El paso de la adolescencia a la
madurez es algo duro de asumir. Tal vez porque, poco a poco, el niño se va
dando cuenta de que tiene que tomar decisiones y en cada una de ellas afecta la
vida de los que le han estado acompañando hasta ese instante. O puede que la
vida se haya encargado de poner un par de pruebas que cambian su concepción de
la existencia. Un viaje es el principio del camino. El más grande de los viajes
es el último de los descubrimientos.
La normalidad se altera porque, de
repente, el mundo se llena de exigencias y el niño tiene que volver a aprender
a caminar, a desenvolverse, a hacer cosas con sus manos que ignoraba que podía
hacerlas. El amor se revela como algo doloroso en cada separación y solo queda
el consuelo de saber que la inteligencia es algo que no podrá ser arrebatado en
ese trascendental tránsito. De repente, todo cambia. Y es cuando se mira a un
adulto y no se comprende qué intención hay cuando antes era tan fácil de
adivinar.
Y es que el problema no es tanto que
uno de los tuyos trate de observarte y ayudarte sino que los mismos adultos,
esos extraterrestres, intenten observar la evolución de una inteligencia cuando
se la dota de complementos físicos excepcionales. Tal vez volver a tener un par
de piernas sea algo que merezca más la pena que resolver la más complicada
ecuación matemática. Pero aún mejor es que esas piernas nuevas sean utilizadas
con la precisión de la más complicada ecuación matemática.
Interesante parábola sobre el
crecimiento disfrazada de cuento de ciencia ficción que nos lleva por el
misterio de la vida replicada, de las segundas oportunidades, de la extrañeza
de la competitividad diaria. Hay momentos de cierta intriga que consiguen ser
una drogadicción para seguir adelante con esta historia. En cambio, en otros,
se ha caído en algo fácil, sin demasiado sentido, dejando al interrogante una
innecesaria prolongación pero, en conjunto, el director William Eubank consigue
secuestrar nuestro pensamiento hasta tal punto que la sensación del espectador
cuando sale del cine es que no sabe muy bien hacia dónde se ha dirigido la
película y la solución está mucho más cerca de lo que nadie piensa. Basta con
mirar con atención y darse cuenta de que los experimentos no han funcionado
porque la inteligencia es la auténtica arma del ser humano y, en muchas
ocasiones, nos hemos negado a utilizarla prefiriendo el disfraz de la
resistencia. Y eso, en realidad, no es más que debilidad. Uno de esos defectos
casi intrínsecos del hombre que es despreciado por cualquier observador de
cierta perspicacia. Aunque ese observador sea un adulto ya abducido por un
mundo tecnológico que no tiene demasiada consideración por el roce de unos con
otros. A eso nos han condenado las máquinas, a ser meros instrumentos de una
competición que solo alimenta de manera muy peligrosa nuestra propia vanidad. Y
lo peor es que nos estamos perdiendo el apasionante desarrollo de nuestros
pensamientos y de nuestra propia personalidad.
2 comentarios:
La ciencia ficción, en general es un género con muchos problemas de comprensión. Tanto en cine como en otros campos juega con replicas de firmamentos conocidos llevandolos a otros espacios, tiempos o incluso a momentos actuales que intentan hacernos creer que no existen. muchas veces son metáforas de cosas conocidas pero su extracción del lugar o tiempo actual nos los situa lejos de nuestro alcance. Muchas veces no coprendemos la historia y la tenemos a un palmo de nuestras narices. En eso radica el interés de este género y la dificultad para lograr una buena obra.
Parece que esta peli juega precisamente a eso, y si no andas avispado puedes perderte en terrenos incomprensibles. No es fácil llegar con mensajes a veces tan subliminales. Muchos situan la ciencia ficción en historias de futuro o de avances tecnológicos insospechados y luego valoran las historias en si mismas sin más repercusión. Pero es un error. La cuestión es plantearte si esos avances o sociedades desocnocidas no llevarán a consecuencias vitales de las que podemos aprender.
En ese sentido hay películas adsritas al género que a mi no me lo parecen, como por ejemplo "Star Wars", sobre todo la primera, una excepcional película de aventuras mucho más cerca del western que de una visión distópica de un universo futuro. Algunas del resto de la saga si que se podrían considerar más ciencia ficción, puesto que son una reproducción de la eterna lucha del bien y del mal, de la redención, de la deriva hacia la maldad, del uso y el abuso de poder,....tampoco creo que "Alien" sea precisamente una película de ciencia ficción, estaá mucho más cercana al terror, como ya comenté alguna vez. Si sería ciencia ficción "Blade Runner", aunque algunos sólo quieran ver una peli de serie negra ambientada en un futuro. Y si, Deckard puede recordarnos alguna vez a un Marlowe, sin tanto cinismo, el detective perdedor dispuesto a hacer con desgana su trabajo. Pero va mucho más allá, se cuestiona la propia humanidad, el poder de un Dios de crear y negar a sus criaturas, la terrible realidad de la vida efímera y la inmortalidad, Hauer no deja de ser un Nietzche que cuestiona a su creador y lo mata.
Abrazos cientificos y no ficticios
La película juega mucho a eso entre otras cosas porque en todo momento hay una sensación de extrañeza, de que todo lo que está pasando es, cuando menos, chocante, inexplicable y en una cosa aciertas, la explicación está enfrente de nuestras narices. La tecnología, el avance desmesurado de nuestros asideros cibernéticos (ya advertido por Stephen Hawking que dice que cuidadito con eso porque dentro de unos quince o veinte años los robots que se están desarrollando deberán llevar un código similar al de "Yo, Robot" -no atentar contra la vida humana, no atentar contra otro robot, en caso de que la primera y la segunda entren en conflicto, respetar la primera).
Cierto es que las consecuencias vitales de las fábulas tecnológicas es algo que llega a ser una asignatura pendiente en el análisis de las películas de la ciencia-ficción. Estoy de acuerdo, además, con tu valoración sobre la saga "Star Wars" y sobre "Alien". Me encanta el negro que cae sobre "Blade Runner" pero, sin duda, hay algo más como ese mundo superpoblado, esclavo de la publicidad, de la comida china y de la permanente lluvia que cae. No solo por la parte del robot que quiere buscar todas las respuestas sin haber aprendido la lección de que no hay ninguna sino también por la parte de ese humano al que le duele tener que eliminar robots que atesoran recuerdos, que parecen humanos y que, simplemente, no se les da la oportunidad de desarrollarse como personas. Permanente contradicción de un mundo que crea para luego destruir.
Abrazos inteligentemente artificiales.
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