miércoles, 9 de julio de 2014

EL HALCÓN MALTÉS (1941), de John Huston

Un pájaro que vale una fortuna. Bueno, de esos hay muchos. Lo que pasa es que a este lo quieren unos cuantos tipos que están dispuestos a arrancar el pellejo por conseguirlo. Y eso es un negocio peligroso. Más aún si hay una chica metida en el embrollo más peligrosa aún que ellos. El pájaro es un símbolo. Tal vez es la señal de que la ambición está suelta por el mundo y tiene una vocación asesina. Por eso está pintado de negro. Para que no le reconozcan y sus plumas pasen inadvertidas entre tanta mirada de envidia y de soberbia y de lujuria y de ira. Sam, al fin y al cabo, es un pobre detective privado que se diferencia de los demás en que tiene un punto, muy sutil, de tipo tan peligroso como los que buscan el pájaro. Su sonrisa es agresiva. Su cerebro es una caja de sorpresas. Busca una venganza y también una liberación. Quizá quiere desatarse de las correas que él mismo se ha impuesto en una vida que no le gusta pero que acepta. Es más irónico que cínico. Es duro sin necesidad de llevar pistola.
La chica…esa es de cuidado. Miente más que habla. Habla más que hace. Y lo que hace es destrozar lo que toca. Puede ser un pájaro de oro recubierto de las más finas joyas o un hombre. A ella le da igual llevarse por delante lo que haga falta. Cree que con su encanto lo va a conseguir todo y se equivoca desde el mismo instante en que fue a ver a Sam. Allí se encontró con un hombre con el que no se juega porque aún cree que es malo para todos los detectives del mundo dejar sin saldar la cuenta de otro detective y más aún si es su socio. Mal negocio, chica. Detrás de tanto falso nombre hay una verdad que solo él puede desentrañar. Él es bueno. Muy bueno. Y tú eres mala. Muy mala.

Alrededor del juego, un montón de piezas que solo desean tener una fortuna entre las manos. Cairo, el afeminado que muerde la empuñadura de su bastón como si fuera un caramelo. Goodman, el gordo que traza expresiones de crueldad en su rostro, a punto de devastarlo todo con un simple movimiento de su mano. Wilmer, el chico que se cree un matón y no es nada más que un títere al servicio del gordo y que sirve como chivo expiatorio. Una galería de personajes para guardar en la memoria. Y Sam se enfrenta a todos ellos con la inteligencia dispuesta a disparar. No está dispuesto a que nadie le lleve a la cárcel por tapar los negocios sucios de una pandilla de miserables, muertos de hambre como él, que se empeñan en sacar lo peor de cada uno. Sam va a conseguir hacer justicia a la vez que saca lo peor de sí mismo. La atmósfera asfixiante de San Francisco parece que corta la respiración en cada escena y un tipo llamado John Huston, detrás de las cámaras, tenía la certeza de que estaba creando una película hecha con el material con el que se forjan los sueños. Sé que poner esta frase para terminar el artículo es muy típica y tópica pero es que es genial. Tanto como cualquier sueño. Tanto como cualquier halcón maltés con piedras preciosas incrustadas en su plumaje. Tanto como la mirada de Bogart, llena de agresividad, cuando sabe que todo el mundo quiere engañarle y hacerle responsable de la muerte de un par de tipos. No saben con quién se la juegan. Con el hombre que sabe hacer que los sueños se destruyan.

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Que grande es Huston, la verdad es que la película tiene una trama de lo más enrevesada y a veces cuesta encontrar el hilo que perdiste porque la infinidad de frases, replicas y contrareplicas que aprecen por doquier te puede llevar al desocntrol, sin embargo el gran John nos hace que no nos salgamos nunca de la película, que vivamos el ambiente, que nos empapemos del grupo de perdedores que puebla toda la historia.

Supongo que Sam Spade y Hammet aparecen coincidiendo con el final de la novela que habíamos de comentar ¿O aun no has acabado?

Abrazos expectantes.

César Bardés dijo...

