martes, 4 de septiembre de 2012

EL PACTO (2011), de Roger Donaldson

Imaginemos por un momento que algo le pasa a la persona que más quieren. Una agresión violenta, brutal, salvaje. Las heridas seguro que sanarán pero quedará la laceración moral para recordarles que tienen que denunciar a la policía, pasar rondas de identificación, asistir a juicios de dudosa utilidad y contemplar, anonadados, cómo el criminal sale en muy poco tiempo tan campante para volver a cometer cualquier barbaridad. Y la misma noche de la agresión, un tipo trajeado se sienta junto a usted y le ofrece, a cambio de un favor indeterminado, acabar con la vida del  tipo que ha golpeado sin conmiseración a lo más preciado de su corazón. ¿Aceptarían?
Y es que la conciencia es muy traidora porque, a pesar de que trabaja duro, puede adormecerse y caer presa de una rutina agradable, de un lento proceso de asimilación y de un refugio acogedor en medio del bosque de los sentimientos. Luego llega la petición del favor que se debe y ahí es cuando empiezan los problemas. Ahí es cuando nos damos cuenta de que, algunas veces, todos pensamos en que la justicia debe ser fuerte pero que nosotros somos débiles. El fascismo llama a la puerta. Todos lo pensamos pero pocos somos capaces de llevarlo a cabo.
La premisa de la que parte la película es lo suficientemente atractiva como para mantener enganchado al incauto que se asoma. Y es fácilmente perdonable todo giro de tuerca fácil, todo comportamiento inesperado e, incluso, uno puede llegar a identificarse con ese Nicolas Cage que, a la postre, acaba siendo el mayor lastre de una historia que podría haber sido pero que, para los más exigentes se negó a devolver el favor de comprar la entrada.
El conejo hambriento juega, dicen por ahí. Y eso quiere decir algo así como que el ciudadano quiere justicia, tiene hambre de hacer las cosas bien contra los malos. El entuerto se complica y la tensión se mantiene con cierta habilidad. No en vano, cabría recordar que Roger Donaldson, el director, fue aquel que nos mantuvo en vilo cuando Kevin Costner se perseguía a sí mismo en la más que aceptable No hay salida, con Gene Hackman apretando muy bien los tornillos. La ciudad de Nueva Orleáns sirve de marco y la resolución de la trama es algo arrojadiza pero la sensación con la que se sale es el deseo de que el conejo hambriento siga jugando porque hay tipos muy listos por ahí, preparando un nuevo asesinato para dormir más tranquilos.
Hay reminiscencias de aquella Los jueces de la ley, de Peter Hyams e, incluso, en la forma de plantear el dilema de la maravillosa Plan diabólico, de John Frankenheimer, solo que, claro está, los tiempos han cambiado y todo ha de abordarse de forma mucho más directa, desechando sin problemas los flecos que pueden causar algunas incoherencias o hasta pequeños pellizcos de tontería. Qué más da. El caso es saber que hay dos o tres individuos dispuestos a rellenar los resquicios que la Justicia deja atrás. Y eso aporta una cierta tranquilidad a una sociedad herida que aún no se ha repuesto del desastre de un huracán que cambió el ritmo de una ciudad entera.
Así pues, el conejo hambriento no deja de jugar. El deseo de escapar de las garras de una justicia por la que se clama llega a cambiar el interior de las personas. Hay veces que los sistemas fueron preferibles a pesar de todos sus defectos y de todas sus ambigüedades. Es lo que deberían hacer algunos cuando se ponen a decir lo que debemos o no debemos hacer. Establezca usted los términos en los que no se puedan producir nuevos vacíos pero no haga que justos paguen por pecadores. Eso es algo que solo está reservado a los canallas. Aunque uno hable de cine y estas letras sirvan simplemente para un ratito de esparcimiento pituitario.  

3 comentarios:

Carpet dijo...

Bienvenido Mr Lobo, se ha hecho usted de rogar y ya le echabamos de menos, aunque nos havisase en su momento del día y la hora de su llegada.

No he visto esta película, una más en este verano casi arido de buen cine. Triste agosto pre-subida de IVA, sólo me acerqué a ver "Prometeus" y prometo no comentar salvo que des permiso para dar rienda suelta a las palabras...

Ha habido más cine en la tele en mi caso, repescando algunas que fueron comentadas aquí en su día y con las que he coincidido una vez vsiionados los filmes.

En cuanto a determinado libro, mi impaciencia y mi pereza, me llevaron a solicitarlo por Internet a El Corte Inglés para comprobar 10 días despues que su red de distribución es pésima (pedí alguna cosa más y aun estamos en espera o stand by). Mi idea era poderlo comentar a tu vuelta pero mi frustración es grande...No se puede confiar en los carteros.

Un abrazo y lo dicho, gracias por volver.

Carpet dijo...

El "haviso" es error tipográfico, lo juro.

César Bardés dijo...

"Havisados" quedamos, querido Carpet. Gracias por la bienvenida y todo un placer volver a compartir este espacio con personas de alto fuste y justo aprecio.
He puesto "El pacto" porque, aunque es un estreno de julio, he de recordar que el periódico sigue ávido de estrenos aunque yo esté por las Germanias y el antiguo Imperio Austro-Húngaro y tengo que anticipar estrenos así que voy por orden y en muy pocos días estaremos al día ("Prometheus" incluida).
Por mi parte, poca televisión, eso sí. He estado demasiado aislado en el Parque Natural del Alto Tajo y salvo un par de cositas olímpicas, el homenaje a Tony Scott en La Sexta 3 y alguna cosa suelta más, no he visto nada. Eso sí, he escrito (no mucho, es un libro que considero ciertamente delicado y tendré que pensarlo mucho más que los anteriores) y ya tengo la introducción y un par de capítulos de "El sueño americano".
En cuanto al libro...bueno, pues mira, por lo menos me das la noticia de que está en la web de El Corte Inglés, cosa que ignoraba. Parece ser que se vende razonablemente bien en Andalucía, y que las primeras cifras de ventas, habida cuenta la penosa situación que vivimos, son aceptables.
Gracias por vosotros por permanecer ahí. Sois estupendos.
Un abrazo.