miércoles, 18 de junio de 2014

LAS DOS CARAS DE ENERO (2014), de Hossein Amini

Cuando dos hombres son los lados más pequeños de un triángulo, se entabla una lucha entre ellos semejante a la de dos animales feroces que se quieren devorar mutuamente para que ese triángulo se convierta en un polígono abierto. Lo malo es que, a veces, el lado que se abre no es el que se espera y entonces es cuando los contrincantes sacan un repertorio de maldades criminales a pesar de que están condenados a entenderse por una simple cuestión de supervivencia.

Y así entre ruinas de bellísima geometría se establece una relación cortante, afilada, peligrosa, basada únicamente en la necesidad y que se dedica a descubrir las verdaderas caras de los contendientes, refugiados de la razón, ladrones sin conciencia, que se van transformando, poco a poco, en criminales sin escrúpulos, en asesinos de la verdad. Los recuerdos de un padre muerto se confunden con los de una estafa millonaria, la pasión juvenil se pelea sin descanso con el último amor de una edad que huye despavorida. No hay demasiadas oportunidades de ganar y estos tres perdedores quieren saborear la victoria, quieren tener el dinero en el bolsillo y el espíritu libre y eso...eso es imposible de conseguir.
Hermosamente fotografiada y sobriamente dirigida, Las dos caras de enero contiene momentos de intenso duelo psicológico entre los personajes interpretados por Viggo Mortensen y Oscar Isaac, ambos acertados en sus papeles y dotándoles de los matices necesarios para considerarlos creíbles. No tanto para Kirsten Dunst, una chica que no es demasiado buena actriz y tampoco es tan increíblemente atractiva como para volver locos a dos hombres. Demasiado blanda y con un papel que no sabe convertir en sustancial a pesar de ser el centro de toda la trama, Dunst se pierde en la confianza de tener un rostro simpático que necesita de un arreglo en los dientes y alguna expresión más allá de una sonrisa con hoyitos en cada mejilla.
Por lo demás, la película entra muy de lleno en la onda de las novelas de Patricia Highsmith, con esos personajes tan perfilados al borde del abismo y que se mueven en una falsa honradez y en un registro de ambigüedad que se anticipa a las verdades interiores de cada uno. Siempre son caracteres que quieren la felicidad por encima de todo pero sus actos resultan tan reprochables que, aunque alcancen su objetivo, no podrán mantener esa sensación por los actos que han tenido que llevar a cabo. Todo ello en una espiral de rabia que va creciendo con intensidad y furia haciendo de esas vidas, en principio, atractivas, verdaderos infiernos llenos de amargura. No es de poca ayuda el ambiente creado por una maravillosa banda sonora de Alberto Iglesias que, en sus momentos más álgidos, nos traen a la memoria los pentagramas de Bernard Herrmann.

Y es que no es fácil abrirse camino en un mundo que, más allá de monumentos que llegan al corazón, solo ofrece ruinas morales por donde se pasa. La opulencia y el oportunismo no están en absoluto reñidos y toda maldad tiene dos caras, dos lados contrapuestos a pesar de que ninguna de las dos busca realmente el bien excepto cuando se trata de la misma salvación personal. Atenas parece que se ríe del encuentro casual de almas de buscavidas destinados a entenderse. Estambul parece que llora porque el encuentro es forzado y el entendimiento ya no puede ser posible. La amistad anda por ahí pero se esfuma con un puñetazo y un empujón. El aprecio se basa en un recuerdo que no existe. El amor es un beso dado desde muy lejos y que nunca llega a su propietario. La guerra de personalidades se desata, dejando al descubierto miserias y desdichas, defectos e inseguridades. Nadie puede sentirse a salvo y por mucho que aún haya paraísos por descubrir y por más que las calles de adoquines y casas de grietas en la fachada sean testigos de la maldad, al final no quedarán más que ruinas.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Básicamente estamos de acuerdo en todo. Es una película muy agradable de ver por todo eso que tú dices la ambientación, la fotografía, la trama. Un thriller bien llevado cuya dedicatoria final a Pollack (y a Minghella,vale) puedo entender perfectamente. Sí que es verdad que recuerda mucho a otras adaptaciones de la Highsmith, una señora a la que confieso no haber leido pero de la que sé un par o tres de cosas gracias al cine. Cierto que la peli podía haber dado algo más de sí, que Kristen está un peldañito por debajo de Oscar Isaac y ambos se ven superados por Viggo, un actor que con su sola mirada es capaz de provocarte una catarata de emociones y pensamientos. Sí es verdad que sus enfrentamientos con Isaac (yo creo que incluso se aprovecha cierto parecido físico con el joven Alain Delon de "A pleno sol") son de lo mejor. A ver si lo de Llewin Davis no era una casualidad... Sin embargo, no me creo la supesta química entre Viggo y Kristen. Supongo que la diferencia de edad viene impuesta por Highsmith en el libro, pero aún así,no me creo esa pareja ni con cola.

Y por último un aplauso muy grande por Alberto Iglesias. Yo lo veo más, fíjate, como una especie de moderno Maurice Jarre, experto en crear atmósferas y recrear ambientes exóticos. Ya lo hizo de maravilla en "El jardinero fiel" y aquí vuelve a demostrar que hay vida más allá de las almodovarianas secciones de cuerda.


Abrazos desde el laberinto

César Bardés dijo...

Me alegro de que coincidamos. Es que el tema de Dunst es muy espinoso porque, ya lo digo en el artículo, no me parece que sea una mujer como para que dos hombres pierdan la cabeza. Debería ser mucho más atractiva y dejar de poner esas caritas de niña pequeña que no van nada con el personaje, una mujer que se ha casado con un tipo de cuidado y que, desde luego, manipula bastante. Los enfrentamientos Isaac y Mortensen confirman que Isaac ha madurado mucho, que el salto de Llewyn Davis ha sido para bien y que el chico está siendo una promesa que puede darnos alguna sorpresa agradable. Lo de Mortensen...me gusta mucho el corte clásico de su personaje, tan amigo, tan enemigo, tan equívoco, tan ambiguo, tan mirando queriendo decir una cosa y diciendo realmente otra.
En cuanto a Highsmith yo sí he leído alguna de sus novelas (especialmente las de Ripley) y está muy en su línea. En concreto ésta no la había leído pero se nota el toque de esta mujer que escribía historias tan turbias que casi se podían masticar. La película tiene una ambientación espléndida, está mimada y cuidada y Alberto Iglesias...yo creo que se adapta según la película. No me gusta demasiado Maurice Jarre pero Alberto, tienes que fijarte en la escena del hotel cuando Isaac vuelve con la pulsera y cuánto de Hitchcock hay en esa escena, incluso la música. Lo más curioso es que se aleja mucho de la banda sonora, por ejemplo, de "El topo" y que consigue dar un entorno a la historia con sus notas. Ojo, que tenemos a un gran compositor ahí que también nos va a dar alguna sorpresa de las gordas.
Abrazos desde el Partenón.