Pues como te podrás imaginar por la prontitud de mi respuesta, estoy más liado que la pata de un romano, intentando hacer artículos "like churros" para poderme ir de vacaciones, prepararme un poco porque una universidad del norte ha querido que participe en unas mesas redondas y dejar algo hecho para septiembre para que tenga un pequeño margen para ponerme al día. Estoy que ya no sé lo que digo ni lo que hago, así que no, todavía no he terminado "La rubia de ojos negros", llevo doscientas páginas aunque ya aprecio algunas cosas que no me cuadran demasiado.
Una es la relación de Marlowe con Bernie Ohls. En todo momento se supone que a Marlowe le fastidia Bernie, que no se entiende demasiado con él...eso no es lo que nos había vendido Chandler en los demás libros. De hecho, aparte de Terry Lennox, el mejor amigo de Marlowe era el propio Ohls y aquí no dejan de tocarse las narices.
Otra es la situación de la novela en el tiempo. Parece ser que Banville-Black se decide a poner la novela entre "Un largo adiós" y "Poodle springs" (a la que también debería haber respetado porque en parte, aunque pequeña, es de Chandler y la operación de los herederos del escritor fue parecido a la que han hecho con él) puesto que Marlowe aún no se ha casado con Linda Loring y está bastante encandilado con Clare Cavendish. No me cuadra demasiado habida cuenta de que en "Poodle springs", Marlowe está como loco con Linda y uno de los pivotes sobre los que gira la trama es cómo ese matrimonio no puede durar jamás.
Además lo que tú apuntaste...falta el elemento turbio...ese elemento que Chandler tan bien sabía introducir en sus tramas haciendo que todo produjera un cierto rechazo. No acaba de encajar el desarrollo aunque, claro, he de terminarlo para poder opinar con propiedad, como imagino que te irás este fin de semana pues yo te hago este adelante porque dudo mucho que entre hoy y mañana pueda terminar. La cosa está muy dura.
En cuanto a Huston, pues sí, qué grande era y qué gran manera de arrancar su carrera de director con la figura del perdedor por excelencia como es la del detective privado de serie negra. La gran novedad es que este detective (al que muchos han querido comparar con el mismo Marlowe) tiene más mala baba, sus expresiones son mucho más hirientes, es un tipo de muchísimo cuidado y eso le hace un héroe con el que caminas pero no te irías a tomar una copa con él.
Abrazos liados.

CARPET_WALLY dijo...

Lo de Bernie, choca si, porque lo muestra como amiguete tocacojones todo el tiempo pero con poca empatia entre ellos, en aras de darle gracia a la relación entre ellos introduce ese sarcasmo continuo entre ambos y se pierde algo del compadreo que Chandler dejaba entrever.

No te puedo decir mucho más sin spoiler, que en un libro es mucho peor que en una película, así que ya parlarem cuando termines, el lunes aun estaré por aquí, lo que no sé es el tiempo que tendré para comentarios si se da el caso.

Y me alegro, de la parte positiva, de tu actividad veraniega...debería alegrarme más de los oyentes de esas mesas redondas, ellos si que obtendrán ganacia de lo que alcances a decir.

Abrazos atareados.

César Bardés dijo...

Bueno, me he pasado dos años en blanco, sin ir a mesas redondas, ni colaborar en ningún fórum ni nada de eso y hay que reconocer que antes me servía para irme de vacaciones de forma onerosa. El inconveniente es que tengo que limitar las vacaciones familiares al turismo interior (a la ves que voy para allá, me llevó a la señora y al retoño y, cuando termino, nos hacemos un "tour") lo cual no quiere decir, ni muchísimo menos, que no nos guste España. Nos gusta y mucho pero quieras que no ir a ver otros lugares también tiene su aquel.
El caso es que este año sí que me lo han propuesto (debido a contactos de mi señora) y allá que iremos a hablar un poco sobre el cine de Fritz Lang y alguna que otra cosilla más.
Lo cierto es que todo ello hace que el mes de julio sea bastante imparable y que tenga veinte cosas pendientes por hacer. Afortunadamente, a preguntas del editor, retrasé la edición del nuevo libro para octubre. Vamos a ver que eso es lo próximo y esperemos que salga todo bien.
A ver si puedo terminar el libro para el lunes.
Abrazos con sombrero de ala ancha.