jueves, 17 de marzo de 2016

CIEN AÑOS DE PERDÓN (2016), de Daniel Calparsoro

Hay ocasiones en las que a uno le gustaría escribir un artículo elogioso ensalzando una muestra del cine patrio. Entre otras cosas porque estoy convencido de que sabemos hacer buen cine, con sentido y ganas y más si se mueve en las aguas de las historias de género. Y, aunque no lo parezca, llega a ser doloroso tener que escribir que, en algunas de esas ocasiones, somos presa del pecado de la chapuza, de la precipitación, del delirio e, incluso, del abuso continuado de psicotrópicos de naturaleza desconocida.
Y esta es una de esas ocasiones porque, partiendo de una premisa que, en principio, podría ser atractiva asistimos a una serie de situaciones que delatan la falta de trabajo en la historia. Y lo que es aún peor: tratando de hacer pasar todo el asunto por algo absolutamente brillante, lleno de justicia poética, de crítica social incisiva y necesaria y como una película de acción vibrante e inmaculada. Nada de eso se halla en la película. Hay situaciones que, sencillamente, no te las crees… ¿o es que usted se toma una docena de brillantes como si fuesen píldoras sin ayuda de agua y aquí no ha pasado nada? Oh, sí, la corrupción de nuestra clase política es abrumadora y se merecen una lección de aquí te espero…sobre todo porque todos son tontos de solemnidad. Y ése es un error muy común. Los malos, normalmente, de tontos no tienen nada y para ello está el personaje más fascinante de esta historia que es el de Raúl Arévalo…pero resulta que su incidencia en todo el enredo es nimia. Al igual que el incomprensible personaje de José Coronado…por cierto…qué fácil y qué maniqueista es poner a la Guardia Civil como matones del Gobierno. Las referencias a Tarde de perros, de Sidney Lumet y a Plan oculto, de Spike Lee son evidentes pero se hallan a tanta distancia de ellas que, sinceramente, la película se hunde contracorriente sin remedio, intentando luchar débilmente contra el raciocinio normal.
No queda ahí la vaina, sino que, además, es posible que en Valencia haya un túnel abandonado del Metro con un boquete en la superficie de aquí te espero para que, cuando haya una gota fría sobre la ciudad, se inunde hasta las trancas. Cuando se tiene la evidencia de que los ladrones no tienen nada, la trama se precipita de los abismos de la lógica hacia el surrealismo puro. El ladrón que se pone a ligar con una de las rehenes es de traca y mascletá. El punto de partida en el que se explica cómo se gesta el golpe es tan delirante que se llega a pensar seriamente en hacerse ladrón. Hay personajes que están tan mal trazados que llegan a ser caricaturas con peso. La conclusión es de risa floja, con un plano general que enlaza con la soberbia del director Daniel Calparsoro, convencido de que nos ha servido una película impecable cuando, en realidad, ha caído en el pecado de la chapuza de buena factura e indecente desarrollo. Y no sigo porque me va a salir una úlcera.

Por supuesto, luego vendrán los críticos que la ensalzarán hasta la náusea por el mero hecho de ser española e, incluso, algún espectador, como el que estaba a mi derecha, saldrá con el rostro angelical de haber visto algo impresionante y definitivo cuando lo único que merece la película cuando salen los títulos de crédito es un largo y determinante suspiro de alivio. 

11 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Jejeje, menos mal que me esperé a ver si colaba antes de verla. Y veo que más que colar, ha calado pero como el agua fina que te empapa sin que te des cuenta y llegas a casa chorreando. Curioso, pero la votación de los espectadores de CINESA que es donde habitualmente voy al cine, le ponían un 5 muy justito (se ve que no todos son zoquetes) y eso también contributó a mi ánimo (desánimo) para ir a verla. Nada, otra para la tele y me echo unas risas recordando tu artículo.

Abrazos divertidos

César Bardés dijo...

Lo increíble es que al anunciar este artículo en twitter, me han dado un "like" y el autor del mismo era...¡¡¡Daniel Calparsoro!!! Me he quedado pasmado.
Algo de esperanza hay si le ponían un cinco muy justito aunque para mí no ha pasado del tres, claro que yo soy el que soy y ellos son los que son.
Te aconsejo que ni siquiera en la tela. De verdad, qué decepción, qué desastre.
Abrazos agradecidos.

Anónimo dijo...

Siento comunicarte César que Calparsoro no tiene twitter, así que no habrá sido él...

César Bardés dijo...

¿Y tú cómo lo sabes, querido anónimo?

Anónimo dijo...

Calparsoro tenia twitter en la época que estreno combustión, lo cerro y ahora solo dispone de Instagram... la cuenta @danielcalparsoro2 es falsa... aunque ponga cosas relacionas con Cien años de perdón, solo con ver un poco sus seguidores y quien sigue, se ve un poquito mas claro que no es el...

César Bardés dijo...

Te veo muy puesto y muy seguidor de Calparsoro. Yo es que, por costumbre, no entro en twitters ajenos y no cotilleo quién sigue, quién no sigue y cuántos seguidores tiene. Honesto que es uno con la privacidad ajena. Aunque eso signifique que alguien, quien sea, ocupe el puesto de Calparsoro y le dé un "like" a un articulito de mierda de un critiquillo de provincias.

Anónimo dijo...

César el comentario no era a malas, sino solo comentar que no era el director, sin ningún tipo de intento de ofender ni nada parecido, tu opinión y critica es 100% respetable, faltaba más. Seguía en su día a Calparsoro en twitter y al ver tu comentario simplemente conteste, espero seguir leyendo tus "articulitos".
Saludos.

César Bardés dijo...

Comprende que, en cualquier caso, la aparición de un anónimo hablando sobre los falsos y verdaderos Calparsoros no deja de ser algo bastante extraño. Gracias por tu aclaración, en cualquier caso, y disculpa si he asomado las uñas. Ya sabes que en el ciberespacio abundan los que, gratuitamente, se meten donde no les llaman o de mala manera.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Tranquilo, es entendible que sonase raro y mas siendo anónimo...
Saludos y lo dicho... seguiré leyendo tus artículos...

Alí Reyes dijo...

No sé hasta què punto, pero parece que van a denunciar plagio debido a que parece una copia de una antigua pelìcula venezolana. De ella escribí algo hace algunos años. te copip el link
http://tigrero-literario.blogspot.com/2012/03/cien-anos-de-perdon-joya-del-cine.html

César Bardés dijo...

Perdona la tardanza en contestar, Alí, pero la Semana Santa se ha interpuesto y luego ha habido más acontecimientos que han hecho difícil la misma respuesta. Pues eso, si encima resulta que un venezolano ha hecho algo parecido, más delito tiene lo de Calparsoro. Yo lo único que espero es que, si hay algún antecedente, esté realizado con sentido y respeto.
Un saludo.