La ciudad parece cernirse sobre los hombros y el peso es demasiado grande como para añadir unas lágrimas de recién nacido. El gris puede más que el color y el silencio oprime tanto que solo queda darse la vuelta y seguir durmiendo. La soledad, a veces, es algo que se gana uno a pulso y, cuando eso pasa, hay quién disfruta viviéndola. Llegar a casa y que todo esté en su sitio. Llegar a casa y que la tranquilidad sea el ambiente. Llegar a casa y desear una cerveza y un partido. Y así, sin grandes sobresaltos, esperar que se cumpla el plan.
De pronto, la crisis estalla. Tal vez porque se ha aplazado indefinidamente esa discusión que no ha apetecido iniciar. Tal vez porque la cobardía forma parte de esa planificación apática de que nada tiene que ocurrir para que todo siga igual. Reproches, lágrimas, aislamiento, vacío...la luz huye y la oscuridad parece acoger la desidia. Y así, como quien no quiere la cosa, surge un visitante inoportuno, un viajero de la noche que hace mucho, mucho tiempo que renunció a vivir. El reencuentro, la perplejidad, la sorpresa, el recuerdo breve... La decisión no planeada. El cambio de vida se sirve y hay que nadar entre aguas pantanosas para llegar a un atisbo de felicidad. Nada, tan solo un pellizco de esperanza que resulta ser muchísimo más de lo que ha proporcionado una vida acomodada e insoportablemente burguesa. El plan es huir hacia delante y pararse en algún recóndito muelle de maderas bien podridas.
Se deja dolor atrás, se deja el sueño de los que han compartido el aburrimiento. No se quiere volver la mirada, no se desea tirar los harapos y recuperar los trajes. Quizá recibir unos cuantos puñetazos en el estómago sea algo parecido a la diversión y a la realización personal. Unos cuantos moratones, un par de cortes en la cara y las mismas aguas se encargan de ahogar las frustraciones, las odiosas miradas al espejo, las rutinas repetidas hasta la hartura. Incluso hay algo parecido al amor aunque no sea exactamente eso porque amar es un verbo desconocido y no se sabe cómo conjugarlo porque nunca se ha probado, nunca se ha notado el sabor en los labios, nunca ha pasado de ser una rutina más.
Espléndido trabajo de Viggo Mortensen, matizado en sus reacciones, comedido en sus frustraciones. Él es el centro de una película que navega por turbias aguas que recuerdan a la reciente Winter´s bones, que no renuncia a la negrura pero que tampoco vuelve la espalda al drama personal, a la búsqueda de una identidad que parece cambiada por el destino caprichoso que reparte infelicidad a partes iguales con distinta suerte. La facilidad con la que se pasa de ser un respetable ciudadano a un sinvergüenza marginal y de rincón perdido llega a la sutilidad y al refinamiento porque vivir, en el fondo, es bastante torturante así que es mejor que todos tengamos un plan.
Así, amarramos embarcaciones en rostros que parecen cortados por las frías aguas de ríos de orillas rugosas y maderos abandonados, la humedad parece calar los huesos a menos que tengamos una buena cazadora a mano y la sensación de estar allí, donde nada ni nadie te puede alcanzar, es creciente cuando se ven pasar los días y las noches sin más engaño que el de la parca palabra, siempre dispuesta a quedarse en la garganta, refugio del sonido que delata culpabilidades. Todos tenemos un plan, sí y tal vez el plan sea matar. O morir. O ambas cosas. Eso es lo que no se sabe teniendo en cuenta que las cosas agradables de la vida residen en los más pequeños detalles. Un libro que compartiste con alguien. Una foto que fue testigo de un instante de alegría. Un beso que muere cuando nace. Planes pequeños que nos engañan para que creamos que hay un plan mucho mejor. Y si los ojos no se detienen en ellos, el hastío es quien tiene todas las balas y todas las verdades, aunque sean disfrazadas.
6 comentarios:
Esta sí la tengo subrayada en rojo. Me apetece bastante y después de leerte más. Winter´s bone, qué buena película. Tengo entendido de que Vigo llevaba tiempo queriendo trabajar en Argentina, un país en el que vivió durante años, y por fin lo ha conseguido. Parece que a Darín le ha salido competencia.
