miércoles, 2 de julio de 2014

GORKY PARK (1983), de Michael Apted

Tres disparos entre los árboles y luego la crueldad. En el suelo helado del Parque Gorki de Moscú se van ilusiones, sueños, inocencias y vidas. Incluso no hay rostros que dejen una mirada para el que venga después. Arcadi Renko es un buen policía, sabe seguir las pistas, con olfato, con el pensamiento presente de que no hay libertad en un país que espía a sus propios ciudadanos y protege a sus elementos más corruptos. Él lo sabe bien porque ya pagó una vez por acusar a la persona equivocada. Apuntó demasiado alto y le zurraron por lo bajo. Y esta vez el crimen es triple. No solo mataron a tres jóvenes sino que también mataron a la misma juventud que solo desea ser libre.
Su investigación se desliza por el hielo con la facilidad de un patinador. Se precipita hacia el abismo porque sabe que hay demasiadas cosas a tener en cuenta. Quizá el asesino sea útil para algunos poderosos que se esconden tras sus uniformes o tras sus pomposos cargos comunistas. O quizá el móvil sea el dinero. Sea como fuere, eso no importa. Hay que reconstruir caras, hay que volver a juntar las piezas para que encajen en los contrastes. Y todo hay que hacerlo subrepticiamente, sin ruido, sin llamar la atención. No sea que la KGB se presente de improviso y pague el mismo de siempre.
Apasionante película, rodada en Helsinki aún cuando estaba prohibido que las cámaras llegasen hasta el Kremlin, que pone de manifiesto la rigidez de un sistema que no admitía fallos en sus ciudadanos porque era molesto tener que controlar los defectos, porque la libertad no tenía cabida, porque, sencillamente, el crimen era mucho, mucho más rentable. Basada en la impresionante novela de Martin Cruz Smith, Gorky Park es un relato sobre la guerra fría pero también sobre los procedimientos policiales en el mismo núcleo soviético y de los esfuerzos por contener la excesiva profesionalidad de algunos de sus efectivos y por esconder a los autores de algunos crímenes bajo la libertad de la clase dirigente.

Y es que siempre viene bien un buen baño para entrar en calor, aderezado con una comida apetitosa y algún que otro gorro de marta cibelina. El lujo es algo que no está al alcance de todo el mundo y solo vale la pena jugársela por alguien que, de verdad, merece el sacrificio. Hay que dejar que las criaturas de piel valiosa y moral inocente ganen su libertad. El frío está ahí, esperando, destrozando todo lo que toca. No hay tiempo para caricias ni para consideraciones. Solo el regreso y la esperanza de algún día que puede que no llegue nunca. La sangre sobre la nieve es un río que impresiona y por el camino quedan amigos, gusanos, obsesiones y deducciones. No hay días claros en Moscú en pleno invierno. Tal vez porque no hay demasiada honestidad. Tal vez porque se mueven muchos intereses creados que tienden hacia el asesinato. Y en medio solo hay un inspector de policía que lleva la derrota marcada en el cuerpo.

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Me encanta esta película, sorprendente en ese momento y como bien has dicho, apasionante.

Lo cierto es que no cuadraba mucho ver a William Hurt de detective de serie negra (en este caso blanco niveo) pero su físico cuadra bien con el de un ruso. Tanto como el de Marvin. Esa mezcla de tensión policiaca complicada con una trama política y con la KGb de por medio, remiten a películas, que las hay a cientos, de conspiraciones ociidentales con asesinatos detras de los que está la CIA para conseguir cualquier cosa que se les ocurra a los guionistas de nomina de las multinacionales de Hollywood. Hay tantas que se podría hacer un transversal infinito, pero en "Gorky park" nos encontramos con lo mismo pero totalmente distinto. Primero porque el paisaje es de uan diferencia radical, segundo porque el ambiente fuerza al secreto, al misterio, al silencio, algo que en las pelis americanas no se comprende igual, con esa explosiva busqueda de la verdad en un mundo supuestamente libre. Aquí es hurgar sin ser visto casi por no molestar demasiado, proque aquí si que te la juegas, tu y todos los que estén contigo o cerca de ti.
El ritmo además es pausado pero a la vez atosigante, opresor y a la vez adrenalinico...Causa sorpresa ver al la mayoria de las veces frio Apted lograr que con esa frialdad, también térmica, el espectador logre conectar con lo que le cuentan y con la forma de hacerlo.

Ese Renko perdedor es parecido algunas veces al más puro Marlowe...bueno en realidad no, pero era para ver si habías terminado el libro de Black y que te parecía.

Abrazos con abrigo

César Bardés dijo...

No cuadraba William Hurt pero creo que su caracterización es muy acertada y elogiable. Lee Marvin...bueno, aporta aplomo y un saber estar sea villano o héroe que imprime un sello muy personal a todos sus papeles, y eso que aquí ya se le notaban los rasgos del alcohol, sobre todo.
Lo cierto es que el intento de hacer un Marlowe en la Rusia de la Guerra Fría funciona a las mil maravillas porque, efectivamente, cualquier tipo que se dedique a husmear en las vidas de los demás no deja de ser un estorbo para las autoridades. Es fantástico cómo Apted consigue atrapar algunas situaciones como el lujo de los baños donde la clase aristocrática cierra tratos y come de lujo o todo el morbo científico que rodea al hecho de la reconstrucción de los rostros de las víctimas.
En cuanto al libro de Black, no, no lo he terminado pero, de momento, estoy muy de acuerdo con lo que apuntabas en un comentario anterior. Le falta un poco más de "lado oscuro", de ser esa isla en medio de la corrupción más absoluta. Lo es pero no es tan penetrante, no es ese estilete honesto, no es esa avanzadilla de esperanza que nunca quiere parecer que lo es. Ya te diré cuando lo acabe.
Abrazos con gorro cibelino.