miércoles, 26 de septiembre de 2012

THE NARROW MARGIN (1952), de Richard Fleischer

Un par de policías curtidos en mil batallas tienen que recoger a una testigo protegida y llevarla en un largo viaje en tren a su ciudad de origen. Uno de ellos es asesinado. El otro está solo. Es un policía veterano y demuestra su capacidad para ser incorruptible. Pero en el tren, en ese margen estrecho repleto de laberintos con forma de pasillo lateral, está sitiado. Hace lo imposible para proteger a la chica que, por otra parte, se muestra desdeñosa con él porque está convencida de que no va a llegar a su destino. La soledad del sargento Brown es abrumadora. Incluso juega al despiste intentando hacer creer que su protegida es otra. Y se plantea una cruenta batalla en el tren con armas como la astucia y el juego psicológico. Él no es el típico héroe perfecto. Es un hombre que intenta cumplir con su trabajo lo mejor que sabe. Comete errores. Sabe que la partida es casi imposible de ganar. Pero corre por los pasillos. Juega al disimulo. Cuenta con la ventaja de que los asesinos no saben quién es ella. Él lleva el dolor por su compañero perdido. No acepta el soborno. Él es un hombre. Sólo un hombre. Nada menos que un hombre.
Richard Fleischer articuló esta película de asumida serie B con una envidiable creatividad destinada a mantener la tensión. Combinó planos de maestría comprobada con una narración que tiene la singular virtud de no excederse en el tiempo y, a la vez, no precipitarse en la acción, lo que hace que la tensión contenida sea una clase magistral de una historia convincente de márgenes muy estrechos por los que moverse en manos de un hombre que, a pesar de no haber sido nunca considerado un autor, merece un lugar propio en la memoria de los amantes del cine con títulos tan apreciables como El estrangulador de Boston, Cuando el destino nos alcance y su obra maestra, paradójicamente un tanto desconocida, Impulso criminal.

2 comentarios:

Carpet dijo...

No creo conocer esta peli, pero mira que me suena su trama a esa buena peli de Gene Hackman llamada "Testigo accidental", con Anne Archer como testigo a proteger y con viajecito en tren incluido.

Otra cosa, auqneu no cuadre aquí, pero ando con lio y aprovecho la menor...es de agradecer el "nuevo" artículo sobre "Mystic River", podías haber tirado del libro recientemenet editado, sin embargo contando lo mismo, lo cuentas muy distinto e incluso yo creo que se ve diferente. En ambos casos un gran regalo.

Abrazos admirados.

César Bardés dijo...

Buen ojo, Carpet. Como que la versión que comentas de Peter Hyams lo es de esta primera que realizó Richard Fleischer. Si bien es verdad que la de Hyams es muy entretenida (aunque contiene uno de los fallos más clamorosos que yo he visto en el cine, probablemente, culpa del montaje puesto que hay una escena en la que Hakman y Archer huyen en un todo terreno, se les rompe el cristal y a la secuencia siguiente, el cristal del coche está nuevecito), tengo que reconocer que la de FLeischer está un poquito por encima porque es más tensa, menos amable, más negra, aparte de que en la versión de Hyams hay el cambio de policía por un ayudante del fiscal que no me acabo yo de creer del todo,pero bien, Hyams lo hace bien.
Hombre, lo de "Mystic River" es que no es de recibo. En el libro se ofrecen momentos que no debo repetir aquí, otra cosa es que, como habrás notado, sí se repiten en el libro cosas que he puesto anteriormente aquí aunque no todas, ni mucho menos. En cualquier caso, tengo que reconocer que huyo de lo que muchos hacen que es siempre tirar más o menos del mismo artículo y ni el programa ni los que me leéis merecíais que me repitiera tan descaradamente. Algo parecido hice cuando hablamos de "Sed de mal", del amigo Orson, incluida en "La imagen en el alma" pero que mereció un artículo distinto aquí en el blog con ocasión del coloquio que se hizo en Conversacines.
Abrazos repetidos.