Abrazos, pelotudo
Ojo que es de las lentas. He leído por ahí como que tiene escenas sin sentido y yo sí que le veo sentido a todo salvo a una cosa. El personaje de Soledad Villamil está muy cortado a medias pero me parece que está bien, que merece la pena. A ver qué te parece.
Abrazos boludos
A mi también me apetece, aunque me eche un pcoo para atrás la negrura que me pareció entrver en sus publicidades y que confirma lo que escribes.
No creo que haya posibilidad de competencia con Darín, Viggo me parece que es un muy buen actor que dota de muchisima personalidad a sus personajes. A mi modo de ver les aporta masculinidad, alma de solitario, es un pistolero del viejo western duro, con corazón y sus propias reglas de honestidad, oscuro y atractivo. darín sin embargo a mi me parece un actor excepcional porque retrata a todos sus personajes como si fueras tu, hace que el espectador se vea a si mismo reflejado en cada historia, en cada movimiento, en cada decisión....y luego están esos ojos tan brutalmente expresivos, si yo fuera director jugaría a rodar una escena con cierta tensión enfocando unicamente los ojos de darín, creo que su mirada nos bastaría para explicarlo todo.
En definitiva, Mortensen es el Shane de "Raices profundas", Darín es el Lemmon de "Missing".
Además, la deriva de Viggo, tal vez la edad, tal vez elegida, le lleva cada vez más a esos personajes oscuros y solitarios, con un mundo de recuerdos tormentosos como pesada mochila...Y atención a la segunda parte de "Promesas del Este" para el año que viene, porque su Nikolai reunía mucho de lo que comento.
Abrazos con un buen mate (bebida, no encestar una canasta)
También es de ritmo muy lento, Carpet, y eso ha hecho que cosechara algún comentario negativo pero creo que no me ha molestado en absoluto esa lentitud que parece sacada del ritmo que lleva el curso de un río.
Viggo y Darín. Creo que los defines muy bien, con dos pinceladas dices características muy acertada de ambos. Si tenemos que elegir al más versátil yo cogería quizá a Viggo. Si tenemos que elegir al más expresivo, mi elección sería Ricardo.
Y te voy a decir un secreto. No me disgustó nada "Promesas del Este"...pero de ahí a hacer una segunda parte...
Abrazos pamperos.
Bueno, cuando decia que a Darín le había salido competencia me refería más bien a una cuestión de carisma, que de eso creo que tanto Viggo como Ricardito van sobrados. Yo siempre he sido más de Darín pero poco a poco Viggo me va ganando, y me gusta que haya tomado ese rumbo del que habla Carpet y que vaya eligiendo cada vez con más frecuencia esos personajes oscuros y solitarios. Por cierto que repasando su filmografía me ha sorprendido verle en varios títulos ("Atrapado por su pasado" de De Palma).
De todas formas ya vi esta película y he de decirte que me pareció interesante. El punto de partida es muy potente (el subgénero de gemelos siempre da mucho juego) y es verdad por el camino va perdiendo gas y dejando algún que otro cabo suelto, nunca mejor dicho. Soledad Villaamil, qué gran actriz, qué escena la de la visita a la celda, está muy desaprovechada.
Abrazos rio abajo
Yo creo que a Mortensen hay que valorarlo porque es un inconformista que intenta tocar todos los palos. Lo mismo interviene en una superproducción de Hollywood como el héroe que a todos nos gustaría ser como que, luego, se decide por una producción pequeña, de corte europeo o argentino, que muestra sus capacidades interpretativas pero que, al fin y al cabo, va a tener una repercusión mucho menor y eso es para elogiárselo porque no hay muchos así. Darín está en lo suyo, que lo hace extraordinariamente bien y es rey en su territorio y también hay que alabarlo aunque, tal vez, su registro sea menos amplio pero es un hombre que inspira tanta ternura como crueldad, tanta compañía como soledad. El aire de poeta argentino no se lo quita nadie.
Cierto es que "Todos tenemos un plan" tiene un punto de partida muy potente, pierde gas pero no se queda del todo sin fuelle. Deja algún que otro cabo suelto pero no molesta demasiado y lo que es más de juicio es el desaprovechamiento del personaje de Soledad Villaamil, no solo porque se tiene una actriz de altura ahí delante, sino porque es un personaje que podría dar mucho más juego y que, además, podría haber sido el elemento clave para giros de tuerca sorprendentes.
Abrazos con motor.
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