Los cines exhiben orgullosos sus cartelones y el sabueso se deja caer en una barbería del Frontón Madrid para escuchar unas cuantas historias que son fantasía pero que le divierten y, a la vez, hacen feliz al pobre que las cuenta. Así, Areta conserva su interior en espuma de afeitar y con una pizca de loción para después del afeitado.
La tristeza es algo que se puede llevar encima como si fuera una prenda de vestir. El moro Cárdenas no quiere pensar en ella. Germán Areta intenta con esfuerzo deshacerse de ella. Nueva York será el embalse de la furia de un hombre pequeño presa del horror y de la tortura. Y es entonces cuando en su interior estalla un “crack”, un giro más del cargador, una rotura con la moral, un quiebro a la conducta. La bala sale y vengarse es el regalo que traen los Reyes a un hombre que cada día resulta más aplastado por el peso de la fealdad humana.

4 comentarios:

dexter dijo...

Esta película tendrá eternamente un lugar en mi corazoncito. Creo que es mi película favorita de Garci y eso que al contrario que a mucha gente, a mí de este hombre me gustan unas cuentas.

Todo un riesgo intentar llevar a cabo una adaptación cañí de un género tan genuinamente norteamericano como es el negro. En España nunca hubo mucha tradición de films noirs como en Francia con los Dassin, Clouzot y compañía (corrígeme si me equivoco que hablo casi de oido.) El resultado podía haber sido desastroso y patético. Pero Garci supera con nota el reto gracias a su cinefilia y a su amor por la literartura de esete género (corrígeme si me equivoco también pero creo que la peli está dedicada a la memoria de Dashiel Hammet.)
Todo un riesgo también poner a Landa en el papel de Germán Areta que está soberbio. Otro prejuicio superado.

César Bardés dijo...

Y tanto que fue un riesgo. Tanto es así que el productor de ninguna manera quería a Landa como protagonista y Garci le puso el guión encima de la mesa y le dijo: "Ahí tienes el guión porque si no la hace Alfredo, no la hago".
Es cierto que en España el género negro no ha tenido demasiadas oportunidades. Y lo tremendamente raro es que lo hemos hecho bastante bien y nos hemos quedado sin explotar el talento. "Apartado de correos 1.001", de Julio Salvador, es estupenda. Hay una película que ando tras ella para tenerla pero no hay manera de conseguirla y me encantó cuando se estrenó y fue "El arreglo", de José Antonio Zorrilla, con Eusebio Poncela como el Inspector Críspulo Cabezas, una película que recomiendo. Tenemos a Urbizu haciendo una película tan completa y excepcional como "La caja 507". Hay un cine negro rural de gran categoría en "El aire de un crimen", de Antonio Isasi Isasmendi. Aparte de estas dos reinas que son las dos películas de Garci. Incluso creo que llegó a escribir una tecera parte y la anunció justo antes de que a Landa le diera el ictus y el sueño se hizo imposible del todo.
El gran mérito, como tu bien dices, es coger elementos propios de la idiosincrasia española, adaptarlos al género negro y hacerlo universal. No sólo Landa está espléndido, sino también Rellán. Creo que la película flojea más por el lado de María Casanova, una actriz que me parece torpe e inadecuada por mucha bondad que quiera transmitir. En todo caso, a mí me parece una estupenda película, y su continuación también. Por cierto, efectivamente, la primera está dedicada a Dashiell Hammett, la segunda, a Raymond Chandler.

Unknown dijo...

Me estoy quedando rezagado en mis participaciones en el blog César. (Malditos quehaceres...) A ver si le doy un atacón porque quiero comentar cositas de los últimos estrenos.

Aaay!!, que decir de estas dos maravillas llamadas "El Crack" y "El Crack 2". A mi me gustan muchísimo ambas. Creo que es un ejercicio de valentía supino cuyo resultado honra la cinematografía española en un género no muy explorado en nuestro cine.

Otro título que yo arrojo sobre la mesa es "Los ojos dejan huellas" de José Luis Sáenz de Heredia con un inconmensurable Raf Vallone y apariciones grandiosas de mujeres fatales españolas. Un excelente guión desde mi punto de vista en un film que tiene toque de negrura y costumbrismo español.

Ay Areta... vivan tus huevos.

César Bardés dijo...

No te preocupes, Chus, que sabemos perfectamente que la vida tira en varias direcciones y, a veces, es difícil hacerse presente en todos los sitios donde quieres estar.
Qué buen apunte "Los ojos dejan huella", una estupenda película que yo, casi, casi, diría que es una especie de "Perdición" a la española y, más que negra, es azabache. Muy buena película que merecería estar en todas las antologías del cine negro español. Cine...negro...español....hummm...otro libro interesante.
Y de Areta...es que simplemente, ha sido el mejor.