viernes, 18 de febrero de 2011

WINTER´S BONE (2010), de Debra Granik

Los árboles parecen querer arañar el aire con sus ramas desnudas. El suelo de grava hace resonar los pasos como si fuera el asfalto que acompaña al ojo que no deja de investigar. El viento es frío y parece que invita, como el filo de una navaja, a abandonar el lugar con camionetas casi oxidadas. Los rascacielos son meras cabañas en las que abunda la basura amontonada, el plástico tieso, la ruina nunca declarada. Y una chica busca a su padre en un caso que parece pensado para un sabueso hambriento.
La gran virtud de esta película reside en que reúne muchos de los elementos necesarios para hacer una buena muestra de cine negro y los traslada a un ambiente rural, de viviendas desperdigadas y almas encuevadas entre troncos aserrados. El detective privado es una chica de diecisiete años que busca, más por necesidad que por cariño, el paradero de su padre. Pregunta aquí y allá. Va a ver al gran dominador de los contornos, ése que mata cuando quiere y no da explicaciones a nadie. Acude a su tío que está demasiado acostumbrado a quedarse encerrado en sí mismo. Las palabras son pocas y la chica tiene la paciencia de un perro que olisquea un buen hueso. Un hueso de invierno.
Así que, mientras mete los hocicos en los asuntos turbios en los que estaba metido su padre, ella recibe palizas como si se hallara en uno de los callejones del bosque de cemento que es la ciudad, va recopilando pistas sobre dónde está su padre y por qué no se le puede encontrar. Todo ello parece que queda disfrazado de una tenue fábula sobre una niña que tiene que hacerse cargo de unos hermanos pequeños, de una madre enferma y de un padre ausente pero, detrás de la hojarasca y de las frías aguas de pantanos de secretos, ella va resolviendo un caso en el que le va el pago de su propio futuro.
El resultado es una película muy equilibrada, con una interpretación medida y ajustada de Jennifer Lawrence y, sobre todo, del actor que interpreta a su tío Teardrop, John Hawkes, que compone un personaje que parece saber manejarse por los bajos fondos de las frondosidades silvestres, que sabe dónde hay que buscar y que tiene una mirada capaz de amedrentar a cualquiera porque ha jugado mucho, ha jugado fuerte y ha perdido todo.
Sin duda, el punto más fuerte sobre el que se apoya toda la película es su guión, obra de la directora Debra Granik, que maneja la cámara con cierta soltura aunque se apunta a la moda de la ausencia de trípode hasta la repetición, y de Anne Rossellini, su colaboradora habitual, que saben unir los rincones propios del género negro con la sordidez de un medio que resulta hostil en su clara desnudez, campo de gritos y disparos furtivos donde no llegan los ojos del cielo y que quedan desvalidos ante troncos agrietados y heridos por hachas de silencio.
Y así, en medio de un ambiente que parece rechazar cualquier signo de vida, se va apoderándose de nosotros un temor cerval ante la posibilidad de que pueda llegar la obligación de hacer algo que nos resulte, no sólo repugnante, sino también doloroso. Salvar una casa y un hogar lo merece todo pero hace falta armarse de mucho valor para que los huesos lleguen a hablar, la conciencia se calme y la venganza sea un plato que se come tan frío como el tiempo que envuelve y condena, que ata y desprecia, que asesina esperanzas y alienta crímenes. Nada de amabilidad en medio del campo. Tan sólo la seguridad de que una chica a la que le sobra decisión y le falta madurez, resolverá un caso que es cine negro bajo el cielo blanco esbozado de venas como ramas. La crueldad, todos los días. Luchar contra ella, siempre. 

4 comentarios:

dexter dijo...

Hoy sí estoy bastante de acuerdo en tu comentario y además me parece muy certero que hagas referencia a términos como desnudez y frialdad. La aspereza y lo inhóspito del paisaje en el que se desarrolla la historia no puede estar más que consonacia con las cosas que se nos describen y con el estado de ánimo de los personajes. Pero esta desnudez que a la vez es el principal activo de la cinta es también quizá su mayor lastre, lastre para que la historia no trascienda más y acabe dejando el poso que debiera.
A mí me parece una obra muy válida. Yo personalmente empezaba a estar frito de esas muestras de ese llamado cine inide absolutamente soporiferas en la que el director lo único que quiere es presentarse como el más listo de la clase- ejercicio de estilo lo lllaman- y lo único que consigue es dormir a las ovejas. Creo que las películas hechas con cuatro duros tendrían que estar hechas más con el corazón y las vísceras y menos con el piloto automático. Como aquí en donde hay una historia interesante que contar y una señora con las ideas muy claras acerca de cómo hacerlo. Ojalá siga por este camino.

César Bardés dijo...

Pues totalmente de acuerdo, Dex. Su mayor virtud y su mayor lastre es la desnudez, la aspereza y lo inhóspito del paisaje, amén del acierto de mezclar una trama que es puro cine negro (por mucho que haya leído por ahí que "sólo tiene un ligero toque negro porque la película es una denuncia de lo miserablemente que se vive en algunas zonas de Estados Unidos"). Por una vez, creo que es verdad que la muestra de cine "indie" que se ha colado en los Oscars es bastante merecida y, si te fijas, la planificación no es nada virtuosa. Siempre a lo sencillo, por mucho que esté continuamente con cámara al hombro aunque, afortunadamente, alguien sujete al tipo que la lleva. Más que la historia de supervivencia en sí, es un aviso sobre que, en cualquier momento, podemos ser protagonistas de una trama que parece sacada de una novela de Cormac McCarthy, por su negrura y por su reducción máxima de abalorios y decorados. Repito, sigues estando sembrao.

dexter dijo...

Aquí me parece que el único que siembra siempre eres tú, los demás nos limitamos a recoger. Y en todo caso lo poco sembrado que haya podido estar en esta ocasión se lo debo a la inspiración que me han dejado tus palabras y este texto tan preciso y tan precioso que nos has vuelto a regalar.

Pues fíjate que a mí la película me pareció "muy Eastwood" en cuanto a las sensaciones que me dejó. Y ahora reflexionando sobre tus palabras y sobre lo frecuentes que son en las películas de Clint los desencuentros entre padres e hijos (y especialmente hijas) veo que ahí también es probable que los padres y los hijos se busquen más por necesidad por cariño. En cualquier caso, me gusta la imagen que en Winter´s bone se da de la familia totalmente alejada del cliché y que contribuye a otra de las virtudes de la película, el darnos otra imagen de la América profunda distinta a la que siempre se nos presenta. Por último también destacaría la labor de los dos actores protagonistas, tío y sobrina, y el poderío ciertamente difícil de olvidar de la escena que en parte sirve para dar título al film.

César Bardés dijo...

Bonitas palabras que no merezco, vive Dios. Es cierto que hay un toque Eastwood que se centra, naturalmente, en la relación entre padres e hijos. El padre, ausente, la madre, ausente también y la chica que debe madurar a marchas forzadas para sacar adelante lo que es tarea de adultos.
Es muy importante esa relación entre tío y sobrina. El tío me parece un personaje que ejerce una cierta fascinación porque quiere pero no quiere que se le note que quiere. Es muy interesante ese retrato. Esa América profunda, al fin y al cabo, también es la que se intuye detrás de "Deliverance" sólo que sin banjo detrás. En cuanto a la escena a la que te refieres, es francamente dura y propia de un policiaco descarnado, tipo "Seven". La verdad, fue un pequeño gozo ver esta película.