miércoles, 25 de junio de 2014

ADIÓS, MUÑECA (1975), de Dick Richards

Las calles tienen tanta luz que parecen rascacielos tumbados y, sin embargo, el ambiente del humo de los coches es como si estuviéramos en el peor de los garitos. Ese tipo, Moose Malloy, solo quiere encontrar a su chica y la cosa está tan dura que mi pistola parece un pastel. Es poco corriente encontrar a un tipo como él enamorado hasta el ala del sombrero pero así es. Su Velma. Me pregunto qué diría si la viera ahora, con los ojos con los que yo la veo. Ahí, muerta, víctima de su propia ambición y olvidándole al primer golpe de cheque. Para eso, no hay nada como el tupido velo de una celda. Moose se pudrió allí dentro pensando en su Velma. Ella floreció allí fuera casándose con un juez, yéndose con el primero que mirara sus lindas piernas y, de paso, robándole la cartera después de una noche de pasión.
Y es que a veces, la sobaquera aprieta demasiado. Unos dólares allí, una satisfacción allá y no hay nada al otro lado de la calle. Solo lágrimas y ausencias. Un niño que tira una pelota como si fuera la misma esperanza. Es lógico, él no sabe que el mundo está lleno de gente de vida tan arrastrada que una pensión de mala muerte es para ellos como el palacio de Buckingham. Y que harían cualquier cosa por salir de sus agujeros y comerse a los que tienen los bolsillos repletos de billetes. Al fin y al cabo, la vida es esa cosa que, cuando sacude un golpe bajo, no te permite levantarte. Poco a poco, la mirada se va haciendo más amarga, pero esa pelota que se tira con esperanza vale más, mucho más, que cualquier muñeca de ojos aviesos y manos ligeras. Tanto es así que merece la pena que un perdedor pierda y deje de echar algunos tragos en noches oscuras.

Versión de la excelente Historia de un detective, de Edward Dmytrik y que, en muchos aspectos, supera a la original, Adiós, muñeca es la confirmación de que, quizá, el actor que mejor ha interpretado al mítico Philip Marlowe haya sido Robert Mitchum, tal vez porque él tenía mucho del detective de Raymond Chandler, o tal vez porque en su rostro ya se habían dibujado tantas derrotas como se le suponen al héroe por excelencia de la novela negra. Lo cierto es que la ambientación de Dick Richards roza el ensueño pero es sutilmente sincera, deseando patear esas calles sucias que se tornan marrones con el anochecer, queriendo vestir esos trajes que parece que solo han existido en las películas y desarrollando una envidia algo insana al no poseer una mente tan brillante, de rápida respuesta y larga inteligencia como la que demuestra ese tipo que fuma un cigarrillo delante de una ventana, observando los reflejos del neón en los coches y que sabe que no importa lo que él haga porque será, con toda seguridad, una derrota más. Es lo que tiene ser detective privado. Las gabardinas están caras, los sombreros son elegantes y las camisas parecen arrugarse por debajo de las chaquetas cruzadas. Sin embargo, siempre habrá alguno que otro que sepa hacer de la honestidad un objetivo y de lo justo, todo un regalo. 

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Estoy completamente de acuerdo en que Mitchum es el mejor Marlowe de la historia, y casi diría que esta película es la mejor adaptación del detective de Chandler, quizá porque su ambiente de derrota es superior al de otras adaptaciones y esa amargura cínica es consustancial a las novelas del célebre detective.

No sé si has tenido la oportunidad de leer a benjamin Black-John Bambille en la resurrección de Marlowe, "La rubia de ojos negros". Lo cierto es que está muy conseguida aunque yo creo que carece de ese halo oscuro que le daba Chandler.

Abrazos perspicaces

César Bardés dijo...

Pues estoy en ello,Carpet,llevo unas cuarenta páginas. Lo que sí te puedo decir es que desde el momento en el que me enteré de la nueva aventura de Marlowe me he hecho un ciclo con todos los libros de Chandler sobre el famoso detective (aunque ya me los había leído antes) y así han ido cayendo "El sueño eterno", "Adiós,muñeca", "La ventana alta","La hermana pequeña","El largo adiós","Playback" e incluso me he hecho con un ejemplar descatalogado de "Poodle Springs", la novela que Chandler dejó inacabada y que terminó Robert Parker y,la verdad,estoy disfrutando. Cuando termine la de Banville-Black ya te diré qué me ha parecido.
Abrazos desde la esquina de Cahuenga y Hollywood.